miércoles, junio 24

Verano del 93. Sobre como abordar las pérdidas de los niños.


Qué película tan triste y a un tiempo tan poética, dulce, natural y bien tratada. Había escuchado a su directora cuando se estrenó y me impactó que quisiera llevar a las pantallas su historia personal. Cuando tenía sólo seis años, su madre murió de SIDA. Su padre había muerto mucho antes. Después de estas experiencias, ella fue adoptada y tuvo una vida feliz con sus nuevos padres, pero siempre quiso escarbar en aquellos primeros años, tras el drama de la pérdida de la madre.
Frida se queda sin madre y no llora. Los niños de su barrio, en la ciudad de Barcelona, no la entienden, porque la cría no soltó ni una lágrima. No supo o no pudo expresar su dolor en ese momento de desconcierto ante algo que no entendía. De pronto se vio alejada de sus abuelos y sus tíos más cercanos para ir a pasar el verano al campo, a la casa de un tío que vivía con su pareja y una niña algo más pequeña que Frida. La acción transcurre en ese lugar idílico, donde las crías pueden jugar al aire libre, sin apenas condicionamientos. 
Frida sigue sin poder expresar su dolor, pero pronto vemos que su conducta está hablando por sí misma. Esos negros y tristes ojos que observan todo, casi sin pestañear. (recuerdan a Ana Torrent, la niña de Cría Cuervos) La relación que mantiene con su prima pequeña es muy ambivalente. Lo mismo se ríe y crea momentos de mucha complicidad, que sus celos la llevan a hacerle daño, aunque no es seguro de que tuviera conciencia de las consecuencias de sus actos. El hecho es que compite por el amor de los padres, a pesar de que su tía la trata realmente con mucho cuidado y mimo. La joven tiene infinita paciencia y no se atreve a levantarle la voz cuando hace alguna trastada. Había que cuidar a aquella criatura tan triste y al principio todo es superprotección. Pero su reacción es propia de un ser atormentado. Diríase que lo que más deseaba es que Anna, su prima desapareciera y quedarse el amor de los padres para ella. Al principio, los tíos no fueron conscientes de esa parte oscura de Frida, pero cuando observaron algunos incidentes entre las dos criaturas que ponían en peligro a la pequeña, empezaron a tratarla sin tanta condescendencia, exigiéndole  más responsabilidades.  
Paralelamente, la cría va haciendo su propio proceso de ir aceptando la realidad. Pero habían quedado muchas preguntas dentro de ella y hasta que su tía no respondió a esas preguntas, su desconcierto siguió sumiendola en una gran tristeza y rabia. Su vida había cambiado y nunca volvería con sus abuelos de Barcelona.
La escena final, es sorprendente y al mismo tiempo explica cómo esa criatura había tenido escondido el dolor y por fin había encontrado una forma mejor de expresarlo.
Una película sobre las pérdidas de los niños. Sobre el dolor innombrable, sobre la imposibilidad de comprender algo como la muerte, el "para siempre".
Maravillosas las dos niñas. Casi sin palabras, logran captarnos y crear un ambiente muy natural y al mismo tiempo lleno de tensión por los sentimientos no expresados.   
  

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