martes, febrero 14

La presencia de la radio en mi vida

Me entero de que hoy, día 13 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Radio. ¡Vaya por Dios! Pues mira por dónde es una celebración que me llena de nostalgia y de alegría al mismo tiempo. Casualmente, escucho una noticia curiosa: el sábado pasado murió Juan Soto Viñolo. Y dirán ustedes, ¿quién es ese señor? Pues nada más y nada menos que la propia Elena Francis. Una señora que durante muchos años adoctrinó a las jóvenes y amas de casa españolas sobre la mejor forma de sobrellevar el peso de un matrimonio desgraciado, aconsejando mucha paciencia y amor desinteresado.  Soto fue el autor de todos los textos de un programa dedicado al público femenino con consejos sentimentales, domésticos y de belleza. Primero, desde Radio Barcelona y, después, desde Radio Peninsular y Radio Intercontinental se convirtió en un fenómeno sociológico en la España del franquismo. O sea que, detrás de doña Elena, estaba este periodista. Y las pobres mujeres pensando que era una bondadosa señora las que, llena de empatía y comprensión, les daba los mejores consejos para conseguir una vida feliz.  
Luis del Olmo al inicio de su carrera
En fin, pensamos que los medios de comunicación actuales son un camelo, pero este es el ejemplo más claro de que eso no es nuevo.  Como muchos de ustedes saben, hay en mí una especie de abuela cebolleta, que suele rescatar del pasado historias, personajes y costumbres olvidadas. No lo puedo evitar. Y además, ¿por qué no decirlo? Siento que hay que hacerlo, que es importante saber de dónde venimos, que hay demasiado olvido en este mundo tan vertiginoso y globalizado. No es nostalgia de un tiempo mejor, no. Es necesidad de revisar una época, aunque sólo sea por tomar conciencia del camino recorrido.
Una Mercedes Milá casi adolescente
Lo confieso: he escuchado a Elena Francis, así que sé de lo que hablo cuando digo que domesticaba a las mujeres. Yo era una joven madre que pasaba muchas horas en casa y que se valía de la radio como una ventana abierta al mundo. No había televisión más que en horario de tarde-noche, así que, mientras hacía las tareas domésticas y cuidaba de mi hijo, me sentía acompañada por el sonido de las distintas voces de la época. Una de las más relevantes en ese momento fue la de Luis del Olmo (1973-76) Puedo asegurar que en aquel desierto cultural, el programa que hacía esta gran periodista desde Barcelona, ciudad donde yo vivía, era una universidad. Todavía no habían empezado las tertulias en las que unos cuantos "enteraillos" se pelean y no llegan a nada. Mucha gente no sabe que Mercedes Milá empezó su carrera profesional en el programa de Luis del Olmo. Era una auténtica reportera, aguda, arriesgada, comprometida, que se metía en todos los “fregaos” que os podáis imaginar. A su lado Mercè Remolí, otra gran periodista, algo menos agresiva, pero igualmente seria. Ambas no tenían más de 23 años, igual que yo. Los temas que se trataban eran los que interesaban a la gente de la ciudad. Salían por los barrios, se iban a las asociaciones de vecinos, se colaban en las manifestaciones... Recuerdo haber seguido en directo el asalto al Banco Central de la plaza de Cataluña. Aquella radio era pura vida. Y allí estaba yo, con los oídos bien abiertos.   
Vaya, que lo de Elena Francis era para mí una especie de “pecadillo venial” que me servía para darme cuenta de cómo estaba el mundo, el otro mundo; el de tantas y tantas mujeres de pequeños pueblos, todavía influidas por el Catolicismo más rancio. Era el momento del cambio en este país, donde convivían las cadenas de un tiempo oscuro, con nuevos aires, provenientes, sobre todo, de las zonas urbanas.
Alfonso Eduardo  Pérez Orozco

Ahora vienen a mi memoria las tardes culturales de Radio Nacional. En plena Transición, una renovación de la emisora.Estudio 15-18”, cuyos presentadores fueron Alfonso Eduardo Pérez Orozco, un periodista sevillano cultísimo. A su lado, Marisol del Valle, (tía abuela de la actual reina de España) y Jesús Quintero, que todavía no era “El loco de la Colina”. Con ellos aprendí muchísimo de cine, de literatura, de buena música y escuché grandes entrevistas a personajes que tenían mucho que decir y que yo desconocía. Fue como mi preparación para el acceso de la Universidad, una gran escuela también de conciencia social, en esa etapa en la que el Franquismo daba sus últimos coletazos y ya se podía hablar de ciertas cosas, prohibidas unos años antes.
Luego, poco tiempo después, criando a mi segundo hijo, tuve parecida experiencia. Esta vez fue una emisora en la que se habían colado los periodistas jóvenes y más políticamente incorrectos: Manolo Ferreras, un jovencísimo Javier Pérez Royo, o Gloria Berrocal, nombres que ya nadie recordará, pero que han sido grandísimos comunicadores comprometidos con la cultura. Radio 3 era la emisora alternativa en los años 80, con un espíritu cercano a la “Movida”. El nombre del programa: La Barraca, una referencia histórica que muchos pueden recordar, con García Lorca como protagonista. Mucho texto, mucha literatura, mucha crítica y locura. Para esto ya andaba yo preparada. Tenía 32 años, dos hijos y había pasado por la Universidad. A través de las ondas conocí a mi mejor amiga y me empapé de un mundo del que estaba alejada y que me llegó también con la revista Triunfo, otro de los medios de comunicación que sirvieron de escuela de conciencia a miles de personas. 
Manolo Ferreras y, Javier Pérez Royo en La Barraca
Esto ha sido para mí la radio en un tiempo en el que enchufaba la tele sólo para ver con mis niños Los payasos, Heidi, Marco y Pipi Calzaslargas y, cómo no, para disfrutar del mejor programa que haya tenido la segunda cadena: La Clave, con Balbín al frente. Conmemoremos, celebremos, recordemos una parte de nuestra pequeña historia de cada día. La evocación es un buen ejercicio para reconciliarnos con un tiempo en el que no todo era oscuro y “cutre”.    

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