Confieso mi recelo inicial ante
el estrépito montado en torno a una obra tan delicada, inquietante y silenciosa
como Mal de piedras, y no he podido evitar compararlo
con la relativa indiferencia con que ha sido acogida la primera novela de la
española Cristina Grande Naturaleza infiel, con la que comparte
planteamientos en torno a un grupo familiar, sensibilidad, percepción
psicológica y finura estilística. Ambas novelas nos seducen desde la primera
página.
Uno de los aciertos de Agus ha sido elegir a una narradora joven que
narra hechos que no necesariamente ha vivido y que por lo tanto puede contar
con cierto distanciamiento sin dejar de identificarse. De ahí la sutileza en la
estructura, en las relaciones psicológicas y en la voces sin estridencias, a
pesar de que la novela gira en torno a algo tan escurridizo y “pasado de moda”
como la felicidad, el amor y la locura.