sábado, marzo 9

Un adiós sin razones


 
Se fue como había llegado, sin hacer ruido. Y dejó un rastro tras ella. Esta mañana de lluvia intermitente en la ciudad, saqué de su letargo el precioso paraguas color violeta, uno de tantos regalos con los que me obsequiaba un día sí y otro también. No me gusta regalarte el oído, solía decirme, cada vez que ensalzaba alguno de mis logros, que, sinceramente, no eran muchos, ni tan brillantes. Sin embargo, su mirada hacia mi persona tenía esa cualidad de convertir mi vida cotidiana en un deslumbrante salto de obstáculos, que ella premiaba con sus halagos, o con preciosos regalos, la mayoría creados por su gran creatividad: una chaqueta de croché, un cuello de lana de múltiples colores, unos pendientes de mi color preferido…
Todavía uso una funda nórdica de tonos tostados de muy buena calidad. Pero donde ponía más interés era la creación de videos para ilustrar mis textos. Eso tengo que agradecerle especialmente, porque dos de ellos han quedado en mi canal de youtube, como pequeñas obras de arte.


El silencio más hondo ha manchado tanta devoción. Silencio y oscuridad. Ni un adiós, ni una llamada de recuerdo. ¿Cómo puede alguien pasar de ser el centro de tu vida a no ser más que un recuerdo sin dirección, ni justificación? Hoy 8 de marzo, la preciosa sombrilla violeta, con lunares y volante ha puesto su imagen y su memoria en el centro de una mañana de lluvia y sonrisas femeninas. Maga se ha hecho presente, como lo que fue, una presencia entre real y misteriosa.  

                   

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