Me cuesta mucho dejar colgado este video, sin más. Tengo ganas de escribir algo sobre la experiencia que he vivido estos días en Bedmar; pero también me doy cuenta de que el momento bueno para haber escrito fue ese día, o mejor, el día siguiente, que es cuando las emociones estaban a flor de piel. Porque eso de ser pregonera de las fiestas de mi pueblo… bueno, es que he pasado muchas horas un poco como en las nubes; flotando sobre las imágenes, las amables y halagadoras palabras de tantas personas, mis propias impresiones sobre esa noche inolvidable para mí.
Pues eso, que ya soy profeta en
mi tierra; que ya se puede decir que soy una persona completa: he tenido hijos,
he escrito un libro, he plantado algún arbolillo… y encima voy y me planto en
el balcón de mi pueblo y suelto un discurso de media hora, no más, porque tenía
miedo de cansar al sufrido público que se sentó en la plaza dispuesto a
escuchar a esa casi desconocida; para algunos completamente desconocida, de
nombre Mª Teresa Fuentes Caballero.
Y no quiero negar lo que de
satisfacción íntima ha significado este acontecimiento público. Me fui tan
pequeña a Barcelona, que la gente de mi edad se quedó con la imagen petrificada
de una adolescente que, como tantos, salió a buscarse la vida, ya que el
entorno donde estaba no daba para mucho. Han pasado tantos años… cuarenta y
siete, nada más y nada menos, que de esa niña
apenas queda nada. Así que muchos me acaban de descubrir; incluso las
niñas que fueron conmigo a la escuela y que jugaron en las empinadas calles del pueblo, no me conocían más que en el registro de la
cotidianeidad, de esas cortas visitas
que he hecho durante estos años, en las que sólo nos saludábamos
apresuradamente por la calle. Tampoco yo
sé mucho sobre ellas, claro está, porque esa distancia ha sido mutua. Hemos
hecho nuestra vida, cada cual en su entorno, y cada cual con sus recursos y
posibilidades, pero también con los inconvenientes y restricciones que impone
la sociedad en la que vivimos. La vida tiene de todo.
Me ha gustado ser protagonista,
¿para qué negarlo? A nadie le amarga un dulce, dice el refrán. Me he permitido
disfrutar de los parabienes, enhorabuenas y cumplidos, más o menos sinceros que
me han llegado de tanta gente. Y quiero dejar esto escrito porque a mí,
generalmente, me cuesta aceptar los halagos con naturalidad. Será que no he
sido educada en ello. Me da mucho apuro; una especie de pudor que me resulta
complicado superar.
Los niños y niñas de mi
generación, carecimos de muchas cosas, pero sobre todo de se nos negaron las
caricias físicas y psicológicas. Eran tiempos de padres severos; estrictos, parcos en todo tipo de agasajos, incapaces
muchas veces de mostrar los sentimientos. Por entonces no se entendía, como
ahora, que había que fomentar la autoestima; que saberse una persona valiosa es
algo fundamental para el desarrollo de la personalidad.
Así que…, lo siento, pero he
decidido que voy a disfrutar a partir de ahora de las cosas bonitas que digan
sobre mí, y de manera recíproca, prometo
expresar mis buenas impresiones sobre la gente que hace algo interesante o
bonito. Por ejemplo: la noche del
pregón, me encantó la forma de dirigir del maestro de la banda de música; el
movimiento de sus manos me pareció hermoso, lleno de sensibilidad. La mañana
del 26, cuando pasó por la calle, tocando la Diana, me acerqué a él y se lo
manifesté con naturalidad. Le di una alegría, seguro.
¡Ay, ay! Como me lea mi hijo Pablo, seguro que va a pensar que a ver cuando va a ser el día en que practique esta generosidad en los piropos con él. Y tiene razón, porque, sinceramente, no he podido escapar de esa educación tan rácana que me tocó vivir y especialmente con los allegados, no suelo ser muy expresiva cuando se trata de valorar lo que hacen. Pues nada, prometo reformarme.
Este sí que es un Pregón bien aprovechado...te has hecho visible para los más jóvenes, que solo sabían de tí a traves de facebook.Te has quitado, si aún te quedaba, algún resquemor hacia la patria chica; has gozado de las mieles del éxito, del reconocimiento, ya no pòr tu origen familiar sino por ti, por la Teresa auténtica.De la adolescente aquella, que abandonó el pueblo ya no queda casi nada; si acaso los recuerdos infantiles y los genes familiares( para mí que te pareces a tu madre, incluso a su afición por las "artes escénicas").Y por fin te has mostrado, cual tú eres actualmente.
ResponderEliminarPara mí, después de leer tu post ,de lo mejor que te ha pasado es ese saber aceptar los halagos con humildad.Si; se necesita ser humilde para aceptar nuestas cualidades igual que nuestros defectos, y dejar que nos lo digan, aceptandolos sin falsa modestia.
A mí me ha pasado, con distinta historia personal, lo mismo.Tengo poco que ver con aquella Juanita; la Buena Juanita era solo un libro de Calleja, vamos un cuento chino .La vida nos va transformando, pero siempre a mejor.Yo ahora me considero más humana y mejor persona, y los kilómetros nos hicieron más libres, más mujeres actuales, que ya no nos asusta nada......Bueno, sí .....casi nada.Al aceptar los halagos de los demás, también nuestros hijos se beneficiarán.Se devuelve lo que se recibe, es como un boomerang.¡¡¡Pues enhorabuena a Manel, a Pablo, a Javi, a Arancha....jajaja, algunos de esos son míos.
Aquí te vuelvo a reiterar lo que ya te he dicho del pregón: IM-PREZIONANTE
Un beso Juanita
¡Cómo nos entendemos, amiga! Un beso y muchas gracias por tus palabras.
EliminarPues que no te cueste. Enhorabuena y muchas Felicidades Tere.
ResponderEliminarUn abrazo
SOY YO
Gracias. Un abrazo.
EliminarPues a mi me parece una decisión maravillosa. Mostrar lo que sabemos hacer es estupendo, para mí síntoma de evolución, madurez y generosidad. Tu pregón elegante, como tú... ;))
ResponderEliminarUn abrazo enorme amiga, que vaya añito que llevas... y todavia te queda lo mejor, ja,ja!!!
¡Qué dices! ¿Que me queda lo mejor? Pues no sé por qué... jajaja. Gracias por tus generosas palabras.
EliminarQuerida Tere: Al releer, de nuevo tu carta pública, he decidido escribirte a posteriori de ese evento social en ese pueblo, que no cualquiera, que es Bedmar.
ResponderEliminarGracias a la palabra, ese que es un extraño para nosotros, puede llegar a recibir o captar algo acerca de quién somos por lo que decimos y manifestamos. Esa extranjeridad puede disminuir en parte, cuando los sentimientos de simpatía se comparten y a veces, hasta se puede producir un encuentro de decires en el más extraño de nuestros semejantes. Lo que propicia la palabra dirigida al Otro es la confianza y eso, tú lo transmites en las palabras que dices desde tu corazón.
Me alegro que hayas tenido esa satisfacción y otros, por compartirla. Un abrazo querida amiga.
Pepa Medina
Querida Josefina (me sale este nombre) Hoy precisamente he estado viendo las fotos de vuestra fiesta en Agosto y he pensado mucho en lo que me dices en el comentario del blog. Viéndote reir y disfrutar me he alegrado contigo. He pensado cuántas corrientes de simpatía y cuántas sonrisas, apretones de manos, abrazos y gestos de afecto hay en ese encuentro. Sin embargo, también he recordado que muchas de las personas que estabais ahí, nunca os hubieseis relacionado, de no haber sido por esa separación en espacio y tiempo que ha transcurrido. He pensado en llamarte para hablarlo por teléfono, me apetecía mucho saber si esas expresiones tan espontaneas salían del corazón. Quería saber , saber... Cuánta fuerza tiene la infancia, Josefina. Tanta, que al volver a encontrarnos con los rostros y las historias que un día compartimos, se diluyen las diferencias y los prejuicios. Me ha encantado verte, a ti y a unas cuantas (pocas) personas más que conozco. Curiosamente, no conozco a la mayoría. Y también me ha dado pena de las mujeres. Las he visto muy deterioradas, muy envejecidas... El tiempo ha pasado por muchas de ellas de un modo muy cruel, ¿no crees? En fin, amiga. De esto y de otras muchas cosas tengo ganas de que hablemos un rato. Besos.
Eliminar