sábado, marzo 9

Un adiós sin razones


 
Se fue como había llegado, sin hacer ruido. Y dejó un rastro tras ella. Esta mañana de lluvia intermitente en la ciudad, saqué de su letargo el precioso paraguas color violeta, uno de tantos regalos con los que me obsequiaba un día sí y otro también. No me gusta regalarte el oído, solía decirme, cada vez que ensalzaba alguno de mis logros, que, sinceramente, no eran muchos, ni tan brillantes. Sin embargo, su mirada hacia mi persona tenía esa cualidad de convertir mi vida cotidiana en un deslumbrante salto de obstáculos, que ella premiaba con sus halagos, o con preciosos regalos, la mayoría creados por su gran creatividad: una chaqueta de croché, un cuello de lana de múltiples colores, unos pendientes de mi color preferido…
Todavía uso una funda nórdica de tonos tostados de muy buena calidad. Pero donde ponía más interés era la creación de videos para ilustrar mis textos. Eso tengo que agradecerle especialmente, porque dos de ellos han quedado en mi canal de youtube, como pequeñas obras de arte.


El silencio más hondo ha manchado tanta devoción. Silencio y oscuridad. Ni un adiós, ni una llamada de recuerdo. ¿Cómo puede alguien pasar de ser el centro de tu vida a no ser más que un recuerdo sin dirección, ni justificación? Hoy 8 de marzo, la preciosa sombrilla violeta, con lunares y volante ha puesto su imagen y su memoria en el centro de una mañana de lluvia y sonrisas femeninas. Maga se ha hecho presente, como lo que fue, una presencia entre real y misteriosa.  

                   

La dificultad de definir qué es una mujer

A mis 72 años puedo afirmar, con Simone de Beavoir que no se nace mujer, sino que se llega a serlo. Echando la vista atrás, puedo decir que casi nada tengo que ver con aquella adolescente que estrenaba sus primeros tacones allá por los años sesenta del siglo pasado, ignorante de que sólo ensayaba un papel que estaba sin escribir. Supongo que no creo en las esencias. Mejor dicho: prefiero ser  la hacedora responsable de esa mujer en quien me he convertido en el camino de la vida.






lunes, diciembre 11

Lo que el Amor Romántico se lleva por delante

 Estoy dudando. No estoy segura de si debo escribir sobre un fenómeno que hace tiempo me hace reflexionar y sobre el que tengo mi propia opinión. Me temo que va a levantar ampollas lo que aquí me gustaría decir, y me resisto a seguir callada sólo por el miedo a cómo van a responder los afectados, incluso los que les importa un comino el tema porque no va con ellos. . Y lo peor no es eso, sino que la respuesta va a ir dirigida a mi edad. Ya os digo que aquí eso que llaman edadismo va a estallar por todos lados. Pero ¿qué dice esta vieja?, ¿qué se piensa este adefesio, que estamos en el siglo pasado, cuando la gente aguantaba carros y carretas por el miedo al qué dirán? 

A todo esto de lo que quería hablar es de un fenómeno, que para mí es el resultado de esa falsa idea del amor romántico, que lejos de desaparecer se está imponiendo en las nuevas costumbres sociales. ¡Santo cielo! No puedo soportar las imágenes que día a día nos ofrece la tele, cualquier tipo de cadena y a cualquier hora, con la complacencia de los "periodistas" que hacen de presentadores o viceversa, esos que presentan sin saber si son o no son periodistas o algo parecido. 


Me refiero al chico arrodillado ofreciendo un anillo de compromiso a su novia. Ayer fue la primera vez que vi la misma escena entre dos chicas. Válgame Dios, la Igualdad también llega a las cosas más estúpidas y decimonónicas; eso sí, siempre en público, cuanto más mejor. El espectáculo es lo principal. ¿Alguien puede explicarme el significado de esa escena en el que un ser humano se arrodilla ante otro para comunicarle que esa relación tan estupenda, apasionada e intensa que  se han montado, debería convertirse en algo diferente: un compromiso, tal vez una boda? ¿Acaso el que se arrodilla no tiene la potestad de decidir? Yo así lo entiendo. La otra o el otro están en babia; no se enteran, no tienen vela en este entierro, sólo la posibilidad de decir si o no al deseo o la decisión del otro. Que me lo expliquen. No hay nada más patriarcal que esa escena, aunque los protagonistas se piensan que son la pera de modernos e igualitarios. Lo siento, pero no lo soporto. Cada vez que lo veo me pongo de mala leche.

Fin del primer capítulo. 

El segundo es más dramático. A primera vista no, claro está, porque ahora viene el  Bodorrio por todo lo alto, en lugares insólitos, doscientos  invitados: te amo, me amas... Vestido de diseño, viaje al otro lado del mundo; eso si, con el dinero de los invitados, a los que el convite les ha salido por un pico, Unos meses, incluso algunos años de felicidad de esa de grandes frases empalagosas y cursis dichas también a los cuatro vientos. Que todos se enteren, que nos amamos (una forma de decirlo que también ha sido una adquisición a través de las telenovelas) Antes decíamos: nos queremos. Y santas pascuas. Pero claro, queda mucho más guay la fórmula romántica aprendida de esas historias televisivas. 

Unos novios sobre un dromedario

Y de pronto llega la realidad: un bebé. Que por cierto, no es un bebé, sino un hijo, un niño, una persona que nos pone la vida del revés. Eso no nos lo esperábamos. Nadie se encargó de advertirles de que traer un hijo al mundo forma parte del paquete, si así lo decide la pareja, claro está. Hasta me ha sorprendido que una de nuestras "famosillas" haya hablado públicamente de lo mal que lo está pasando después del parto; de lo difícil que es eso de criar, porque todos sabemos que la mayoría sólo hablan de lo felices que son y que tener una criatura es lo más fantástico que les ha pasado. Si, sí, claro, pero hay una parte que no cuentan y que sería muy sano y educativo sacar a la luz. Se acabó el cuento de hadas. Ha llegado la hora de la verdad; esa hora en la que la pareja se juega su continuidad. 

Todo esto viene a cuento de la gran cantidad de parejas que rompen a los pocos meses de haber nacido su primer hijo. No estoy segura de que exista algún estudio cuantitativo, pero muy a menudo las noticias sobre personas famosas nos sorprenden. Incluso aquellas que para conseguirlo han tenido que pasar por inseminación artificial. Tal es el deseo que, por cierto, tampoco nadie se plantea si es suficiente para tener un hijo. Desear un hijo no es lo mismo que tener derecho a ser padres.

Lo dicho:  cuánto daño está haciendo el amor romántico a las parejas actuales. Y no es que sean muy jóvenes e incautos. Algunos de los que me vienen a la memoria, son personas que pasan de los cuarenta años y han tenido varias experiencias. No voy a dar nombres. Creo que no es necesario porque todos más o menos los tenemos en mente. Y luego se justifican afirmando que separarse no supone ningún drama, porque siguen siendo una familia y aman profundamente a su vástago. Algo así decía hace pocos días una presentadora de televisión: ''Martina y yo hemos dejado nuestra relación de pareja, pero seguimos siendo familia por y para nuestra Daniela, a quien amamos por encima de todo" Amen, pensé yo, al leer sus declaraciones. 

¿A quien quieren engañar? A mi desde luego no logran convencerme de que si se amaban tanto hace seis meses o un año, cómo es que no pueden soportar el cambio de vida que esa criatura les ha traído?  En fin, toda esa parafernalia que desde el anillo, el bodorrio, pasando pasando por la exhibición del embarazo en las portadas de las revistas,  hasta el parto, parece una telenovela. Lo que pasa es que los guionistas no han entendido de qué va eso del amor, más allá del espectáculo. Pero ellos y ellas siempre pueden decir  aquello de que " la maternidad es la mayor experiencia que tiene una mujer y enseño mi barriga porque las mujeres tenemos derecho a hacer con nuestro cuerpo lo que queramos,  y aunque nos separemos, seguimos siendo una familia". Amen. 

Mas sentido de la realidad y menos fantasías, es mi consejo. Y por supuesto, a tantas y tantas parejas que no cumplen con este estereotipo o cliché que he presentado en mi artículo, les pido perdón. Esto no va con ellos.   

jueves, diciembre 7

El bolero: Ppatrimonio Inmaterial de la Humanidad.

La UNESCO reconoce el bolero como patrimonio inmaterial de la humanidad. Y aquí una de las mejores intérpretes de boleros en la actualidad. Mayte Martín, una de mis cantantes favoritas ilustra hoy este bolero tan precioso, aunque a ritmo de balería.
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martes, agosto 1

Cartas sin respuesta

Un mes no es nada, comparado con la eternidad que es ese concepto tan incomprensible para los humanos. Pensar en algo que no tiene fin resulta raro. Y más pensar en que alguien ha vivido cerca de mi y de pronto ya no está, sin que nadie pueda explicar adonde ha ido a parar su espíritu. El cuerpo es algo tangible y sabemos que la muerte acaba con él, pero qué fue de esa persona que hasta hace poco más de un mes era capaz de hablar conmigo desde una habitación hospital donde esperaba entre triste y esperanzada que todo acabara. Eso no es fácil explicarlo. 

Viaje a Cantabria 

Querida amiga: Con tu marcha he tenido la misma sensación que ya viví en otras ocasiones. Especialmente he recordado a mi amiga Ángeles, de la que te hablé muchas veces. La distancia física ha impedido que pueda acompañar tu declive en los últimos meses y claro, de pronto no puedo hacerme la idea de que nos has dejado. Contigo se ha ido una amiga, sí, pero también una especie de cordón umbilical que me unía a la memoria de mi infancia. Recuerdo que cuando escribía algo sobre nuestro pueblo, acababas poniendo la guinda para completar mi relato. Tú recordabas los motes, los pequeños detalles que yo he perdido porque me fui muy pronto de allí y tú, sin embargo estuviste volviendo bastantes años, hasta que perdiste la costumbre, o simplemente preferías no tener que dar muchas explicaciones sobre tus problemas a la gente que preguntaba. Ya tenías bastante con  sufrirlos. Cuando tus padres desaparecieron,  dejaste de ir. 

Esa conexión con mi origen la he perdido.  Sólo me consuela saber que se ha cumplido lo que machaconamente pedías en los últimos tiempos. Yo no lo podía aceptar. Bueno, no comprendía que quisieras marcharte tan pronto, y es que yo tengo tu misma edad y me gusta vivir. Decías que sólo te motivaba lo que todavía podías hacer por tus hijos, a los que aún considerabas con necesidad de una madre donde apoyarse. Y eso me enfadaba. Cuando hablé contigo la última vez por teléfono te eché una bronca. Quería hacerte reaccionar y considerar tu postura de madre a la antigua; una madre que su único vínculo con la vida son sus hijos. Y sin embargo, yo te veía como una mujer interesada por los problemas de la gente, dispuesta a ser un puntal para amigas y compañeras de la asociación en la que estabas tan implicada; una persona que leía con interés y que le gustaba comentarme sus descubrimientos literarios: autores, novelas, ensayos... Aún tenías cosas que resolver para poner tu  nueva casa tal y como a ti te gustaba. Pero era triste escuchar que apenas tenías aliento para desplazarte entre la cocina y la sala de estar. Y entonces es cuando podía entender que no quisieras vivir, que te costara depender de que te llevaran de un lugar a otro. Pensaba en nuestras madres, siempre diciendo que no querían molestar a sus hijos; algo que no creía que una mujer de nuestro tiempo pudiera pensar. Pero así era. Te lo escuché muchas veces: "No quiero que mi Javi se tenga que ocupar de mi" - 

Si hay algo positivo en tu viaje a la eternidad es que no tendrás que pasar por el proceso de declive que ya se veía venir. Me refiero a la pérdida de capacidad cognitiva. Yo lo veía. Ya lo creo. Cuando pasaba un cierto tiempo y no me llamabas, o no me ponías un mensaje en el whasap, sabía que no era sólo tu estado de salud, sino esa maldita memoria, el despiste, seguramente un cúmulo de sensaciones que yo soy incapaz ni de imaginar y que te alejaban del mundo para llevarte a quien sabe qué lugares de tu mente. Tenías miedo de llegar a la situación de tu madre, a la que tuviste que cuidar aquejada de Alzheimer y, afortunadamente, no has llegado a sufrir ese deterioro, pero estabas en camino. Todos nos dábamos cuenta y no sé si tú preferías negarlo y quedarte sólo en esa sensación de miedo a que llegase el momento. De eso sí me alegro. Así esa cabeza tan bien amueblada que tenias es el recuerdo que nos vas a dejar. Una mujer inteligente, que le buscaba explicación a todo y sabía argumentar para defender sus posiciones. Por eso nunca entendiste que el sistema médico no te explicara el porqué de todo lo que te estaba pasando y la razón de que, a pesar de los avances científicos, no pudieran dar solución a tus problemas de salud. 

Querida Juanita. Sigo pensando en ti y recuerdo tu ancha y preciosa sonrisa. Me gustaría, lo mismo que hice durante unos años con mi amiga Ángeles, escribirte una carta de vez en cuando, para que sepas de mí y puedas ponerte al día de lo que pasa en este loco mundo en el que espero vivir todavía un tiempo largo. 

Un fuerte abrazo      

   

lunes, julio 31

La Familia (Sara Mesa)

 Como en otra ocasión, cuando leí Un amor, no me atrevo a hacer mi propio comentario sobre La Familia. Sara Mesa me sigue pareciendo una autora a la que me resulta difícil llegar con el corazón y con las emociones. Y a mí me gusta leer para emocionarme. No niego su buen hacer. Seguro que es una escritora consistente, pero las dos novelas que he leído de ella no me han emocionado. Con la primera (Un amor) me enfadé mucho.  No podía comprender a la protagonista. Me resultaba difícil entender el porqué de sus decisiones y también de sus silencios y pasividad ante ciertas cosas. Con La Familia, me he aburrido. Lo siento. Quizás la estructura no acabo de encontrarle acomodo con mis gustos literarios... No sé. Por eso me ha gustado encontrar esta crítica de La Librería de Mujeres. Ahí la dejo para quien quiera acercarse a esta joven, pero profunda escritora. 


"Como saben, Sara Mesa es una extraordinaria escritora de relatos, ensayos y novelas. Una escritora que construye con palabras ambientes llenos de vida que actúan como espejos precisos que nos obligan a mirarnos sin trampa ni cartón. Espejos hechos de lenguaje y, en consecuencia, de realidad, que nos impelen a reconocernos sin posibilidad alguna de fuga. Espejos sin fisuras, sin “rendijas” (“la rendijita” se titula el último capítulo de esta excelente novela), sin espacios para el escaqueo. Ya lo hizo en Cuatro por cuatro, en el poco nombrado ensayo sobre el Silencio administrativo, en la Mala letra. Lo hizo en Cicatriz poniéndonos frente y dentro de un torturador admirablemente culto; lo consiguió en Cara de pan forzándonos a convertirnos en vecinas cotillas y prejuiciosas; lo clavó (perdonen el vulgarismo) con Un amor recordándonos que no es mejor la gente de los pueblos por serlo (no puedo evitar sentir los ecos de La buena gente del campo de Flannery O’Connor en esta maravillosa novela); y lo hace ahora con La familia.

La familia es una novela serena, sin tragedias grandilocuentes, sin víctimas amoratadas, sin estereotipos, porque el espejo de precisión que nos presenta Sara Mesa refleja personas, seres humanos, y no moldes hechos para encajar nuestros sentimientos de lectores o lectoras ojipláticos. Es una novela llena de pequeños detalles y de cotidianidad, con un padre y una madre “normales”, con dos hijos y dos hijas (una que no lo es pero como si lo fuera), con un pisito que no está en un barrio miserable ni en una zona residencial de lujo, con un vecindario vivo, con una historia “vulgar”. Una novela que no habla de “una familia”, aunque haya nombres propios y edades y caracteres, sino de La familia, porque Sara Mesa no le tiene miedo a los grandes temas de la Literatura Universal y los afronta con una inteligencia desbordante y un lenguaje inmaculado.

La familia comienza con “La casa” y la casa comienza advirtiendo “Mírala desde el ojo del sueño”. Por esa casa y por Aquilino ya merece la pena leer esta novela. Pero hay mucho más porque La familia, esta novela, la novela, que recomiendo encarecida y visceralmente, es la última obra de una escritora que narra desde fuera tras haber buceado los entresijos y haberse pringado con ellos, una escritora que no juega con las formas porque no le hace falta y porque quiere que el fondo se muestre con nitidez, una escritora que maneja el lenguaje con esmero artesanal y que, si por mí fuera, se convertiría ya mismo, sin esperar más, en Premio Nacional de las Letras de este país-"

Lean La familia, lean a Sara Mesa. Y, después, hablamos.

¡Gracias por tu escritura, Sara!

Izaskun Legarza NegrínLibrería de Mujeres Canarias (Santa Cruz de Tenerife)

 

sábado, julio 22

Salmón a la naranja.

Una receta nueva con la que me lucí en la cena de anoche con mis amig@s. Os la recomiendo. Es fácil y rápida.


RECETA PARA LAS COCINICAS

Ingredientes: 4 trozos de salmón, un puerro, aceite, zumo de dos naranjas pequeñas, una cucharadita de mostaza, 1/4 de gambas peladas, una cucharadita de harina para espesar la salsa.


ELABORACION: Pochar el puerro troceado en el aceite, a continuación sellar los trozos de salmón por los dos lados, cinco minutos, cuidando que el puerro no se queme. Mejor dejarlo apartado en un plato. Exprimir las naranjas y añadir en el zumo la cucharada de mostaza y la harina. Mover bien para que se mezcle todo y añadir al salmón, junto con el puerro ya pochado. añadir las gambas y dejar cocer unos 15 o 20 minutos a fuego suave hasta que el salmón esté cocinado. Sal pimentar todo al gusto. ¡Y ya está! es muy fácil y está rico. Que os aproveche.