La Unión Europea y la política de fronteras: Reflexiones ante las próximas elecciones
Los recientes naufragios en las costas italianas
han tenido una amplia repercusión por el elevado número de víctimas y
la proximidad entre dos hechos que, como señala certeramente Javier de Lucas
no son catástrofes humanitarias ni tragedias no imputables a acción
humana alguna. Bien al contrario, como este reconocido experto en
derecho migratorio denuncia,
los naufragios en las costas mediterráneas, ocurran en el punto en que
ocurran, son el producto, probablemente no deseable, pero si claramente
predecible, de tomas de decisiones concretas que se traducen en
políticas de fronteras destinadas a construir un “cordón sanitario” que
“proteja” al territorio y a los ciudadanos de Europa de las supuestas
“invasiones” a las que está expuesta. Esta idea-fuerza, que lo es en
cuanto que es producida, difundida y legitimada desde el poder, ha
calado profundamente en las representaciones sociales que rodean dos
temas que aparecen claramente vinculados, pese a su especificidad
diferenciada: la inmigración y el refugio.Es lógico que así sea, cuando
las autoridades políticas de cualquier signo y color los utilizan como
una forma, la única en estos tiempos, de demostrar a la ciudadanía que
velan por sus intereses, mientras prosiguen con sus políticas de
desmantelamiento del estado social, convirtiéndonos día a día en seres
más indefensos y asustados. Incluso quienes se pronuncian en contra de
la utilización demagógica de la xenofobia y el racismo con fines
electoralistas se ven atrapados en la contradicción de que, en la medida
en que participan de este marco político común, cuestionarlo puede
tener un coste electoral importante. La idea que se impone desde estas
posiciones no está exenta de cinismo: por muy dolorosas que sean las
consecuencias, no queda más remedio que blindar nuestras fronteras para
proteger a los ciudadanos de la llegada de personas que supondrían un
coste insostenible de recursos. De esta forma, la responsabilidad de los
políticos queda acreditada, y la ciudadanía ve confirmada no sólo la
amenaza que se cierne sobre ella con la llegada de inmigrantes y
refugiados, sino la eficacia y el celo de los gobernantes.Incluso en el
caso de que estas afirmaciones fueran ciertas, habría que cuestionar una
ética que antepone los recursos a las vidas de las personas, pero es
que, además, están afirmaciones no sólo no son ciertas, sino que
esconden detrás de estos discursos, actuaciones políticas irresponsables
que ponen en riesgo no sólo la calidad, sino la propia vida de los
ciudadanos europeos, como me propongo demostrar.
1. La idea de que Europa está sometida a una presión demográfica inaceptable por parte de los inmigrantes y los refugiados
que llegan sus costas está ampliamente instalada en el discurso
político y mediático desde el comienzo de este siglo, pero frente a esta
representación nos encontramos con una realidad demográfica de
envejecimiento de la población europea que hace insostenible la propia
reproducción social y dispara los costes de pensiones y sanitarios. Para
afrontarlos tendríamos que tener una población en edad activa mucho
mayor que la que tenemos en la actualidad, el problema es que para que
el sistema funcione, está población activa debería de tener empleo, y
es la masiva destrucción de empleo, y la degradación del mismo, una de
las causas directas de la baja tasa reproductiva en los países europeos.
Nos encontramos pues, ante la cuadratura del círculo: necesitamos más
personas para tener una demografía sostenible, pero esas personas
deberían tener trabajo. Esto se podría conseguir invirtiendo la
redistribución de la riqueza, y en esta tendencia la clase política
tendría mucho que hacer y que decir. Sin embargo, la connivencia entre
los poderes políticos y los poderes financieros nos está llevando en la
dirección contraria de incremento de la desigualdad social. Hay que
denunciar que esta dinámica no tiene nada que ver con que haya o no
inmigrantes. El trabajo no es un bien escaso que haya que repartir, sino
un bien mal administrado con el objetivo de enriquecer aún más a los
más ricos a costa de abaratar hasta límites insoportables para el ser
humano los costes de producción.
2. Desmontada la idea de que llegan más personas de las que podemos acoger en nuestras envejecidas sociedades, analicemos ahora cuáles son los verdaderos flujos que desestabilizan a las sociedades europeas.
Quienes ponen en riesgo nuestro modelo social son quienes ponen en
circulación flujos masivos de capital financiero, que utilizan los
países, y de manera especialmente sangrante, pero no exclusiva, los más
débiles, para ganar ingentes cantidades de dinero con la especulación:
la prima de riesgo no es tampoco una catástrofe natural que nos cae por
nuestro mal comportamiento económico: muy poca gente en España vivía “por encima de sus posibilidades”.
Al igual que con la inmigración y el refugio, se utiliza la tasa del
endeudamiento privado como ejemplo del descontrol en el que estamos
sumidos y al que hay que someter, ocultando que este endeudamiento fue
propiciado para sostener significativas estafas de carácter piramidal
diseñadas por los poderes financieros, y en el que los ciudadanos fueron
meras, y muy necesarias, víctimas. En lugar de arbitrar medidas que
pongan coto a los poderes financieros, se utilizan ingentes cantidades
de recursos a reflotar a las entidades, dejando a los ciudadanos
completamente indefensos. Hay que reconocer que la jugada les ha salido
perfecta: la mayoría de los ciudadanos tiene más miedo a un inmigrante
que a entrar en una sucursal bancaria, y ello en contra de toda
evidencia empírica personal. Es más, han conseguido que la gente acepte,
con pocas protestas, su papel de financiadores de las entidades
bancarias, algunos porque han asumido “la culpa”, y otros porque parecen
estar en la fase: “virgencita, que me quede como estoy”, y la
mayoría ajenos al hecho de que, como se ha demostrado en otros lugares
(Latinoamérica, por ejemplo) después de que las “crisis” financieras
hayan pasado, lo que sucede normalmente cuando ya no se puede apretar
más a la ciudadanía, JAMÁS SE VUELVE a la situación anterior. Dicho de
otro modo, la “estabilidad” financiera no se traduce en una vuelta a los derechos sociales anteriores a la crisis.3. En este contexto, si se ha instalado en el imaginario social la idea de que los inmigrantes (porque de los refugiados no se habla, han conseguido borrarlos del imaginario social) y los autóctonos “compiten” por los recursos sociales es porque lo que está teniendo lugar es un desmantelamiento de éstos, particularmente de los sistemas sanitario y educativo, que, una vez agotada la teta del mercado inmobiliario, se están convirtiendo en las nuevas presas del capital en su afán privatizador. La ciudadanía debería ser consciente de que aceptar que un inmigrante no tenga tarjeta sanitaria es el primer paso para que después se acepte pagar el 10% de la quimioterapia. Este modelo de chivos expiatorios deberíamos tenerlo muy presente, ya que forma parte de nuestra historia europea contemporánea. La frase de Martin Niemöller: “Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí” podría trasplantarse perfectamente al momento actual, sustituyendo a los judíos por los inmigrantes. Después de todo, el tratamiento que reciben inmigrantes y refugiados cuando llegan a nuestras costas, su privación de libertad, adquiere mayor gravedad por la indiferencia de muchos, y no pocos alivios de algunos. Y es que una sociedad que permite que se violen los derechos de algunos considerados como ajenos está preparada para legitimar la violación de todos los derechos. Y cabe enfatizar que no es cierto que la responsabilidad de lo que está pasando provenga exclusivamente de los poderes mencionados, después de todo, ellos hacen lo que consideran mejor para sus intereses, es la ciudadanía, entendida como ejercicio activo de la misma, quién tiene la responsabilidad de denunciar estas políticas y sus gestores, y quien posee las herramientas para hacerlo, no lo olvidemos, por mucho que los poderes, como han hecho siempre, se empeñen en difundir la idea de que cualquier alternativa a su modelo es utópica, poco realista e incluso irresponsable.
Y, en este contexto, tenemos la oportunidad, ante las próximas elecciones al parlamento europeo, de posicionarnos en contra de cualquier partido u organización política que no se pronuncie de manera inequívoca contra la política europea de fronteras. Y de denunciar que difícilmente pueden considerarse democracias regímenes políticos que diseñan medidas que conllevan el incremento del sufrimiento de sus ciudadanos y que en la organización de los flujos migratorios y el tratamiento de los refugiados imponen como norma principal el racismo institucional, según la definición de Focault: “El racismo representa la condición bajo la cual se puede ejercer el derecho de matar…Que quede bien claro que cuando hablo de “matar” no pienso simplemente en el asesinato directo, sino en todo lo que puede ser también muerte indirecta: el hecho de exponer a la muerte o de multiplicar para algunos el riesgo de muerte, o más simplemente, la muerte política, la expulsión”.
Por Emma Martín Díaz, Catedrática de Antropología de la Universidad de Sevilla y miembro de la Asamblea de Andalucía.
No tengo ni el gusto ni el disgusto de conocer a la Sra.Emma Martín Díaz.
ResponderEliminarDespués de leer su "deposición" me acuerdo de aquella canción tan bonita.
"La Bien Pagá", copla republicana popularizada por Miguel de Molina
Tiene una cosa interesante "A tu vera, yo tó lo perdí".
Pues eso. Hay que mantenerse lejos de esta gente.
http://www.youtube.com/watch?v=0xISiTO7mkE
¿Se me entiende?
SOY YO
Pdta. No me explayo más que el cajetín es pequeño.
Claro, claro que se te entiende. Gacias por la canción.
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