martes, septiembre 28

Nada: una maravillosa novela

No puedo asegurar que lo hubiera leído antes. Es un libro de esos clásicos que quizás ha ido pasando de librería en librería cada vez que cambiaba de domicilio (que han sido unas cuentas). Sin embargo, al cogerlo entre mis manos hace pocos días me he dado cuenta de que no recordaba nada. Y Nada es el título de esta obra que me ha dejado una sensación de plenitud por su calidad y por el interés que despertó en mi desde las primeras páginas. En una semana la he terminado.

Y es que no podía dejar de leer. Es de esas historias que te captan y necesitas saber cómo va a desarrollarse la trama. No obstante, no se trata sólo de la trama. A mí me ha fascinado el estilo. La forma en cómo la escritora presenta esa historia tan increíble de personas mezquinas, oscuras, llenas de amargura, grotescos, como una pintura negra de Goya. La voz de Andrea, la protagonista, nos hace un retrato en el que la miseria no es solo material, sino especialmente moral. Es verdad que sus impresiones sobre las diferentes estancias de la vivienda y del aspecto de los personajes (su abuela, las tías, los hombres de la casa y hasta la sirvienta) son absolutamente expresionistas. No hay nadie que se escape a la mirada de la joven, que se mueve entre la curiosidad que despiertan las vidas oscuras de los habitantes de la casa, y al mismo tiempo la repulsión por la suciedad y dejadez en que parecen moverse con total naturalidad. Las minuciosas descripciones de las habitaciones,  pero también del aspecto físico de su familia y sus características psicológicas, a veces te deja un profundo malestar. Como lectora sentía que me afectaba de un modo muy visceral.

Me ha encantado volver a las calles del Barrio Gótico de Barcelona, y también todo el centro (Pelayo, Escudillers, Montcada, Ronda San Antonio, Muntaner) En sus descripciones se percibe con claridad las diferencias sociales de una Barcelona devastada por la guerra civil, pero en la que los ricos industriales disfrutaban de unas grandes casas y organizaban fiestas de sociedad. Andrea se sentía extraña en ese ambiente, fuera de lugar con sus zapatos gastados y su vestido no menos viejo. La forma como narra el baile en casa de su amigo, me ha llegado al alma. La imaginaba saliendo de la casa, como una Cenicienta que no espera ni a las 12. Humillada, no le queda más que huir de allí y volver al viejo piso de Aribau. Su sufrimiento me llega como si la protagonista fuera yo misma. A pesar de todo, muchas veces parece que la muchacha se cierre a que las emociones la hundan. Hay resistencia. Quizás lo que desconocemos sobre la vida anterior de Andrea, la hace parecer dura. La narración de todo lo que ocurre en la casa familiar, minuciosa, llena de detalles es una narración resultado de una observación desde fuera que parece no tocarla en exceso. Le cuesta juzgar. Se limita a narrar incluyendo sus impresiones, sobre personas y sucesos. Me admira que una autora tan joven sea capaz de hacer comentarios y apreciaciones tan profundas sobre lo que le rodea. Y desde luego el libro está lleno de imágenes poéticas, de   metáforas que parecen de alguien con una larga trayectoria como escritora. 

Me ha quedado la curiosidad por saber cómo había sido la vida anterior de la protagonista. Quizás así la hubiera entendido mejor, pero parece que la escritora deja abierta, esa pregunta y otras zonas oscuras de la historia, para que l@s lector@s echen mano a su imaginación. 

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