miércoles, noviembre 17

Antonia’s Line (GB-Holanda-Bélgica, 1995).

"Yo soy feminista, tanto por temperamento e intelecto, y mis películas están conformadas por mi visión de la vida." Esas son las palabras de la cineasta holandesa Marleen Gorris, quien escribió y dirigió la Línea de Antonia, ganadora del Oscar a la Mejor Película Extranjera en el año 1995”.

Cuando Antonia aparece en escena, acompañada por su joven hija, su presencia dice mucho sobre ella. Con el cuerpo erguido, la cabeza alta y pisando fuerte, parece que va diciendo: aquí me tenéis, no podréis conmigo.

A partir de ese momento se convierte en el personaje central de una especie de parábola sobre la vida y también sobre el poder de la naturaleza, frente a la cultura patriarcal. La película no es realista. Nos sorprende con una mezcla de fantasía, realismo mágico, surrealismo… Elementos que sirven a la directora para quitar hierro a una historia que, aunque dramática, nos hace sonreír en muchas ocasiones. Son esos toques, esos guiños de humor, los que convierten a la historia en algo diferente. Y es que la vida que nos presenta, en un pequeño pueblo holandés, nada tiene de bucólico. Al contrario, el mundo rural a mitad siglo pasado era algo así como un círculo consistente en nacer, trabajar, reproducirse y morir. Una vida primaria, casi animal,  en la que los machos sirven para montar a las hembras, con el propósito de que éstas traigan hijos para trabajar en la granja. Mano de obra que volverá a reproducir la vida, sin apenas cambio.
  
No hay duda, sin embargo, sobre el enfoque feminista que tiene la historia. Esos hombres-machos educados para trabajar la tierra y procrear, deben mantener su preponderancia en un sistema patriarcal,  y parece que no encuentran otra fórmula que la fuerza bruta, sobre todo con las mujeres vulnerables, como el caso de la muchacha discapacitada, salvajemente violada por su propio hermano.        
El mismo individuo no duda en hacer otro tanto con la joven Teresa, intelectualmente superdotada, a la que somete y humilla de ese modo. Se me ocurre comparar estos actos con la marca de un animal sobre su territorio. Son actos de violencia inaudita contra las mujeres, a las que, sin duda, considera “cosas”, objetos que están ahí para su propia satisfacción y servicio. Si además éstas ponen de manifiesto sus propias deficiencias y miserias, entonces su EGO reacciona y es capaz de las mayores infamias.   El resto de personajes masculinos son bastante irrelevantes, algo que la autora ha querido. Entre ellos destaca uno, cuyo papel resulta fundamental para impulsar a la inteligente Teresa hacia la búsqueda del conocimiento filosófico. Claro que como algunas críticas han señalado, Dedos Torcidos representa la oposición más clara al principio femenino de la película, encarnado en Antonia: que representa el amor y la aceptación de la vida.  Antonia puede disfrutar de la vida, porque ella no espera nada especial, no piensa en que haya  que buscar sentido.

Por el contrario, el hombre no encuentra otro escape al sin    sentido que la muerte, después de haberse muerto ya en vida, siempre escondido detrás de los cristales…¿cobardía, lucidez…? Quién sabe.  Pero, lejos de centrarse en la violencia,  o ese principio de muerte, encarnado en Dedos Torcidos,  la autora nos introduce en la historia de una saga de mujeres que han decidido apostar por la vida, pero no cualquier vida, sino la que ellas consideran digna.  Así, las raquíticas y anquilosadas normas morales de una pequeña comunidad, no logran poner freno a las decisiones vitales de Antonia, su hija, su nieta y finalmente la biznieta, narradora de la  historia.

Por el contrario, el hombre no encuentra otro escape al sin    sentido que la muerte, después de haberse muerto ya en vida, siempre escondido detrás de los cristales…¿cobardía, lucidez…? Quién sabe.  Pero, lejos de centrarse en la violencia,  o ese principio de muerte, encarnado en Dedos Torcidos,  la autora nos introduce en la historia de una saga de mujeres que han decidido apostar por la vida, pero no cualquier vida, sino la que ellas consideran digna.  Así, las raquíticas y anquilosadas normas morales de una pequeña comunidad, no logran poner freno a las decisiones vitales de Antonia, su hija, su nieta y finalmente la biznieta, narradora de la  historia.En la casa de Antonia cabe todo el que necesita afecto, apoyo o un plato de comida. Ella es como la madre tierra; alrededor de su mesa vemos ampliarse el número de comensales, sin prejuicios, sin condiciones. El afecto y la humanidad son alimentos básicos de esos encuentros y el centro de la vida de la granja. No hay discursos morales, ni se discuten grandes ideas. Todo es sencillo: los niños nacen de una mujer que concibe la maternidad como una forma de realización, de plenitud de lo femenino, así lo afirma Letta, que llegó a tener en su vientre doce hijos. La gente colabora en que la naturaleza germine con cada primavera, se celebra el amor y se entierra a los muertos.
Las mujeres de la película han nacido en un mundo lleno de trabas y de violencia más o menos explícita, pero entre Antonia y su biznieta, se produce un cambio evidente. La matriarca, es pura naturaleza, acogedora naturaleza; Danielle da un paso en su conciencia de mujer. Ella quiere ser artista, desea expresarse a su modo, crear su propio mundo y concebir, usando al hombre como simple semental. (con muy buena pinta, dicho sea de paso) Su opción sexual, exenta de toda morbosidad, simple y llanamente un amor adulto entre mujeres.
Finalmente, Teresa. Una generación que se incorpora a la universidad, cuya identidad no descansa en la reproducción, sino en las capacidades intelectuales. Se ha cumplido un proceso: de la mujer naturaleza, a la mujer que después de cumplir el mandato de la biología, deja a su hija al cuidado de otros brazos: la abuela, o el padre. No hay juicio moral, ni culpa. La joven madre sigue su vida con total desapego del fruto de su vientre. Otros y otras sustituyen la función maternal, que no tiene por qué ser la biológica.
La muerte de la protagonista está llena de sentido. Es tan natural como su vida. Cansada y quizás sintiendo que se ha cumplido su ciclo, Antonia, que tras la violación de su nieta ha perdido la alegría, inicia su último día. Aún bella y erguida, a pesar de su edad, se recrea en las rutinas familiares: la apertura de las persianas, la alimentación de la cabra, último repaso a su mundo. Sin miedo a la verdad, comunica el acontecimiento a su biznieta, con la que tenía una gran complicidad, y llama a la extensa familia alrededor de su cama, donde asistimos a su último suspiro.


Estas reflexiones son el resultado de lo que todo los miembros del grupo del Cine Club fueron compartiendo, y de algunos planteamiento que me han ido surgiendo durante la semana, mientras pensaba en esta deliciosa historia de mujeres. Gracias a todos.
Una tarde de domingo deliciosa.

Ficha técnica

Título en español: Memorias de Antonia
Título original: “Antonia” y “Antonia´s Line”
Año: 1995
País: Bélgica / Holanda / Gran Bretaña
Género: Drama
Duración: 102 minutos
Idioma original: Alemán
Dirección y guión: Marleen Gorris

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