viernes, junio 27

El caftán azul: Amor, deseo, miedo, generosidad, renuncia.... Emoción

Disfrutar con una obra de arte. Es lo que pienso tras el visionado de esta hermosísima película, dirigida por una mujer: Maryam Touzani. El caftán azul, la cineasta marroquí  convierte el escenario principal del film, la medina de Salé (una de las más antiguas de Marruecos), en una suerte de jaula de oro en la que sus tres protagonistas conquistan una cierta libertad, a pesar de la represión del sistema en el que viven. 
Por un lado, tenemos al matrimonio formado por Halim y Mina, quienes regentan una sastrería en la que él prolonga el legado de su padre, quien dedicó su vida a la confección de caftanes. No obstante, Mina parece estar más capacitada para defender ciertos valores, como la importancia del mimo en la confección, frente a las presiones del personal que en un mundo contemporáneo valora otras cosas, como el dinero y el tiempo. Así ella pelea diariamente con las clientas que intentan sobrepasar ese tiempo de cuidado en la costura para conseguir la prenda deseada. Mientras tanto, él mantiene su postura de ir haciendo, sin ninguna prisa, porque lo único que le interesa es realizar una obra de arte que perdure.   
Halim disfruta del tacto y la sensualidad de las hermosas telas y de la punzada perfecta, que intenta traspasar en sus enseñanzas al aprendiz, Youssef, un joven que poco a poco se va impregnando del espiritu de su maestro y se convierte en un puntal en el negocio del matrimonio y hasta en la vida privada, cuando la situación de salud de Mina se complica. 
Y como fondo emocional la homosexualidad de los dos hombres, que, aunque reprimida, va influyendo en la relación de los tres, ya que Mina es plenamente consciente de lo que está ocurriendo. Sin embargo, nada o casi nada es explícito. Las miradas, los sutiles contactos de las manos, el respeto que impone la cotidianeidad y el amor conyugal, está muy presente, mientras Halim busca salidas puntuales en sus visitas al Haman de la medina, donde puede dar rienda suelta a sus apetitos sexuales, sin ser descubierto y sin sentir que está traicionando a su esposa.    

 
En cierto sentido, parece que la directora busca establecer un paralelismo entre el virtuosismo del trabajo artesanal de Halim y su propia delicadeza a la hora de capturar, con la cámara, los gestos en los que se juega el destino de los personajes: las miradas furtivas de deseo entre el sastre y su aprendiz, o los cuidados que el marido dedica a su esposa. Las escenas del proceso irreversible de la mujer, son hermosísimas, llenas de ternura por ambos lados, con momentos de un respeto admirable a la intimidad de una persona moribunda que requiere ayuda para vestirse y asearse diariamente. 
El caftán azul deja por el camino algunas enseñanzas valiosas. 
    “Un caftán debe sobrevivir al transcurso del tiempo”, le explica Halim a su amado aprendiz. Esta reflexión apela al valor de la tradición, que guía y a la vez lastra la existencia de unos personajes tocados por el deseo de amar y por la sombra de la muerte. 
    "No hay que tener miedo al amor". Es el mensaje de Mina a su esposo, cuando está a punto de morir. De esa forma, Halim se siente liberado de la culpa con la que ha vivido tanto tiempo: su condición homosexual, que no puede expresar en una sociedad en la que tal orientación se castiga con pena de muerte.  
Maravillosa película en la que los gestos de amor entre un hombre y una mujer hacen reflexionar sobre las diferentes formas de amar y la  sobrevaloración del sexo cuando hablamos del amor conyugal o de pareja.   

viernes, junio 13

NADA SE OPONE A LA NOCHE

 Ayer terminé la lectura de una de las novelas que más me han impactado en los últimos años. Es un relato tan crudo, tan realista, tan extraordinario sobre la vida de una familia tan poco convencional, que resulta difícil identificarse con alguno de sus personajes. Cuando entras en esta historia no puedes abandonar la lectura, tal es el interés de cada miembro de la familia y de la vida de todos ellos, alejada de los convencionalismos y normas de la sociedad. NADA SE OPONE A LA NOCHE es un vómito, un ajuste de cuentas, una catarsis, una forma de intentar comprender qué ha pasado para que en esa familia, en principio tan luminosa, libre y feliz en la infancia, sucedan una serie de cosas que arrastren a varios de sus miembros al dolor, la locura y el suicidio. Delphine de Vigan, la autora del libro, es a la vez la tercera generación de la familia, hija de Lucile, personaje para mí principal y extraordinario desde muchos puntos de vista. Las últimas páginas de esta narración autobiográfica son de un ritmo tan brutal que no puedes dejar de leer, te arrastra página tras página, a pesar de que todos sabemos cómo acaba la historia, porque está explicado al inicio. Totalmente recomendable, aunque durísimo.

SINOPSIS: Después de encontrar a su madre muerta en misteriosas circunstancias, Delphine de Vigan se convierte en una sagaz detective dispuesta a reconstruir la vida de la desaparecida. Los cientos de fotografías tomadas durante años, la crónica del abuelo de Delphine, registrada en cintas de casete, las vacaciones de la familia filmadas en súper ocho o las conversaciones mantenidas por la escritora con sus hermanos son los materiales de los que se nutre la memoria. Nos hallamos ante una espléndida y sobrecogedora crónica familiar, pero también ante una reflexión sobre la «verdad» de la escritura, porque son muchas las versiones de una misma historia y narrar implica elegir una de esas versiones y una manera de contarla. Y esta elección a veces es dolorosa, porque en el viaje de la cronista al pasado de su familia irán aflorando los secretos más oscuros. La novela más galardonada (5 premios) en Francia en 2011 y con mayor número de lectores (500.000). «Un bello canto de amor filial» (Fabrice Gaignault, Marie Claire). «El resultado se revela cautivador y salvífico» (Alexandre Fillon, Le Figaro). «Un relato sensible y fascinante, que nos devuelve el eco de nuestras propias heridas» (L?Express). «Este magnífico testimonio la confirma escritora contemporánea de referencia? Sus reflexiones sobre la necesidad de escribir para aprehenderla realidad o sobre el significado de la lectura y la cultura para el desarrollo intelectual y moral del individuo componen uno de los centros de atracción más poderosos del libro. Son muchas las razones por las que Nada se opone a la noche se convirtió en la novela más galardonada en 2011 en Francia, con cinco premios, y la más vendida, con 500.000 ejemplares. De Vigan está reinterpretando su familia? Su libro se acaba convirtiendo en un perfecto espejo donde se refleja lo que se podría considerar alma familiar o ADN emocional? La intensidad del libro es, sin duda, otro de los méritos de esta espléndida obra? Esta novela, en su voluntad de interpretar la superficie, nos arrastra hacia estratos abisales donde se configura lo que somos. En definitiva, imprescindible» (Sònia Hernández, La Vanguardia). «La escritora indaga en el origen de un dolor interno que, más que conocer, intuye. Un rastro que la llevará a descubrir, bajo ese telón de familia ejemplar, secretos ocultos? La obra se planteó como una cartografía personal, pero la narración también se erige como una oportuna y sincera reflexión sobre la objetividad de la memoria y la función de la literatura ?sus posibilidades, dificultades y límites?, al abordar los irregulares y complejos contornos biográficos» (Javier Ors, La Razón). «De Vigan esculpe una historia conmovedora y enormemente contemporánea, existencial, al abrir en canal la memoria familiar? De Vigan se enfrenta a la violencia de los secretos con el arma de la escritura, en un ejercicio experimental que supone también una reflexión sobre la propia redacción? Una novela rotunda, violenta, pero con esa armónica fragilidad de los vínculos afectivos? Es también un canto a la supervivencia, al amor irrenunciable, enfurecido y resignado a los nuestros. A la madre que nos tocó y a la madre que nos hubiera gustado tener. A la madre que nos cuidó y a la que no nos protegió, a la que estuvo y a la que se ausentó. A la madre viva y a la madre muerta. Un canto a la herida mortal que nos conforma y nos destruye, como un estigma invisible, y que la mayoría llama familia» (Sandra Faginas, La Voz de Galicia). «Un relato híbrido y oscuro que mezcla narrativa convencional y autobiografía» (Lucía Lijtmaer, Marie Claire). «Una novela catártica en la que trata de entender la vida y muerte de su madre» (Isabel Loscertales, Woman). «La novela de Delphine de Vigan, que ya arrasó en Francia el año pasado, aterriza en nuestro país con la intención de llegarte al corazón» (Glamour). FUENTE: La Casa del Libro.

lunes, mayo 5

Dia de la madre

 No te echo de menos. No. Eso no lo puedo decir en las redes, donde unas y otras no paran de ensalzar ese amor universal que tienen las madres, y la suya, claro, también. 

Ante tal dispendio de frases hechas, lugares comunes y nostalgias de un tiempo de amor incondicional y felicidad, yo me quedo sin palabras. Qué pasaría, pienso, si me lanzara y dejase en la red una imagen materna cicatera en abrazos y palabras amorosas, severa, exigente, impaciente y sin capacidad para escuchar las necesidades psicológicas y afectivas de sus hijos. Un ser incapaz de ofrecer consuelo, y alivio cuando una pena te deja con el ánimo echo pedazos.     

La buena letra. Una memoria que estremece

Un crítico muy conocido ha usado un adjetivo que explica bastante bien la emoción que provoca esta película: perturbado. A mi no se me ocurre otro más sencillo que tristeza. Una historia tristísima sobre las consecuencias de la Guerra Civil en un pueblo valenciano. La memoria emocional, las cosas que ocurrían en el día a día de las familias trabajadoras, el hambre, el ahorro de luz, la olla con su chuf chuf, cociendo para poder comer un plato caliente con poquísimos ingredientes, el uso de cáscaras de naranja para poder hacer una tortilla, sin huevo, el miedo a las palabras. Hasta los olores domésticos tan presentes en nuestra memoria cuando ha pasado el tiempo, parecen tener un protagonismo invisible. Es lo cotidiano, lo que en cada casa sucedía sin que nadie se quejara excesivamente.

Personajes hermosos, especialmente la protagonista, esa Ana silenciosa, sacrificada, cosiendo muchas horas, arreglando piezas de ropa a la luz de las velas, único trabajo para una mujer que tenía que cuidar de su familia, guardando secretos para para no provocar dolor innecesario, consciente de sus renuncias, aunque en su interior estaba claro que bullía una pequeña esperanza...Quizás algún día podría viajar con su marido a París. Loreto Mauleón interpreta a esta mujer de forma extraordinaria.

No era la única que renunciaba, que se sacrificaba. Su marido, un hombre bueno que al final de la guerra ha conseguido que lo contraten en una empresa, a pesar de haberse señalado como cercano a la República, o al menos es lo que intuimos, porque hay muchos vacíos en esta obra, que tienes que imaginar. Tomás y Ana se quieren, pero una vida tan prosaica, tan al límite, no da lugar a gestos íntimos de cariño. Quizás lo único que se permite la directora es la escena del baile del matrimonio, en el que Ana lleva la voz cantante y ese hermosísimo abrazo, regalo a su marido, doblemente herido y callado. Secuencia que me ha impactado sobremanera, quizás porque he vivido algún momento parecido.

El amor se expresa de otro modo, cuando todo es tan extremo, cuando el hambre y la necesidad están en el centro de la vida. Ayudando a los más débiles, a ese hermano que se esconde tras su mala suerte, y en el fondo sólo busca algo mejor que pasarse los días con el único placer del aroma del puchero. Los ideales han muerto y al final acaba aliándose con los ganadores.

La lección está clara. No parece haber recompensa a tanto sacrificio y bondad. Sin embargo, Ana ya ha dejado su huella en la niña que le prepara el desayuno, cuando ella se ha quedado sin fuerzas. Así es como se hereda la ética del cuidado.

Lo dicho. Cuando se enciende la luz, lo que queda es tristeza, pero vale la pena verla. Una obra de arte, bella y profunda, dirigida por una mujer. CELIA RICO. Y se nota.

martes, abril 1

LIBROS QUE DEJAN HUELLA

 

            (...)¿De qué sirve un libro que no nos lleva más allá de los libros...?

(El día que Nietzsche lloró)

Es curioso. De pronto vuelve a mi memoria una experiencia vivida hace ya unos años, concretamente en el 1996...¡Cielo santo, cuanto tiempo..! Una lectura de esas que va pasando de mano en mano entre amigas. Y es que algunos libros nos dejan una huella y una sabiduría... Como ocurrió con "El lector", que con el paso de los años lo encontré en el cine, resulta que otro de mis grandes hallazgos "El día que Nietzsche lloró" se ha convertido en película. De pronto lo encontré en el Video Club donde los fines de semana busco algo interesante para no tener que ir a esas horrorosas salas de las grandes superficies.

Se trata de una obra que más que por su valor puramente literario, puede interesar a algunas personas por los temas que plantea; por su contenido filosófico y psicológico, ya que su autor Irvin D.Yalom, psicólogo clínico, nos retrata un ambiente y unos personajes que coincidieron en una misma época en centro Europa: J. Breur, un médico, maestro de Sigmund Freud, Nietzsche, y Lou A. Salomé, una intelectual de la época, amante del filósofo.  

La trama se desarrolla en la ciudad de Viena, en diciembre de 1882. La joven y deslumbrante Lou Salomé concierta una misteriosa cita con Josef Breuer, célebre médico vienés, con el objeto de salvar la vida de un tal Friedrich Nietzsche, un atormentado filósofo alemán, casi desconocido en ese momento, pero de brillante porvenir, que manifiesta tendencias suicidas. Salomé propone a Breur que acepte a Nietzsche como paciente, pero la excusa es curarle de unas migrañas que padecía y que le hacían sufrir muchísimo, ya que el filósofo no aceptaría de ninguna manera que alguien quisiera hurgar en sus sentimientos, ni estaba dispuesto a aceptar públicamente sus problemas más íntimos.

Nietzsche era un hombre atormentado y con graves dificultades para conectar con los demás; para establecer vínculos duraderos de afecto, y mucho menos amorosos. En definitiva: un hombre solo cuya pasión estaba dirigida al desarrollo de su pensamiento, a la divulgación de sus ideas sobre la muerte de Dios, sobre el "eterno retorno" sobre la necesidad de superar la moral tradicional y la búsqueda de ese "súper hombre" que, según algunos estudiosos, es ni más ni menos que la persona liberada de la esclavitud de una moral que nos impide vivir de acuerdo con nuestros anhelos y deseos más íntimos. Porque ése y no otro era el principal problema del Dr. Breuer: un hombre que ha triunfado y ha cumplido las expectativas de su familia. Tiene un matrimonio convencional, que le procura una vida relajada y cómoda, pero desprovisto de pasión y de interés. El hombre no había reparado en ello, pero en el contacto con Nietzsche, advierte que su vida es anodina, que está en la mitad del camino y no ha vivido más que para satisfacer las expectativas de los demás. Por el contrario, el filósofo, vive una soledad casi absoluta. Carece de familia y de vínculos amorosos y acaba de pasar por una gran decepción: Lou A. Salomé, de la que se ha enamorado perdidamente, ha rechazado su propuesta de matrimonio. Ella, mujer rica y libre, (no podía ser de otro modo en esa época) no desea estar sujeta a nadie, aunque admire profundamente al profesor Nietzsche.  

En el proceso terapéutico que emprenden ambos, una especie de intercambio ficticio, en el que, teóricamente, el médico se pone en manos del paciente, para realizar lo que entonces llaman "La cura por la palabra", (posteriormente Psicoanálisis) Nietzsche se descubre a sí mismo como un hombre vulnerable y necesitado de afecto; de eso que necesitamos todos: un centro, un núcleo que nos proteja y nos estructure como personas. "Hay momentos en que es preciso estar atento y sospechar, pero hay otros en los que uno tiene que bajar la guardia y permitir el contacto de otra persona" Es así como se le dirige el doctor Breuer, que está haciendo lo posible por romper la barrera que el pensador había puesto entre él y el mundo. El núcleo central de la novela es éste, por lo que aquellos que quieran profundizar en otros aspectos de la obra de Nietzsche, sobre la discusión clásica de su antisemitismo, racismo, etc. no encontrarán nada en sus páginas. Como digo, se trata de un ejercicio de reflexión psicológica y filosófica, para aficionados a comerse el "coco". Un valor importante del libro es que es capaz de pasar a un lenguaje literario relativamente asequible, ideas muy abstractas que para nosotros, los ciudadanos de a pie, no demasiado entendidos en filosofía o psicología, nos permite acercarnos a ese mundo. Pero lo mejor es que consigue conectar las ideas con la vida, con lo que a cada cual nos pasa o nos puede pasar; con el sufrimiento humano. Seguramente ese era el objetivo de su autor: poder ayudar a muchas personas, a través de un relato que tiene algo de real y mucho de ficción.

La novela tiene la virtud de provocar en el lector el mismo sentimiento de los protagonistas. Así, cuando, al final de la terapia, Nietzsche rompe a llorar y confiesa sus debilidades y sus anhelos no cumplidos al médico, todos somos Nietzsche. Y es que, como digo, el autor nos dice tantas cosas sobre nosotros mismos... Hace pensar en nuestra infelicidad, en nuestro descontento con lo que somos y hacemos. Breuer, inconscientemente, envidiaba la libertad de Nietzsche, y éste, también en lo más profundo de su alma, la felicidad hogareña de Breuer. Ambos en su mundo consciente parecían personas brillantes, sin fisuras, casi de una pieza; pero cuando empezaron a limpiar la chimenea (así le llamaban ellos al método) aparecieron sus frustraciones, sus sueños, que ni se atrevían a expresar para sí mismos, las bajas pasiones escondidas debajo de la alfombra... Vaya, algo que a cualquiera de nosotros le podría ocurrir. No me resisto a transcribir un párrafo sobre el matrimonio, algo para reflexionar en solitario o en compañía... y dejo abiertas las puertas de esta novela para quien quiera acercarse a su propio mundo interno, a través de esta curiosa terapia entre un filósofo y un psicólogo.

"Para poder tener una relación con otra persona, uno debe tener una relación consigo mismo. Si no somos capaces de abrazar nuestra propia soledad, utilizaremos al otro como escudo(...) Sólo cuando es posible vivir como el águila, sin público, se puede amar a otra persona; sólo entonces puede importarle a uno que la otra persona crezca"

FICHA DEL LIBRO: AUTOR: Irvin D. YALOM TÍTULO: El día que Nietzsche Lloró Emecé Editores (varias ediciones)

lunes, marzo 10

El 47

 


Casa en LLamas

 Dani de la Orden (42 segundos) no echa el freno. A la espera de que ATRESplayer lance su próxima serie A muerte, el director estrena este viernes 28 de junio Casa en llamas, una película llena de caras conocidas que quizá sea su mejor trabajo hasta la fecha.

Este largometraje es complicado de catalogar por la mezcla de géneros que conviven en él y en función a quien le preguntes te dirá que es una comedia o una película dramática, pero lo más probable es que también te cuente que le ha gustado, porque ante todo es una historia notable.

Casa en llamas narra el encuentro de una familia en la casa de Cadaqués que la madre tiene intención de vender. Ella, su exmarido y sus dos hijos adultos (al menos fisicamente, quizá no tanto en lo emocional) van allí acompañados para guardar las cosas en cajas, pasar tiempo juntos y reencontrarse. 

Casa en llamas

Montse es quien impulsa este encuentro en el que tiene grandes esperanzas de pasarlo bien, que sean unos días especiales. El personaje interpretado por Emma Vilarasau es el centro de la película, aunque todos cuentan con su propia trama que se desarrolla regalando una mirada amplia de los conflictos personales y familiares.

Alberto San Juan tiene el personaje de exmarido que se presenta allí sin ser llamado, con sus propias intenciones y una pareja desconocida para el resto, que además fue su psicóloga. Los dos hijos están interpretados por Maria Rodríguez Soto, madre frustrada en un matrimonio insatisfactorio, y Enric Auquer (El maestro que prometió el mar), eterno Peter Pan que va con su última pareja, Macarena García.

Tal como se puede ver, el reparto está lleno de intérpretes de calidad que además vuelan a gran nivel en la historia de la familia, que se comunica entre ellos en catalán: casi todos los diálogos son en este idioma.

Como es de esperar en un guion que bien podría ser teatral, las intenciones se tuercen desde el primer momento y no dejan de hacerlo durante los 105 minutos que dura, con sus giros cómicos y dramáticos. 

Lo teatral del espacio también se puede aplicar al sólido trabajo de Eduard Sola con el texto que suma subtramas, gags y revelaciones con buen dominio del tiempo y sin caer en la fórmula fácil del flashback. Todo se explica con naturalidad y cada detalle tiene su porqué.

Quizá confunda a algunos espectadores la concatenación de momentos cómicos con otros personales que hablan de dramas vitales tan comunes como la incomunicación y el síndrome del nido vacío. Seguramente habrá quien eche en falta una mayor apuesta en una dirección u otra, algo totalmente entendible.

En mi caso me ha resultado interesante el equilibrio que se sustenta en los ágiles diálogos y el reparto. Es cierto que algunos momentos parecen haber sido eliminados en la sala de montaje, pero al finalizar la Casa en llamas las sensaciones han sido positivas.

Uno ya piensa en los próximos premios Goya y aquí se pueden encontrar posibles nominaciones. Sin ser una gran película tal como se entiende hoy día, donde prima la larga extensión y se evita la comedia, en mi opinión estamos ante una obra notable para todos los públicos que no decepcionará. Algo nada fácil de conseguir.