lunes, mayo 18

La valentía de Elvira Lindo

“La personalidad se construye en la infancia. Luego la vida puede compensarte si eres resilente y luchador, pero los traumas quedan ahí. Latentes. Mi padre no se quejó nunca de haber recibido poco amor de niño, pero fue absolutamente demandante de nuestro cariños y del de mi madre. Exigía ser el centro siempre”. 
Así se expresa Elvira Lindo en una de las entrevistas que le han hecho durante la promoción de su libro.
En mis semanas de confinamiento he leído dos libros autobiográficos: el de Manuel Vilas y el de Elvira Lindo. ¡Vaya!, he pensado. Debe de estar de moda hablar de la familia. En ambos casos el padre es el protagonista. Y me ha resultado extraño, porque creo que se suele hablar más de las relaciones con la madre que con el padre. En este caso no es así. Los protagonistas de estas novelas son hombres de los "de verdad" de los de antes. Modelos de masculinidad que todos hemos conocido. Y en ambos casos tienen un papel muy preponderante dentro de la familia. 
Me he bebido el libro de Elvira Lindo, me lo he bebido, aunque de vez en cuando paraba, con la intención de que las sensaciones que me producía fueran lo más duraderas posible.
Manolo Lindo, su padre, esconde una historia dura: hijo de guardia civil, a los ocho años, en plena guerra civil, su madre le envía a Madrid a casa de una tía… había que sobrevivir y repartir recursos familiares ¿Cómo debía sentirse un niño así? Este tipo de historias se dieron mucho en la posguerra. Las familias tenían que sobrevivir y muchos niños pasaban por la experiencia de marcharse de su casa para convivir con un familiar cercano, especialmente con tios sin descendencia. Se decía entonces: "Una boca menos" . Sólo por la infancia que le tocó vivir creo yo que hay que ser comprensivo con su arrasadora personalidad, que no dejaba espacio para nadie.
La escritora ha querido rememorar esa vida; la vida de un hombre que por sus propios méritos y espiritu de lucha, fue escalando puestos en el mundo profesional, pero con una personalidad que le llevó en algunas ocasiones a sufrir algún que otro trastorno emocional. Muy complejo.
Quizás lo más triste el distanciamiento que poco a poco se produjo entre el señor Lindo y su mujer. Una pareja que, según Elvira, vivió un amor apasionado en los primeros años de matrimonio. Quizás el éxito profesional de este hombre, sus delirios de grandeza, fueron apartándole del hogar. Ella, la madre, mientras tanto, iba sucumbiendo a la enfermedad del corazón que la aquejaba, hasta producirle una muerte prematura. Su hija era sólo una adolescente y tuvo que seguir adelante. Paralelamente a la historia de sus padres, Elvira nos hace un retrato del ambiente madrileño en la España de los 80; años en que despierta a la vida política y al sexo, de una manera muy sencilla, sin grandes planteamientos; se trataba de experimentar, de dar rienda suelta a su curiosidad.
En definitiva, una autobiografía novelada en la que una escritora llena de comprensión y ternura, es capaz de pasar por alto el dolor que le causaron sus progenitores, su padre, especialmente. Elvira hace un ejercicio de madurez personal y acaba por transmitir el amor que, a pesar de todo, ha descubierto: de él hacia ella y de ella hacia él. Emocionante. Una lección de sinceridad y de valentía.

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