domingo, mayo 5

La memoria infinita. Amor del bueno

 Después de ver la película nos quedamos mudos. La memoria infinita es realmente un documental, pero parece una ficción. Sin embargo, asistimos a la historia en total silencio y con la emoción a flor de piel. 

Augusto, un conocido periodista cultural chileno, y Paulina, actriz y ex ministra de cultura, han estado juntos y enamorados desde hace más de 25 años. 



Ambos se han dedicado a sus respectivas profesiones con pasión. Como otros muchos, no han querido que se pierda la memoria sobre lo que sucedió en Chile con la llegada de Pinochet al poder. La memoria es importante para ellos, pero qué paradoja, qué dolor, cuando a Augusto se le diagnostica Alzheimer. Es entonces cuando sus vidas dan un vuelco. Tienen que reinventarse una nueva forma de relación. Ella se convierte en la memoria de su compañero. La directora del documental utiliza el flashback para hacernos partícipes de la vida anterior de los protagonistas; de su militancia frente a la dictadura, del sentido del humor y del amor que se han profesado.

Ese amor es el que se manifiesta en la forma en que transcurren los días de la pareja. Él, en momentos, parece consciente de su situación. Y lo parece gracias a la infinita paciencia de ella, a su capacidad para convertir en un juego las situaciones que otras personas dramatizarían. Es admirable como hace de la vida cotidiana una especie de escenario lleno de momentos llenos de ternura y sentido del humor. La ayuda de Paulina no es profesional; es la ayuda de un cuidado amoroso convertido en memoria dirigido a que Augusto no pierda el contacto con la realidad: yo, tú, nosotros, nuestra casa; todo lo que puede conectar con quienes son y quienes han sido; y siempre con una sonrisa, con el juego casi infantil de dos almas que se reconocen en cada mirada, en cada palabra, incluso en el silencio.

Los observo y pienso en nosotros. Nosotros que ya somos mayores y que no estamos libres de sufrir alguna enfermedad que nos convierta en personas sin identidad. Me pregunto si sería yo capaz de convertirme en una Paulina sonriente, paciente y amorosa, teniendo una situación tan dolorosa. No lo sé, pero no paro de pensar en ello, mientras sigo enfrascada en una historia que me atrapa.

De vez en cuando esa vida cotidiana, aparentemente tan sencilla, en la que hay un préstamo de memoria de ella hacia él, sucede algo que nos hace más conscientes de esa tremenda enfermedad.  Un día cualquiera, se desencadena en Augusto una gran confusión, una especie de nubarrón que lo cambia todo. Crisis. Ahí ella no es capaz de entrar. Se le ve como un animal enjaulado y solo, que se pregunta qué le pasa, donde están sus hijos, y ya no puede escuchar a su compañera. Ella se acerca a él, con sumo cuidado, hasta con miedo a hacerle daño; apaciguándolo, hasta hacerlo volver a la otra realidad, que es también su realidad, pero tamizada por algo que tienen entre los dos. Pienso que esa apertura de Gustavo a las palabras y la guía de su mujer tiene que ver con el amor que construyeron y vivieron en el pasado; algo que no se ha perdido y que a través del cuidado amoroso de Paulina vuelve a sus días de encierro en su casa. La casa es importante en la historia. Puedo imaginarme una persona con Alzheimer que la trasladen a un centro residencial, fuera de su mundo conocido. Debe de ser muy diferente. Es por eso, quizás, por lo que en una de las crisis de Augusto, ella lo conecta con estas palabras: esta es tu casa, tus libros… Le enseña las fotos de sus hijos, de sus amigos en las estanterías de la biblioteca.

La música y el movimiento corporal está muy presente en el documental. Es precioso ver a Augusto bailar al ritmo de cualquier música, incluso participa en una obra de teatro al inicio de la enfermedad, saliendo al escenario a bailar. Dicen que los enfermos de Alzheimer lo último que olvidan son las canciones. Conmovedora es la escena del masaje en el rostro; seguramente forma parte de la terapia que usan algunos profesionales y que invita a practicar en nuestras relaciones íntimas.                               

Conmovedora y dolorosa a la vez. Nos acerca a una enfermedad que asociamos con algo tan dramático, que resulta una sorpresa la belleza que desprenden sus imágenes y ver a sus protagonistas sonreir, cantar, bailar y manifestar las emociones con tanta sensibilidad.  

La memoria infinita es una película documental chilena de 2023 escrita y dirigida por Maite Alberdi. Su estreno mundial ocurrió el 21 de enero de 2023 en el Festival de Cine de Sundance, donde ganó el Gran Premio del Jurado.1​ También ganó el premio a mejor dirección en el OUFF, 2023, en el festival de Ourense, Galicia.

Obtuvo el Premio Goya a la mejor película iberoamericana en 2024.2

"El bello canto al amor de un sobrecogedor documental. (...) acaba siendo tres cosas preciosas y desgarradoras: una película sobre el amor (...) un testimonio sobre el alzhéimer (...) y un estudio sobre la memoria colectiva" 

No hay comentarios:

Publicar un comentario