viernes, enero 22

El amor y La chica Danesa

Desde que me senté en la butaca hasta que me levanté, no pude quitar mis ojos de la pantalla; casi no respiraba. Estaba delante de una hermosa historia de amor. Más allá de la temática central con la que se ha presentado la película, una historia de transexualidad, lo cierto es que lo que más me atrajo desde el primer momento fue la relación tan especial que había entre los protagonistas.
Einar Wegener, un artista danés nacido en 1882 y casado con la también artista, Gerda Wegener. Dos seres tan poco convencionales, que consiguen mantener vivo su profundo amor, a pesar de las circunstancias.
La trama es la siguiente: Por casualidad, la modelo que Gerda tenía contratada para sus cuadros, cancela la cita que tiene con ella y para finalizar su trabajo se le ocurre una pequeña trampa, que se convierte primero en un divertido juego, y finalmente en el despertar de la feminidad, que era su auténtica naturaleza y que Heinar no había descubierto hasta ese momento. No se trataba de ningún capricho, ni una necesidad de experimentar nuevas emociones o experiencias sexuales; no era eso. Heinar, de forma muy sutil, fue tomando conciencia de cuánto había en él de mujer y de la necesidad que tenía de que esa naturaleza se hiciera una realidad en la vida cotidiana y social.
La reacción de su esposa, no fue lo que se hubiera esperado para la época (años 20) Era tanto el amor que le profesaba, que lo único que se le ocurrió fue apoyar su necesidad de encontrar una respuesta a lo que estaba sintiendo. Y emprenden juntos un camino en el que el sufrimiento de ambos, lejos de separarlos, aún los acerca más. Buscan ayuda médica, que durante mucho tiempo no dio resultado, pues lo único que se sabía sobre el tema era que se trataba de una disfunción o perversión, que requería tratamiento psiquiátrico.
Gerda se resistía a perder a su compañero, su amigo, su amante; el hombre con el que había iniciado su vida amorosa y sexual desde que ambos eran estudiantes.

Eran cómplices en lo cotidiano, amaban el arte y mantenían la llama del amor a fuerza de imaginación y ganas de agradar al otro, o a la otra. Además, su visión del mundo era poco convencional. En cierto modo menospreciaban ese ambiente elegante y "chic" en el que se movían, pero tenían que sobrevivir, así que durante un tiempo jugaron con el equívoco. Una burla que acabó engulléndolos, volviéndose contra ellos. Porque Heinar, a medida que el espejo le devolvía la imagen de Lilí, una joven de rasgos angulosos, ojos grises, labios rojos y rostro barbilampiño y pecoso; cada vez que  cubría su cuerpo con ligeras y suaves telas, y adornaba su cabeza con hermosos sombreros, iba descubriendo su auténtica identidad. ¿Qué había en la leve sonrisa con la que el muchacho parecía tan satisfecho ante el espejo? ¿Miedo?, ¿sorpresa?, ¿alegría?, ¿sufimiento…? Imagino que una mezcla de todo ello, pero, muy a pesar suyo, ya que amaba profundamente a su esposa, necesitaba saber quién era realmente, qué tipo de persona había estado esperando durante años detrás de un cuerpo y un disfraz masculino.

En su determinación de ser quien era no estuvo solo. Y esa es la parte más hermosa de la historia, porque nos revela una clase de amor a la que no estamos acostumbrados en este mundo tan convencional y egoísta. Gerda sufre, especialmente porque no sabe cómo ayudarlo y no quiere forzarle a seguir con una vida fingida y sin sentido. Heinar le devuelve su generosidad con creces y accede a convertirse en su modelo: Lilí, con la que la pintora entra en el Olimpo de los artistas parisinos. Y mientras tanto van probando soluciones, acompañados del amigo de adolescencia que se compromete a ayudarles incondicionalmente en ese camino.
Quizás a los que nos consideramos “seres normales” nos resulte difícil comprender la decisión de Heinar; el empeño en ser una mujer en el amplio sentido de la palabra. A mí personalmente me ha pasado y quizás es la parte del film que me ha hecho soltar unas lágrimas, que estaban contenidas, pero que dejé brotar para quedarme en la gloria después de asistir a una de las más hermosas historias de amor del cine actual.
Me faltan calificativos para el actor y la actriz protagonistas. Él tiene un encanto irresistible en su imagen masculina que desborda sensibilidad y sensualidad. Ambos son maravillosos. Y no digamos del vestuario y la ambientación en general, Una obra de arte.

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