sábado, mayo 23

Alegría

Desde el corazón de su memoria, un hombre que arrastra tantos años de pasado como ilusiones de futuro, ilumina, a través de sus recuerdos, su historia, la de su generación y la de un país. Una historia que a veces duele, pero que siempre acompaña. El éxito desbordante de su última novela embarca al protagonista en una gira por todo el mundo. Un viaje con dos caras, la pública, en la que el personaje se acerca a sus lectores, y la íntima, en la que aprovecha cada espacio de soledad para rebuscar su verdad. Una verdad que ve la luz después de la muerte de sus padres, su divorcio y su vida junto a una nueva mujer, una vida en la que sus hijos se convierten en la piedra angular sobre la que pivota la necesidad inaplazable de encontrar la felicidad. A medio camino entre la confesión y la autoficción, el autor escribe una historia que toma impulso en el pasado y se lanza hacia lo aún no sucedido. Una búsqueda esperanzada de la alegría.
"Nada sirve sino los hijos.Bra y Valdi no saben eso. Algún día lo sabrán, verán ese recóndito sentido y contemplarán la historia de un hombre, su padre, que buscó la alegría desesperadamente".
Manuel Vilas
Me encanta Manuel Vilas. Lo descubrí hablando sobre su trabajo literario en un congreso de literatura y es tal cual aparece en su libros. Un hombre sencillo que no esconde su origen humilde del que en el fondo se vanagloria, a pesar de que tantas veces se ha desvalorizado o se ha sentido fuera de lugar en determinados ambientes.Vaya, he pensado. No soy única.
No sabía que Alegría iba a ser algo así como una continuación de Ordesa. Un relato autobiográfico novelado, en el que su familia, especialmente su padre es el protagonista. ¿Se puede hablar más de lo que ya había hecho de un progenitor? Pues parece que sí. Parece que Vilas amaba a su padre sobre todas las personas; más que a su madre, desde luego. Bueno, no estoy segura de que sea amor o admiración. En todo caso toda su vida remite a Bach, nombre con el que bautizó a su padre, una forma de mantenerlo en el anonimato, supongo. Como hace con los demás personajes o miembros de su familia. Todos aparecen con nombre de un músico. Hablando sobre su primer libro, Manuel Vilas dice: "Había un deseo de reconocimiento de lo que uno es, aunque sea poco prestigioso o presentable, pero al decirlo con tanta claridad acabas dándole dignidad". Y es verdad, porque se trata de una familia, la suya en la que hay problemas, como en todas, y como en todas, dificultades para salir adelante con sólo los ingresos del padre, un viajante de comercio muy particular, que a veces lo retrata como algo "fantasma", como queriendo representar más de lo que es. Deseos de ascenso social, diría yo. Algo muy normal en esa España que acababa de salir de la posguerra e iniciaba su marcha hacia el consumismo del sistema capitalista.  
Cualquier hijo o hija de vecino se puede identificar con él, tratando de rescatar de la muerte a unos padres que hicieron todo lo que pudieron para sacar adelante a su familia. Es el esfuerzo de un hijo por comprender y comprenderse. Sin deudas, sin rencores ni idealismos sobre cómo debió ser su padre; ese hombre al que nunca pudo decirle lo que ahora es capaz de escribir.  Me he reido, he sonreído, y me he emocionado. Pero sobre todo, he disfrutado de sus inteligentes reflexiones sobre la vida. Un libro recomendable. Como recomendable es este del que quería hoy dejar constancia: Alegría.  
Aunque Vila vuelve a rememorar montones de anécdotas sobre Bach, su padre, he podido advertir en este otro libro la necesidad de llegar a sus hijos. Ahora él es el padre de unos adolescentes que, como todos, tienen un momento de alejamiento de los progenitores. Disfruta con la compañía de éstos y cualquier nimiedad lo llena de alegría. Es esa alegría la que parece que necesita recuperar... Y la belleza, de la que también habla; la belleza que hay en todo. No obstante, continuamente alude a la pregunta, ¿qué haría mi padre en esta situación? Siempre presente. Es una novela melancólica, poética, irónica, llena de ternura . Y muy valiente. Porque en Ordesa podíamos advertir algunos de los problemas que aquejan al autor, como el divorcio, la depresión o el alcoholismo. Pero ahora habla de un modo muy sincero de esas cuestiones. Sin miedo a ser juzgado. Es implacable con sus dependencias, también de los ansiolíticos. Y de la compañía constante de ese otro YO: Arnold Schönberg, su parte más oscura y depresiva, ese monstruo que no le deja dormir. Lo expresa de una forma clara con estas palabras: "Me drogo para poder dormir". Me imagino algunas de las imágenes que va describiendo: un hombre solitario paseando por una gran ciudad en Estados Unidos, sin apenas hablar inglés, durmiendo en hoteles, o viviendo en el apartamento de su nueva pareja, una profesora que es la que le lleva a viajar a pesar de las dificultades que encuentra en ciudades tan inhumanas como Chicago. Esta frase lo resume muy bien: 

"Hoy estoy en la ciudad de Zúrich, he venido aquí porque Mo está enseñando durante un semestre en la universidad. Tengo la sensación de que me arrastro por el mundo. No de que viajo por el mundo. No quiero viajar. El que viaja no hace suyo lo que ve. Me gusta la expresión «arrastrarme por el mundo», porque es viajar con el corazón en el suelo". 

 Se ríe de sí mismo, eso es lo que me gusta más de su obra; esa forma de mirarse y de no tomarse en serio, en apariencia. He pensado mientras lo leía que no es posible tanto enganche de un hombre adulto a su padre muerto. Creo que en el fondo es más un recurso literario para hablar de él, cuando ya ha superado aquellas cosas que a todos nos duelen de los padres. Quizás, como el escritor ha dicho en alguna entrevista, tienen que morir nuestros padres para ser conscientes de cuanto los queríamos. 

2 comentarios:

  1. Gracias, Teresa, por regalarnos la posibilidad de conocer y leer a estos autores. Y gracias también por la generosidad de tus comentarios para el blog, viniendo de ti, los valoro aún más. Perdona si no te respondo siempre (¡esta timidez..!), pero no dudes de mi gratitud, y también de mi aprecio ¡después de años de intercambio vitual...!.
    Un saludo afectuoso.

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    1. Gracias a tí, Pueblana. Es un honor para mí que me sigas leyendo. Un abrazo, amiga.

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