Una escritora italiana, hasta ahora desconocida en nuestro país, de nombre Constanza Miriano, ha publicado un libro que ha puesto patas arriba el pensamiento único. Cásate y sé sumisa se ha convertido en un Best seller.
¡Quién se lo iba a decir a tantos periodistas, comentaristas radiofónicos, aficionados a las charlas de café o de pasillo! En fin, a todo bicho viviente, que de forma casi inquisitorial se ha lanzado a exigir su retirada del mercado. Si les hubiera valido a más de uno y una, se hubiera organizado una de esas hogueras que los regímenes totalitarios formaban en medio de las plazas, para quitarse de enmedio los libros peligrosos o heterodoxos respecto a lo que se condiseraba el pensamiento correcto sobre el mundo.
Me ha resultado curioso, para qué lo voy a negar, las pocas voces que se han alzado oponiéndose a esa algarabía generalizada sobre qué debe o no debe publicarse. Sólo ha llegado a mis manos un divertidísimo y agudo artículo escrito por Fernando Savater: Batalla de catecismos. El artículo no tiene desperdicio y reconozco que al leerlo me sentí reconfortada, porque pensaba que yo era un bicho raro. Y es que, como mi admirado profesor de ética, no puedo entender tal griterío. Es verdad, las ideas se combaten con otras ideas mejor argumentadas. Lo dice Savater y estoy totalmente de acuerdo. Los libros sobre cualquier temática que nos parezca mal, con otros libros que contengan mejores razones o datos más convincentes. Me encanta esta frase del artículo que estoy comentando: "sólo los catecismos de uno u otro signo pueden querer imponerse quemando las obras heréticas que no nos gustan".
¡Quién se lo iba a decir a tantos periodistas, comentaristas radiofónicos, aficionados a las charlas de café o de pasillo! En fin, a todo bicho viviente, que de forma casi inquisitorial se ha lanzado a exigir su retirada del mercado. Si les hubiera valido a más de uno y una, se hubiera organizado una de esas hogueras que los regímenes totalitarios formaban en medio de las plazas, para quitarse de enmedio los libros peligrosos o heterodoxos respecto a lo que se condiseraba el pensamiento correcto sobre el mundo.
Me ha resultado curioso, para qué lo voy a negar, las pocas voces que se han alzado oponiéndose a esa algarabía generalizada sobre qué debe o no debe publicarse. Sólo ha llegado a mis manos un divertidísimo y agudo artículo escrito por Fernando Savater: Batalla de catecismos. El artículo no tiene desperdicio y reconozco que al leerlo me sentí reconfortada, porque pensaba que yo era un bicho raro. Y es que, como mi admirado profesor de ética, no puedo entender tal griterío. Es verdad, las ideas se combaten con otras ideas mejor argumentadas. Lo dice Savater y estoy totalmente de acuerdo. Los libros sobre cualquier temática que nos parezca mal, con otros libros que contengan mejores razones o datos más convincentes. Me encanta esta frase del artículo que estoy comentando: "sólo los catecismos de uno u otro signo pueden querer imponerse quemando las obras heréticas que no nos gustan".
Cuando repasamos las obras de filosofía, biología, psicología, o historia, podemos hacer como ha ocurrido en este caso: escandalizarnos, o ponernos a pensar sobre el contexto en que se escribían, o la perspectiva del autor, incluso el interés que podría haber en que se difundiera tal o cual pensamiento sobre la mujer, por ejemplo, que es el caso que aquí nos ocupa. Me pregunto qué hubiera pasado, si Aristóteles, Fray Luis de León, Rousseau, o el mismo Freud, mucho más próximo a nosotros, no hubieran podido decir lo que dijeron sobre nosotras, las siempre menosprecidas mujeres. Lo primero es que no sabríamos cómo se pensaba en esos momentos. En otras palabras: habríamos perdido una parte importante del patrimonio cultural y no podríamos establecer un diálogo inteligente y razonado con esos autores. Eso siempre es interesante, estimulante y creativo.
Vamos a ver: ¿Quién no ha estudiado a Aristóteles en el Bachillerato o en la Universidad? Nos parece, y es, uno de los grandes filósofos de la historia. Sin embargo, fijaos los que dijo en su obra La Política:
El maestro Aristóteles, refiriéndose al poder doméstico, afirmaba, sin sonrojarse lo siguiente:
"La naturaleza ha creado en ella dos partes distintas: la una destinada a
mandar, la otra a obedecer, siendo sus cualidades bien diversas, pues
que la una está dotada de razón y privada de ella la otra.(...)
Reconozcamos, pues, que todos los individuos de que acabamos de
hablar, tienen su parte de virtud moral, pero que el saber del hombre no
es el de la mujer, que el valor y la equidad no son los mismos en
ambos, como lo pensaba Sócrates,
y que la fuerza del uno estriba en el mando y la de la otra en la
sumisión".
Y acaba de esta forma tan categórica: "Un modesto silencio hace honor a la mujer"
Y aquí no acaba todo. Ya que estoy voy a aprovechar algunos, sólo algunos textos como han pasado por mis manos, por razones extrictamente profesionales. He tenido que documentarme para formar a muchos estudiantes y por el camino he ido encontrando joyas como las que siguen.
Por ejemplo, Fray Luis de León, uno de los más grandes estudiosos renacentistas, escribió un libro, cuyo título, La perfecta casada se acerca, curiosamente, al de nuestra italiana. Curiosamente también ha sido uno de los libros utilizados por la Iglesia para aleccionar a las mujeres durante siglos. Sólo os voy a poner una frase, porque es suficiente para que nos hagamos una idea de cual es el papel que se le ha otorgado a cada sexo en nuestra cultura. Además, a través de las palabras del fraile nos enteramos que en el siglo XVI también las mujeres tenian interés en irse de rositas y no estar encerradas entre las cuatro paredes del hogar. Creo que aunque sólo sea por esa razón, vale la pena que este libro esté en las bibliotecas.
“Quiere decir que, en levantándose, la mujer ha de proveer las cosas de su casa, y poner en ellas orden, y que no ha de hacer lo que muchas de las de agora hacen, que unas, en poniendo los pies en el suelo, o antes que los pongan, estando en la cama, negocian luego con el almuerzo, como si hubiesen pasado cavando la noche. Otras se asientan con su espejo a la obra de su pintura, y se están en ella enclavadas tres o cuatro horas, y es pasado el mediodía, y viene a comer el marido, y no hay cosa puesta en concierto. […] Su andar ha de ser en su casa, y que ha de estar presente siempre en todos los rincones della, y que, porque ha de estar siempre allí presente, por eso no ha de andar fuera nunca, y que, porque sus pies son para rodear sus rincones, entienda que no los tiene para rodear los campos y las calles.
Pero lo que clama al cielo, visto desde nuestra óptica, incluso visto desde la mentalidad y filosofía Ilustrada, la que defiende la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad, que es donde se sitúa Rousseau y su estupenda obra Emilio o De la educación. Es asombroso, como nuestro filósofo; ése que en El Contrato Social defendió a ultranza un sistema político donde la voluntad del pueblo estuviera por encima de la voluntad de unos cuantos privilegiados, considere a las mujeres del modo que lo hace.
He aquí sus "sabias palabras":
"La cualidad primera y más importante en una mujer es la dulzura; hecha para obedecer a un ser tan imperfecto como el hombre, tan lleno a menudo de vicios y de defectos, debe aprender desde hora temprana a sufrir incluso la injusticia y a soportar las equivocaciones de su marido sin quejarse"
¡Amen! No se me ocurre otra respuesta a este maravilloso consejo, que sirve perfectamente de catecismo laico a tantas mujeres desde hace más de dos siglos.
Y para arreglarlo, llegaron los psicólogos, ya en pleno siglo XIX. Uno de ellos, Gustave Le Bon, creyó decir algo nuevo sobre nosotras, pobres seres inferiores, cuando se le ocurrió escribir lo siguiente:
¡Vaya que somos poco más o menos unas idiotas, sin capacidad de razonamiento, que nos dejamos llevar sólo por los instintos. Claro, así ¿qué se puede esperar de nosotras? Estoy segura de que él estaría encantado con la nueva Ley del aborto, y con otras que hemos tenido, que todas más o menos al fin y al cabo otorgan a la clase médica o al Estado un poder que viene a sustituir nuestras decisiones éticas. Claro que, a un ser sin capacidad de razonar y guiado únicamente por los impulsos, hay que ponerle límites. O los padres, o los maridos, o los científicos o el Estado tendrán que tomar las decisiones que ella no es capaz de tomar de forma adulta y asumiendo las consecuencias morales del hecho, que son absolutamente personales.
Y... ¡mira por dónde! Voy a dejar de lado a Freud, que e realidad estaba tan obsesionado con nuestro clítoris y eso que él llamaba la envidia del pene, que no vale la pena. Creo que los ejemplos que he seleccionado hay suficiente. Podría continuar hablando de esas pequeñas joyas que guardo en mi biblioteca como La buena Juanita, por ejemplo, un pequeño librito que se usaba hace pocos años para enseñar reglas de urbanidad y de buenas maneras a las niñas.
Siempre, siempre han existido textos más o menos religiosos, más o menos moralistas, que vistos desde nuestros ojos, nos hacen sonreir, y que deben estar ahí, en las bibliotecas y archivos. ¿No es una pérdida para los historiadores de la cultura no disponer de todos estos libros que tanto nos dicen sobre cómo ha evolucionado el pensamiento y las costumbres? Que cada cual, con su poca, regular o mucha inteligencia, seleccione lo que le venga en gana. Y si hay mujeres que se vuelven locas leyendo el libro de Constanza, y le hacen caso, ¿quienes somos nosotros para juzgar las opciones ajenas? Qué le vamos a hacer. Como se dice popularmente: ¡Hay gente pa tó!
Y aquí no acaba todo. Ya que estoy voy a aprovechar algunos, sólo algunos textos como han pasado por mis manos, por razones extrictamente profesionales. He tenido que documentarme para formar a muchos estudiantes y por el camino he ido encontrando joyas como las que siguen.
Por ejemplo, Fray Luis de León, uno de los más grandes estudiosos renacentistas, escribió un libro, cuyo título, La perfecta casada se acerca, curiosamente, al de nuestra italiana. Curiosamente también ha sido uno de los libros utilizados por la Iglesia para aleccionar a las mujeres durante siglos. Sólo os voy a poner una frase, porque es suficiente para que nos hagamos una idea de cual es el papel que se le ha otorgado a cada sexo en nuestra cultura. Además, a través de las palabras del fraile nos enteramos que en el siglo XVI también las mujeres tenian interés en irse de rositas y no estar encerradas entre las cuatro paredes del hogar. Creo que aunque sólo sea por esa razón, vale la pena que este libro esté en las bibliotecas.
“Quiere decir que, en levantándose, la mujer ha de proveer las cosas de su casa, y poner en ellas orden, y que no ha de hacer lo que muchas de las de agora hacen, que unas, en poniendo los pies en el suelo, o antes que los pongan, estando en la cama, negocian luego con el almuerzo, como si hubiesen pasado cavando la noche. Otras se asientan con su espejo a la obra de su pintura, y se están en ella enclavadas tres o cuatro horas, y es pasado el mediodía, y viene a comer el marido, y no hay cosa puesta en concierto. […] Su andar ha de ser en su casa, y que ha de estar presente siempre en todos los rincones della, y que, porque ha de estar siempre allí presente, por eso no ha de andar fuera nunca, y que, porque sus pies son para rodear sus rincones, entienda que no los tiene para rodear los campos y las calles.
Pero lo que clama al cielo, visto desde nuestra óptica, incluso visto desde la mentalidad y filosofía Ilustrada, la que defiende la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad, que es donde se sitúa Rousseau y su estupenda obra Emilio o De la educación. Es asombroso, como nuestro filósofo; ése que en El Contrato Social defendió a ultranza un sistema político donde la voluntad del pueblo estuviera por encima de la voluntad de unos cuantos privilegiados, considere a las mujeres del modo que lo hace.
He aquí sus "sabias palabras":
"La cualidad primera y más importante en una mujer es la dulzura; hecha para obedecer a un ser tan imperfecto como el hombre, tan lleno a menudo de vicios y de defectos, debe aprender desde hora temprana a sufrir incluso la injusticia y a soportar las equivocaciones de su marido sin quejarse"
¡Amen! No se me ocurre otra respuesta a este maravilloso consejo, que sirve perfectamente de catecismo laico a tantas mujeres desde hace más de dos siglos.
Y para arreglarlo, llegaron los psicólogos, ya en pleno siglo XIX. Uno de ellos, Gustave Le Bon, creyó decir algo nuevo sobre nosotras, pobres seres inferiores, cuando se le ocurrió escribir lo siguiente:
“Tiene la misma INCAPACIDAD
para RAZONAR o para dejarse convencer por el razonamiento; la misma IMPOTENCIA
de ATENCIÓN y de REFLEXIÓN, la misma AUSENCIA DE ESPÍRITU CRÍTICO, la misma
INEPTITUD para asociar ideas y descubrir relaciones y diferencias, el mismo
hábito de generalizar los casos particulares, deduciendo consecuencias
inexactas, la misma indecisión en las ideas, carencia de precisión y en
definitiva, el mismo CARÁCTER IMPULSIVO y la misma tendencia a tomar sólo por
guía los INSTINTOS del momento.
¡Vaya que somos poco más o menos unas idiotas, sin capacidad de razonamiento, que nos dejamos llevar sólo por los instintos. Claro, así ¿qué se puede esperar de nosotras? Estoy segura de que él estaría encantado con la nueva Ley del aborto, y con otras que hemos tenido, que todas más o menos al fin y al cabo otorgan a la clase médica o al Estado un poder que viene a sustituir nuestras decisiones éticas. Claro que, a un ser sin capacidad de razonar y guiado únicamente por los impulsos, hay que ponerle límites. O los padres, o los maridos, o los científicos o el Estado tendrán que tomar las decisiones que ella no es capaz de tomar de forma adulta y asumiendo las consecuencias morales del hecho, que son absolutamente personales.
Y... ¡mira por dónde! Voy a dejar de lado a Freud, que e realidad estaba tan obsesionado con nuestro clítoris y eso que él llamaba la envidia del pene, que no vale la pena. Creo que los ejemplos que he seleccionado hay suficiente. Podría continuar hablando de esas pequeñas joyas que guardo en mi biblioteca como La buena Juanita, por ejemplo, un pequeño librito que se usaba hace pocos años para enseñar reglas de urbanidad y de buenas maneras a las niñas.
Siempre, siempre han existido textos más o menos religiosos, más o menos moralistas, que vistos desde nuestros ojos, nos hacen sonreir, y que deben estar ahí, en las bibliotecas y archivos. ¿No es una pérdida para los historiadores de la cultura no disponer de todos estos libros que tanto nos dicen sobre cómo ha evolucionado el pensamiento y las costumbres? Que cada cual, con su poca, regular o mucha inteligencia, seleccione lo que le venga en gana. Y si hay mujeres que se vuelven locas leyendo el libro de Constanza, y le hacen caso, ¿quienes somos nosotros para juzgar las opciones ajenas? Qué le vamos a hacer. Como se dice popularmente: ¡Hay gente pa tó!
Para deleite de los lectores de tu Blog he encontrado en internet "guía-de-la-buena-esposa-[1953]", con sus 11 reglas para mantener a tu marido feliz. (je, je)
ResponderEliminarhttp://es.scribd.com/doc/42689648/Guia-de-la-buena-esposa-1953
Respecto a la Sra./Srta. Constanza Miriano, que no tengo el gusto de conocer , pero después de leer que ha publicado un libro con el titulo "Cásate y sé sumisa" y que dicho libro se ha convertido en un Best seller, no tengo por menos que pensar que esto se ha llenado de Hécates insufribles, no tanto por ella como por las que han comprado el libro y lo han leído. Otra que acaba de inventar la sopa de ajo.
O sea que, en el colmo de la hipocresía (sino cinismo) recomienda a sus lectoras que sean sumisas, ahora en el año de gracia de 2014. Si, si muy sumisas hasta que te ponen de patitas en la calle, con toda la ley de su parte (ella con el pisito, tu, varón, con el hipotecon) y te dice:
- Ahí te quedas so calzonazos, extraviao y sin una gorda y que te aguante tu p. madre.
En fin, ya no hay "mujeres para pobres" como decías en otro de tus post. Los tiempos cambian, pero aun recuerdo cuando esas mismas, seguro, gritaban "mujer, libérate del Pudor" ( y lo escribo con mayúsculas, como virtud que es).
Ahora alguna pensará que soy misógino. Pero es que son inaguantables estas hécates cínicas, con sus “derechos” y todo.
Saludos y buen año con retraso
SOY YO
Pdta. El cajetín de comentarios es pequeño !!!
Chiquillo, que esto no es para una tesis. Es suficiente el cajetín jajaja. Lo de la Guia de la buena esposa creo que lo puse en otro momento. Una de las imágenes que he colocado en este post es de ese fantástico documento.
EliminarHe vuelto amiga.He salido de las cavernas con este post...¡Bravo por ti, Teresa¡La entrada te la has currado, pero de verdad.Me ha encantado toda la documentación que aportas.Te ha faltado " la Vida Recatada", que mi suegra me aconsejaba leer( y que no llegué a hacerlo,¡¡¡lástima¡¡) y que sus hijos jaleaban entre bromas y chanzas.Ya teníamos las navidades echadas.... y .como siempre ,dos bandos.Pero no creas, en el "otro bando" había mujeres también ... No hay peor misoginia que la de la. propia mujer.Si no¿ cómo se iban a justificar esas proles de familias numerosas que se premiaban una vez al año, ya sabemos por quien...?Pero era" una bendición"....¡¡¡y una porra¡¡¡Así, de esa forma la mujer no tenía ni tiempo de levantar cabeza, o sea una Sumisa de tomo y lomo.Eran otros tiempos.....
ResponderEliminar¿Otros tiempos he dicho?Pues .....leyendo el razonamiento de SOY YO noto un tufillo algo raro. como si no estuviera contento de perder de vista a la mujer Sumisa.Que me lo explique...
Si estamos hablando de una mujer" entregada" a su esposo, a la casa antes de que viniera el hombre del trabajo, ¿ Qué menos que un juez le concediera la venia de poder salir corriendo cuando estaba hasta el moño?.Hasta ese momento "el casto varón" no había reparado que ella sabía pensar, sentir, desear...
Lo que más me extrañó de este libro no fue que lo escribiera una señora; yo tambien opino que hay libertad de expresarse como a cada uno le venga en gana.Fue que, desde un arzobispado andaluz, se gloriara el libro como de cabecera para las mujeres.¿ Dónde está la igualdad que se debería de pregonar desde los púlpitos?Y se quedó tan pancho...Y la igualdad es lo mejor que TODOS podemos conseguir.Así.... la lucha por la casa hipotecada, los niños, llenita la nevera, será igualitaria en todos los niveles.....Si una mujer no trabaja fuera¿ se le reconocerá algún día que no paró de TRABAJAR?
Creo que el hombre ha salido ganando también; a igualdad de derechos, iguales responsabilidades.....¿ o no?Feliz Año, si me descuido no llego.....y es que soy una mujer.Ah, mi libro de cabecera, como te imaginas fue " la Buena Juanita"..,Y yo tan contenta de que mi padre me regalara ese cuento( y nunca mejor dicho) de Calleja.Allí aprendí a ser una niña sumisa....pero luego crecí y aprendí a pensar solica yo, y a respetar "al otro"....
Me encanta leerte de nuevo, con ese humor tan sano que te caracteriza. Si no nos reimos de estas cosas...Es que no se puede hacer más. Y lo de La Buena Juanita es estupendo y además coincide con lo que pienso. Uno ya puede leer lo que sea, lo importante es leer, porque siempre está la inteligencia para saber elegir lo que nos conviene y nos interesa y echar a la papelera las necedades. Un beso amiga y me gusta que tengas ganas de escribir.
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