domingo, enero 13

Una de esas coincidencias: el periodista llega a la cita con Silvia Pérez Cruz tras realizar una entrevista a Santiago Auserón. El ex Radio Futura comparte dos observaciones sobre la cantante: “Es música de los píes a la cabeza, me asombró cuando asistí a un seminario que dio sobre voz y piano”. Ella niega la mayor: “En realidad, él debería haber sido el profesor. Cuando hablaba nos dejaba a todos maravillados”.  
La belleza natural de Silvia
 Al leer este artículo sobre Silvia Pérez Cruz, he pensado que no hacía falta que yo escribiera nada sobre ella. Realmente la conozco poco, porque hace unos meses que la escuché por vez primera y me dejó helada. Enamora su voz y su imagen, ¿no os parece?  



Y la segunda pincelada de Auserón: “Cuidado, suena tan hermosa que cuesta no enamorarse”. Debe de ser cierto: no dejan de escucharse alabanzas sobre esta criatura nacida en Calella de Palafrugell (Girona) en 1983. Los superlativos vienen desde el jazz, el flamenco, el cine (canta en Blancanieves), incluso del otro lado del Atlántico. Ella abre mucho los ojos: “Todavía me siento como una obra inacabada. Sigo buscando estilos y personas que me acompañen en esta aventura”.
Se ha exagerado tanto, explica. Nos hemos tragado la leyenda de la niña que cantaba habaneras por los bares de Palafrugell pero, puntualiza, “el especialista en habaneras era mi difunto padre, Cástor Pérez. Yo igual iba dos o tres veces al año a La Bella Lola y mi bandera era Alfonsina y el mar, de Mercedes Sosa”. Un poco fuerte, ¿no? El drama de una poetisa que se suicida. “Crecí en un ambiente donde se nos trataba como adultos. Mi madre daba clases de expresión artística e insistía que debíamos ser auténticos en todo lo que hacíamos”.
Terminó dominando tantos registros que despistaba a los oyentes. “Cuando formaba parte de Las Migas, muchos me creían andaluza o portuguesa. Hubo temporadas en que me sentía incapaz de cantar en catalán hasta que volví a pillarle el tranquillo, a través del portugués. Tuve una experiencia bellísima en Brasil, actuando en pueblos del interior”.
Su socio actual, como productor y músico acompañante, es Raúl Fernández, alias Refree. “Cuando nos conocimos, me dijo, muy serio, que no quería volver a trabajar conmigo, que era demasiado académica”. Ella se había graduado de la Escuela Superior de Música de Cataluña tras unos exámenes inolvidables: “Estaba embarazada de ocho meses, a punto de parir".
Se descubrió omnívora. “El flamenco me llega al estómago, saca mi parte más animal. El jazz me enseñó a improvisar, a reaccionar en una décima de segundo. Cantar boleros con el grupo de Javier Colina fue todo un máster, siento debilidad por las canciones más tristes. Me encantó acompañar a bailarines tan vanguardistas como Israel Galván”. Hoy, durante una sesión fotográfica, ha escuchado que se parece a otra Cruz (Penélope) y que, además, la cámara la quiere.
Desconcierta una trayectoria tan zigzagueante, reconoce. “He oído mil veces lo de ‘debes centrarte, Silvia’. Pero estoy ampliando mi vocabulario y lo único importante es que el relato final, sobre el escenario, resulte coherente”. Vive para el directo, le cuesta hablar de discos y categorías. “Mi cultura musical es instintiva, no erudita. Puedo jurarte que sí, que Caetano Veloso es un gran artista… e igual solo he escuchado un disco suyo, en casa de alguien. Por eso me cuesta entenderme con los periodistas musicales”. Ah.
El próximo martes, Universal publica la edición ampliada de su debut como solista, 11 de noviembre, que ahora suma un DVD grabado a trío, con Mario Mas y Refree. Dos días después aparece en el Festival de Jazz de Madrid. Fiel a su espíritu iconoclasta, también ha invitado a un grupo tan poco jazzístico como Coetus, colectivo de canto y percusión animado por amigos tipo Eliseo Parra: “Con ellos, siempre se monta la fiesta”. La película del Price, añade, va a tener un final feliz"
El Pais. Madrid 1 NOV 2012

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