miércoles, mayo 16

La maternidad: algo más que una función biológica (1º parte)


Ayer mismo escuché una noticia en la televisión: un niño de pocas horas había sido encontrado en la puerta de una guardería. La madre, desesperada por no poder atender a su bebé adecuadamente, optó por dejarlo en un lugar que ella consideró seguro. Este tipo de historias provocan todo tipo de comentarios moralistas a la gente biempensante y,  cómo no, aparecen de inmediato padres y madres adoptivos, que vienen a sustituir a la desnaturalizada mujer que  ha cometido este terrible delito. Lo que viene a continuación forma parte de la investigación que llevé a cabo en los años 90 para lo que tenía que ser una Tesis Doctoral. Se trata de un curso de varios días que organizó la Diputación de Barcelona, en el Centre de Cultura de les Dones Francesca Bonnemaison, en el año 2005, donde abordo la temática de la maternidad y trato de vincular los aspectos ideológicos e históricos con la realidad de la España contemporánea.  He pensado que, ya que el trabajo está escrito, lo voy a publicar en varios post o capítulos. Para aquellas personas interesadas en la historia y la sociología.  
¿Qué podemos aprender del pasado para los problemas del presente?
Con esta conferencia me propongo establecer un diálogo entre el pasado y el presente ya que estamos en un mundo en que se olvida con facilidad. La aceleración de los procesos de cambio tecnológicos, urbanísticos,  sociológicos, culturales, etc., en los últimos 50 años,  ha propiciado una pérdida paulatina de memoria. Son los signos de los tiempos; el progreso nos lleva a fijarnos únicamente en lo que ocurre hoy mismo y a proyectar el futuro, como si el conocimiento acumulado por tantos siglos de historia no pudiera darnos lecciones y servirnos de ejemplo, para bien y para mal. Mi impresión es que estamos olvidando muy pronto formas de vida, costumbres, valores y fenómenos sociales que aún pervivían en nuestras ciudades y pueblos en los años 50 del siglo XX.
A este tipo de olvidos se refería hace poco la Demógrafa Anna Cabré, refiriéndose a los procesos migratorios. La profesora Cabré ha mostrado con sus estudios que la población catalana es el resultado de corrientes migratorias muy importantes:
1 la corriente migratoria de los franceses de los siglos XVI y XVII.
2 la corriente migratoria española de los siglos XIX y XX.
Como ella misma afirma: “hay una falta de memoria histórica tremenda”. Eso por lo que respecta a un fenómeno tan actual como el de la llegada de personas de otros países y continentes, hecho que asusta a tanta gente y que para muchos resulta una novedad difícil de asumir. Los datos de población, sin embargo, nos dicen que en Cataluña, cíclicamente se producen llegadas de grupos humanos que se instalan con mas o menos dificultad, y finalmente se mezclan y se integran, dando lugar a una cultura de mestizaje.
Pero si pensamos en términos de vida cotidiana, el olvido y la ignorancia histórica es semejante. De hecho hasta hace muy poco la historia no ha mostrado el más mínimo interés por los acontecimientos y las actividades que se realizaban dentro de la esfera privada. Por eso hay un sinfín de cuestiones relacionadas con la vida de las mujeres que damos por hechas o sabidas, o simplemente ignoramos.
 La invisibilidad de las mujeres en la historia es un tema que desde hace varias décadas (años 70) han denunciado las historiadoras.  Y es que este es uno de los campos en que se ha hecho evidente la incorporación de las mujeres a la todos los ámbitos de la vida pública. Ciertamente los temas y los procesos que han interesado durante siglos a los historiadores,  tienen que ver con los criterios masculinos sobre la importancia de los acontecimientos que han marcado la vida y el progreso humano. Incluso la aparición de mujeres en los libros de historia ha tenido el mismo enfoque que para el resto de protagonistas. Sólo se ha dado importancia al aspecto público de la vida. Por eso son las reinas o mujeres cercanas a los grandes gobernantes o personajes masculinos, las que se hacen visibles en los documentos.La experiencia femenina,  sin embargo, es muy variada y específica. Para la mayoría transcurre durante siglos entre la crianza, el trabajo doméstico (propio o asalariado) y las actividades productivas artesanales o agrícolas, próximas al entorno doméstico. Es sólo a partir del siglo XVIII y XIX, cuando la vemos aparecer en las fábricas y los talleres, junto a los hombres, alejadas ya de las cuatro paredes de la casa. Pero incluso así, cuando parecería que su labor coincide con la de los hombres, la experiencia femenina es específica y requiere ser descubierta y sacada a la luz. 
Así pues, la contribución de las mujeres a la vida social y cultural ha sido silenciada durante siglos. El discurso masculino y predominante se ha caracterizado por destacar una doble imagen:
·  la mujer dulce, asexuada y madre ideal (imagen de María )
·  la mujer díscola y llevada por sus instintos (imagen de Eva)
 Esta doble imagen ha negado a la mujer real, pero además ha perpetuado un DEBER SER que implica una visión DICOTÓMICA e IRREAL de lo que somos.   Miradas desde esa dicotomía, es muy difícil comprender y aceptar lo que las mujeres hemos sido, somos y queremos ser, actuando en la vida real y en los procesos histórico.
Es lo que muchas autoras han llamado “mistificación” de lo femenino. Pura ideología que sólo ha servido para crear confusión y perpetuar un tipo de  relaciones de poder entre los dos géneros. Todas sabemos a qué nos está llevando esta ideología y lo urgente que es desenmascararla y mostrar una realidad mas humana.  
Las mujeres hemos aportado nuestra capacidad biológica a la pervivencia de la especie, pero lo hemos hecho desde la realidad de cada una de nosotras y en el contexto donde nos tocaba desenvolvernos. Pero además, como seres humanos reales, las mujeres hemos trabajado, luchado,  soñado, sufrido y ¡cómo no!, también llevamos dentro aspectos oscuros, esos que la imagen ideal pretende negar. Por eso, cuando se habla de la Maternidad no podemos seguir transmitiendo esa idílica imagen de “la madre” que “solo hay una”. Sólo desde el puro desconocimiento de la dureza de tantas vidas, se pueden defender estos planteamientos idealistas.         
Hoy vamos a hablar aquí de una institución que refleja muy bien todo lo que he señalado hasta aquí: La Casa de Maternidad de Barcelona. Cuando se conoce la historia de instituciones como esta, en España y en el mundo, una no se atreve a emitir ciertos juicios ni ser demasiado dura con determinadas acciones de las que todavía hoy somos testigos.  
De vez en cuando, los medios de comunicación nos sorprenden y horrorizan con algunas noticias. Me refiero al abandono de bebés en las basuras o en los servicios de bares o discotecas. Hecho del que en los últimos tiempos tenemos mas noticias únicamente porque los medios de comunicación nos lo transmiten, pero no porque haya más casos.
Ante este tipo de cosas todos más o menos nos sorprendemos, nos indignamos, y casi siempre acabamos emitiendo un juicio de valor hacia la mujer que ha realizado ese brutal acto de inhumanidad. Solemos pensar que estas cosas sólo ocurren ahora, que se están acabando los buenos sentimientos, y en fin, que no hay razones suficientes que puedan justificar actos de este tipo. ¿qué clase de madre es capaz de hacer algo así?, nos preguntamos, entre indignados e incrédulos. Luego vemos aparecer las buenas personas, gente corriente (el taxista, el guardia municipal, el portero) que se apresura a hacerse cargo de la criatura, demostrando que nadie con buenos sentimientos es capaz de dejar abandonado a un niño.
Nunca he escuchado en situaciones como esta nada que hiciese referencia al pasado,  en el que tantas y tantas mujeres en situaciones desesperadas dejaban a sus hijos en la puerta de una iglesia o en el torno de los hospicios. Y es que los humanos tendemos a negar todo aquello que resulta incomprensible para nuestra sensibilidad, o que nos enfrenta al lado oscuro de la vida que preferimos ignorar. 
Torno en el barrio de El Raval de Brcelona, donde se dejaba a los niños durante el siglo XIX
No hace tanto tiempo, un programa televisivo nos hacía partícipes de cientos de historias de personas que habían sido abandonadas por sus madres biológicas en un periodo de nuestra historia no tan lejano (años 40-50). A raíz de ese programa se inició un proceso de búsqueda por parte de los hijos, ya adultos, de muchas mujeres que seguramente habían rehecho su vida, tenían otros hijos y ¡quien sabe!, podrían haber cerrado definitivamente ese capítulo de su vida tan doloroso. Peticiones y exigencias particulares llegaron a los archivos de las maternidades, cerrados a cal y canto durante años, guardadores de secretos y de historias de mujeres, víctimas de una sociedad injusta y que no dejaba apenas márgenes de error, sobre todo si se trataba de errores que afectaban al honor y la honestidad femenina, asociado durante siglos a la conducta sexual regulada. 
Se habló entonces del “derecho de los hijos” a conocer su origen y se iniciaron procesos de búsqueda y encuentros con las madres y entre hermanos que nunca habían vivido juntos, pero que invocaban a la biología como justificación a la necesidad de conocer sus orígenes. Nunca sabremos el desenlace final de estas historias, y sin embargo, lo que sí podemos afirmar es que se hablaba abiertamente, quizás por primera vez en nuestra historia reciente de un hecho indiscutible: LA MATERNIDAD no es algo ideal, es un acontecimiento que sucede en la historia. Como experiencia,  afecta no sólo a la capacidad fisiológica y biológica de las mujeres, sino a la vida cotidiana de éstas. Ser madre, nosotras lo sabemos bien,  nos enfrenta no sólo a aspectos sentimentales, sino a miedos e inseguridades relativos a la propia supervivencia y la de las criaturas que dependen de nuestros recursos económicos y emocionales.
La MATERNIDAD, es además una institución que cada sociedad REGULA  enmarcando este hecho dentro de unas coordenadas y criterios MORALES Y LEGALES. Por eso se ha hablado durante siglos de HIJOS LEGÍTIMOS e ILEGÍTIMOS,  otorgando a éstos últimos un estatuto inferior que a los primeros, simplemente por no haber nacido dentro de otra institución: el  MATRIMONIO eclesiástico o civil, en definitiva,  dentro de una relación regulada por el estado.

5 comentarios:

  1. Magnífico trabajo y de plena actualidad.Pasarán aún muchos años y seguirá siendo joven .Sobre la Maternidad ya es hora que reflexionemos.Lo veo de un feminismo- machismo exagerado que sigamos hablando de esta palabra con la acepción de que como una madre no hay nada.Ya va siendo hora de que Maternidad y Paternidad vayan unidas,Y además todos sabemos que la ternura y el amor hacia un niño no tiene sexo.Un padre es capaz de amar, atender,jugar,acompañar, guiar, igual que la madre.Solo que la sociedad, de forma mayoritaria y discriminatoria, aún mantiene más horas en casa a la madre.Pero todo se andará.El mundo de los sentimientos no tiene género, pero sí tiene alma.Qué pena me da de quelos hombres se hayan perdido durante tantos años el sentimiento de la Maternidad.Por eso ya es hora de que la Patermidad= Maternidad.Sobre las adopciones algo ha mejorado.Se respeta más los derechos del sujeto adoptado, los derechos del niño; en definitiva del ser humano.Yo recuerdo a una compañera de mi escuela, ya sabes Teresa de quien hablo, que nunca tuvo el status de hija, siendo hija adoptada.Creo que no hay nada peor que un niño no se sienta querido, adoptado o no.

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    1. Eso de "Como una madre no hay nada", como bien dices, es una frase hecha que no hace más que confirmar lo que yo intento explicar con mi investigación sobre este asunto. Lo que muestran los datos de la historia; y me refiero a los documentos, no a esa historia que nos cuentan para engañarnos. Lo que muestran es que miles y miles de mujeres han tenido que asumir su funcion biológica por narices, aunque no tuvieran posibiidad de salir adelante, ni ellas mismas. El abandono de niños durante toda la historia lo demuestra. El amor maternal que ahora nos parece indiscutible tiene muchas fisuras y, como yo intento mostrar, se ha ido construyendo culturalmente, como casi todo en esta sociedad. Somos animales, eso no lo debemos olvidar y lo primero es la superviviencia. Antes, como ahora, muchas mujeres decidieron, más o menos forzadas, que tenían que proteger a su hijo de la pobreza y de la muerte; algunas probablemente, se protegían también a sí mismas (no olvidemos lo que caía sobre ellas si eran solteras)Así que, por eso, no me suelo poner las manos en la cabeza cuando escucho noticias de este tipo. Lo entiendo y lo comprendo. ¡Quién sabe qué haríamos algunas de nosotras en situaciones de extrema necesidad...!

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    2. ¡Se me olvidaba! Recuerdo la niña a la que te refieres. Es verdad que siempre fue discriminada por todo el mundo. Y las cosas de la vida, luego ella, a pesar de saberse abandonada por su madre biológica, la quiso conocer y creo que llegó a comprenderla. La forma tan sacrificada como ella se dedicó a su propia hija con una discapacidad, seguramente expresaba su voluntad de no dejarla abandonada, como ella se sintió.

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  2. Bueno, es genial el artículo y con comentarios tan fantásticos..., se construye aun más la historia.
    Me gustan las entregas, la espera es emocionante.
    Por cierto Juanita, "t'echao de menos"..., ja,ja!!!
    Abrazote para ambas!!!

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  3. Gracias,Maga.Aunque no escriba a veces por, " causas ajenas a mi volundad", como diría un clásico añejo, me asomo a la ventana a leeros, para ver a la familia que hemos formado y tú eres un miembro muy querido para mí.Un abrazo y gracias por ayudarme en las nuevas tecnologías.Yo, si alguna vez no te veo, también te echo de menos.Juanita

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