miércoles, mayo 31

Las "Smartgirls" y el Feminismo

Hay que ver cómo es esta Paula Echevarría. Un portento de elocuencia cuando tiene que defender algo ante los medios. No se le puede negar desenvoltura a la chica, ni tampoco ese encanto que derrocha a diestro y siniestro. Esa sonrisa siempre a punto, ese look perfecto de girl influencer, que es como se llaman ahora las chicas famosas, más o menos guapas, que visten a la última moda y son creadoras de nuevas tendencias.
Definitivamente, tengo que reciclarme, porque veo que me falta vocabulario para estar al día en ciertas cuestiones un poco alejadas del ámbito en el que me muevo. Lo digo porque, para dejar clara su valía personal, Paula se definió con otro término anglosajón: smartgirl. Chica lista, más que inteligente, parece ser que es la traducción literal.Pero no es de lenguaje de lo que quiero hablar aquí, sino de la polémica de la semana pasada y que las redes se encargan de expandir.
Me refiero al resbalón más o menos espontáneo de la Echevarría, cuando una periodista le sugiere que quizás se haya sentido mal estando tanto tiempo a la sombra de su marido. En primer lugar, quizás deberíamos plantearnos si esa pregunta está o no fuera de lugar o si se atreven a hacérsela precisamente por el hecho de ser una mujer. Tal vez los propios periodistas serían los primeros que no podrían criticar la metedura de pata de Paula cuando se refiere al feminismo con estas palabras: "Yo creo que no hay que ser feminista ni machista, yo creo que los extremos nunca son buenos ni para un lado ni para el otro (…)".Es cierto que hay una confusión muy extendida por esos mundos de Dios sobre el significado de feminismo y machismo.

Considerar extremo el Feminismo es un gran error en el que cae la mayoría de la gente corriente. Hasta tal punto es así que muchas de las mujeres de mi generación, que hemos vivido la batalla y la efervescencia de ese movimiento social en la España de los años 70, en determinados foros, especialmente si son mayoritariamente masculinos, casi tenemos que disculparnos, a veces incluso, esconder que somos feministas. Y es que se nos suele aplicar un estereotipo absolutamente injusto y negativo. ¡Ah!, esta debe de ser una de esas locas radicales que odian a los hombres. Y luego vienen toda una serie de afirmaciones categóricas como que nos dejemos de monsergas, que hay igualdad de derechos, que todos somos personas…Una actitud defensiva que, a mí por lo menos, me da mucha pereza tener que contestar. ¡No, por favor! A estas alturas, no.  Pero también constato muy a menudo en muchas mujeres de la generación nacida entre los años setenta y ochenta, o sea, las que tienen entre treinta y cuarenta y tantos, la misma fobia, confusión terminológica y, por supuesto, ignorancia teórica sobre qué es y qué ha significado el Feminismo como movimiento social y especialmente como pensamiento político y filosófico del siglo XX.  
Un ejemplo de esa ignorancia lo tenemos en Cristina Pedroche. Otra smartgirl que siempre ha defendido con uñas y dientes que eso de ser feminista es poco menos que una ordinariez… Sí, ya sé que no es eso exactamente lo que dice la muchacha, pero que es de señoras trasnochadas y un poco amargadas, sí. Poco menos que un asunto pasado de moda, sin ningún sentido en este momento en que las mujeres ya lo tenemos todo conseguido… La tal Pedroche, a la que tampoco se le puede negar desenvoltura, es de las que piensa que eso de la igualdad ya está muy pasado porque ella nunca ha sufrido situaciones en las que se la haya discriminado por ser mujer. Amén.Y ahí la tenemos, haciendo programas en horas de máxima audiencia, con un desparpajo capaz de deslumbrar al más pintado. La chica desde luego no parece que sufra de complejo alguno. Su seguridad ante cuestiones sobre las que debería haberse documentado un poquito, me deja estupefacta. ¡Ostras! Qué suerte estar tan segura. Yo a su edad estaba bebiéndome con ansia unos cuantos ensayos sobre qué es eso de ser mujer, porque me consideraba una ignorante en este tipo de cuestiones. Claro, que si les aconsejo a las dos famosas, acostumbradas como están a dar lecciones, que se lean… 
El Segundo Sexo, de la filósofa francesa Simone de Beauvoir, por ejemplo, o La mística de la feminidad de Betty Friedan, no creo que pasaran de las diez primeras páginas. Y seguro que quedarían sorprendidas si les digo que en el siglo XVIII una tal Mary Wollstonecraft, escritora y filósofa, escribió Vindicación de los derechos de la mujer. Precursora del Feminismo, Mary plantea en su obra demandas inusitadas para la época y que aún no se han conseguido en su totalidad. Ha llovido desde entonces. Son casi tres siglos y todavía tenemos a Paula que, sin sonrojo, suelta la siguiente frase: “Tenemos que seguir avanzando, pero yo creo que ya no de una manera tan reivindicativa”.Paula, querida. Ya sabemos que eres mona, que has hecho una serie con una estética que nos ha tenido, a más de una atentas a la pantalla, y no precisamente porque sus protagonistas femeninas fueran mujeres a las que emular. La primera, esa Ana que tú has representado en Velvet, dependiente y sumisa, princesa moderna a la espera del príncipe azul, y dispuesta a vivir una historia de cuento de hadas barata que claro está, tenía que acabar en boda.
De los demás personajes femeninos de esa serie ya no hablaré porque todas ellas son ejemplos del modelo femenino más casposo, que todavía tenemos que soportar en los medios televisivos. Es una pena que no te hayas limitado a responder como se merecía a la periodista que, muy feminista ella, te hizo la pregunta que no se debe hacer. Te aconsejo, porque puedo ser tu madre, que no te precipites cuando hablas ante las cámaras y que te ciñas a lo absolutamente necesario. Sí, ya sabemos que eres una persona, pero sin la historia de tantas mujeres que han pensado, que han escrito, que se han manifestado, que han sido perseguidas, que han actuado en política, que militan todavía en movimientos feministas de distintas orientaciones (que el feminismo es muy rico y variado en sus planteamientos y acciones), ni tú, ni muchas de nosotras estaríamos donde estamos.Y lo que nos queda.
Ser una chica lista está muy bien, pero las mujeres, además, tenemos que formarnos y saber que feminismo no es lo opuesto a machismo: eso es algo básico. Y mira por dónde... Si para algo ha servido tu ingenua respuesta (quiero creer que también hay mucho de ingenuidad en ti) es para que en estos días se esté hablando del tema en las redes sociales. Ojalá sirva para algo.       
Publicado en La Voz del Sur. 29 Mayo 2017

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