martes, agosto 20

"A mí no me iba a pasar", o la seducción del patriarcado.

"A mí no me iba a pasar". Es el título del último libro de Laura Freixas, una escritora barcelonesa que viene publicando relatos autobiográficos desde hace unos años. Adolescencia en Barcelona hacia 1970, y a sus dos entregas de diarios hasta la fecha, Una vida subterránea (1991-1994) y Todos llevan máscara (1995-1996) En esta ocasión, se ha centrado en la etapa más próxima: desde los años ochenta hasta el 2003.  
                                               


El libro lo he leído con verdadera avidez. Y eso que no es una lectura plana, ordenada cronológicamente. Todo lo contrario. La autora elige un estilo muy contemporáneo, para el que hay que saber escribir, y sobre todo, haber leído muchísimo. Si algo me sobra de la estructura es el exceso de paréntesis, que, en cierto modo, dificultan la lectura. 
Pero la mayor virtud que encuentro a esta autobiografía es la valentía con la que Laura Freixas aborda su vida; una vida íntima de mujer burguesa desde la cuna, en la que nunca le faltó nada material, pero que, como tantas mujeres de su generación, no pudo escapar de la insatisfacción de acabar convertida en una "maruja de lujo", como ella misma se autocalifica. 
En sus recuerdos están vivos los encuentros de su madre con las amigas, todas de una clase más que acomodada, en la gran casa del barrio de Pedralbes de Barcelona, que no es cualquier barrio. Una vivienda de lujo, llena de cuadros y muebles de categoría, donde no faltaban libros. Ya desde adolescente las observaba, escuchaba sus quejas y se repetía como un mantra: "A mi no me va a pasar".  Y es que no comprendía la resignación con la que llevaban las amantes de los maridos, las ausencias, la dependencia. Eso sí, a cambio de una vida regalada, vacaciones en la gran torre de la Costa Brava, sin preocupaciones materiales y con muchos privilegios vedados a la gran mayoría de las mujeres. A ella no le iba a pasar eso, ni hablar. Joven universitaria, educada en El Liceo Francés, viajera, feminista y una lectora empedernida (herencia de una madre amante de los clásicos y de la buena literatura) Laura quería ser escritora. Ese era su sueño, pero las convenciones sociales, en la década de los setenta del siglo pasado y las exigencias familiares, la lanzaron a una situación que, como ella dice, la sedujo. El Patriarcado, es verdad, tiene diferentes estrategias para ejercer el poder, y una de ellas es la seducción. ¿Quien se resiste a una casa de 300 metros, con piscina en lo mejor de Madrid? ¿Quien no se siente atraída por un hombre de éxito y con los ojos más azules y transparentes del mundo mundial? ¿Quien quiere perder el amor de unos padres que tienen puestas las expectativas en un futuro acomodado para su hija? 
Y le pasó. Se casó con el hombre adecuado a su posición, tal y como se esperaba de una chica de "Casa bona", como se dice en catalán. Mientras eran jóvenes estudiantes, vivían en absoluta camaradería y libertad, así que nunca se le ocurrió pensar en que aquella relación podría derivar en un matrimonio convencional, en el que el poder del dinero sería el que condujera sus vidas. 
Es verdad eso que dice la autora: "Maruja de lujo". Muchas podríamos preguntarnos que de qué se queja esta señora. Es precisamente lo que solía recriminarle su marido. Cualquier mujer trabajadora daría algo por tener algo de la vida que ella tenía, sus privilegios de mujer rica, que, claro está, facilitan mucho la vida y la crianza, pero ella ha vivido todo eso como la jaula de oro en la que, sin casi darte cuenta, se fue encerrando. Y lo reconoce. No culpa a nadie en particular, sino a ese entramado de ideas, roles establecidos, identidades prefabricadas que tiene el Patriarcado y que, de forma invisible, va formando una especie de tela de araña, donde tantas mujeres quedamos atrapadas. 
Y la maternidad, ¡Ay, la maternidad! Tema fundamental y tan poco tratado en la literatura, y mucho menos para poner de manifiesto la gran contradicción. Laura se ve abocada a tener un hijo. Pero ese hijo no fue fruto de su deseo, de esa llamada biológica que dicen que tenemos las mujeres. Fue el deseo de su marido el que dio lugar a un embarazo, fruto de la técnica y vivido con mucho sufrimiento. Y luego, los pañales, los biberones, las noches sin dormir, la renuncia a un trabajo mejor, la imposibilidad de concentrarse para poder escribir esa novela que era su proyecto más amado. En una entrevista en la que habla sobre esta cuestión, Laura viene a decir que el dinero no resuelve la dedicación de las madres a la crianza. Porque está ahí la responsabilidad, la disponibilidad absoluta, y también el deseo de disfrutar de esa etapa. Una gran contradicción es lo que ella relata y muchas podemos entender. Y para redondearlo, una adopción internacional, para colmar el deseo de su marido, por cierto, totalmente ausente, porque claro, había que ganar mucho dinero para un estilo de vida en el que ella se sentía a la vez cómoda y segura, pero enjaulada. 
En definitiva, una autobiografía que habla de la evolución de un tipo de mujer en la España de los últimos treinta años. A pesar de las diferencias sociales, muchas podemos sentirnos identificadas, por lo menos con algunos de los conflictos y contradicciones que la autora relata, y especialmente con el proceso de ir construyendo nuestra identidad en un mundo cambiante como ha sido la segunda mitad del siglo XX.                      

1 comentario:

  1. Estoy totalmente de acuerdo Teresa, incluido lo de los paréntesis que me alegra comprobar que pensamos lo mismo, a veces me despistaban porque lo he leido en ebook y en tiempo record (que nunca es como el libro de papel).
    Pero es una genial descripción de como el dinero, en este caso, es otra de las trampas que caen las mujeres, tan parecida a otras en las que caemos también, pero en cualquier caso es una valiente y magnífica descripción de como caemos en la olla de agua templadita, esa que acaba cociéndonos como a las ranas si no despertamos a tiempo. Felicitaremos y agradeceremos a Laura porque este libro es un instrumento valioso y gratificante.

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