Querida
Ángeles: Decía el poeta Ángel González que escribir es siempre reescribir,
volver a decir lo que han dicho otros, aunque con una luz nueva y una voz que
siempre es única. Y es verdad, pero a mí me da un poco de reparo repetir lo que
tanta gente ha dicho estos días, en los que todo hijo de vecina ha opinado algo
sobre la huelga feminista. Sin embargo, esta mañana, cuando recogía la ropa del
tendedero he visto tu mandil y esa imagen me ha llevado a escribirte esta
carta, que como otras, será una carta sin respuesta. ¿Recuerdas aquel mandil
tan bonito que me bordaste hace ya algunos años? Me emociona ver esos dibujos
que representan mi vida: una imagen femenina leyendo un libro y alrededor de
ella objetos del mundo doméstico; todo lo que suele haber en una cocina. Así me
veías tú, amiga, y seguramente era así más que ahora, que peino canas y mi
cotidianeidad es completamente diferente.
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jueves, marzo 15
viernes, enero 29
La crianza en tiempos revueltos

lunes, junio 22
La ola es el mar, o la espiritualidad mística
Que
los místicos van más adelante y más allá de las religiones es
algo que aprendí hace tiempo. Recuerdo hace más de veiente años las reuniones
de contemplativos de diversas confesiones orientales y occidentales que se
celebraban en la abadía italiana de Praglia para meditar
juntos en vez de discutir de teología. Ahora anda por aquí impartiendo
conferencia el benedictino exlaustrado Willigis Jäger, cuyos
libros siempre me han interesado mucho. En la línea de Antonio Blay
y Anthony de Mello defiende la unidad del todo y la revolución
del futuro viene de la experiencia mística. Anunque él ha
practicado sobre todo el Zen, es pues condiscípulo del jesuita Enomiya
Lasalle, considerado maestro zen por los propios japoneses, y de Ana
María Schlütter, una religiosa que tiene un zendo cerca de Guadalajara.
domingo, abril 12
Angelina: ¿Heroina, o mujer biónica?
Me pregunto, mientras veo su
imagen de estrella fulgurante en la pantalla de la tele, pero ¿en qué va a quedar esta muchacha si
siguen extirpándole órganos? ¿Vamos a verla dentro de poco como una especie de
muñeca biónica, sonriendo por esas alfombras rojas como si nada? Bueno, como si nada tampoco. Más bien como una
mujer a la que todas las mujeres que quieren a sus hijos deberían emular. Porque
ese es al fin y al cabo el argumento que la ha convertido para la prensa en una
especie de modelo a seguir. Y digo yo para mis adentros, porque claro, decirlo
en voz alta y para el público en general
es algo así como un sacrilegio: Pero, ¿no tenemos bastante con que quieran vendernos
la moto de que ese cuerpo escuálido y demacrado que se pasea por el mundo, dando
ejemplo de maternidad solidaria y de belleza, es algo elogiable y deseable?
Pues parece que no. Ahora tenemos que considerar admirable a esa mujer que para
que sus hijos no tengan que verla morir de cáncer, ella se quita cualquier órgano
susceptible de ser atacado por esa enfermedad terrible. Y van ellos y ellas,
periodistas de ambos géneros y nos hablan de la valentía de Angelina, de la
sinceridad de Angelina, de lo madre coraje que es Angelina… ¡Santo Cielo!
No entiendo de medicina. Quiero decir que no soy médico, pero me considero una persona con sentido común, por eso, de esta noticia sobre la gran estrella hollywoodense, me sorprenden dos cosas: 1. Los argumentos con los que justifica ella y los médicos sus intervenciones quirúrgicas. 2. El acuerdo generalizado por parte de la prensa de que estamos ante una heroína.
No entiendo de medicina. Quiero decir que no soy médico, pero me considero una persona con sentido común, por eso, de esta noticia sobre la gran estrella hollywoodense, me sorprenden dos cosas: 1. Los argumentos con los que justifica ella y los médicos sus intervenciones quirúrgicas. 2. El acuerdo generalizado por parte de la prensa de que estamos ante una heroína.
De verdad que cada día me siento
más rara en este mundo, debe de ser la edad, digo yo. Parece que con los avances en la investigación se puede
saber el tanto por ciento de
posibilidades que alguien tiene de sufrir un cáncer. Vale, hasta ahí de
acuerdo. Los datos de Angelina Jolie parecen
que avalan la idea de que tiene muchas posibilidades de tener la enfermedad. Lo
que no entiendo es que de ahí se deduzca que va a morir de cáncer. ¿No han pensado que además de morir de cáncer
la gente muere de cientos de cosas? Incluso de un accidente aéreo, mientras va
a socorrer con cara de pena a los niños de cualquier país africano.
Verdaderamente estamos llegando a un punto en que queremos ser como dioses
capaces de controlar la vida y la muerte. ¡Ah! Pero eso sólo si tenemos dinero
para pagar a los hechiceros, a esos médicos
semidioses que convierten su profesión en un escaparate propagandístico en el
que exhiben su poder sobre la muerte. Yo me pregunto si Angelina no puede morir
de cualquier enfermedad de las que tenemos las personas corrientes, de un
ataque al corazón, de un derrame cerebral, incluso de cualquier infección rara por
la que cualquier puede ser atacado. ¿Qué harán los médicos para evitar que la muchacha
enferme o muera de todas esas cosas y otras que ni siquiera conocemos? ¡Ah! Pero
es que los hijos de Angelina no son como los demás, no podrían soportar
quedarse sin esa gran madre coraje que gana cientos de millones de dólares por
cualquier cosa que hace o dice públicamente. Si, una gran mujer, una gran madre
y unos niños que podrían sufrir muchísimo si ella desapareciera.
Lo que he llegado a leer, incluso de articulistas femeninas a las que admiro, es que no me lo puedo creer. Si las mujeres de carne y hueso, (no sólo de hueso) tenemos que tener a Angelina Jolie como modelo, entonces “apaga y vámonos”. Pero me preocupa especialmente el efecto de esos mensajes sobre las jóvenes. Sobre todo las que están siguiendo desde hace un tiempo esa moda de querer ser perfectas físicamente y piden a los Reyes Magos unas tetas nuevas, o unos labios como morcillas; o las que piensan cada vez más que si llegan a ser madres no van a ponerse a parir por donde la naturaleza ha previsto, ¿para qué sufrir ese dolor absurdo? Si pueden hacerles una cesárea el día exacto en el que a ellas les va bien, para no perderse qué se yo… un fin de semana en Los Alpes, o algo semejante y encima les dejan un vientre de cine para ponerse esos pantaloncitos que tanto molan a la vuelta de la clínica… Vaya, que todo eso es ya muy antiguo, y que les trae al pairo esas retrógradas que siempre están criticándolo todo. Pura envidia, dirán. No hay que hacer caso porque lo moderno, lo verdaderamente Guay, es estar a gusto con nuestro cuerpo. ¿Por qué tengo yo que aguantar esta nariz ancha o repingona, ¿por qué no puedo lucir mi palmito y mis tetas en la playa? ¿Quién ha dicho que yo tengo que sufrir para tener hijos? Todo eso son zarandajas…necedades, simplezas de esas “viejas progres” que no comprenden el progreso y la Liberación Femenina.
Lo que he llegado a leer, incluso de articulistas femeninas a las que admiro, es que no me lo puedo creer. Si las mujeres de carne y hueso, (no sólo de hueso) tenemos que tener a Angelina Jolie como modelo, entonces “apaga y vámonos”. Pero me preocupa especialmente el efecto de esos mensajes sobre las jóvenes. Sobre todo las que están siguiendo desde hace un tiempo esa moda de querer ser perfectas físicamente y piden a los Reyes Magos unas tetas nuevas, o unos labios como morcillas; o las que piensan cada vez más que si llegan a ser madres no van a ponerse a parir por donde la naturaleza ha previsto, ¿para qué sufrir ese dolor absurdo? Si pueden hacerles una cesárea el día exacto en el que a ellas les va bien, para no perderse qué se yo… un fin de semana en Los Alpes, o algo semejante y encima les dejan un vientre de cine para ponerse esos pantaloncitos que tanto molan a la vuelta de la clínica… Vaya, que todo eso es ya muy antiguo, y que les trae al pairo esas retrógradas que siempre están criticándolo todo. Pura envidia, dirán. No hay que hacer caso porque lo moderno, lo verdaderamente Guay, es estar a gusto con nuestro cuerpo. ¿Por qué tengo yo que aguantar esta nariz ancha o repingona, ¿por qué no puedo lucir mi palmito y mis tetas en la playa? ¿Quién ha dicho que yo tengo que sufrir para tener hijos? Todo eso son zarandajas…necedades, simplezas de esas “viejas progres” que no comprenden el progreso y la Liberación Femenina.
martes, julio 29
El Honorable President Pujol
No me gusta ser demasiado
explícita en las redes en lo que refiere a mis opciones políticas, ni estar
siempre criticando a los que ganan mucho dinero, bien en la política, o en
puestos a los que acceden de forma poco clara.
No puedo evitar pensar que cada cual en su nivel tiene alguna mancha moral. No hay más que
observar a nuestro alrededor y veremos que estamos rodeados de pequeñas
corruptelas cotidianas. Sí, ya sé que nada importante, comparado con lo que
estamos viendo en estos días por los medios de comunicación. Pero son
proporcionales al ambiente en el que cada cual se mueve y las posibilidades que
nos dan las circunstancias que nos rodean. No somos ángeles, eso está claro.
Los que fuimos educados en el Evangelio, todavía nos resuenan las palabras de Jesús: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? (Lucas 6, 41-42) A mí al menos, es una frase que me lleva a la reflexión.
Viene a cuento esta introducción por la indignación con la que asisto estos días a la noticia sobre el señor Jordi Pujol, antes Molt Honorable, dicho sea de paso. He vivido cuarenta años o más en Catalunya y he sido testigo muy directo de esa especie de Líder no sé si Carismático o Mesiánico, que tal vez signifiquen la misma cosa en la realidad concreta. Al fin y al cabo el Carismático aparece ante nuestros ojos como alguien capaz de sacarnos de apuros, de salvarnos la vida, de resolver los problemas colectivos, sean de la índole que sean. El Mesiánico es ese tipo de personaje que se cree ungido, investido con una autoridad para llevar a cabo grandes gestas; vaya, que tiene una misión de esas que le llevarán a los altares. De esos hemos conocido a unos cuantos desde que llegó la tan manida Democracia. Cada cual que ponga rostro al modelo.
Los que fuimos educados en el Evangelio, todavía nos resuenan las palabras de Jesús: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? (Lucas 6, 41-42) A mí al menos, es una frase que me lleva a la reflexión.
Viene a cuento esta introducción por la indignación con la que asisto estos días a la noticia sobre el señor Jordi Pujol, antes Molt Honorable, dicho sea de paso. He vivido cuarenta años o más en Catalunya y he sido testigo muy directo de esa especie de Líder no sé si Carismático o Mesiánico, que tal vez signifiquen la misma cosa en la realidad concreta. Al fin y al cabo el Carismático aparece ante nuestros ojos como alguien capaz de sacarnos de apuros, de salvarnos la vida, de resolver los problemas colectivos, sean de la índole que sean. El Mesiánico es ese tipo de personaje que se cree ungido, investido con una autoridad para llevar a cabo grandes gestas; vaya, que tiene una misión de esas que le llevarán a los altares. De esos hemos conocido a unos cuantos desde que llegó la tan manida Democracia. Cada cual que ponga rostro al modelo.
Pues bien, Pujol era este tipo de
político que se creía por encima del bien y del mal. Lo hemos visto tratar a
los periodistas por encima del hombro y mandarlos callar cuando a él no le
convenía responder a alguna pregunta de esas incómodas. Lo hemos escuchado en
sus mensajes navideños o en las celebraciones de la Diada, ensalzando las
grandes virtudes del catalán medio, pero sobre todo de los catalanes patriotas;
no vayamos a confundirnos, que no todos son iguales. El patriota es de una especie
especial, y valga la redundancia. Pero lo que siempre me ha llamado la
atención, y ahora se estrella contra la
realidad, es esa identificación que él mismo se había
creído: Pujol es Catalunya y Catalunya es Pujol. Quien me ataca a mí, está
atacando a Catalunya. ¡Toma ya! Y lo peor es que la gente, la buena gente se lo
creyó y, hasta lo votó durante 30 años.
Así que si Jordi Pujol nos caía mal,
nos caían mal los catalanes, si nos manifestábamos contra algo que el Honorable
había hecho, estábamos poniéndonos en contra de Catalunya. Y, por supuesto, si
él pronunciaba alguna frase de esas lapidarias, como por ejemplo: “Es catalá
tot el que viu y treballa a Catalunya”
Todo el mundo aplaudía y repetía la máxima, como una VERDAD. ¿Cómo se
podía dudar algo así? O sea, que no le
pasaba al Honorable, como a los vascos,
que si no tienes ocho apellidos de rancio abolengo, no te consideran un
ciudadano de la tierra norteña. Pero claro, había que ganarse a tantos xarnegos
y nouvinguts para la causa. Así que ¡Hala, a invertir en normalización
lingüística! Tots a parlar catalá, a bailar sardanes y a apuntarse a los
castellets: “Entre tots ho conseguirem”, parecía ser la consigna. Y como los
nouvinguts eran los que engendraban nuevos retoños, el discurso había que
ajustarlo a la realidad. Ya no somos catalanes los nacidos en Catalunya, sino
todo el que vive y trabaja en esta tierra. La población siempre ha sido un tema
fundamental en el desarrollo de los pueblos. Y no hay más que ver documentos en
los archivos históricos, y leer discursos decimonónicos, sobre la fuerza de las
naciones con más habitantes.
Pero claro, una cosa es el
discurso y otra la realidad diaria. Y si no que se lo pregunten a la gente
llegada desde los distintos pueblos y regiones… ¡Ay, perdón, quería decir
Comunidades Autónomas. A todos esos que en los años sesenta se situaron en el
cinturón industrial de Barcelona, y, posteriormente, a los extranjeros que fueron
ocupando los pisos de esos barrios, cuya población, ya envejecida, ha ido
instalándose en otras zonas, desapareciendo, o volviendo a sus lugares de
origen.
Bueno, que se me va la olla. A lo
que iba.
Estos días, viendo la tele, escuchando la radio, o leyendo la prensa y
las redes, no dejo de pensar en las palabras del “hijo político”, como él mismo
se ha dado en llamar: el Honorable President Artur Mas. Dice el señor Mas que lo de Pujol es algo
completamente privado, familiar. Que no tiene nada que ver ni con el partido,
ni con el proyecto político de CIU. Y yo me pregunto: vamos a ver… ¿En qué
quedamos? ¿Meterse con Pujol no era como meterse con Catalunya? En otras
palabras. La persona se identificaba con la institución y en ese sentido no
había separación entre privado y público. Él era Catalunya y Catalunya era él. ¿Por
qué entonces ahora, cuando se descubre que se ha enriquecido y ha estafado al
Estado Español y a Catalunya, que ha vivido de espaldas a la Ley y para más
INRI, se ha convertido en una especie de modelo moral para sus hijos… vamos, un
Ruiz Mateos, más o menos. Pues como decía, ¿Por qué entonces ahora se nos dice
que lo que ha hecho el señor Pujol es algo privado que no tiene que repercutir
en el proceso político independentista, ni en la organización CIU? A ver, a
ver… que no me entero, y no sé si es que soy un poco corta, o ellos creen que
todos somos idiotas.
En fin, el último baluarte de la
moral pública, de los grandes ideales y principios ético políticos, se nos ha
venido abajo. ¿A partir de ahora, tendrá el valor de salir a la calle a cara
descubierta y saludar a sus vecinos?
lunes, marzo 31
Los viajes en Ryanair
¡No salgo de mi asombro! Siempre había creído que en la política empresarial, una de las cosas fundamentales era la atención al cliente; una atención que implica no sólo estar atento a sus necesidades y poder dar la respuesta adecuada y que beneficie a ambas partes, sino atenderlo con corrección. Vaya, que cualquier trabajador que desarrolle su labor cara al público, entiendo que tiene que tener unas aptitudes y unas actitudes muy concretas. De nada sirve que sepa hacer bien lo que tiene que hacer, si trata a patadas a las personas, si no las atiende con educación, con cortesía, con amabilidad...
Pues nada de eso parece que esté en las normas de los trabajadores de la compañía aérea RYANAIR.
sábado, marzo 8
Mujeres: objeto de deseo
Me cansan las mamás sexys, las abuelas sexys, las maduras sexys. Lo confieso. No salgo de mi asombro ante tanta superficialidad. Las revistas dominicales, incluso las de los diarios más serios, se empeñan en mostrarnos a una Sofía Loren, mujer a la que no le faltó belleza en su juventud, con un aspecto increible. No puede ser que sea real. ¡Santo cielo... 77 años! Una mujer de esa edad no puede tener ni las piernas, ni los pechos, ni la tersura en el rostro que nos muestra la portada y las páginas interiores, a cual de todas más irreales. No salgo de mi asombro y pienso en la razón de todo este disparate. Esa resistencia a hacerse mayor; a asumir la edad con naturalidad; a ser una abuela como "Dios manda" , con sus arrugas y todo. ¿Por qué es más bella con esa pinta? No es más bella: es un esperpento de lo que fue. Si se nos quiere presentar como un modelo para las mujeres de carne y hueso, francamente, están en un error. Creo que Pilar Bardém o Lola Herrera más o menos la misma edad, y... no hay color: ambas son mujeres mayores reales, aunque cuidadas, pero sin esa neurosis de querer mantenerse joven eternamente. La última que me viene a la cabeza, es Norma Duval. Otra de las abuelas, cuya mayor cualidad, a su edad, es ser muy... muy sexy. En fin... Con su larguísima y cuidada melena, su cuerpazo de infarto... Un modelo que resulta difícil de imitar. Y menos mal... ¡Ufff, vaya trabajo!
miércoles, febrero 26
La desesperación de Alí
Pensaba que ya era casi un
ciudadano de pleno derecho en este país.
Llegó como refugiado. Estaba ya cansado de vivir en el desierto, bajo una lona,
sin agua corriente, y una temperatura de más de 50 grados en verano. Quería tener hijos y buscó un lugar más
confortable y con futuro para ellos.
Se instaló en un pueblo cercano a Jerez, donde
poco a poco los vecinos fueron conociéndole y apreciando sus cualidades. Un
profesor Saharaui no pasa desapercibido en un lugar tan pequeño. Allí han
nacido sus hijos y allí van al colegio. La vida transcurría de una forma sencilla,
sin grandes estridencias, austeramente, con lo poco que sacaba de su trabajo en
el campo, o en otros sectores en los que no es necesario tener una
cualificación específica. A él no se le caen los anillos, como se suele decir.
Sólo quiere tener un sueldo y atender a su familia lo mejor posible.
Pero todo cambió cuando dejaron
de contratarlo. Se quedó sin ingresos y empezaron los problemas. Hace más de un
año que no puede pagar la sencilla vivienda que alquiló por doscientos euros, pero
que su mujer mantiene limpia y primorosamente cuidada. No ha dejado ni un solo día de salir a la
calle a buscar un empleo, pero nada. El último hijo nació hace seis meses y
tienen dos más. El casero ya no le da más tiempo. Son doce mensualidades de
deuda y no puede pagar, porque ya hasta la comida tiene que pedirla al banco de alimentos.
Hoy ha llegado a pedir ayuda. Le
temblaban las manos y la voz, mientras contaba su historia. Y de pronto, un
hombre hecho y derecho, ha roto a llorar como un niño. Poco a poco ha ido
elevando la voz, porque la desesperación ya no le deja ser esa persona
prudente, que siempre ha sido… ¿Qué culpa tengo yo de no tener trabajo? …
Grita, lleno de impotencia… No me pueden dejar en la calle… Si sólo quiero un
trabajo…, qué culpa tengo yo…
viernes, enero 10
Cásate y sé sumisa... o el griterio inquisidor
Una escritora italiana, hasta ahora desconocida en nuestro país, de nombre Constanza Miriano, ha publicado un libro que ha puesto patas arriba el pensamiento único. Cásate y sé sumisa se ha convertido en un Best seller.
¡Quién se lo iba a decir a tantos periodistas, comentaristas radiofónicos, aficionados a las charlas de café o de pasillo! En fin, a todo bicho viviente, que de forma casi inquisitorial se ha lanzado a exigir su retirada del mercado. Si les hubiera valido a más de uno y una, se hubiera organizado una de esas hogueras que los regímenes totalitarios formaban en medio de las plazas, para quitarse de enmedio los libros peligrosos o heterodoxos respecto a lo que se condiseraba el pensamiento correcto sobre el mundo.
Me ha resultado curioso, para qué lo voy a negar, las pocas voces que se han alzado oponiéndose a esa algarabía generalizada sobre qué debe o no debe publicarse. Sólo ha llegado a mis manos un divertidísimo y agudo artículo escrito por Fernando Savater: Batalla de catecismos. El artículo no tiene desperdicio y reconozco que al leerlo me sentí reconfortada, porque pensaba que yo era un bicho raro. Y es que, como mi admirado profesor de ética, no puedo entender tal griterío. Es verdad, las ideas se combaten con otras ideas mejor argumentadas. Lo dice Savater y estoy totalmente de acuerdo. Los libros sobre cualquier temática que nos parezca mal, con otros libros que contengan mejores razones o datos más convincentes. Me encanta esta frase del artículo que estoy comentando: "sólo los catecismos de uno u otro signo pueden querer imponerse quemando las obras heréticas que no nos gustan".
¡Quién se lo iba a decir a tantos periodistas, comentaristas radiofónicos, aficionados a las charlas de café o de pasillo! En fin, a todo bicho viviente, que de forma casi inquisitorial se ha lanzado a exigir su retirada del mercado. Si les hubiera valido a más de uno y una, se hubiera organizado una de esas hogueras que los regímenes totalitarios formaban en medio de las plazas, para quitarse de enmedio los libros peligrosos o heterodoxos respecto a lo que se condiseraba el pensamiento correcto sobre el mundo.
Me ha resultado curioso, para qué lo voy a negar, las pocas voces que se han alzado oponiéndose a esa algarabía generalizada sobre qué debe o no debe publicarse. Sólo ha llegado a mis manos un divertidísimo y agudo artículo escrito por Fernando Savater: Batalla de catecismos. El artículo no tiene desperdicio y reconozco que al leerlo me sentí reconfortada, porque pensaba que yo era un bicho raro. Y es que, como mi admirado profesor de ética, no puedo entender tal griterío. Es verdad, las ideas se combaten con otras ideas mejor argumentadas. Lo dice Savater y estoy totalmente de acuerdo. Los libros sobre cualquier temática que nos parezca mal, con otros libros que contengan mejores razones o datos más convincentes. Me encanta esta frase del artículo que estoy comentando: "sólo los catecismos de uno u otro signo pueden querer imponerse quemando las obras heréticas que no nos gustan".
Cuando repasamos las obras de filosofía, biología, psicología, o historia, podemos hacer como ha ocurrido en este caso: escandalizarnos, o ponernos a pensar sobre el contexto en que se escribían, o la perspectiva del autor, incluso el interés que podría haber en que se difundiera tal o cual pensamiento sobre la mujer, por ejemplo, que es el caso que aquí nos ocupa. Me pregunto qué hubiera pasado, si Aristóteles, Fray Luis de León, Rousseau, o el mismo Freud, mucho más próximo a nosotros, no hubieran podido decir lo que dijeron sobre nosotras, las siempre menosprecidas mujeres. Lo primero es que no sabríamos cómo se pensaba en esos momentos. En otras palabras: habríamos perdido una parte importante del patrimonio cultural y no podríamos establecer un diálogo inteligente y razonado con esos autores. Eso siempre es interesante, estimulante y creativo.
Vamos a ver: ¿Quién no ha estudiado a Aristóteles en el Bachillerato o en la Universidad? Nos parece, y es, uno de los grandes filósofos de la historia. Sin embargo, fijaos los que dijo en su obra La Política:
El maestro Aristóteles, refiriéndose al poder doméstico, afirmaba, sin sonrojarse lo siguiente:
"La naturaleza ha creado en ella dos partes distintas: la una destinada a
mandar, la otra a obedecer, siendo sus cualidades bien diversas, pues
que la una está dotada de razón y privada de ella la otra.(...)
Reconozcamos, pues, que todos los individuos de que acabamos de
hablar, tienen su parte de virtud moral, pero que el saber del hombre no
es el de la mujer, que el valor y la equidad no son los mismos en
ambos, como lo pensaba Sócrates,
y que la fuerza del uno estriba en el mando y la de la otra en la
sumisión".
Y acaba de esta forma tan categórica: "Un modesto silencio hace honor a la mujer"
Y aquí no acaba todo. Ya que estoy voy a aprovechar algunos, sólo algunos textos como han pasado por mis manos, por razones extrictamente profesionales. He tenido que documentarme para formar a muchos estudiantes y por el camino he ido encontrando joyas como las que siguen.
Por ejemplo, Fray Luis de León, uno de los más grandes estudiosos renacentistas, escribió un libro, cuyo título, La perfecta casada se acerca, curiosamente, al de nuestra italiana. Curiosamente también ha sido uno de los libros utilizados por la Iglesia para aleccionar a las mujeres durante siglos. Sólo os voy a poner una frase, porque es suficiente para que nos hagamos una idea de cual es el papel que se le ha otorgado a cada sexo en nuestra cultura. Además, a través de las palabras del fraile nos enteramos que en el siglo XVI también las mujeres tenian interés en irse de rositas y no estar encerradas entre las cuatro paredes del hogar. Creo que aunque sólo sea por esa razón, vale la pena que este libro esté en las bibliotecas.
“Quiere decir que, en levantándose, la mujer ha de proveer las cosas de su casa, y poner en ellas orden, y que no ha de hacer lo que muchas de las de agora hacen, que unas, en poniendo los pies en el suelo, o antes que los pongan, estando en la cama, negocian luego con el almuerzo, como si hubiesen pasado cavando la noche. Otras se asientan con su espejo a la obra de su pintura, y se están en ella enclavadas tres o cuatro horas, y es pasado el mediodía, y viene a comer el marido, y no hay cosa puesta en concierto. […] Su andar ha de ser en su casa, y que ha de estar presente siempre en todos los rincones della, y que, porque ha de estar siempre allí presente, por eso no ha de andar fuera nunca, y que, porque sus pies son para rodear sus rincones, entienda que no los tiene para rodear los campos y las calles.
Pero lo que clama al cielo, visto desde nuestra óptica, incluso visto desde la mentalidad y filosofía Ilustrada, la que defiende la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad, que es donde se sitúa Rousseau y su estupenda obra Emilio o De la educación. Es asombroso, como nuestro filósofo; ése que en El Contrato Social defendió a ultranza un sistema político donde la voluntad del pueblo estuviera por encima de la voluntad de unos cuantos privilegiados, considere a las mujeres del modo que lo hace.
He aquí sus "sabias palabras":
"La cualidad primera y más importante en una mujer es la dulzura; hecha para obedecer a un ser tan imperfecto como el hombre, tan lleno a menudo de vicios y de defectos, debe aprender desde hora temprana a sufrir incluso la injusticia y a soportar las equivocaciones de su marido sin quejarse"
¡Amen! No se me ocurre otra respuesta a este maravilloso consejo, que sirve perfectamente de catecismo laico a tantas mujeres desde hace más de dos siglos.
Y para arreglarlo, llegaron los psicólogos, ya en pleno siglo XIX. Uno de ellos, Gustave Le Bon, creyó decir algo nuevo sobre nosotras, pobres seres inferiores, cuando se le ocurrió escribir lo siguiente:
¡Vaya que somos poco más o menos unas idiotas, sin capacidad de razonamiento, que nos dejamos llevar sólo por los instintos. Claro, así ¿qué se puede esperar de nosotras? Estoy segura de que él estaría encantado con la nueva Ley del aborto, y con otras que hemos tenido, que todas más o menos al fin y al cabo otorgan a la clase médica o al Estado un poder que viene a sustituir nuestras decisiones éticas. Claro que, a un ser sin capacidad de razonar y guiado únicamente por los impulsos, hay que ponerle límites. O los padres, o los maridos, o los científicos o el Estado tendrán que tomar las decisiones que ella no es capaz de tomar de forma adulta y asumiendo las consecuencias morales del hecho, que son absolutamente personales.
Y... ¡mira por dónde! Voy a dejar de lado a Freud, que e realidad estaba tan obsesionado con nuestro clítoris y eso que él llamaba la envidia del pene, que no vale la pena. Creo que los ejemplos que he seleccionado hay suficiente. Podría continuar hablando de esas pequeñas joyas que guardo en mi biblioteca como La buena Juanita, por ejemplo, un pequeño librito que se usaba hace pocos años para enseñar reglas de urbanidad y de buenas maneras a las niñas.
Siempre, siempre han existido textos más o menos religiosos, más o menos moralistas, que vistos desde nuestros ojos, nos hacen sonreir, y que deben estar ahí, en las bibliotecas y archivos. ¿No es una pérdida para los historiadores de la cultura no disponer de todos estos libros que tanto nos dicen sobre cómo ha evolucionado el pensamiento y las costumbres? Que cada cual, con su poca, regular o mucha inteligencia, seleccione lo que le venga en gana. Y si hay mujeres que se vuelven locas leyendo el libro de Constanza, y le hacen caso, ¿quienes somos nosotros para juzgar las opciones ajenas? Qué le vamos a hacer. Como se dice popularmente: ¡Hay gente pa tó!
Y aquí no acaba todo. Ya que estoy voy a aprovechar algunos, sólo algunos textos como han pasado por mis manos, por razones extrictamente profesionales. He tenido que documentarme para formar a muchos estudiantes y por el camino he ido encontrando joyas como las que siguen.

“Quiere decir que, en levantándose, la mujer ha de proveer las cosas de su casa, y poner en ellas orden, y que no ha de hacer lo que muchas de las de agora hacen, que unas, en poniendo los pies en el suelo, o antes que los pongan, estando en la cama, negocian luego con el almuerzo, como si hubiesen pasado cavando la noche. Otras se asientan con su espejo a la obra de su pintura, y se están en ella enclavadas tres o cuatro horas, y es pasado el mediodía, y viene a comer el marido, y no hay cosa puesta en concierto. […] Su andar ha de ser en su casa, y que ha de estar presente siempre en todos los rincones della, y que, porque ha de estar siempre allí presente, por eso no ha de andar fuera nunca, y que, porque sus pies son para rodear sus rincones, entienda que no los tiene para rodear los campos y las calles.
Pero lo que clama al cielo, visto desde nuestra óptica, incluso visto desde la mentalidad y filosofía Ilustrada, la que defiende la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad, que es donde se sitúa Rousseau y su estupenda obra Emilio o De la educación. Es asombroso, como nuestro filósofo; ése que en El Contrato Social defendió a ultranza un sistema político donde la voluntad del pueblo estuviera por encima de la voluntad de unos cuantos privilegiados, considere a las mujeres del modo que lo hace.
He aquí sus "sabias palabras":
"La cualidad primera y más importante en una mujer es la dulzura; hecha para obedecer a un ser tan imperfecto como el hombre, tan lleno a menudo de vicios y de defectos, debe aprender desde hora temprana a sufrir incluso la injusticia y a soportar las equivocaciones de su marido sin quejarse"
¡Amen! No se me ocurre otra respuesta a este maravilloso consejo, que sirve perfectamente de catecismo laico a tantas mujeres desde hace más de dos siglos.
Y para arreglarlo, llegaron los psicólogos, ya en pleno siglo XIX. Uno de ellos, Gustave Le Bon, creyó decir algo nuevo sobre nosotras, pobres seres inferiores, cuando se le ocurrió escribir lo siguiente:
“Tiene la misma INCAPACIDAD
para RAZONAR o para dejarse convencer por el razonamiento; la misma IMPOTENCIA
de ATENCIÓN y de REFLEXIÓN, la misma AUSENCIA DE ESPÍRITU CRÍTICO, la misma
INEPTITUD para asociar ideas y descubrir relaciones y diferencias, el mismo
hábito de generalizar los casos particulares, deduciendo consecuencias
inexactas, la misma indecisión en las ideas, carencia de precisión y en
definitiva, el mismo CARÁCTER IMPULSIVO y la misma tendencia a tomar sólo por
guía los INSTINTOS del momento.
¡Vaya que somos poco más o menos unas idiotas, sin capacidad de razonamiento, que nos dejamos llevar sólo por los instintos. Claro, así ¿qué se puede esperar de nosotras? Estoy segura de que él estaría encantado con la nueva Ley del aborto, y con otras que hemos tenido, que todas más o menos al fin y al cabo otorgan a la clase médica o al Estado un poder que viene a sustituir nuestras decisiones éticas. Claro que, a un ser sin capacidad de razonar y guiado únicamente por los impulsos, hay que ponerle límites. O los padres, o los maridos, o los científicos o el Estado tendrán que tomar las decisiones que ella no es capaz de tomar de forma adulta y asumiendo las consecuencias morales del hecho, que son absolutamente personales.
Y... ¡mira por dónde! Voy a dejar de lado a Freud, que e realidad estaba tan obsesionado con nuestro clítoris y eso que él llamaba la envidia del pene, que no vale la pena. Creo que los ejemplos que he seleccionado hay suficiente. Podría continuar hablando de esas pequeñas joyas que guardo en mi biblioteca como La buena Juanita, por ejemplo, un pequeño librito que se usaba hace pocos años para enseñar reglas de urbanidad y de buenas maneras a las niñas.
Siempre, siempre han existido textos más o menos religiosos, más o menos moralistas, que vistos desde nuestros ojos, nos hacen sonreir, y que deben estar ahí, en las bibliotecas y archivos. ¿No es una pérdida para los historiadores de la cultura no disponer de todos estos libros que tanto nos dicen sobre cómo ha evolucionado el pensamiento y las costumbres? Que cada cual, con su poca, regular o mucha inteligencia, seleccione lo que le venga en gana. Y si hay mujeres que se vuelven locas leyendo el libro de Constanza, y le hacen caso, ¿quienes somos nosotros para juzgar las opciones ajenas? Qué le vamos a hacer. Como se dice popularmente: ¡Hay gente pa tó!
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