Acabo de leer La
ridícula idea de no volver a verte. Un libro inclasificable, entre la
producción literaria de su autora: Rosa Montero. Me acerqué a él después de
escuchar una entrevista en Radio 1, en la que Rosa conversaba con Pepa
Fernández. Me di cuenta de que era un libro diferente; me dio la impresión de
que su autora se había atrevido a desnudarse emocionalmente, después de un
tiempo de duelo, tras la muerte de su marido Pablo Lizcano, siendo todavía un
hombre joven. Además, el título parecía
anunciar una conversación con su amor perdido. Me gustan esos libros más o
menos autobiográficos, y mucho más cuando los escriben personas con las que,
por generación, he compartido un tiempo y unos valores. No tuve que comprarlo,
porque mi amiga Silvia, siempre tan acertada, me lo regaló en mi cumpleaños.
No se trata de un ajuste de cuentas con la desgracia de esa terrible pérdida… ¿O sí? Bueno, lo que quiero decir es que la autora no se dedica a relatar su sufrimiento de forma sensiblera, como a primera vista podría pensar cualquiera. Hace algo más difícil: transforma una experiencia personal en algo universal, en una obra en la que muchas mujeres pueden verse reflejadas. Y eso lo hace tomando como hilo conductor la historia de Marie Curie (Madame Curie). He aquí que me encuentro con una parte de la vida de esta científica, contada de una forma tan sencilla, tan cercana a lo cotidiano, que, a pesar de no tener interés por los temas científicos que ocuparon la vida del matrimonio Curie, acaba enganchándome.
El matrimonio en el laboratorio |
Y es que Rosa se adentra en la historia de amor de esos
personajes. Mejor dicho: en la historia de los amores, porque, no sólo se
amaban como pareja, y apasionadamente, sino que se dedicaban a su trabajo con el mismo ardor y pasión, como
si les fuera la vida en ello. Por eso,
por el tipo de relación que le unía a su marido, se entiende muy bien el dolor de Marie Curie,
cuando éste muere en un trágico accidente. Ella tenía sólo 38 años, él 47. Se
encontró de pronto que perdía al compañero de su vida en todos los sentidos. Lo
vivían todo con igual apasionamiento y devoción; disfrutaban igual de su
trabajo en el laboratorio, que de unos días de campo con sus hijas: eran
verdaderos compañeros de camino.
La historia está llena de
detalles de la vida profesional de la pareja Curie, pero, sobre todo, nos muestra el mundo emocional de ella; su
lucha por llegar a donde ninguna mujer hasta entonces había llegado; la relación
tan especial que la unía a Pierre, su compañero; sus sacrificios para poder
llevar adelante su mundo privado, sin renunciar a la maternidad, y al mismo tiempo, destacar en el otro mundo:
el público, el científico, vetado a las
mujeres en esa época. Y algo que nos
parece raro, mirado desde el presente. Al menos a mí me ha sorprendido: la
forma como esta mujer vive el amor; una forma muy desinhibida y pasional, si tenemos en cuenta que hablamos de final del
siglo XIX y principios del XX. Una mente tremendamente racional, combinada con
un espíritu romántico, capaz de superar todos los obstáculos para conseguir lo
que se propone, y amar sin tapujos ni represiones absurdas al hombre de su
vida. Ese es el atractivo de esta mujer. Y Rosa Montero habla de todo ello también
con mucha pasión.
Marie Curie con sus dos hijas |
Tengo la sensación de que se identifica muchísimo con ella,
la comprende y se siente heredera de esa lucha.
Pero claro, lo que realmente hace especial el libro, es la lectura de
ese pequeño diario íntimo, escrito por
Marie Curie, tras la muerte de su marido, en el que se desnuda; en el que
vuelca todo su mundo interior, su dolor, su terrible soledad, incluso su culpa
por tener que suplir a su amado Pierre en las clases de La Sorbona. Ese pequeño
documento, que Rosa Montero añade como apéndice al final de su relato, ayuda a
comprender todo lo que la autora nos muestra sobre la vida de Madame Curie. Está claro que Rosa quiere hablar de ella, de
Pablo, de su dolor y su soledad, pero el pudor la coarta, restringe su libertad
para poder confesarse en público, para hablar en primera persona todo lo que
quizás le gustaría. Sí, es verdad, a lo largo del relato, entra en algunos
detalles de su propia biografía, al hilo de lo que nos está narrando, pero de
puntillas, con sumo cuidado y respeto por Pablo, al que parece que no le
gustaba nada ser famoso. Pero, francamente, no es necesario, admirada Rosa.
Cuando acabé el libro, este jueves por la noche, entendí perfectamente cómo te
has podido sentir al perder al hombre más importante en tu vida. Y por eso
lloré, mientras acababa el diario de Marie Curie, porque me puse en tu lugar y
en el lugar de todas esas mujeres que pasan por la experiencia que cuentas, tan
magistral e inteligentemente. Y sé que también yo podría vivir algo parecido y
sufrirlo de igual modo.
Y ahora, una vez acabada esta
lectura, vuelvo a la página 23 y transcribo un párrafo que para mí tiene mucho
sentido, porque, al menos dos veces en mi vida, lo he podido experimentar. Pero eso ya es otra historia: la mía.
“El verdadero dolor es indecible. Si puedes hablar de lo que te
acongoja estás de suerte: eso significa que no es tan importante. Porque cuando
el dolor cae sobre ti, sin paliativos, lo primero que te arranca es la palabra.
Es probable que reconozcas lo que digo ; quizás lo hayas experimentado, porque
el sufrimiento es algo muy común en todas las vidas (igual que la alegría)
Hablo de ese dolor que es tan grande que ni siquiera parece que te nace de
dentro, sino que es como si hubieras sido sepultada por un alud. Y así estás.
Tan enterrada bajo esas pedregosas
toneladas de pena que no puedes ni hablar. Estás segura de que nadie va
a oírte”
Este libro ha sido un auténtico regalo, por las historias de Rosa Montero y Marie Curie (de la que no sabía casi nada). También por la gran maestría y sencillez con los la autora señala citas estupendas, de las que he aprendido y disfrutado. Leer tus líneas es el punto y final a estas emociones, que han hecho que me detenga a reflexionar sobre temas, tan cercanos e importantes, como: la vida, la muerte, el amor y el dolor.
ResponderEliminar¡Un abrazo Teresa!
Gracias Maga por tu comentario. Parece que nos hemos puesto de acuerdo para volver a asomarnos a la ventana. Y todo gracias a un libro. Bienvenido sea.
EliminarUn beso
Gracias Teresa.Hoy no tengo palabras.Algún día podré escribir sobre el tema.
ResponderEliminarUn abrazo.Juanita
Lo entiendo, amiga. Y espero que pronto puedas escribir algo sobre el tema. Te mando un fuerte abrazo.
EliminarMe ha gustado mucho tu entrada. La frase "cuando el dolor cae sobre ti, sin paliativos, lo primero que te arranca es la palabra" lo dice todo.
ResponderEliminarEl ser humano esta diseñado para soportar el dolor, mucho dolor. Y aún asi es dificil.
Saludos
SOY YO
Pues sí, la frase me parece redonda y además verdadera. Por lo menos a mí me ha pasado más de una vez.
EliminarUn abrazo
Ya estoy lellendolo,pues con tu gran esplicación me dejaste un poco intrigada,tengo algunos libros de ella y me gustaron mucho,gracias por recomendarlo..besos
ResponderEliminarEspero que no te decepcione. Lo que te va a gustar más es el diario de Madame Curie, al final del libro.
EliminarUn beso