Queridos Reyes Magos: Ya sabéis que no suelo escribir la tradicional
carta anual. La verdad es que suelo
pensar que, a pesar de mi indiferencia hacia los regalos, alguno me va a caer.
Y no es que me porte muy muy bien. A veces soy bastante borde, muy desconsiderada,
broncas, perezosa, y hasta un pelín envidiosa…
en fin, que como cualquier hijo de vecino, hago méritos para llegar a ser mala
persona. Eso sí, lo disimulo muy bien; procuro que no se me note, porque lo que
de verdad me gusta a mí y me ha gustado desde siempre es ser una buena chica.
Seguramente es una estrategia aprendida desde la infancia, un modo de conseguir que me quieran. Y lo bueno es que lo consigo. Tengo muchas
amigas y eso a pesar de que no me prodigo en abrazos, halagos y pequeños
detalles. Soy más de aglutinar, de organizar encuentros, de ayudar en asuntos
prácticos, de preparar comiditas y hacer de madre, cuando es menester.
Digo yo
que también son necesarias estas cualidades, que no todas las personas manifestamos
nuestros afectos del mismo modo. Pues eso, que esta es mi manera de decir a mis
amigas que estoy aquí, que pueden contar conmigo; aunque pensándolo bien, lo
que quiero decir es que me quieran, que
me llamen, que las necesito, y más que las
voy a necesitar, porque, queridos Reyes, me estoy haciendo mayor y eso
significa que pronto voy a precisar pequeñas ayudas para algunas cosas de la vida
cotidiana. Y no es que quiera presumir de vieja, que me va a reñir mi amiga
Maga, pero de verdad, cuando se tienen más de sesenta años, lo que se avecina
no es precisamente un tiempo de fuerza, energía y juventud. Hasta entonces,
mientras esto llega, aquí estoy, todavía de buen ver y rodeada de buena gente.
Por eso, el día cinco, sin haber escrito carta alguna, me llegó un “plezzziozzzizzzzimo”
cuello de lanas multicolores, diseñado y elaborado por las primorosas manos de
una amiga que es un poco hada, un poco maga y muyyyyy muyyyyy fantasiosa. ¡Ah!, y unos lindos pendientes de ese color
que tanto me gusta: violeta. Total, que se adelantó a los camellos y a las carrozas,
y yo no supe qué decir. Pero, ¿qué diréis que hice? Me enfundé en mis
pantalones color beige de pana, lo combiné con un jersey de un color azulón que
me favorece mucho. Me calcé las botas de tacón y busqué esa boina tan bonita
que casi nunca me pongo. Por supuesto, estrené el cuello y los pendientes y salí a
caminar por mi ciudad, con la intención de encontraros por esas callejuelas.
¡Queridos Reyes! No tengo palabras para expresar lo que me
encontré, mientras me dirigía al centro. Jamás, jamás, había visto algo
parecido, y eso que normalmente salgo para celebrar todos los eventos que se
organizan en esta ciudad. Las calles eran un verdadero hervidero de gente. La multitud se agolpaba en avenidas,
callejones, aceras, terrazas, comercios… Madres jóvenes portaban los cochecitos
de sus bebés, tratando de sortear el gentío, los codazos y empujones… Algunas
decidían volver sobre sus pasos, cuando se encontraban con un tapón de gente
que imposibilitaba el tránsito normal, pero sobre todo, que amenazaba con
convertirse en peligrosa avalancha. Me
pregunto, majestades, cómo se les ocurre salir con esos angelitos a una ciudad
literalmente tomada por la masa. ¡Una irresponsabilidad! Y yo, bueno… tendríais que haber visto mi cara
de estupefacción.
La calle de la churrería no tenía hueco ni para un alfiler.
El olor a churros y a café con leche invitaba a buscar una silla y disfrutar
del manjar, que, dicho sea de paso, me encanta. Pero, francamente, el ambiente
era irrespirable y os aseguro que yo estaba asustada ante tanto derroche: las compras,
el tapeo, los vendedores ambulantes
ocupando las aceras… y lo peor, la suciedad… papeles, cartones, cáscaras
de pipas, envolturas de caramelos… restos de la bendita cabalgata, que nadie
quería perderse; como si les fuera la vida en ello, chicos y grandes, viejos y
jóvenes, embarazadas y sillas de ruedas, ¡Santo cielo! No sólo estaba un poco asustada, majestades, me sentí muy triste, infinitamente
triste porque, pensaba en las noticias, vaya pensaba en las malas noticias
diarias en todos los medios de comunicación: que si la crisis, que si los
despidos, que si los ERE, que si los comedores sociales, que si las campañas benéficas
navideñas, que si los desahucios, etc. etc.
Y por eso no daba crédito a mis
ojos. ¿Qué es esta locura? ¿Qué es esta obscenidad consumista? ¿Por qué esta
voracidad, esta ansia? ¿Qué vacío estamos intentando llenar…? ¿Qué tiene que pasar para que nos comportemos
con un poco de cordura? Queridos Reyes Magos: está muy bien que vengáis una vez
al año a devolvernos la ilusión y los sueños infantiles, pero el año que viene,
por favor, aprovechad el viaje y traed en vuestras alforjas, además de los
juguetes de los niños, un poco de mesura, algo de sensatez, sentido de la
austeridad, espuertas de civismo..., en fin,
todas las virtudes que se os ocurran. Ponedlas en saquitos especiales para que lleguen a los adultos, y quizás un
libro de instrucciones para que sepamos usarlas, porque me temo que hemos
perdido el norte.
Una ensalada para un dia de campo |
El cuello multicolores |
Una terraza al aire libre |
Cabalgata Jerez |
Con mis respetos,
Teresa
He disfrutado mucho leyendo tu carta de Reyes…, palabras amenas al describir un día que de ser sueño e ilusión de peques y mayores, ha pasado a convertirse en algo casi meramente consumista para la mayoría.
ResponderEliminarMenudos piropazos te dedicas…, las que te conocemos en “pequeñas distancias”, ya sabemos que “eres andaluza”…, serás exagerá chiquilla!!!
Tus comiditas…, un regalazo para todos los sentidos y especialmente para la “amistad amistosa” entre las que tenemos la suerte de compartir esos arrocitos, unmmmmmmmmm riquississsisssiiiiiiiiiiiiiiiiimos, o los roscos de anis que nos preparas como experta ROSCÓLOGA…,ja,ja!!!
Un abrazo de tu amiga la CUELLÓLOGA.
Gracias, amiga.
EliminarUn beso
ja, ja... parece que nos has leído a muchos el pensamiento y has escrito lo que sentimos ante estas fechas... Estupendo relato de la "voracidad" consumista y el agobio absurdo que suponen -en muchos casos- estas fechas.
ResponderEliminarUn cordial saludo AGL