sábado, enero 26

El llano de mi infancia




 El llano de mi infancia envejece sin piedad,
casas humildes y humildes ventanas,
historias muertas entre sus paredes,
puertas cerradas a cal y canto,
desconchones, grietas, como cicatrices
que el tiempo profundiza sin remedio.

¿Dónde fueron las risas inocentes?
¿Qué fue del incansable juego de las niñas,
las viejas, con su labor, al calor del sol,
el eco de las tertulias en las noches de verano,
los gritos de las madres, llamando para la cena?

Queda esta imagen en sepia,
que recuerda un mundo desaparecido,
y la nostalgia que, a veces, me invade,
hasta hacerme esbozar poemas,
que son sólo el llanto de la niña que llevo dentro.

viernes, enero 18

Necesito poco y lo poco que necesito, lo necesito poco



Ratifico totalmente estas palabras, pronunciadas por Angeles Caso y publicadas en "La Vanguardia". El texto me ha llegado a través de mi amiga Pilar. Gracias Pilar. Ha sido una suerte encontrarnos. 

"Será  porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente  estas Navidades a enfermedades  gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada  material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y  cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas  de mi existencia, he  vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como  para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún  bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado  llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la  sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de  qué va esto llamado vida.
Una imagen vale más que mil palabras. La belleza de Ángeles le llega de dentro
Casi  nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni  el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con  dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual  que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno.  Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos  que aspiran a reposar  en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias,  sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una  partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que  ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y  palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres  esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.  
Rechazo  el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y  se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su  derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos.  Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las  huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A  los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen  pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en  lugar de sentir, pensar y ser.  
Y  ahora, ahora, en  este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos.  Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la  cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado  de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la  noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo  demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi  conciencia esté tranquila.
También  quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que  pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno.  Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los  que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado.  No estar jamás de vuelta de nada. Seguir  llorando cada vez que algo lo merezca,  pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y  que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen  que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso.  Casi nada o todo"

martes, enero 15

El niño que leía para sobrevivir


La novela es la segunda de la serie Episodios de una guerra interminable que la escritora madrileña empezó con Inés y la alegría. Una obra que habla de la resistencia y de aquellos españoles que nunca se sintieron vencidos y que incluso perdieron aunque estuvieran en el lado ganador. Después de Inés y la alegría, que no logró engancharme, me he acercado a esta novela por pura curiosidad, ya que los hechos se desarrollan en la provincia de Jaén y son para mí muy desconocidos. Almudena ha explicado muchas veces que se interesó por la historia en contacto directo con uno de sus protagonistas: el niño ya adulto, que, de forma casual, se la explicó hace muy poco tiempo. 

El muchacho de la fila de atrás



La foto le llegó como por casualidad. En un primer momento ni se fijó en los rostros de los muchachos; había pasado mucho tiempo y la mayoría de ellos no significaban nada para ella. Luego, en una segunda mirada llamó la atención ese muchacho delgado, con cara de niño, cabello ensortijado y despeinado, un jersey de lana, hecho a mano, con cuello alto,  algo gastado y demasiado corto; como si lo hubiera heredado de su hermano mayor. Lleva una especie de bolso colgada en el hombro; parece una capacha de esparto, o quizás una de esas damajuanas que se cubrían con pleita. Mira a la cámara, con la cabeza alta, algo artificial en su pose. No hay duda: es él. Aquel chiquillo que, siendo todavía muy niña, llamaba su atención. 
 Era guapo, diferente a los que pasaban cada día por delante de su casa, muy temprano, porque con sólo trece o catorce años ya trabajaba en el campo. Le gustaba… claro que le gustaba porque había en él algo que lo diferenciaba del resto de sus vecinos, generalmente más rústicos y con rostros sin ningún tipo de atractivo.

domingo, enero 13

SILVIA PEREZ CRUZ

Una de esas coincidencias: el periodista llega a la cita con Silvia Pérez Cruz tras realizar una entrevista a Santiago Auserón. El ex Radio Futura comparte dos observaciones sobre la cantante: “Es música de los píes a la cabeza, me asombró cuando asistí a un seminario que dio sobre voz y piano”. Ella niega la mayor: “En realidad, él debería haber sido el profesor. Cuando hablaba nos dejaba a todos maravillados”.  
La belleza natural de Silvia
 Al leer este artículo sobre Silvia Pérez Cruz, he pensado que no hacía falta que yo escribiera nada sobre ella. Realmente la conozco poco, porque hace unos meses que la escuché por vez primera y me dejó helada. Enamora su voz y su imagen, ¿no os parece?  



domingo, enero 6

Depardieu: Ruso por interés

Ya está, lo he decidido. Él se borra de ser francés y se vende al mejor postor, ¡horror de los horrores... Rusia! La tierra de los mafiosos de la modernidad. Pues vale, yo puedo prometer y prometo que no volveré a ver ninguna película en la que trabaje él: Gerard Depardieu.
Lástima, porque me encanta esa energía que desprende; esa sencillez y naturalidad. Incluso le perdonaba, hasta ahora, que se haya puesto como un cerdo a punto de ser sacrificado, pero se acabó. No soporto a los individuos que son capaces de cualquier cosa con tal de escapar de sus obligaciones como ciudadano, sobre todo cuando el dinero se les sale de los bolsillos. Sería más comprensiva si el susodicho fuera un asalariado de esos que no consiguen tener un contrato más o menos seguro, ni soñando. Pero, ¿dónde se ha visto que alguien que gana millones por interpretar un papel en una película, se niegue a contribuir con sus recursos a que las arcas del Estado puedan seguir sufragando una  educación de calidad, un sistema sanitario para todos, o unos servicios sociales,  cuando la gente de a pie; esa que no tiene tanta suerte como él, los necesitan. Pues eso, que si él es una especie de objetor fiscal en Francia, yo soy una objetora de cualquier cosa que,  a partir de ahora lleve su nombre. Y espero que los franceses decentes lo declaren algo así como ciudadano indeseable, si es que existe ese título, y si no existe, que lo inventen.

Las abarcas desiertas



                                                                            Miguel Hernandez
                                                                Hijo de la Luz y de la Sombra


Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

miércoles, enero 2

"Lo que pensamos varía nuestra biología"


Me enseñaron que los genes controlan la vida, que en ellos se inscriben todas nuestras capacidades y características, pero es falso.

¿Del todo?
No somos víctimas de nuestra genética, en realidad es el ADN el que está controlado por el medio externo celular.

¿Qué significa eso?
La célula es la vida. Hablar de una célula es como hablar de una persona. Nosotros recibimos la información a través de los cinco sentidos y las células reciben las señales del entorno a través de los receptores que captan la información. El ADN es controlado por señales que vienen desde fuera de la célula, incluyendo mensajes energéticos de nuestros propios pensamientos, tanto los positivos como los negativos.

¿Somos lo que vivimos y pensamos?
Sí, y cambiar nuestra manera de vivir y de percibir el mundo es cambiar nuestra biología. Los estudios que empecé hace cuarenta años demuestran que las células cambian en función del entorno, es lo que llamamos epigenética. Epi significa por encima de la genética, más allá de ella.

¿Y?
Según el entorno y como tú respondes al mundo, un gen puede crear 30.000 diferentes variaciones. Menos del 10% del cáncer es heredado, es el estilo de vida lo que determina la genética.

martes, enero 1

Patatas rellenas de paté de Foie



INGREDIENTES:


Dos patatas medianas por cada comensal

Paté de foie para el relleno (se pueden mezclar distintos tipos de paté)

Sal

Queso de gratinar

Mantequilla

PREPARACIÓN

Se pelan las patatas, se lavan y se cortan por la mitad. Se vacían y se dejan huecas para poner el relleno. La parte de la patata que se quita, se hierve y se hace un puré para mezclar con  el paté.  Se mezcla todo y se hace una pasta. Se rellenan las patatas y se tapan con un sombrerito de los trozos que hemos ido quitando. Una vez cubiertas con el sombrerito, se envuelven en papel de plata y se ponen en una bandeja al horno a media temperatura, para que se vayan cociendo poco a poco.   Cuando veamos que ha pasado un tiempo prudencial (una media hora o 45 minutos , según el grosor de la patata) se abre una de ellas y vemos si está blanda. Una vez acabada la cocción, se le quita el papel plata a las patatas y se cubren con  queso de gratinar y un poquito de mantequilla.  Se gratinan hasta que queden doraditas.  Y  a la mesa.