martes, febrero 22

Braguitas con dibujos

De vez en cuando me pierdo entre las carpetas y la historia y siempre aparecen viejas cartas, fotos con grietas en color sepia, cuando no estos primeros ensayos del hijo que quiso ser poeta, apenas cruzando el umbral de los veinte años. Me emociona y me produce nostalgia.

Que mis sueños no enfermen de amnesia,
que no olviden los rostros
que rebautizaron con motes
los sindicatos de la peonza.

Que no olvide
a la niña de las trenzas,
al empollón a quien rompimos sus juguetes,
a la vocación de las canicas,
a los bocadillos de choped,
al picar al bloque y bajar al parque
a pelarnos las rodillas.

Que no olvide
el vicio en chucherías,
las batallas de muñecos,
desear el escalestric,
la violencia de mentira,
los reyes magos rezando
para llegar a fin de mes
o a Santa Claus,
que después de una riña
marchó a por tabaco
y dejó a Juanito con media familia.

Que no olvide
las citas en la puerta del colegio
para pelearse con caricias,
las carreras a la heladería
¡el que llegue último marica!
El que te elijan primero en el equipo de las estrellas
del monumental estadio del recreo.

Que no olvide
el amor de conejo de la suerte,
el sexo inocente,
el tocar el culo a las niñas,
el mirar por debajo de la falda
para saber
que llevan dibujado
en el lienzo de sus braguitas.

Que no olvide,
todo aquello que me dictó seguir soñando,
aún ahora,
que las braguitas parecen cuadros vanguardistas.

                                      (Pau  1994)


Carne viva
Ojalá creyera en Dios.
Serían para él mis cartas
en víspera del cinco de enero...
Páginas y páginas de súplicas...
Por ello dejaría mi orgullo desecho en la tinta
y mi duda muerta en cualquier esquina.
Pediría que la tierra fuera plana
para que el sol diera día y luz,
a todos los desiertos,
a todos los prados,
y a todas las playas contaminadas.
Pediría fuertes corrientes de viento,
con sabor a eucaliptus y marihuana,
para acariciar la garganta áspera,
de aquellos a los que el miedo les ahogó las lágrimas.
Pediría agüita clara para regar la flor de la esperanza,
y que se vendiera a precio de beso.
Pediría fuego para reavivar la llama,
de los esclavos de la realidad y la rabia.
Pero no,
Perdí la fe en las cruces
y en las balas excusadas por paraísos y profetas.
Así que lo que pido,
se lo pido a la carne y a la tierra.
Reavivar la conciencia
una rama de olivo
y una palabra blanca.
                                            Pau

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