miércoles, diciembre 2

Sobre la culpa, la responsabilidad y el perdón.

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Tarde de cine y de nostalgias: El lector. Un mazazo a la conciencia de todos; no sólo de los alemanes que vivieron la tremenda experiencia del Nazismo, sino para cualquiera con un mínimo de sensibilidad moral.

He recordado tantas cosas… Sí querida Ángeles. Aún tengo el delantal que me bordaste, con la portada de la novela, ¿te acuerdas? De eso hace ya unos años. El libro fue un gran descubrimiento y una lectura de esas que te dejan huella y que se va extendiendo como una mancha de aceite entre las amigas y conocidos. Creo que te lo recomendé y lo compraste…, o no sé si te lo leíste en una de esas ocasiones en que nos encontramos en mi casa. Lo cierto es que, como a tanta gente, a ti te provocó verdadera necesidad de compartirlo, de discutir, de dialogar sobre el tema central: la responsabilidad individual y colectiva  y tuvimos una larga conversación sobre Hanna, su protagonista: una mujer fría, totalmente alienada por el poder, sin la más mínima capacidad de discernimiento sobre el bien y el mal. Una verdadera psicópata, ya que carecía de sentimiento de culpa. 
Pues ¡mira por dónde! Ángeles, que finalmente han hecho una película, por cierto, muy lograda, porque prácticamente es una copia del libro. Y me he alegrado, amiga mía; me he alegrado de que se trate algo tan delicado y tan trascendente y que se le de publicidad, ya  que la actriz, una de esas jóvenes que tú ya no has llegado a conocer, ha conseguido un Oscar por su genial interpretación.
Al principio, como sabes, parece que se trata de una historia de amor atípica, entre un adolescente que descubre la sexualidad con una mujer ya adulta (representa unos 35 o 38 años). Pero pronto la trama da un vuelco y nos encontramos ante una antigua guardiana de los campos de exterminio Nazi; una mujer analfabeta, que se empeña en esconder ese aspecto de su vida, a cal y canto. Como recordarás, Hanna era una mujer de una gran soberbia, incapaz de reconocer esa deficiencia formativa ante nadie y dispuesta incluso a aceptar una culpa que no era del todo suya, antes de confesar su falta de educación escolar. Te hubiera encantado la interpretación Ángeles: esa cara inexpresiva, cuando el juez le pregunta sobre su intervención en las matanzas de mujeres en Auswitch:
 -       ¿Qué hubiera hecho usted?, le responde
Y era totalmente sincera; daba la sensación de creérselo. No se había planteado nunca si ella tenía que seguir órdenes, fueran cuales fueran, o podía negarse a cometer tales barbaridades, en nombre de su conciencia. La verdad es que la historia interpela a cualquiera que esté dispuesto a pensar sobre la responsabilidad. Pone sobre el tapete cómo muchos alemanes volvieron la cara para no ver qué estaba pasando.

Pero además del tema de la responsabilidad y la culpa, hay una cuestión que para mí sigue resultando difícil. Creo que en alguna ocasión lo pudimos hablar tú y yo. El libro y también la película entra de lleno en un asunto que no resulta tan fácil para nadie: el PERDÓN. 
Tú ángeles sabes mucho de eso. ¿Hasta qué punto tenemos capacidad para perdonar? ¿Hasta dónde se debe perdonar? ¿Todo es perdonable? Aunque la película hable de los asesinos del Tercer Reich, tú sabes bien a qué me estoy refiriendo.  Lo sabes y lo has tenido que sufrir en tus propias carnes. Nunca quisiste volver a ver a tu padre, ni siquiera fuiste a su entierro; algo que impresiona, porque parece que a un padre, por el simple hecho de habernos engendrado, hay que quererlo y perdonarle todo. Pero mira por dónde, no siempre ocurre así. Tú, por ejemplo, y seguramente muchas más personas que nunca llegaremos a conocer, han quedado tan dañadas por ciertas experiencias, que les resulta imposible perdonar a los causantes de ese dolor. 
Claro que, ¿cómo perdonar a alguien que no se siente culpable, y que ni siquiera pide disculpas por sus actos? También yo creo que sin conciencia del mal causado y sin una disculpa explícita hacia la víctima, es muy difícil pasar página y olvidar. La verdad es que, por suerte, no he tenido experiencias traumáticas que me hayan puesto en esa disyuntiva, así que intento comprender a quien lo ha vivido, aunque me resulte muy duro. Por eso me produjo tristeza el final de esta historia. Hanna no llegó a pedir perdón explícitamente, porque era demasiado arrogante. Sin embargo, como recordarás, lo hizo a través de sus actos. No tenía otra manera de decir que se sentía en deuda con el pueblo judío, que dejando sus pocas pertenencias a una fundación cultural, dedicada a la memoria del Holocausto. 
A mí, de verdad, me produce cierta ternura ese gesto tan sencillo de enviar un sobre con algo de dinero a una víctima de la barbarie, en la que ella misma ha participado. De ella no se podía esperar otra cosa, ¿no es cierto? Pero claro, ¿se puede pagar de esa manera algo tan horroroso…? Esa y otras preguntas quedan en suspenso al leer la novela y después de ver la película. Y la verdad es que tampoco es necesario tener respuestas certeras. Al fin y al cabo, en cuestiones filosóficas o éticas, lo más importante es la pregunta. Ojalá que tuviéramos más ocasiones para interrogarnos sobre tantas cosas fundamentales de la vida, “otro gallo nos cantaría”, ¿no crees? 
Y como hoy va de cine, te diré que en los mismos días he visto dos películas más, de esas que invitan a la reflexión, a la charla y al debate. Una de ellas la protagoniza la misma actriz de El Lector, y está genial. Su título es en inglés, pero en castellano sería algo así como Camino revolucionario.  (Revolutionary Road)  Una obra maestra, de esas que se hacen pocas y que tratan el gran tema: el amor dentro del matrimonio.  La otra, es la típica película francesa, casi un documental y aborda uno de los problemas más graves con que nos estamos enfrentando en las sociedades urbanas actuales: la educación: La clase, se titula. Dos “temazos”, Ángeles, para poder explicarte y haber tenido ocasión de compartir contigo. Quizás en otra de estas cartas te hable más extensamente de alguna de ellas…, sí, creo que de  Revolutionary Road. Es un tema sobre el que me apetece reflexionar contigo.
 Pues nada,  hasta pronto. Mi recuerdo y mi cariño más sincero

TERESA




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