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El metro de Correos

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  ¡Santo cielo! Hacía años que no veía esta salida de metro. Ahora, a través de google, me entero de que ya hace tiempo que está cerrada. Claro, por eso, cuando he pasado por allí en los últimos años todo me parecía tan diferente. Más bien pensaba que quizás yo había tenido un sueño, pero que nunca había existido. Pues sí. la estación de Correos fue real. Y yo tuve una experiencia, con tan sólo quince años, que también fue real. Creo que fue así: Acababa de aterrizar en la ciudad y sólo dos días después encontré un trabajo en un laboratorio. Era un trabajo muy sencillo. Sólo me ocupaba de llenar una caja con varios productos de belleza. Otra persona se encargaba de cerrar la caja y prepararla para enviarla a las tiendas donde se distribuía para la venta. Que yo recuerde, sólo estuve un día. Pero después de tantos años, las imágenes que aparecen en mi memoria son poco claras. Sin embargo, la sensación de desasosiego que sentí ese día, rodeada de otras muchachas jóvenes a quienes no con

La nieta

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El autor de  El lector  vuelve a lo grande con una nueva novela sobre las relaciones humanas y las grietas de la historia de Alemania. En los años sesenta del pasado siglo, Birgit huyó por amor y ansias de libertad de Berlín Este para reunirse en el Oeste con Kaspar. Ahora, tras el fallecimiento de Birgit, Kaspar descubre que su esposa pagó un precio por esa decisión. Dejó atrás a su bebé, una niña, cuya existencia le ocultó toda la vida. Kaspar, que tiene una librería en Berlín, decide partir hacia la antigua Alemania del Este en busca de esa niña que ya es una mujer. Así, emprende un viaje al pasado y al presente de Alemania, y cuando por fin da con Svenja, la hija perdida, descubre que vive en una comunidad rural, está casada con un neonazi y tiene una hija, Sigrun. Kaspar querría ver en ellas una nueva familia, pero todo un universo ideológico los separa, pese a lo cual tratará de acercarse a quien considera su nieta y darle una visión diferente del mundo… Bernhard Schlink retoma a

Un año después

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  Qué importa el día que fue. Mi memoria flaquea, pero mi sentimiento por tu pérdida sigue intacto. Todavía hoy, revisando las imágenes que tenemos juntas, me recuerdan tu hermosa sonrisa, esa sonrisa que enamoraba a quien se acercaba a tí. Todavía no puedo entender qué pasó. No entendí ni entiendo que ningún médico supiera acercarse a ti y dar nombre a tus males inespecíficos. Tu luz se fue apagando y un día primero de julio, cuando el verano se estrenaba, te fuiste sin apenas decir adiós. A veces he recordado nuestras últimas conversaciones en las que anunciabas el final, entre triste y aliviada, pero yo, incrédula, pensaba que estabas dramatizando. Sigo recordándote, amiga. También yo estoy en otra fase de la vida y mi sonrisa ya no es tan brillante como cuando tú y yo disfrutábamos de una buena conversación, de una reunión de amigas o de esas vistas espectaculares de Cantabría.

Casi un amor

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  Ha muerto Santiago. Así se lo soltó su hermano. Habían pasado ya unos meses desde el suceso. Seguramente un infarto, porque aún era relativamente joven. En una visita protocolaria a la oficina situada en la calle Industria, su hija le dio la sorpresa. Él había sido un compañero de trabajo y durante años mantuvieron el contacto. En cuanto volvió a casa llamó a Alicia, su hermana. Ella tuvo mucha más relación con él, porque compartieron departamento durante años en aquella empresa de la calle Bolivia. Alicia no se lo podía creer. Pero tampoco hizo ningún drama, a pesar de que durante años él fue una especie de amor imposible. Pero había pasado mucho tiempo. Y entonces recordó aquella tarde del mes de mayo. De eso hace ya casi veinticinco años       Alicia no daba pie con bola. Delante del armario, dudaba sobre qué ponerse para dar una buena impresión. No quería parecer demasiado arreglada, pero necesitaba estar guapa, porque el encuentro para el que se preparaba, lo merecía. El lug

Las hijas de la criada

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  Hay secretos de familia que merecen ser contados. Una noche de febrero de 1900, recién estrenado el siglo XX, en el pazo de Espíritu Santo llegan al mundo dos niñas, Clara y Catalina, cuyos destinos ya estaban escritos. Sin embargo, una venganza inesperada sacudirá para siempre sus vidas y las de todos los Valdés. Doña Inés, matriarca de la saga y fiel esposa de don Gustavo, deberá sobrevivir al desamor, al dolor del abandono y a las luchas de poder hasta convertir a su verdadera hija en heredera de todo un imperio, en una época en la que a las mujeres no se les permitía ser dueñas de sus vidas.   Buen libro para el entretenimiento de unas tardes de verano. 

La memoria infinita. Amor del bueno

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  Después de ver la película nos quedamos mudos. La memoria infinita es realmente un documental, pero parece una ficción. Sin embargo, asistimos a la historia en total silencio y con la emoción a flor de piel.  Augusto, un conocido periodista cultural chileno, y Paulina, actriz y ex ministra de cultura, han estado juntos y enamorados desde hace más de 25 años.  Ambos se han dedicado a sus respectivas profesiones con pasión. Como otros muchos, no han querido que se pierda la memoria sobre lo que sucedió en Chile con la llegada de Pinochet al poder. La memoria es importante para ellos, pero qué paradoja, qué dolor, cuando a Augusto se le diagnostica Alzheimer. Es entonces cuando sus vidas dan un vuelco. Tienen que reinventarse una nueva forma de relación. Ella se convierte en la memoria de su compañero. La directora del documental utiliza el flashback para hacernos partícipes de la vida anterior de los protagonistas; de su militancia frente a la dictadura, del sentido del humor y del am

Día Internacional de la danza: Laura Más

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