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jueves, junio 26

La sangre femenina

Comparto con vosotras este precioso e interesante artículo, escrito por una Psicoanalista.  Espero que os guste. 
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Son cinco los umbrales o puertas que marcan los ciclos vitales en la vida de una mujer y en todos ellos la sangre se presenta de distintas maneras.

PRIMERA PUERTA; EL BAUTIZO DE SANGRE

Venimos al mundo bañadas y bañados en sangre, ese envoltorio del rojizo líquido vital nos hermana con el resto de los mamíferos; nos une para siempre a la cadena genética de los nuestros en particular y de la familia humana en general. En nosotras las mujeres la presencia o ausencia del ciclo del sangrado marca y anuncia nuestra conexión con lo femenino arquetípico.
 LA SEGUNDA PUERTA: EL PRIMER SANGRADO o LA ENTRADA AL CICLO DE LA LUNA.

En algún momento de la pubertad somos visitadas por vez primera por un sangrado que marcará el inicio del camino como mujeres. La Menarca o primera luna nos abre el portal de lo sagrado femenino y también marca el final del tiempo como Kore, nuestro despreocupado e infantil arquetipo como niñas. Según cómo hallamos vivido este arquetipo así será las particularidades de nuestra niña interior, nuestra doncella eterna.

jueves, noviembre 7

Los críticos del pensamiento positivo que nos invade



Una particularidad del ser humano, muy útil en la práctica y que supone una gran economía de recursos, es su tendencia a simplificar, a regirse por esquemas prefabricados. Es la manera de aprovechar las experiencias propias y ajenas, de no necesitar una valoración continua ni tener que someterse a decisiones constantes. Pero también es una actitud excesivamente cómoda. A causa de nuestro natural perezoso, tendemos a simplificar demasiado, a guiarnos por esquemas previos procedentes de los lugares comunes que gobiernan en cada momento una sociedad determinada. 

martes, marzo 26

Un repaso a la Ética de siempre

Al investigar los fundamentos de la ética en su Crítica de la razón práctica, Kant no pretendía ofrecer una serie de buenas prácticas y recomendaciones útiles: aspiraba a demostrar que la razón moral que habita el interior de toda persona seguía una ley central, del mismo modo que el movimiento de los astros cumplía la ley de la gravedad. Como es sabido, Kant expresó esa ley de la razón moral así: obra siempre de manera que puedas desear que tu comportamiento se convierta en legislación universal.

jueves, febrero 7

A veces hay que acercarse a otros, sin prejuicios...

¿AHONDAMOS  LA  BRECHA  O  TENDEMOS  PUENTES?
Del enfrentamiento egoico al respeto transpersonal 
Escribo desde la conciencia adquirida gracias al aprendizaje de mis propios errores. En alguna ocasión, escribí algo para denunciar lo que yo creía injusto pero, sin ser demasiado consciente, me deslizaba hacia el juicio y la descalificación del otro, creyendo además que lo hacía desde la defensa de la verdad y la necesidad de reparar una injusticia.
No era consciente, pero ese modo de hacer encerraba trampas tan sutiles como profundamente peligrosas: situarme como víctima, creerme en posesión de la verdad, descalificar absolutamente al otro, pensar que la justicia se restablecería cuando se me diera la razón…
Posteriormente, me di cuenta de que, en realidad, con ello sólo conseguía dos cosas: agrandar la distancia, en una división creciente, y alimentar mi orgullo neurótico, al que únicamente le importaba “tener razón” y “vengarse” de lo que creía una injusticia cometida contra él o contra otros.


domingo, junio 5

Hora de despertar

Un artículo estupendo, escrito por mi paisano Antonio Muñoz Molina. Más claro no se puede decir: aquí cada cual tiene que asumir su responsabilidad.


"He pensado desde hace muchos años, y lo he escrito de vez en cuando, que España vivía en un estado de irrealidad parcial, incluso de delirio, sobre todo en la esfera pública, pero no solo en ella. Un delirio inducido por la clase política, alimentado por los medios, consentido por la ciudadanía, que aceptaba sin mucha dificultad la irrelevancia a cambio del halago, casi siempre de tipo identitario o festivo, o una mezcla de los dos. La broma empezó en los ochenta, cuando de la noche a la mañana nos hicimos modernos y amnésicos y el gobierno nos decía que España estaba de moda en el mundo, y Tierno Galván -¡Tierno Galván!- empezó la demagogia del político campechano y majete proclamando en las fiestas de San Isidro de Madrid aquello de “¡ El que no esté colocao que se coloque, y al loro!” Tierno Galván, que miró sonriente para otro lado, siendo alcalde, cuando un concejal le trajo pruebas de los primeros indicios de la infección que no ha dejado de agravarse con los años, la corrupción municipal que volvía cómplices a empresarios y a políticos.
Por un azar de la vida me encontré en la Expo de Sevilla en 1992 la noche de su clausura: en una terraza de no sé qué pabellón, entre una multitud de políticos y prebostes de diversa índole que comían gratis jamón de pata negra mientras estallaban en el horizonte los fuegos artificiales de la clausura. Era un símbolo tan demasiado evidente que ni siquiera servía para hacer literatura. Era la época de los grandes acontecimientos y no de los pequeños logros diarios, del despliegue obsceno de lujo y no de administración austera y rigurosa, de entusiasmo obligatorio. Llevar la contraria te convertía en algo peor que un reaccionario: en un malasombra. En esos años yo escribía una columna semanal en El País de Andalucía, cuando lo dirigía mi querida Soledad Gallego, a quien tuve la alegría grande de encontrar en Buenos Aires la semana pasada. Escribía denunciando el folklorismo obligatorio, el narcisismo de la identidad, el abandono de la enseñanza pública, el disparate de un televisión pagada con el dinero de todos en la que aparecían con frecuencia adivinos y brujas, la manía de los grandes gestos, las inauguraciones, las conmemoraciones, el despilfarro en lo superfluo y la mezquindad en lo necesario. Recuerdo un artículo en el que ironizaba sobre un curso de espíritu rociero para maestros que organizó ese año la Junta de Andalucía: hubo quien escribió al periódico llamándome traidor a mi tierra; hubo una carta colectiva de no sé cuantos ofendidos por mi artículo, entre ellos, por cierto, un obispo.
Recuerdo un concejal que me ausaba de “criminalizar a los jóvenes” por sugerir que tal vez el fomento del alcoholismo colectivo no debiera estar entre las prioridades de una institución pública, después de una fiesta de la Cruz en Granada que duró más de una semana y que dejó media ciudad anegada en basuras el orgullo vacuo del ser ha dejado en segundo plano la dificultad y la satisfacción del hacer. Es algo que viene de antiguo, concretamente de la época de la Contrarreforma, cuando lo importante en la España inquisitorial consistía en mostrar que se era algo, a machamartillo, sin mezcla, sin sombra de duda; mostrar, sobre todo, que no se era: que no se era judío, o morisco, o hereje. Que esa obcecación en la pureza de sangre convertida en identidad colectiva haya sido la base de una gran parte de los discursos políticos ha sido para mí una de las grandes sorpresas de la democracia en España. Ser andaluz, ser vasco, ser canario, ser de donde sea, ser lo que sea, de nacimiento, para siempre, sin fisuras: ser de izquierdas, ser de derechas, ser católico, ser del Madrid, ser gay, ser de la cofradía de la Macarena, ser machote, ser joven. La omipresencia del ser cortocircuita de antemano cualquier debate: me critican no porque soy corrupto, sino porque soy valenciano; si dices algo en contra de mí no es porque tengas argumentos, sino porque eres de izquierdas, o porque eres de derechas, o porque eres de fuera; quien denuncia el maltrato de un animal en una fiesta bárbara está ofendiendo a los extremeños, o a los de Zamora, o de donde sea; si te parece mal que el gobierno de Galicia gaste no sé cuántos miles de millones de euros en un edificio faraónico es que eres un rojo; si te escandalizas de que España gaste más de 20 millones de euros en la célebre cúpula de Barceló en Ginebra es que eres de derechas, o que estás en contra del arte moderno; si te alarman los informes reiterados sobre el fracaso escolar en España es que tiene nostalgia de la educación franquista. He visto a alcaldes y a autoridades autonómicas españolas de todos los colores tirar cantidades inmensas de dinero público viniendo a Nueva York en presuntos viajes promocionales que solo tienen eco en los informativos de sus comarcas, municipios o comunidades respectivas, ya que en el séquito suelen o solían venir periodistas, jefes de prensa, hasta sindicalistas. Los he visto alquilar uno de los salones más caros del Waldorf Astoria para “presentar” un premio de poesía. Presentar no se sabe a quién, porque entre el público solo estaban ellos, sus familiares más próximos y unos cuantos españoles de los que viven aquí. Cuando era director del Cervantes el jefe de protocolo de un jerarca autonómico me llamó para exigirme que saliera a recibir a su señoría a la puerta del edificio cuando él llegara en el coche oficial. Preferí esperarlo en el patio, que se estaba más fresco. Entró rodeado por un séquito que atascaba los pasillos del centro y cuando yo empezaba a explicarle algo tuvo a bien ponerse a hablar por el móvil y dejarnos a todos, al séquito y a mí, esperando durante varios minutos. “Era Plácido”, dijo, “que viene a sumarse a nuestro proyecto”. El proyecto en cuestión calculo que tardará un siglo en terminar de pagarse.
Lo que yo me preguntaba, y lo que preguntaba cada vez que veía a un economista, era cómo un país de mediana importancia podía permitirse tantos lujos. Y me preguntaba y me pregunto por qué la ciudadanía ha aceptado con tanta indiferencia tantos abusos, durante tanto tiempo. Por eso creo que el despertar forzoso al que parece que al fin estamos llegando ha de tener una parte de rebeldía práctica y otra de autocrítica. Rebeldía práctica para ponernos de acuerdo en hacer juntos un cierto número de cosas y no solo para enfatizar lo que ya somos, o lo que nos han dicho o imaginamos que somos: que haya listas abiertas y limitación de mandatos, que la administración sea austera, profesional y transparente, que se prescinda de lo superfluo para salvar lo imprescindible en los tiempos que vienen, que se debata con claridad el modelo educativo y el modelo productivo que nuestro país necesita para
ser viable y para ser justo, que las mejoras graduales y en profundidad surgidas del consenso democrático estén siempre por encima de los gestos enfáticos, de los centenarios y los monumentos firmados por vedettes internacionales de la arquitectura. Y autocrítica, insisto, para no ceder más al halago, para reflexionar sobre lo que cada uno puede hacer en su propio ámbito y quizás no hace con el empeño con que debiera: el profesor enseñar, el estudiante estudiar haciéndose responsable del privilegio que es la educación pública, el tan solo un poco enfermo no presentarse en urgencias, el periodista comprobando un dato o un nombre por segunda vez antes de escribirlos, el padre o la madre responsabilizándose de los buenos modales de su hijo, cada uno a lo suyo, en lo suyo, por fin ciudadanos y adultos, no adolescentes perpetuos, entre el letargo y la queja, miembros de una comunidad política sólida y abierta y no de una tribu ancestral: ciudadanos justos y benéficos, como decía tan cándidamente, tan conmovedoramente, la Constitución de 1812, trabajadores de todas clases, como decía la de 1931.
Lo más raro es que el espejismo haya durado tanto".

Antonio Muñoz Molina

lunes, mayo 9

Yo no lo hubiese escrito mejor...

Desde que supe la noticia, y contemplé las reacciones de unos y de otros; de este lado del Atlántico y del otro; de políticos, contertulios biempensantes, amas de casa, locutores, y ¡cómo no! del mismísimo Premio Nobel de la Paz: el Presidente Obama, estaba pensando en escribir algo, pero creo que no vale la pena. Ya se ha escrito y se seguirá escribiendo desde puntos de vista diferentes de ese que se considera políticamente correcto. Muchos se han apuntado al "se lo merecía" y muchos los que una manera simplista piensan que así se han acabado los problemas. Los mismos, curiosamente, que considerarían una barbaridad capturar a un etarra y asesinarlo sin juicio alguno. Ya no entiendo nada, de verdad. Por eso, estas sencillas palabras de Elvira Lindo son suficientes; porque son las de una mujer como yo, sin demasiados adornos intelectuales ni de otro tipo. Se podrían decir más cosas, pero no es necesario.

"Un ciudadano escucha en las noticias que un cuerpo especializado del Ejército americano ha acabado con la vida del terrorista más buscado del mundo y se siente impelido a salir a la calle, a Times Square, a la Casa Blanca o a la Zona Cero y convierte esa noticia en un espectáculo. Ese individuo usa el plural al dirigirse a una cámara y decir, "lo hemos vencido, al fin hemos acabado con él, ese día tenía que llegar, lo hemos derrotado". Es ese plural el que ofende a las personas serenas, que no entienden la muerte, sea de quien sea, como celebración.
Fiesta en la zona cero
Es el plural que aparecía en las primeras páginas de los periódicos gratuitos en el metro de Nueva York ayer martes: "Al fin lo hemos golpeado"; es el plural bíblico que utiliza sin miramientos el Washington Post, poniendo en boca de todos los ciudadanos americanos la siguiente frase: "Púdrete en el infierno".
Es el plural que divide al mundo en dos planetas, Oriente y Occidente; el plural que separa a los seres humanos en buenos y en malos; el plural que tras el 11 de septiembre trazó un eje, el del mal, que sembró el rencor y la desconfianza; aquel plural decisivo para sustentar lo que fuera un continuo estado de emergencia, "la guerra contra el terror", y una excusa perfecta para defender invasiones contra todo derecho. Es un plural que marca una línea entre nosotros y ellos.
Bin Laden
Entiendo las dificultades que se derivan de esta acción contra Bin Laden: será complicado evitar una beatificación de quien ya era un icono. Bin Laden era un problema: vivo, muerto, preso o enterrado. Pero celebrarlo en plural tiene algo de victoria deportiva, algo naif, grosero. Y que conste que tampoco me siento incluida entre los españoles que hablan de "ellos", de los americanos, como si hubieran sido 300 millones de personas los que hubieran puesto en su boca ese plural que provoca escalofríos".
Elvira Lindo en El País.

lunes, enero 24

Eufemismos y palabrotas: Recomendable

Palabrota: dicho ofensivo, indecente o grosero. Eufemismo: Manifestación suave y decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. Sigo enamorado de los diccionarios, de las palabras, del juego de las palabras, no puedo remediarlo.
Para mí un diccionario amplio y minucioso es algo tan encantador como un laberinto, como el laberinto de la verbena en el que a mí y a los otros chicos de la calle, los de mi panda, tanto nos emocionaba perdernos, aunque estábamos seguros de que conseguiríamos salir. Como en el diccionario. Y, a propósito de «salir»: 53 acepciones de este verbo registra el diccionario. No vamos a perdernos en este laberinto, aunque nos apetezca. Pero como andamos de eufemismos, veamos lo que nos enseña la Academia: 23, Frecuentar, por motivos amorosos o amistosos, el trato de otra persona, fuera de su domicilio. 
El actor, director, escritor... y académico
El Diccionario de la Real Academia Española no pone ejemplo, pero, como es fácil, podemos ponerlo nosotros, para jugar: Margarita ahora sale con don Enrique. La condición de que el «trato» tenga que ser «fuera de su domicilio» a mí no se me había ocurrido, y supongo que la mayor parte de los conocidos de Margarita y don Enrique la ignorarían. Aunque Margarita y don Enrique «salieran» juntos para ir al teatro o a alguna reunión amistosa y el punto culminante de su «trato» lo tuvieran «dentro de su domicilio», los conocidos, los que fueran bien educados, los partidarios de los eufemismos, a lo que hacen Margarita y don Enrique, hoy por hoy, lo llamarían «salir».
Y, cosa bastante curiosa, también podrían llamarlo «estar». Actualmente es un eufemismo bastante usual. Cualquier persona que, por delicadeza, evite las palabras «amante» o «querida» dirá que «desde hace unos meses Fulanita está con Mengano». Y se expresará correctamente, pues la Academia acepta que una de las acepciones de «estar» es «tener acceso carnal». Hay palabras que con el tiempo se gastan, caen en desuso; y hay otras que van perdiendo su significado original y adquiriendo otro.
En mis tiempos «ligar» era algo exclusivo de las señoritas de alterne. «He ligao al arquitecto de la otra noche podían decir». Tú entrabas en el local y preguntabas: «¿Ha venido la Gatito ?» «Sí, te contestaba su amiga Rebeca, pero ya ha ligao ».Y te señalaba la mesa en la que la Gatito departía apaciblemente con un señor de buen aspecto. Después, sin que nadie sepa cómo ni por qué, el terminacho, medio en broma, fue saltando de esos benéficos locales a la calle: «Anoche, en el Gijón, ligué a Juan y nos fuimos a cenar a Valentín», podíamos decir sin que la información se relacionase con las torturas o placeres de Venus.
De ahí, poco a poco, se pasó a esta situación de ahora, en la que la Academia fija que «ligar» significa entablar relaciones amorosas o sexuales pasajeras.
                          
En mi juventud el término «ligar» no tenía contenido amoroso o sexual, pero circulaba un término que ahora, en este sentido, se oye menos. Me refiero al término «plan». «Relación amorosa frívola y fugaz», según la Academia, que pone como ejemplo: No cuentes conmigo, porque me ha salido un plan para esta noche.
Hace muchos años, demasiados, en mi ya lejanísima infancia, el término «relaciones» referido a las amorosas se utilizaba siempre en plural. Nuestra criada Florentina estaba en «relaciones» con un paisano suyo. A su amiga Vicenta le había pedido «relaciones» nada menos que un maestro.

No recuerdo que se utilizase nunca el singular para estas cuestiones amorosas. Con el paso de los años el término «relaciones» se ha desgastado, sin que pueda saberse muy bien por qué, y le ha sustituido «relación».

 Si el curioso lector echa una ojeada a las páginas «rosa» de cualquier periódico o a la prensa especializada, se enterará de qué parejas tienen ahora una relación, pero no sabrá de ninguna que esté en relaciones, como hace años nuestra recordada Florentina. Por los mismos años en que las parejas jóvenes estaban en relaciones, se podía decir sin que nadie se sonrojase que Fulanito hacía el amor a una vecina, porque entonces «hacer el amor» significaba simplemente cortejar, galantear, enamorar. Pero no, como desde hace unos años, «copular» (unirse sexualmente, según el Diccionario de la Real Academia Española).
«Hacer el amor», en el habla coloquial de hoy, ha venido a ser uno de tantos eufemismos. Y si «hacer el amor» puede considerarse un eufemismo, «hacerlo» es eufemismo de dicho eufemismo. No sólo un joven dice hoy a su pareja:«¿Lo hacemos?», sino que es lenguaje de personas maduras.Cuando se quieren evitar términos demasiado científicos (cópula, coito, ayuntarse) o chabacanos (joder, follar), se recurre a «¿lo hacemos?». En la televisión lo he oído. Y si se dice en la tele .
AUTOR: (Fernando Fernán Gómez. Miembro de la Real Academia de la Lengua)

domingo, diciembre 19

Mar de dudas

Esta vez se trata de un artículo de Elvira Lindo. A mi por lo menos me parece que sus reflexiones nos sirven a casi todos, porque solemos tener demasiadas seguridades.
Hay personas a las que no les cabe la menor duda. Tiene su lógica. Son personas tan sobradas de razones que no tienen sitio en su cerebro para albergar una duda, por muy pequeña que sea. A ese tipo de personas las llevo rehuyendo desde niña. En mi juventud me acomplejaban; ahora, me aburren. Fundamentalmente. Creo que a ese tipo de personas se las observa con más claridad cuando se llega a la madurez: tienes la oportunidad de ver cómo actúan en un ciclo de vida amplio. A mí me ha dado tiempo, por ejemplo, a tener que soportar la intransigencia de un militante de izquierdas y ver a ese mismo individuo, años después, transformado en un intransigente de derechas. Se diría que es un cambio radical; pues bien, hace tiempo que llegué a la conclusión de que en esas personas nada cambia: defienden con la misma furia lo que piensan en cada momento y adoptan el mismo sarcasmo cruel hacia el adversario. También hay derechosos que a la vejez se volvieron de izquierdas, pero eso fue, por razones obvias, más propio de los últimos años del franquismo. No me refiero a los chaqueteros. Al chaquetero se le presupone un afán práctico, oportunista. A este individuo hinchado de certezas, al poseedor de la verdad, no le hace falta que sus ideas sean populares, incluso en ocasiones se recrea en sentirse perseguido o ninguneado. El fanático necesita una dosis de paranoia. El poseedor de la verdad lo que desea con fervor es que el mundo quede ordenado en su mente gracias a una idea iluminadora que lo abarque todo y barra las dudas. Esa verdad puede estar contenida en una ideología, en una religión, en un grupo de presión o en una forma de vida. Para alguien que, como yo, vive, a la manera machadiana, en guerra con sus entrañas, los poseedores de la verdad son, por abreviar, un auténtico coñazo. Además de previsibles. Ahora que todo el mundo echa mano de Camus para sustentar sus tesis (incluso los más intolerantes) me da apuro adornarme con una cita suya, pero no puedo evitarlo. Ahí va: "Si se fundara un partido de los que no están seguros de su opinión yo me apuntaría a él".
¿Cuántos nos apuntaríamos en esta España de las grandes certezas al partido de las dudas? Lo pienso al volver a la patria, como el turrón, en vísperas de Navidad y de esa ley antitabaco que va a negar la posibilidad de fumarse un cigarro en cualquier lugar público cerrado. España sin humo será otra, pero no lo vivo con extrañeza: basta con salir de aquí para comprobar que las leyes antihumo están en vigor desde hace tiempo en muchos países. Entiendo, de todas formas, que a algunos ciudadanos les produzca cierta incomodidad esa voluntad de crear un universo de felicidad vigilada tan propio de los partidos progresistas de ahora. Como si la salud, el buen o mal comportamiento, los desencuentros culturales, el lenguaje o los desastres familiares pudieran siempre regularse por decreto. Entiendo, también, que el fumador exija un poco más de tolerancia, un rincón a cubierto en el que poder fumarse un pitillo. No es un apestado. Incluso me parecen poco considerados esos anfitriones que no permiten fumar a sus invitados el cigarro de la sobremesa. Creí que esa rigidez no saldría nunca de Estados Unidos.
 Pero, cuidado, al mismo tiempo que el estado de felicidad vigilada me acogota veo también el otro lado, bastante tenebroso, por cierto. La derecha americana encontró la palabra fetiche, "libertad", para defender la no intromisión del Estado en la vida de los ciudadanos. "¿Es que van a ordenarnos lo que tenemos que dar de comer a nuestros hijos?", dice Sarah Palin. Y tiene la desfachatez de afirmarlo en un país en el que los niños pobres padecen un índice altísimo de obesidad, en el que la diabetes inducida por la alimentación es tan común que no es extraño ver a indigentes con una pierna amputada. Siempre es más fácil cortar por lo sano que tratar la diabetes a un pobre que no puede pagarse el tratamiento. No es un secreto que detrás de la palabra "libertad" se esconde la defensa de intereses económicos, pero sí es un misterio que los desprotegidos se traguen ese discurso.
 Es fácil mofarse de las campañas que buscan un cambio de comportamiento en la población: no fume, mire cómo se le queda la laringe por fumar; no beba si va a conducir, mire cómo se le desparrama la masa cerebral en la cuneta; no pegue a su mujer, no pegue a sus hijos, ¿no ve que se convierte en un apestado social?; no coma grasas saturadas, ni demasiado azúcar, ni sea sedentario, no ve que tiene sus días contados; coma fruta, coma fibra, tenga el colon como un pincel. Y la más inaudita: niño, juega una hora al día, pero no solo en tu casa delante del ordenador, no, juega en la calle, como hacían los niños antiguos. Algunas de estas campañas aún no han llegado a España, pero llegarán porque el mundo avanza siempre en el mismo sentido aunque en distintas velocidades. Yo me encuentro braceando entre dos aguas, entre esa corriente de cursilería exagerada que se entromete en la vida privada del ciudadano en pos de su felicidad y esa brutalidad conservadora que deja a las criaturas a la intemperie en nombre de la libertad. Y cuando me encuentro con alguien que como yo vive en un mar de dudas experimento la alegría de sentirme acompañada". El País. 19 de diciembre,2010

viernes, diciembre 17

Las rentas de la xenofobia

De nuevo Said nos hace su aportación a algunas de las cuestiones que afectan al fenómeno migratorio y a las relaciones entre las distintas comunidades dentro de Catalunya.

"La casualidad ha querido que el día escogido para escribir este artículo, en pleno puente de la Purísima, haya tenido dos conversaciones interesantes con dos personas que más o menos me explicaban lo mismo. Por una parte, Farida me dice que Julia, una amiga suya, se le había quejado amargamente de que los marroquíes acaparaban muchas de las ayudas que dan los servicios sociales. Hoy en día, le dice Julia, hay que ponerse un pañuelo antes de ir a visitar a la trabajadora social. Tras calmarla y pedirle explicaciones, Julia le dice que a X (una mujer marroquí) le habían dado un vale para canjearlo por unos zapatos mientras su marido anda presumiendo, llaves en mano, de un coche que ella no se puede permitir.
Por su parte, Marta, mujer jubilada y que dedica parte de su tiempo colaborando con Cáritas, me dice que existe la percepción de que a los inmigrantes se les da más ayuda que al resto. Y no siempre son las más necesitados.
Estas dos conversaciones me han recordado las palabras de S. H. Foulkes, psicoanalista experto en grupos. Decía que el extranjero despierta en lo más profundo de nuestro ser la rivalidad que el niño experimenta con la llegada de un hermano.
Este es uno de los sentimientos que han intentado explotar tanto el partido xenófobo Plataforma per Catalunya (PXC) como el Partido Popular (PP). A juzgar por los resultados, no les ha ido del todo mal. Plataforma ha estado a punto de conseguir entrar en el Parlamento catalán (ha conseguido más de 75.000 votos) y el PP ha conseguido sus mejores resultados en unas elecciones catalanas y aumentado en cuatro escaños los 14 que había ganado en las anteriores elecciones.
PXC es un partido marginal claramente xenófobo que culpa al inmigrante de todos los males de Catalunya. Primer els de casa (primero los de casa) ha sido su eslogan en estas elecciones. Y el PP ha decidido ensayar en estos comicios la estrategia que en su momento utilizó Le Pen en Francia para disputarle el voto a la izquierda en los barrios más humildes. Están muy contentos con los resultados y ya nadie duda de que, si es necesario, lo volverán a hacer en las próximas elecciones generales.
Alicia Sanchez-Camacho, la candidata del PP a presidir la Generalitat de Catalunya, con el aval de la dirección nacional del partido, ha hecho afirmaciones a lo largo de la campaña que bien podrían ser los exabruptos de una persona racista cualquiera. Y en cuanto a las propuestas, tuvo la feliz idea de proponer un contrato de convivencia, que vincularía la renovación del permiso de residencia al certificado de buena convivencia que tendrán que ir expidiendo los ayuntamientos y en el que se tendría en cuenta, entre otras cosas, que no tuvieran quejas de sus vecinos.
¿No estamos en un Estado democrático? ¿No tenemos todo un armazón jurídico para mediar entre las partes en los conflictos leves y para condenar a aquellos que incurran en delitos?
Mariano Rajoy, por su parte, respaldó estas medidas porque eran exactamente las mismas que él propuso en las elecciones generales de 2008, incluyendo también, como en estas últimas elecciones, el compromiso de la persona inmigrante a retornar si durante un tiempo no conseguía un empleo.
Y la anécdota siniestra ha sido el videojuego –finalmente retirado– en el que Alicia Sánchez-Camacho, bajo el alias de Alicia Croft, mataba a inmigrantes ilegales y a independentistas.
Eso sí, que quede claro, como ha repetido hasta el hartazgo la presidenta del PP catalán, ellos no son xenófobos, son sinceros. Lo único que hacen es decir lo que la gente piensa. El PP no es PXC. A mi juicio, el caso del PP es más grave porque aspira a gobernar este país. Debería medir mucho más su discurso. Si le importara la cohesión social no se lanzaría como lo ha hecho a las manos de García Albiol, político de segunda fila populista, primario y que parece ser una mala copia del mismo Anglada (el líder del PXC).
En tiempos de crisis es especialmente importante no echar más leña al fuego, porque mucha gente compite por los mismos recursos.
Si bien una parte de la rivalidad que evidencian los ejemplos comentados se debe a percepciones subjetivas más que a la realidad, no tenemos que negar que, en ocasiones, esta percepción es real. A mi juicio, algunas de estas ayudas tratan de compensar la marginación a la que condenamos a las minorías. El resultado no puede ser peor: no se ayuda a la gente a salir de la marginalidad, más bien lo contrario. Se les subvenciona permanecer en ella y se favorecen disputas entre la gente más humilde.
¿Puede la izquierda competir con el discurso xenófobo del PP? ¿Puede hacer algo la izquierda para combatir esta rivalidad, que puede ser muy dañina?
En un artículo en esta misma sección publicado el día 29 de noviembre, el profesor Carlos Mulas- Granados, director de la Fundación Ideas, hacía propuestas que me han parecido sumamente interesantes. Decía que la nueva agenda social debe transitar progresivamente de una lógica de protección a otra de reactivación. Hay que conseguir, añadía, que los servicios de empleo sean agentes de oportunidades y no meros tramitadores de subsidios y proponía elevar el número de desempleados que reciben cursos de formación para que un 50% de los parados lleve a cabo actividades formativas. Yo añadiría que los servicios sociales deben ser muy transparentes con los criterios que se siguen para dispensar las ayudas, por muy miserables que sean y, sobre todo, trabajar conjuntamente con los servicios de empleo para favorecer que las ayudas siempre estén condicionadas a la formación y sean temporales.
Los celos inevitables de los hermanos se hacen más soportables y se superan mejor cuando los padres son justos y claros".
Saïd El Kadaoui es psicólogo y escritor

miércoles, noviembre 3

La titularidad catalana o española... un asunto para pensar

Quiero compartir con vosotros estas reflexiones que de vez en cuando me llegan desde Barcelona. Mi amigo Said sabe cómo abordar estos temas com suficiente claridad, pero sobre todo con una actitud que considero digna de elogio, ya que sus palabras nunca son ofensivas ni sientan cátedra sobre nada. Siempre sabe cómo darnos una serie de claves para poder pensar y comprender el mundo mestizo y complejo en el que nos movemos.

"El día 7 de octubre, la escritora Najat el Hachmi escribía en su columna habitual que a su hijo, a punto de cumplir los 10 años, le habían llamado por primera vez «moro de mierda» en la escuela. La escritora afirmaba que los años venideros serán los más difíciles dado que tendrá la tarea, nada fácil, de que su hijo siga creyendo que es de aquí tanto como cualquier otro. 
Me gustaría hacer una reflexión en profundidad, que evidentemente no pretende agotar el tema, sobre esos años venideros.

Mi opinión es que el futuro de Catalunya (y en general de Europa) depende, en buena parte, de si somos capaces como sociedad de mirarnos y aceptarnos tal y como somos. O sea, una sociedad compleja, contradictoria, culturalmente diversa y cada vez más plurilingüe. Esta es una realidad que, a mi juicio, es rica y llena de potencialidades que deberíamos ser capaces de aprovechar.
Esa complejidad la ponen de manifiesto especialmente los catalanes (españoles, europeos, a gusto de cada cual) que en su día vinimos de otros lugares y, de forma mucho más evidente, nuestros hijos. Niños y niñas que en algunos casos tienen una fisonomía que rápidamente los delata (los rasgos distintivos y sus consecuencias de las que hablaba Najat el Hachmi) y otros que pasan más desapercibidos hasta que se sabe su nombre y/o, especialmente, uno de los apellidos o ambos.
La realidad (tozuda siempre) nos dice día tras día que las divisiones y clasificaciones en primer lugar ya no nos sirven para teorizar sobre nuestra sociedad actual. Tenemos que ir superando ya esa terminología que nos aprisiona y que nunca nos acaba de definir del todo. Inmigrantes, inmigrantes de segunda generación, choque de culturas, autóctonos, recién llegados, etcétera. Ninguno de esos conceptos, y otros muchos que se utilizan de forma reiterada, descifran la realidad que pretenden entender. Y se alejan especialmente de la realidad de los niños y niñas nacidos aquí e hijos de personas originarias de otros lugares, y que ya se sentían catalanas antes de asumir el difícil y apasionante rol de padres. Este es el caso, por ejemplo, de Najat el Hachmi y también el mío.
¿Qué puede hacerse, pues? En mi opinión, un primer paso que hay que dar, nada desdeñable, es aceptar esa realidad y asumirla. Mi trabajo de psicólogo y psicoterapeuta me ha enseñado que la aceptación de la realidad es el paso más importante y a menudo el más difícil para empezar a resolver el padecimiento psíquico que nos incomoda. Lo mismo pasa, y de forma mucho más acusada, con las sociedades. Analicen si no el discurso de la mayoría de partidos políticos (y ya no digamos ahora que se acercan las elecciones) y comprobarán las enormes resistencias que muestran a la hora de aceptar que la nuestra es una sociedad mestiza e identitariamente compleja.
Y que nadie me malinterprete. Esa realidad nos obliga a no bajar la guardia. Tal y como afirma el filósolfo Kwame Anthony Appiah, el respeto por la dignidad humana y la autonomía personal son más básicos que el amor cosmopolita por la variedad.
El reto no es solo enseñar a los niños que decir «moro de mierda» a los demás está mal. El reto, el más importante a mi parecer, es que esos niños, todos, vivan en una sociedad en la que el origen de los padres de algunos no sea un lastre del que se tengan que desprender o esconder.
Este origen tiene unas potencialidades que nos son necesarias como sociedad: los niños con una identidad múltiple (como por otra parte son todas las identidades), que ya desde la primera infancia viven con normalidad esta multiplicidad de lenguas, creencias, expresiones culturales, pueden estar mejor preparados para vivir en esta sociedad global del siglo XXI.
El sociólogo Manuel Castells distingue entre la «identidad resistencia» (posible salida de los actores sociales estigmatizados) y la «identidad proyecto» (actores sociales en busca de una identidad que redefina la sociedad). Una sociedad cerrada, reduccionista, discriminatoria, favorece que los niños susceptibles de ser estigmatizados enarbolen en un futuro la bandera de la resistencia y crean lo que algunos expertos definen como «identidad por antagonismo».
Aun así, la sociedad, como los individuos que la forman, está en permanente cambio. Y ningún cambio está exento de conflictos. Por lo tanto, lo más útil que podemos hacer por nuestros hijos es enseñarles que enfrentarse a las dificultades y resolver conflictos también les ayudará a ser más fuertes.
El origen, la orientación sexual, el peso, el tamaño, el fenotipo y un largo etcétera son motivos de exclusión social y de burla. El reto, por lo tanto, es doble: intentar combatir los prejuicios sociales (favoreciendo, como ya se ha dicho, la comprensión de la propia complejidad) y, a la vez, ayudar a nuestros hijos a no sucumbir al mal, al gran mal, a las heridas que van dejando en ellos cada experiencia de inferiorización y cada vivencia de exclusión".

Said El Kadaoui Moussaoui. Psicólogo

domingo, agosto 8

Conflictos entre culturas

A través de mi correo, me llegó hace pocos días este artículo, ácido, inteligente y que hace reflexionar, de mi amigo Saïd El Kadaoui. Said es un joven que nació en Marruecos, pero que se ha criado y educado en Catalunya. Habla perfectamente catalán y castellano y se ha licenciado en Psicología. Lo conocí en la presentación de un libro que ha escrito sobre salud mental y proceso migratorio. Una pequeña novela, en la que se adentra en los conflictos y sufrimientos de la gente a la que ha conocido a través de su práctica como Psicólogo, dentro de un centro de salud mental en Barcelona.  Me apetece colgarlo en mi blog, para todo aquel que quiera reflexionar sobre los conflictos que está provocando en este país la llegada de personas de otras culturas, pero especialmente de la musulmana.


"El día 1 de julio, al leer en este mismo periódico la noticia sobre el juicio contra el presidente de la Asociación Islámica de Cunit (Tarragona), y el imán de la misma localidad, acusados de amenazar y coaccionar a F.G, mediadora cultural del ayuntamiento, supe que era la primera vez que una mujer musulmana logra sentar en el banquillo a dos líderes de su comunidad.

Si hay algo positivo que extraer de ello es que este juicio escenifica bien que la comunidad , como todas los grupos, no es homogénea.
Y, continuando con esta idea de la escenificación, creo que los hechos de Cunit, que resumiré en breve, representan a la perfección uno de los conflictos esenciales de nuestra época.

Los hechos de Cunit fueron recogidos y difundidos ampliamente por toda la prensa de nuestro país: la denuncia de la mediadora a varios representantes de la comunidad islámica de su pueblo; el supuesto poco apoyo de la alcaldesa a la mediadora; el supuesto mimo con el que la alcaldesa trataba a los acusados, especialmente al imán, considerándolos los auténticos representantes de la comunidad; la iniciativa de la misma alcaldesa, también senadora del PSC (partit dels socialistes de Catalunya) por Tarragona, de presentar una moción en el senado para regular el uso del velo integral en los espacios públicos y la posterior desautorización de su partido; la posición crítica de la concejal de inmigración con la decisión de su partido, el mismo que el de su alcaldesa, de prohibir el burka en las dependencias municipales; y su apartamiento del área de inmigración para ser asumida por la propia alcaldesa.
Puesto que no quiero hacer juicios paralelos, prescindiré de las personas reales e imaginaré que estoy tomando las primeras notas para una futura representación teatral.
Lo que sigue es, pues, una ficción. Eso sí, basada en hechos reales.Una alcaldesa de izquierdas que, como buena progresista, trata de respetar la cultura del otro. Y lo hace convirtiendo la comunidad de este otro en un bloque monolítico donde poco importan los individuos. Toda la comunidad es homogénea y está bien representada. Es suficiente hablar con dichos representantes para tener tranquilos a todos los miembros de la comunidad. Y si estos representantes tienen ideas retrógradas –alejadísimas de los valores de esta política de izquierdas– es igual. Se trata, ante todo, de respetar la cultura del otro.
Pero, ay, en todas las comunidades hay elementos subversivos que no aceptan aquello que son. Aquello para lo que han nacido. Moscas cojoneras, vaya, que deciden adoptar los valores que no son suyos. La mediadora cultural se convirtió así en un problema para la política. ¡Tanto cuesta ponerse un pañuelo y dejar de relacionarse con los que ella debería considerar infieles y obedecer al representante de la comunidad!
Si la mediadora y el séquito de periodistas que ha dado eco a sus palabras pretendían ridiculizar a nuestra alcaldesa, van equivocados. Esta tiene un as en la manga. Para demostrar que ella no cede al chantaje de los fanáticos, en su calidad de senadora, querrá presentar una moción en el senado que regule el uso del burka en los espacios públicos. Así demostrará a la gente que ella es incluso más valiente que los antiburka de la derecha. Esta vez no se saldrá con la suya porque, como la gran mayoría de los mortales, ella también tiene un jefe y este le dice que se conforme con la prohibición en las dependencias municipales.
Nuestra alcaldesa ha caído en la trampa de los dos fanatismos. El del imán rudimentario y fanático que pretende subyugar a todos los miembros de la comunidad, imponiendo su ley, y el de la derecha xenófoba que, angelitos míos, ahora nos quieren hacer creer que son los grandes defensores de la igualdad hombre-mujer.
Y finalmente, la concejal seria. La que quiere seguir trabajando por y para la igualdad real, la que no se encuentra cómoda ni con el trato de favor, fomentando una actitud caciquil, de nuestro imán rudimentario, ni con las soluciones rápidas y fáciles como la prohibición del burka, que cierran un gran debate pendiente en falso; se tiene que apear del cargo.Sí ya lo sé. Es una historia muy mala. Como todo mal escritor, utilizo mis personajes para intoxicar a los lectores con mis propias opiniones. Y para hacerlo creo a personajes lineales, desprovistos de matices y planos. Así que quizás sea más útil transmitirles directamente mis ideas. A saber:Los únicos que saben interpretar a la perfección su papel son los fanáticos. La derecha xenófoba y nuestros propios talibanes, algunos rudimentarios y simples y otros cercanos a las ideas salafistas, merecedores de toda la atención del Ministerio del Interior.
Fátima, la mediadora, recibe un abrazo un tanto hipócrita de una política del PP

El resto: algunos, como la mediadora de esta mala ficción, han de conformarse siendo tratados como occidentalizados, en el mejor de los casos, y como traidores, en el peor de ellos. Otros, como la alcaldesa, andan coqueteando con el fanatismo unas veces y otras se los quieren sacar de encima por decreto. Y, finalmente, la gente seria e inconformista, representada por la concejal, tiene que rendirse a la evidencia: este mundo ama el ruido y no la reflexión.
En conclusión: somos víctimas de un funcionamiento mental muy bien descrito por el historiador Abdellah Laroui, la necesidad de un contratipo para la toma de conciencia de la identidad cultural de nuestro grupo.

La izquierda de este país debería hacer autocrítica y aceptar que va oscilando entre un buenismo peligroso con la cultura del otro y los chantajes de una derecha que lo que quiere realmente es tener a los inmigrantes sometidos y sin pretensiones de ser ciudadanos de pleno derecho".
Saïd El Kadaoui (Psicólogo y escritor)