lunes, diciembre 5

¿Ética de la convicción, o vocación de justicieros?

"Nuestras convicciones más arraigadas, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión" (Ortega y Gasset) 

Algunos acontecimientos últimos que han producido ríos de tinta y de palabras  me han hecho volver a temáticas muy sesudas que hacía tiempo no usaba en mis conversaciones cotidianas. Puedo parecer pedante y es lo que menos desearía, porque, francamente, dejé la tarima de las clases de Ética hace ya algunos años, aunque eso sí, durante el tiempo que me dediqué a formar a profesionales del Trabajo Social, aprendí muchísimo sobre esta disciplina, no sólo en su vertiente teórica, sino principalmente en lo que significaba para nuestra vida real.   
Francamente, me dan pánico las personas de una pieza; esas que se suponen a sí mismas puras y limpias, libres de cualquier fisura, Quizás un adolescente, o cuando aún somos jóvenes y no hemos tenido que pasar por dramas que nos han obligado a tomar decisiones, no siempre impecables moralmente, quizás entonces nos atrevemos a situarnos por encima de la mayoría y juzgar ciertas cosas de una manera absoluta: Esto está bien, esto está mal. Creo que a todos nos ha podido pasar en algún momento