martes, diciembre 17

El poder evocador de la música

¿Quién me iba a decir a mí que después de tantos años iba a emocionarme con una canción de Raphael? Confieso que era mi ídolo cuando apenas tenía quince años.  En esa época claro que me gustaban Los Beatles, Los Salvajes, Los Brincos… Me volvía loca bailando un twist o el Black is black de Los Bravos y no me dolían prendas si tenía que arrancarme a cantar una copla.

Vaya, que siempre he sido una ecléctica en lo de la música. Aún guardo varias postales, algunas como la preciosa foto en blanco y negro firmada por Karina, que no debía de tener más de 18 años y también escribí una vez al Dúo Dinámico pidiéndoles una foto firmada. Aún recuerdo la dirección de Barcelona: Rosellón, 402. Era un poco peliculera. Tenía ese espíritu de las fans que ahora critico, capaces de hacer cualquier cosa por ver a sus ídolos. Una vez me pasé la tarde entera en los estudios de Televisión de Hospitalet, con la baba caída, mientras veía a los Brincos grabar un programa. ¡Ay, la adolescencia! Quizás era en lo único que me atrevía a hacer pequeñas locuras, porque en lo demás, con la madre tan severa que tenía, ni se me ocurría. Ni minifalda, ni cigarro, ni chicos, y mucho menos protestar por las tareas domésticas.  Además, mi vida era más parecida a la de una adulta que a la de una niña que aún no sabe dónde situarse.

lunes, diciembre 16

Una clase de Pilates

Un día más entro en el vestuario. El frío se hace esperar, aunque falta nada para que empiece el invierno. Me coloco dos calcetines… bueno, quiero decir, uno encima del otro, porque dos calcetines es normal que nos pongamos todos; aunque mi hijo Pablo, por ejemplo, se los suele poner de colores diferentes. Pero vaya, es que él está un poco loco.

viernes, diciembre 13

Almendrados caseros de Bedmar

Ingredientes (salen 30)

500 gramos de almendra pelada, cruda y picada.
2 huevos.
225 de azúcar (normal y un poco glas para la cobertura).

Paso 1: 
En un recipiente se echa la almendra, los huevos y el azúcar y se amasa todo muy bien hasta conseguir una pasta melosa y consistente.
Paso 2:
Formar unas pequeñas montañitas en forma de bolitas sin aplastarlas e ir poniéndolas en las bandejas de horno guardando distancia unas de otras pues luego se dilataran al cocerse.
Paso 3:
Ya solo nos queda meterlas al horno aproximadamente 15 minutos vigilando que no se quemen y listas para degustar.
Una vez terminadas solo nos queda espolvorearlos de azúcar glass y listos para disfrutar.