Hay películas que te dejan perpleja. Te levantas del asiento, miras a tus
acompañantes y casi nadie se atreve a expresar lo que siente, después de
asistir a la función en blanco y negro, como las de antes, de las que
no te esperas cuando decides que quieres pasar una tarde de sábado en el cine.
Nebraska es de esas películas que no
te dejan buen sabor de boca, eso desde luego, pero no se le pueden negar otro
tipo de valores. Es cierto que los espectadores actuales estamos mal acostumbrados: ya no
soportamos los largos silencios; esos paisajes grises, desolados,
inabarcables , la lentitud con la que transcurre la vida… Así es esta
película, que habla de la vejez, pero también de la América profunda, pobre, de
la descarnada realidad de unas familias desgraciadas, en las que el alcohol ha
dejado a los hombres fuera de juego. Lenta, lenta, pero eficaz en lo que, supongo, quiere transmitir su director.
El protagonista, Woody Grant, no se sabe
si tiene esa conducta por el efecto de una vida ahogada en el alcohol, o fruto
de la vejez, o de una especie de autismo, de emociones nunca expresadas, de silencios que esconden quién sabe qué
historias… Es un viejo encerrado en sí
mismo, desconectado de los afectos y de la vida de los demás.
El viaje que emprende, es una especie de recorrido por su vida
anterior, por un pasado, del que nunca ha hablado con ese hijo, que, sin mucha
convicción, accede a ayudarle en la locura de cobrar un millón de dólares, de
un concurso que resulta ser un auténtico timo.
Está dispuesto a llegar a ese lugar lejano e indefinido, aunque sea andando. Una especie de
“Quijotada”… esa imagen del hombre, viejo, pero que permanece erguido y tozudo,
frente al resto del mundo y a la realidad que los demás le presentan. La suya, su realidad es otra y no cede. El hijo, se embarca en la aventura, como si
fuera el cuerdo Sancho acompañando al loco Don Quijote en la lucha imposible
contra los molinos. Pero imagino que
detrás de esa decisión hay algo más. Tal
vez la necesidad de pasar un tiempo con el padre; ese padre lejano, frio,
distante, con el que nunca ha conectado. ¿Una forma quizás de llegar a él… de
hacerse querer por ese hombre hermético con el que ha pasado media vida?
Es difícil saber si el protagonista de
esta desgarradora y triste historia está
loco o está cuerdo… Si se hace el loco… ¿Es capaz de todo eso por una simple y
nueva camioneta con la que siempre ha soñado?
Quién sabe… Aunque la última conversación que tiene con el hijo da la clave y hace pensar en que
el viejo tiene sentimientos.
El camino de la vida… parece querer
decir ese viaje. Comedia y drama a la vez. Las intervenciones, mordaces, afiladas, pero a veces divertidas de la madre, en un escenario lleno de sordidez, apatia, desesperanza y mezquindad.
Pero a través de ese camino por solitarias carretereas en medio de un paisaje blanquecino y árido, el hijo conoce el pasado de sus padres; los amores que han vivido, las
renuncias, la falta de sueños o quizás los sueños nunca cumplidos, el sufrimiento de la Guerra
de Corea, en la que el viejo participó, los amigos de juventud… El padre es además un ser humano que ha vivido muchas
cosas que sus hijos desconocen y que quizás lo han hecho ser quién es. Durante el trayecto aparecen también las
relaciones familiares, perdidas por las distancias, pero también por los
silencios y los egoísmos de una existencia precaria, mezquina, pobre… no sólo materialmente,
sino psicológica y espiritualmente. Ver a todos los hombres sentados delante la
tele, sin nada que decirse, es desolador y clarificador del tipo de vida que
han tenido. Y no digamos de las sórdidas tabernas repletas de viejos y no tan viejos barrigudos, bebiendo cerveza, sin otro horizonte que ese escenario cotidiano, con el que parecen querer olvidar la triste realidad que les rodea.
Nebraska no sólo habla
de la vejez. Quizás no sea el único objetivo que tiene el director. También habla de un
mundo que se extingue, el mundo de nuestros padres; en la America rural, que bien podría corresponder con algunos lugares que a nosotros nos resulten más cercanos. Esa vida tan incomprensible
para el hijo del protagonista, en la que la gente sólo se ocupaba de
sobrevivir, que ya era bastante. El joven no puede entender que sus padres no
se hayan percatado de sentimientos como el enamoramiento, o se plantearan si
querían tener hijos, cuándo y cuántos. En definitiva, esas cosas
que en el mundo contemporáneo de la vida urbana en la que están
cubiertas las primeras necesidades, son fundamentales: el amor, la
comunicación, las decisiones racionales y autónomas… aunque también está
apuntado el tema de la provisionalidad de las parejas, del miedo al
compromiso… En fin, un tiempo para la
reflexión… si se quiere. Cuando el cine es algo más que distracción y
diversión superficial. Película, como
mínimo curiosa, bien hecha y con una fotografía estupenda, que a los aficionados al blanco y negro
entusiasmará.
NOTA:
Con seis nominaciones, incluidas las de mejor película, mejor director y mejor actor, para un inconmensurable Bruce Dern.
FICHA TÉCNICA
Título original: Nebraska
Año: 2013
Duración: 115 min.
País: Estados Unidos
Director: Alexander Payne
Guion: Bob Nelson, Phil Johnston
Reparto: Bruce Dern, Will Forte, Stacy Keach, Bob Odenkirk, June Squibb, Missy Doty, Kevin Kunkel, Angela McEwan, Melinda Simonsen
NOTA:
Con seis nominaciones, incluidas las de mejor película, mejor director y mejor actor, para un inconmensurable Bruce Dern.
FICHA TÉCNICA
Título original: Nebraska
Año: 2013
Duración: 115 min.
País: Estados Unidos
Director: Alexander Payne
Guion: Bob Nelson, Phil Johnston
Reparto: Bruce Dern, Will Forte, Stacy Keach, Bob Odenkirk, June Squibb, Missy Doty, Kevin Kunkel, Angela McEwan, Melinda Simonsen
No puedo, Teresa, dejar de estar de acuerdo contigo en las reflexiones que haces (quizás porque la vimos juntos). A mi la película me gustó.
ResponderEliminarInsistiría al hilo de tus comentarios en que probablemente la cinta es un reflejo bastante realista de aquella sociedad que nos muestra "de la América profunda".
Entiendo bien al protagonista, en su últmo viaje de búsqueda de un objetivo vital (mitad locura y mitad cordura), y al hijo, por acompañarle y resolver con imaginación y generosidad el asunto que finalmente les llega a unir, más quizás que en todo el resto de sus vidas.
Destacar finalmente a esa madre, en el eterno papel de las mujeres que imponen con su presencia a la realidad la cordura necesaria para hacer posible la vida. Y no quisiera olvidarme de los secundarios, todos fantásticos en sus logradas representaciones de la mezquindad y la idiotez humana, tan reales, tan cotidinas, tan reconocibles, incluso aquí en la vieja Europa.
Muchas gracias por apuntalar aún más mis palabras. Es verdad lo que dices de las madres "coraje" (lo del adjetivo lo pongo yo) También podríamos ver a ésta como otro Sancho. Realista y bajando al Quijote a la tierra, aunque su estilo sea un poco o muy grosero y desconsiderado, pero habría que verlo a él, el trato que le ha dado a ella durante toda la vida...¿eh?
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