domingo, agosto 30

La música, la memoria y las sorpresas de Facebook

A veces, la memoria no le alcanza. Seguramente era en verano, cuando ya no iba a la escuela y el tiempo se estiraba, se alargaba como un chicle de aquellos color rosa, que le llamábamos “Bazoca”. O quizás cuando su madre se iba a la aceituna y ella se quedaba libre de presiones y de exigencias; eso sí, cerca de la abuela Teresa, que era una señora de mucho carácter e imponía sus reglas a todas las nietas. El caso es que no puede recordar exactamente esos detalles que han quedado para siempre abandonados en un rincón de la memoria. Pero un día, como le ha pasado más de una vez, apareció Pepi en su Facebook.
Seguramente había leído un poema algo nostálgico que Teresa había escrito sobre las muchachas que iban a recoger agua al pilar de La Carrera, con el cántaro de barro apoyado en la cadera.  ¿Teresa, tu vivías en el Terrero, le preguntó, curiosa. Su nombre no le recordaba nada… Pepi Linde…¿Quién será? Y de pronto se encendió esa lucecita, que la dirigió a un tiempo de twist, de chicas yeyés, de Dúo Dinámico, y de aquellos melenudos que cantaban en inglés, pero que eran todo un descubrimiento para una adolescente amante de la música.

                           The Beatles año 1964

Y aquella cantante italiana con carita de ángel y que cantaba “No tengo edad”, o Rita Pavone, tan simpática y pecosa como Tere…


 ¡Ah, claroooo! No es Pepi, es Pepa, aquella muchacha que en sus recuerdos aparece con un cuerpo espigado, pelo corto, muy liso, sonriente y arreglando la casa, como se solía decir. Vivía  justo en la casa que pegaba a la de su abuela María Teresa, y que siempre había sido la de María la Polilla. 
Ponían la radio a toda pastilla, y se aprendían las canciones que sonaban en aquel programa de discos dedicados:
Para mi prima Juanita, en su Santo, deseándole que lo pase muy bien.
-  Para mi madre, con mucho cariño, de su hija que tanto la quiere. 
 - Para Carmen, de quien ella sabe…
Y junto a Juanito Valderrama, o Marifé de Triana, que eran ya un poco anticuados, de pronto la música se convertía en una invitación al baile, o al romanticismo juvenil, y a entrar en otros sonidos que nada tenían que ver con los que siempre se habían escuchado. Entonces, era posible soñar con chicos de melenas, imaginar que algún día, quién sabe, conocerían otros mundos, otros paisajes, otras posibilidades. Mientras tanto, se limitaban a corear como energúmenas, las canciones modernas, que es como se decía entonces. Año 1964, Tere 13 años, Pepa, 16…, pero unidas por alguna fuerza invisible que ha permanecido en el recuerdo, y que revive a través de la foto guardada en la caja de cartón. Pepa y Angelita, preciosas, junto al rio, en una verano, muy lejos ya del pueblo, como ella y como tantos que se desperdigaron por el mapa de la península.
Pepa y Angelita
La vida por delante, imaginación desbordada, ilusiones que se estrenaban a diario… Parece mentira que la música tenga esa capacidad de unir a las personas y 50 años después evocar con emoción esos días tan lejanos, en los que Pepa y Tere dejaban volar su imaginación y creaban un vínculo que no ha muerto, a pesar del tiempo.

4 comentarios:

  1. Estupendo el relato. La historia sirve para muchas otras amigas que de igual modo se separaron por aquello de buscar nuevos caminos. Sus nombres pueden variar,pero la alegría y la ilusión de compartir recuerdos es la misma.
    Gracias por armar este cestito de emociones.

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    1. Muchas gracias Kiapai. Ya he tenido varias experiencias en las redes, y todas me han llenado de alegría. Un saludo.

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  2. ¡Qué bien escribes, Teresa! Nos haces revivir con mucha emoción aquellos tiempos tan estupendos, en que nada nos agobiaba. Un beso muy fuerte.

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    1. Gracias amiga. Me encantan estas historias nostálgicas y por eso te dije que deberías escribir algo sobre tu encuentro este verano. Besos

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