jueves, enero 27

Hay amores, amoríos, ligues, aventuras, lios... Una película sobre el amor

Cartel de la película
"Bon appétit” es una historia de amigos que se besan y se atreven a cruzar esa delgada línea que separa la amistad del amor y que te cambia la vida para siempre. Daniel, un joven y ambicioso chef español, acaba de conseguir su sueño: una plaza en el prestigioso restaurante de Thomas Wackerle en Zurich. Su extraordinario talento como chef le servirá a Daniel para progresar en la exigente cocina de Wackerle pero no podrá evitar que su relación con Hanna, la atractiva sumiller del restaurante, se transforme en algo más que una simple amistad. Esta inesperada situación sacudirá el ordenado mundo de Daniel, enfrentándole a una difícil decisión: continuar por la senda del éxito profesional o arriesgarse y luchar por la chica que ama”.
Esta es la sinopsis que he sacado de una página de internet. Pero os aseguro que esta película no es sólo una historia entre varios jóvenes que están enfrentándose a la vida de adultos y en un país extraño, ya que ninguno de ellos es Suizo. Es en Zurich donde se desarrolla la acción, una ciudad limpia como una patena, ordenada y fría. Daniel llega de Bilbao, su compañero de cocina, es un italiano, y la chica, alemana.
¿Cómo se puede ser tan simple? ¿Cómo alguien puede resumir esta historia diciendo que se trata de unos amigos que se besan y ya no saben distinguir el amor y la amistad?


Yo diría que es una película de seres solitarios, necesitados de afecto y de comunicación. Si se besan o no es lo menos importante. Anna busca a un compañero y sólo encuentra al hombre casado que pretende mantener dos vidas separadas: una privada e íntima y otra pública.


Es tan cobarde, a pesar de que podría ser su padre, que cuando se entera del embarazo, sale corriendo y la deja en la estacada. Anna es una mujer sensible. Tiene una belleza fresca, sin aderezos de ningún tipo y está necesitada de alguien en quien apoyarse emocionalmente. Daniel, el joven español, se siente atraído por ella y cumple un papel fundamental, sustituyendo incluso al padre de la criatura en un momento sumamente delicado para la joven. Diría yo que se queda prendado… de su sonrisa, de su sensibilidad… Ambos están solos, así que no encuentran dificultad en encontrarse, charlar, reir, cocinar, jugar… Poco a poco van encontrando gusto a sus encuentros en los que más que sexo hay sensualidad.

 Y es aquí donde quería yo llegar. Hacía tiempo que no veía en el cine escenas con tal grado de ternura. Yo diría que es aquí donde se podría asociar sensualidad con conexión espiritual. Cuando están solos, hablan sus miradas. Las manos tienen un gran protagonismo. Es a través de ellas como se comunican: enlazándolas, besándoselas el uno a la otra y viceversa. Los rostros se acercan, se rozan suavemente, como si temieran hacerse daño. En fin, hay todo un juego erótico de una ternura y un respeto, que resulta raro hoy día, cuando el “aquí te pillo, aquí te mato” es el pan nuestro de cada día. Ni siquiera recuerdo si la pareja sale desnuda en algún momento. No importa, porque de cualquier modo, todas las escenas están tratadas con un cuidado que asombra.
La salida que se da a la historia no es acaramelada en absoluto; al contrario, es muy realista. El amor no es algo tan simple como muchos intentan hacernos creer en el cine o en la música, incluso en la vida cotidiana. Dos mundos tan diferentes y una maternidad que debe ser asumida desde la soledad y la responsabilidad personal, hacen inviable el cuento de siempre… “y fueron felices” Nada de eso. Ella, de forma muy madura, decide que necesita un tiempo para situar las cosas en su lugar y parece que lo hace como para obligar al chico, más dependiente emocionalmente que ella, a buscarse la vida, a buscar su lugar y saber qué quiere. La escena de la playa en el Cantábrico, y Daniel con su bata de cocinero, deja abierta una puerta…
Una película recomendable para gente que busque en el cine algo con que emocionarse, sin sensiblerías, ni superficialidad; sin escenas salidas de tono. Todo es suave... Cuando sales de la sala, la sonrisa te acompaña durante un buen rato.  ¡Emociones buenas es lo que necesitamos!  Son saludables y endulzan la vida. Vaya, es lo que pienso yo.
(Para una reflexión sobre los usos amorosos y la forma de referirse a ellos en cada época, aconsejo el artículo Eufemismos y palabrotas, en este mismo blog)

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