Acabo de leer este precioso libro de Carme Riera, una autora poco conocida fuera del ámbito catalán y mallorquín, a pesar de ser Académica de la Lengua, además de Catedrática de Literatura en una de las universidades barcelonesas: la Autónoma.
Me llamó la atención el título y la portada, que me parece encantadora. Pero sobre todo tenía interés en leerlo porque el tema me gusta. La infancia, eso que dicen algunos es la patria de cada cual. Casualmente, mi amiga Maga me lo regaló el día del libro, así que tras la grata sorpresa, me puse con él y he pasado unos momentos muy agradables a esa hora de la noche en que me preparo para el sueño.
Carme Riera nos ofrece un recorrido por los primeros diez años de
su vida. La autora, hace un paseo
nostálgico por la Mallorca rural, cuando todavía no había sido inundada por el turismo y el ladrillo que todo lo destruye. A través de los ojos inocentes de una niña, casi siempre asomada al balcón, obediente, curiosa, y muy acomplejada, nos acercamos a ese mundo ya lejano, en el que confluyen las experiencias de una familia acomodada, con la vida cotidiana de la gente corriente. Resulta curiosa esa niña, casi siempre asomada a la calle desde un balcón, temerosa, pero a la vez envidiosa de la libertad de otros niños, hijos de menestrales, de campesinos y de criadas. Queda patente la sociedad clasista en la que Carme se educó, pero también la inocencia con que esa niña observaba las diferencias sociales.
Con
Tiempo de inocencia, la escritora hace un recorrido por las personas, los oficios, las
fiestas, el encierro en el caserón de Palma, donde vivía la familia extensa, en
la que la abuela ocupaba un papel importante. A pesar de que Carme pertenecía a
una clase pudiente, no escapó de algunas experiencias como los fríos inviernos,
o los sabañones, y desde luego, la culpa y el terror al infierno que nos metían
en el cuerpo en los colegios religiosos y no religiosos. Nadie escapaba a una
educación basada en el miedo y la obediencia a los mayores, que ella relata muy
bien. Como la propia Carme dice, "el alma de las personas consiste en su
memoria", que es donde se resume la identidad", y la
literatura no es más que un invento para "escribir sobre cuánto hemos
perdido".
En definitiva, un libro para los nostálgicos, o más
bien las nostálgicas. Las niñas nacidas entre los años 48 y 50, que ya vamos
camino de ser abuelas, como Carme Riera, que dedica sus recuerdos a su pequeña nieta.
Un ejercicio de memoria para que no se pierda un patrimonio inmaterial muy rico
que todavía podemos recordar y transmitir a las generaciones futuras.
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