miércoles, julio 30

Quien sabe donde está la felicidad

 A veces las casualidades nos ayudan a encontrar, entre tanto bodrio, una buena película. Esta vez ha sido una de esas que te hacen reconciliarte con la vida y con la bondad de las personas. "Lunnana, un yak en la escuela" es una historia tan hermosa que no querrías que acabase. Según parece, (yo no tenía ni idea) hay un país en la zona del Himalaya, cuyos gobernantes dicen buscar la felicidad de sus gentes y para ello se esfuerzan en tener maestros incluso en lugares muy muy remotos, donde nadir quiere ir. Pues sí, Lunana existe. Allí transcurre esta preciosa historia. Un pequeño pueblo y un distrito en Bután. Lunana es conocido por ser una de las comunidades más aisladas y remotas del mundo, situada a gran altura y de difícil acceso. La película está ambientada y filmada en este lugar, mostrando la vida de sus habitantes y su entorno único. Un maestro llega a la comunidad y llega por pura obligación, ya que el gobierno lo envía allí a terminar sus prácticas.


De hecho, él debe devolver a su gobierno lo que el gobierno a hecho por él, es decir, pagarle los estudios para poder dedicarse a enseñar. Pero el, joven influido por los medios de comunicación y las redes, está empeñado en ser cantante y marcharse a Australia, donde espera ser más feliz que en ese pequeño país al que considera atrasado y pobre. Finalmente, no le queda otro remedio que marcharse y pagar la deuda que tiene contraída con el reino de Butan. Llegar a Lunana requiere una caminata de ocho días desde la localidad más cercana, sin acceso a carreteras. El muchacho lo pasa fatal en el viaje y está a punto de volverse. Finalmente llega al pueblo de Lunana, donde lo reciben con los brazos abiertos y con la ilusión de poder contar por fin con un maestro. Los primeros días son tremendos. La película muestra cómo los habitantes de Lunana viven sin electricidad, utilizando la luz solar para recargar baterías y con un estilo de vida tradicional. La escuela no tenía materiales, ni condiciones que para un joven como él, que viene de la ciudad, resultan imprescindibles. Sin embargo, la alegría y la capacidad de los niños para implicarse en las clases, la creatividad y la ayuda del pueblo, va creando un ambiente de colaboración que transforma su decepción en esperanza. En realidad, lo que nos muestra la historia es que si alguien tenía que aprender era el maestro. Y así fue. Las enseñanzas que sacó de su corta estancia en Lunana, y los vínculos de afecto con los niños y los vecinos, resultaron eficaces para replantearse si su objetivo en la vida era el que había pensado antes de esa experiencia, o quizás tenía que cambiar y aceptar que la felicidad está en otro lugar y con otros valores. La película "Lunana: A Yak in the Classroom" fue nominada al Oscar a Mejor Película Internacional, destacando la belleza y singularidad de la región. Buscadla en la plataforma AMAZON PRIME.

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