jueves, febrero 4

Sólo un beso... o la convivencia entre culturas

Un delicioso retrato social sobre las dificultades que aún hoy en día tienen que afrontar las parejas de distintas culturas en los países europeos... y seguramente en otros continentes. Así,  en esta película vemos la historia de amor entre Casim, un Pakistaní de segunda generación, y Rosin, una católica irlandesa, que imparte clases de música en un colegio católico de una ciudad cualquiera de Gran Bretania.
 La película comienza con una declaración de Tahara, hermana de Casim, ante sus compañeros de colegio dónde explica el concepto tan equivocado que tenemos en occidente sobre los musulmanes, y como pensamos que son todos iguales, a pesar de las grandes diferencias que entre ellos existen. Tantas como entre los católicos irlandeses y los españoles, por poner un ejemplo cercano.
Los hijos menores de la familia pakistaní intentan integrarse completamente en la sociedad que los ha visto nacer y crecer. Pero esto choca frontalmente con las costumbres y tradiciones familiares que sus padres siguen manteniendo, como por ejemplo, el concierto de las bodas de sus hijos con otros padres.
Un acontecimiento, no previsto va a dislocar todos los planes y la tranquila vida familiar: el enamoramiento de Qasim.  El joven conoce a Roisin, una  profesora de su hermana. Cuando Qasim y Roisin se conocen, no saben que esa fuerte atracción que sienten el uno por el otro, tendrá muchas dificultades a la hora de concretarse en una relación seria. Que él sea musulmán y ella católica,  no supone ningún problema para ellos, pero pronto se ve claramente que las diferencias religiosas y culturales serán una fuente de sufrimiento y conflicto en el interior de la familia del joven, y para él mismo. 

La generación adulta, en este caso, de origen Pakistaní y de tradición musulmana, pretende mantener sus costumbres. El padre de familia sigue siendo un referente de autoridad, al que nadie se atreve a cuestionar. La madre parece ser la figura aglutinadora y mediadora, entre los hijos, nacidos ya en Europa, y la tradición.  Pero eso sólo es una apariencia. La mujer teje alrededor de los hijos una red emocional, a través de la cual, quizás inconscientemente, maneja los sentimientos de éstos y evita el enfrentamiento abierto entre el padre de familia y los jóvenes. Y es evidente que muchas veces lo consigue. Se trata de una estrategia muy usada en las sociedades tradicionales, en las que, en apariencia, las mujeres no tienen poder explícito, pero para cualquier observador medianamente avispado es evidente que ellas, de forma muy sutil,  consiguen llevar a su terreno a todo aquel que pretende saltarse a la torera las reglas de continuidad del grupo familiar.
En este caso, durante un tiempo, la madre consigue evitar la ruptura total entre el joven, que pretende vivir su vida. Para ello está dispuesto a romper el compromiso de matrimonio, organizado al margen de sus sentimientos, algo totalmente aceptable dentro de determinadas culturas, en las que el amor sería la última razón para contraer un  matrimonio duradero y crear una familia.
Pero aunque, en apariencia, Qasim está dispuesto a todo por dirigir su vida, en su interior se produce un debate que lo trastorna:

  • Por un lado ama a Sadia y quiere vivir con ella un amor libre de trabas religiosas y morales. Pero eso tiene el peligro de alejarlo definitivamente de  su familia de origen y romper el equilibrio en el que han vivido durante años. 
  • Por otro, se siente comprometido con su familia y no quiere renunciar a los valores de su cultura. Esta lealtad no es sólo cultural, sino afectiva. Pero, le obliga a una renuncia que va más allá del amor. Se trata de defender su integridad como persona, su derecho a decidir.

Este es el debate, en el que el joven se siente, a un tiempo prisionero de la tradición, y decidido a romper con ella, a sabiendas de que romperá el corazón de sus padres y causará  un daño moral a toda la familia.
Pero la película plantea no sólo la intransigencia musulmana, a la hora de aceptar otras creencias y formas de vida diferentes. Ken Loach ataca de frente al Catolicismo, al introducir la postura del colegio donde trabaja la protagonista, frente al estilo de vida de ésta. Una profesora en una escuela católica tiene que dar ejemplo, así que no puede hacer pública la convivencia con un musulmán, y además, sin estar casados. Su plaza fija como docente está sujeta a que se plantee esta cuestión y ella no lo puede entender. Claro que la joven, desde mi punto de vista, no entiende casi nada. Quiero decir que, le resulta inconcebible que su amante ponga en una balanza al mismo nivel la pasión que están viviendo, y su fidelidad a la familia y a los valores en los que le han educado.  
En un momento de la película, alguien pregunta a la joven hasta cuándo piensa que puede durar ese amor. La respuesta es la que deja en evidencia dos mundos difíciles de reconciliar:
-       No lo sé...  

Y sin embargo, ella pretende que él deje toda su vida y sus apoyos emocionales y materiales; algo que da seguridad y estabilidad, por una pasión transitoria, por una relación que desde el principio se considera efímera. Es eso lo que se pregunta el muchacho cuando discuten sobre su preocupación por los sentimientos de su madre y el mal que puede ocasionar a tanta gente. Pero ella no escuchaba…

Y es que Sadia representa el valor de la independencia y el individualismo. Sola en una gran ciudad, vive sin apenas lazos, sin echar de menos a una familia. Su profesión le permite no depender de nadie, pero no tiene conciencia del contexto en el que la ejerce: un centro católico. Le sorprende que la quieran despedir por sus costumbres liberales; lo considera injusto y seguramente lo es...Nadie debería tener que justificar en un trabajo qué hace en su vida privada. Pero lo cierto es que a ella le faltaba coherencia y le sobraban seguridades: lo suyo era lo que valía y no estaba dispuesta a renunciar a ninguno de sus deseos ni a sus proyectos. Eran los demás lo que estaban equivocados y los que tenían que  cambiar para ajustarse a su mundo.
Hay momentos en que no puedo ponerme al lado de la joven, porque se muestra totalmente ciega a los sentimientos de Qasim y es incapaz de ponerse en su lugar. Le falta empatía y sensibilidad para conectar con otros mundos, que aunque diferentes, no tiene por qué despreciar ni desvalorizar.
No esperaba la decisión que tomó Qasim, pero la comprendí. Se sintió manipulado y humillado por sus propios padres, que lo dejaron sin posibilidades de reaccionar delante de la que querían fuera su esposa. Quizás hubiera actuado de otra manera, si ellos hubieran sido más inteligentes, porque el joven se debatía en un conflicto, en el que ellos eran importantes, pero la torpeza con la que actuaron le jugó una mala pasada y tuvieron que admitir que las cosas ya nunca serían como antes… Estaban en otro mundo y sus hijos formaban parte de otra cultura y no iban a pedir permiso para tomar sus propias decisiones
Supongo que la segunda generación de inmigrantes sufrirá todavía ese doloroso conflicto de tener que elegir entre el pasado, representado por sus padres, y  la nueva cultura, en la que ellos se han educado.  Esa situación seguro que está provocando mucho dolor y rupturas en las familias, sobre todo las procedentes de tradiciones religiosas poco permeables a nuevas ideas y creencias. Pero cuando pasen unas décadas, ese conflicto va a ser historia.
El mundo que nos espera es multicultural y multirracial; un mundo rico y variado, en el que tendremos que aprender a convivir, sin estar tan seguros de que lo propio es lo mejor que podemos tener.

FICHA del film:Director: Ken Loach 
Intérpretes: Atta Yakub, Eva Birthistle, 
Ahmed Riaz, Shamshad Akhatar Gran Bretaña (2004) 
100 minutos

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