martes, septiembre 18

La gente de La Carrera Alta (2º parte)

Lo prometido es deuda. Y ya que empecé diciendo dónde tenía su origen la Carrera, voy a ver si puedo recordar a algunas personas que dejaron huella en mí y que vivían en la zona en esos años.
Al primero que recuerdo es al ciego. Nunca supe cuál era su nombre, aunque creo que le llamaban el ciego el de la Serrana.
  Vivía con su madre en una casa muy humilde  y recorría las calles diariamente sin perderse. Llevaba la mano siempre a punto para que le dieran un cacho de pan, o cualquier otra cosa que llevarse a la boca o al bolsillo. Eran tiempos de miseria, de mucha miseria y ellos eran muy pobres. Cuando pasaba por mi casa llamaba a mi madre: ¡Rosariooooo! Ella siempre le daba algo. Pero no se hacía querer el ciego, ni mucho menos. Tenía muy mal carácter y muchas veces tiraba piedras a los chiquillos que se metían con él. 
El Pelotar, actualmente
En la casa de al lado vivía Consuelo, Consuelo la Malapinta, ¡vaya mote! Sin embargo, de mala pinta nada, porque era una mujer con presencia, al menos yo la recuerdo así. Una vez hubo mucho revuelo porque se juntó con un muchacho con el que tenía relaciones. El muchacho era de otro pueblo y como ella tenía una casa muy grande donde vivía con un hermano soltero,  decidieron vivir juntos. En este caso lo de “irse con el novio” se podría decir que fue “irse con la novia” Ahora esas cosas no tienen ninguna importancia; la gente se va a vivir junta y punto, pero entonces sólo se hacía en algunos casos y no era por gusto.  
Aquella historia me quedó a mi grabada porque se comentó mucho, como todo lo que se salía de las estrictas normas que imponía por entonces la “decencia”. Pero como la gente la conocía y sabía que era una buena muchacha,  el tiempo puso las cosas en su lugar.  Lo que sí ha quedado en mi memoria es que sabía bordar muy bien y que yo iba muchas veces a su casa y me fijaba en ella.   
Casa típica de la zona cercana al Pelotar
 Enfrente de Consuelo vivía Dolores la Jodeña, que estaba casada con un tal Herrera. Antes había estado casada con un dirigente comunista en la época de la 2º República, que le llamaban el Sastre.  Esa historia la contaba mi madre cuando se hablaba de todo lo que pasó en la guerra.  Dolores perdió a su primer marido, pero se volvió a casar y, por suerte, pudo rehacer su vida.  Era una mujer muy alta, a la que recuerdo siempre con el cántaro en la cabeza, cosa inusual en Bedmar.  Seguramente en su pueblo de origen, Jódar, se llevaba de ese modo.  Su hija, María tenía tres o cuatro años más que yo, pero era como mi hermana mayor. Me quería, y yo a ella igual. Mi madre a veces le pedía que nos  acompañara a mi hermana pequeña y a mí y ella disfrutaba mucho con nosotras. Todavía recordamos, cuando nos vemos en el pueblo, cuando bañábamos a mi hermana pequeña en un cubo de agua que se había calentado previamente al sol. 
No sé de dónde venía la relación, pero en su casa me trataban con muchísimo cariño. Aquella casa tenía un corral en donde organizábamos teatrillos las chiquillas del barrio. Era muy divertido e incluso nos hacíamos nosotras mismas las entradas,  que vendíamos a las vecinas, quizás por una gorda o algo así, pero nos ganábamos una perrillas.  No sé a qué dedicábamos la recaudación, pero la verdad es que éramos muy creativas. 
Un corral de la época
María se fue muy joven a Madrid, donde estuvo sirviendo y recuerdo cuando volvía, porque me contaba las historias que había vivido en la capital. No sé si había algo de fantasía y un poco de realidad en todo aquello; tampoco recuerdo concretamente esas historias,  pero sí los ratos de complicidad en los que compartíamos experiencias muy inocentes, como si fueran el mayor secreto del mundo.  
Vecina de María era Inés. Su madre se llamaba Teresita la de Bernabé. Inés era de mi edad más o menos, pero no tengo mucho que contar de ella, como de tantos otros con los que no solía relacionarme tanto.
Enfrente de Teresita vivía la familia de Isabel, la de El Cojo Juan Lata. Tenían un buen rebaño de cabras y vendían leche. Supongo que de eso vivirían. Ana la Gachasmigas era la madre de familia. La recuerdo muy afable, siempre sonriente, con su moño ya canoso... Pasaba por delante de mi casa y llamaba: ¡Rosariooooo! Mi madre salía a la puerta de la calle y la saludaba.  En aquella época no todo el mundo podía tomar leche cada día. Así que, muchas veces, Ana nos dejaba una medida de aquellas de lata que se usaban por entonces, tal vez medio litro de leche de cabra,  y era como una fiesta. ¡Cómo ha cambiado todo! Y Ana, con la edad que tiene, todavía está ahí y con su cabeza bastante clara, según me dice Isabel, su hija. 
Vendiendo leche por las calles, cosa normal en la época
 Como podéis suponer, no puedo detenerme en cada casa. En primer lugar, porque algunas ni las recuerdo, en segundo lugar,  porque no tuve la misma relación con todo el mundo y en tercer lugar, porque os cansaríais de todo este rollo.
La Bernabela, creo que se llamaba Mª Dolores… y se sigue llamando, creo.  Era familia de mi madre, porque siempre le llamaba prima… Bueno,  muchas mujeres de aquella zona le llamaban prima; debían de ser familias muy lejanas. Al que más recuerdo de la Bernabela es a Joaquín, creo que el pequeño de la familia. Era un crío muy despierto y, como tantos otros, no siempre podía ir a la escuela, porque lo mandaban a trabajar. Así que aprendió a leer, escribir y las cuatro reglas en mi casa. Mi madre siempre decía: ¡Qué muchacho más listo!  Cuando lo veo me da mucha alegría porque sé que ha progresado en la vida. Se casó con Isabel, la hija de Ana la Gachasmigas, que eran vecinos de toda la vida. 
Aquí vemos a Joaquín
La casa de la Bernabela quedaba en una especie de replano al final de la calle Bermejo (que nosotros llamábamos Mermejo) En la bajada de ese replano estaba la casa de Juana la Tachuelas, una mujer muy bajita, pero con mucho genio.

Una vez se puso enferma y se quedó impedida; vaya que no podía andar. Así estuvo mucho tiempo y un día fue a visitarla el Cura Párroco, creo que don Robustiano y al día siguiente empezó a andar. Decían que era un milagro de la Virgen de Cuadros. En fin, esas cosas incomprensibles… La casa de Juana era prácticamente un sótano, muy humilde, como casi todas las del barrio. Su hija Isabel era muy cariñosa y también iba mucho por mi casa. Curiosamente, hace unos días, Ana, una hija de Isabel se puso en contacto conmigo por Facebook. Una alegría que se acordara de mí. 
Hermosa imagen de Alejo, haciendo pleita en la Carrera, cerca de la casa de la Bernabela
Magdalena la de Gabirro vivía muy cerca de Juana, en la misma acera. De ella recuerdo que era una mujer muy charlatana y dicharachera. Se pasaba las horas muertas en el portal de mi casa con mi madre y hablaban por los codos. ¿Quién le iba a decir a ella que un nieto suyo se convertiría en alcalde del pueblo cincuenta años después? La casa de enfrente de Magdalena era de Luisa la del Chico Madríd. No sé por qué le llamarían así… ¿quizás se fue a Madrid joven y volvió? Ni idea.  Años más tarde, estando yo fuera,  se bajó a la parte baja, junto a la calle Llana. Su hija, María, era más o menos de mi edad y formaba parte del grupo de niñas que jugábamos en la calle, aunque nunca fuimos amigas, que yo recuerde. Creo que entre nuestras familias no había buena relación, aunque no sé la razón. 
Muy cerca vivía Isabel Juana, la Perenales; una mujer bajita y entrada en carnes, que tenía un marido todo lo contrario: un hombre muy espigado. Recuerdo que su hijo Juan fue uno de los que se fueron a Alemania en los primeros años sesenta y cuando volvió compró la primera tele del barrio. Allí íbamos a ver los programas que entonces se llevaban, aunque a decir verdad, la señal  llegaba muy mal y al final no veíamos nada. Juan tuvo familia numerosa y ha vivido hasta hace poco en la casa que había sido de mi tía Mª Ramona la de Pedro Jacinto. La última vez que pasé por allí ya no estaba. A la que recuerdo muy bien es a su hija mayor, que le llamábamos "la rubia" y tenía los ojos muy azules. Por cierto, era una chiquilla muy tremenda. Hace unos días la encontré en Facebook y hoy en día es una mujer hecha y derecha y muy guapa, por cierto.   
Juan Perenales con sus cinco primeros niños
 Enfrente de Isabel Juana estaba la casa de Isabel Lucía, una mujer muy especial, o al menos es como la recuerdo yo: delgada, muy serena, que le costaba sonreír… Pero curiosamente, a pesar de que se marchó quizás antes que nosotros, no he olvidado su nombre y menos a sus hijos, sobre todo al mayor que era encantador: Francisco.   
Antonio Corcheta,  Francisco el de Isabel Lucía e Ildefonso el de Máxima
Creo que se instalaron en Algemesí, Valencia.  Enfrente, en una especie de rinconcillo, vivía una niña que se llamaba Presentación, pero no puedo decir mucho más de ella porque no recuerdo ni el mote de sus padres. Máxima vivía puerta con puerta con mi casa y era como de la familia. A Máxima la recuerdo sumamente delgada, dicharachera, despierta, llena de energía: una mujer muy decidida, con mucho genio y siempre corriendo de un lado para otro, buscándose la vida. Casi siempre estaba ella sola con los hijos, porque el marido andaba por los cortijos trabajando.
Mi casa hace unos años

Máxima, en una escena de la aceituna.
 Tenía tres hijas: Mª Cuadros, Catalina y Marina y un chico: Ildefonso. Mª Cuadros se fue muy pronto de la Carrera, porque se casó y se mudó a otro barrio.  Por eso, con las que tuve más trato fue con Catalina y Marina. Incluso me invitaron a la boda de las dos, aunque era pequeña y me acuerdo poco. La de Catalina se celebró en la casa de sus suegros, en la calle Bermejo… y tengo un vago recuerdo de ella. 
Catalina, la hija de Máxima
 La de Marina fue en la sala de la casa familiar y también estuve, al menos a la hora de las plumillas, lo que llamaban el refresco y luego en el baile, que no  me perdía uno. En aquella época, además de los invitados más cercanos, que iban a la iglesia y a los dos días de fiesta que solían hacer, se invitaba a los vecinos para que probaran los dulces del refresco y echaran un buen rato, bailando pasodobles. Creo que por eso soy una buena bailarina de esas cosas tan tradicionales, porque desde pequeña lo he practicado.   
Y como esto se alarga demasiado, voy a terminar con Josefa la Arguñana. Toda una institución en el barrio. Tenía una tienda donde se podía encontrar cualquier cosa. Ella era algo así como las presentadoras del Telediario, que no se le veía más que de medio cuerpo para arriba, porque siempre estaba detrás del mostrador. No salía ni en días de fiesta. Tenía los ojos azules y la sonrisa siempre en los labios. El negocio parece ser que era lo único que le importaba en la vida y allí íbamos los niños a comprar la onza de “cocholate” de la Virgen de la Cabeza, o 14 reales de cualquier cosa, que entonces era así como se contaba… media cuarta de esto, una sardina arenque, una panilla de aceite, una cuarta de vino, que llenaba directamente de la cuba… 
La tienda en la actualidad
 Recuerdo que tenía una costumbre muy curiosa. Para vender el vino a granel, que era como se compraba entonces, tenía una goma que iba desde la cuba hasta la botella o el recipiente que fuese. Le daba un buen chupetón, para ayudar al vino a deslizarse hacia el embudo y ¡santas pascuas! Hoy en día esas cosas no se entenderían, nos parecerían antihigiénicas, pero entonces no había tantas tonterías.   
Como apenas sabía de cuentas, cogía el papel de estraza, el mismo que servía para envolver luego el queso, por ejemplo, y un lápiz de punta muy gorda y hacía unas cuentas estupendas, eso sí, con los dedos. Y siempre tenía apuntado en papeles, o en una libretilla lo que la gente se llevaba de fiao. ¡Gracias a aquellas tiendas mucha gente podía comer lo más esencial!
Era un hacha, os lo aseguro  y nunca la engañó nadie, que se sepa. A Josefa le pasaba como a mi madre, que todo el mundo le decía prima y nunca supe si de verdad había lazos familiares.  No sé si después de faltar ella de la tienda, el negocio ha seguido, porque la verdad era el alma de la casa, aunque su marido Juan de Dios era un hombre muy agradable. Su hija se llama Carmen y también tiene un hijo: Francisco.
Y en fin… en La Carrera, como era tan larga,  vivían muchas más familias, como La Cabrera, Buchones, Toscazos, La Escarpines, Dolores la Ratona, Mª Jacinta la Colminilla, Los Buscavidas,  Tomás el de la Huerta…  

 No quiero dejar de lado los llanos cercanos a la Carrera, porque justamente las niñas de esos llanos eran las que más jugaban conmigo.  Seguramente porque eran las que tenían una edad parecida. Recuerdo cuando aún vivía en el llano de Ramón Pesetas  Valentina la de Julián el de la carnicería. Eso era siendo yo muy chica.  Luego se bajó a la parte baja del pueblo. Así que allí quedó Mª Teresa la de Ramón Pesetas.   Marina, su hija, era una de las niñas que corrían por aquellas calles con todas las demás, aunque era más pequeña. Mis amigas, amigas, no sólo de escuela, sino de ir a misa diaria, y de juegos, eran Mª Antonia, la de Bala, Ramona la de Martín el Romano y una prima de ella que nunca he sabido qué fue de su vida y que se llamaba Loly y que también vivía encima mismo del llano de Ramón Pesetas. 
Mis vecinas. Los chicos son Corcheta e Ildefonso
A estos juegos se añadían las vecinas más cercanas, como Catalina y Encarna, la de Corcheta. Eran de nuestra edad y su casa estaba en la calle Obra Pía, casi pegando a la Carrera. Los juegos, ya se sabe: la rayuela, los alfileres, la cuerda, a la pelota, con la que se hacía un juego que le llamábamos partidos, que era muy divertido y que había que tener mucha maña y rapidez. Y aunque el mocho era juego de niños, nosotras también participábamos. Y no sé por qué en cada época se jugaba a una cosa diferente; eran como juegos de estación. 
 

Gracias a Facebook, he recordado a una mujer entrañable: Isabel la de Soto. Vivía por encima de la Perenales, en una especie de llano, donde nos juntábamos a jugar con sus dos nietas, más o menos de mi edad, aunque no recuerdo sus nombres. Sin embargo, sí me quedó en la memoria la imagen del padre: Angel. Estaba enfermo y pasaba temporadas larguísimas en un sanatorio de Jaén.  Su mujer, Paquita tenía muy buena relación con mis padres y tenía que trabajar para sacar adelante a sus niñas.  Y otro llano, que quedaba detrás del horno de Cristóbal y Mª Dolores también era un lugar de correrías y juegos de niños. En el rincón de la izquierda, vivía Ana Mª, pero no recuerdo su mote. Un hijo suyo es actualmente maestro. Me dio una gran alegría el día que me comentó que de chico iba a que mi madre le diera lección por las tardes. Como tantos otros de aquel barrio. Un recuerdo imborrable.
Isabel la de Soto



Aquellas niñas y aquella gente, que formaron parte de mi infancia, fueron desapareciendo por obra y gracia de la emigración, y por las  distancia que pone la complicación de la vida, mientras somos  jóvenes y tenemos tanto por lo que luchar. 

 Algunos se fueron a Azagra; otros a la provincia de Valencia, a la Rioja...Otros a Madrid, a Catalunya... En fin, que las empedradas calles de la Carrera quedaron casi desiertas en pocos años. Todavía hoy, algunas casas son irreconocibles para los que vivimos una época de esplendor; cuando todavía las puertas permanecían abiertas a todas horas, y las voces de las mujeres entonaban coplas de Marifé de Triana, mientras hacían la cama, o regaban el portal.

5 comentarios:

  1. Estos son los comentarios que han ido haciendo mis paisanos en Facebook. Como en el anterior relato, se muestran agradecidos por recordarles su infancia. Gracias a vosotros, por permitirme hacer este ejercicio de memoria emotiva.

    Lola Gamez Teresa, como me ha gustado. Con los apodos y sus nombres,por cierto el ciego creo que se llamaba. Genial, un abrazo


    Lola Gamez El ciego se llamaba,Diego

    Teresa Fuentes No creas, que me cuesta poner mucho interés y llamar a los recuerdos, que la memoria se va diluyendo con el tiempo y las caras también se olvidan. Gracias por la información del ciego.

    Carmen Peñas Chamorro tresa las escarpines son mis ti as .y yo jugaba mucho alli me a gustado muchooooo

    Juan José Pozo López TERESA A VACIAJARROS LE PUSIERON PLAZA DEL CASTILLO Y AÑOS ATRAS HICIERON LOS CARNAVALES AHI EN ESA PLAZA Y LA CARRERA HOY AVDA VIRGEN DE LA CABEZA, TODA ESA ZONA HA SIDO REMODELADA RECIENTEMENTE Y HA QUEDADO MUY BONITO EL CASCO VIEJO ESA PLAZA ESTA DONDE VIVIA LA TRINI LA OLLERA QQUE POR SU PUERTA ESTABA EL CAMINILLO QUE

    Juan Linde Troyano TERE PARA TU INFORMACIÓN LA LOLA A LA QUE TE REFIERES EN TU VENTANA Y PRIMA DE LA RAMONA ES HIJA DE JOAQUIN POTRICA Y CREO ESTAN EN AZAGRA LAS MADRES HERAN HERMANAS, Y TIENE OTRA HERMANA QUE SE LLAMA CONCHI.

    Teresa Fuentes Gracias Juan. Eres como la biblioteca y la hemeroteca juntas.

    Sebastián Linde Blanco No se si estare equivocado pero la casa que se refiere pozo creo que no es la plaza de vaciajarros, a mi me suena de haber jugado por hay porque estaba cerca de mi casa y es subiendo al pelotar y en esa casa vivia dolores la patarra y enfrente los padres de mi amigo Pedro el de Navidad que murio en azagra hace unos años,

    Anita Herrera Rodriguez Teresa me ha gustado mucho el relato 2 parte de la carrera Isabelucia era hermana de mi abuelo ildefonso y si se fueron a ALGEMESIN Ramona la pelijas vive en VITORIA Y su prima LOLA vive en JAEN

    Sebastián Linde Blanco Teresa si ya me gusto la primera parte la segunda me ha encantado, gracias por hacerme recordad momentos de mi vida que tenia olvidados
    .
    Teresa Fuentes Gracias Anita por tu información. Lo de Isabel Lucia si sabía que eran hermanos tu abuelo y ella. Lo bueno es que a Lola la perdí de vista yo creo que a los 12 0 13 años y entonces le llamábamos Loly. Si la viera no la recordaría. Su cara me ha desaparecido de la memoria; y sin embargo, a Ramona la recordaba perfectamente.¡Qué cosas tiene la memoria.

    Teresa Fuentes Serbastián. Es que la foto a la que se refiere Pozo la he quitado ya, porque me dijo que no era del pelotar. Aunque tal y como me explica, se podría decir que es de la Carrera, aunque sea del final de la calle, al lado del Castillo. Me alegro de que te gusten mis relatos. Todavía voy a poner un tercero. Así que prepárate.

    Sebastián Linde Blanco Gracias Teresa por la aclaracion, yo pensaba que se referia Pozo a esta foto, Teresa preparado estoy para la tercera parte a ver si es pronto, si tengo alguna foto ya la colgare por aqui

    Cati Alcala Romero Teresa al igual que la 1ª parte la 2ª me ha encantado, yo nací en la C/ Obra-Pía hace 54 años, mis abuelos tenian la panadería al lado de la casa de Visitación la Currica, (Juan José y Clara la Buchones) y otra tía vivia al principio de la calle Bermejo, con esto quiero decir que a mi me has refrescado la memoria , pues esa zona la tenia muy pateada,me has hecho recordar a personas que tenia olvidadas, y tambien quiero recordar que la plaza vaciajarros era antes lo que hoy es la plazoleta donde se encuentra el pilar. Gracías por estos ratitos.

    Katy de la Torre Gracias Teresa..yo tb naci en la Carrera,y me ha encantado ..

    Juan Fernandez Dela Torre Muy bonito y emotivo aunque me he criado en la pililla naci en vaciajarros justo al final de la carrera alta como se le llamaba

    Clara Alcala Romero teresa me ha encantadooooo besos

    Teresa Fuentes Muchas gracias, Clara.

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  2. Qué bellos recuerdos Teresa. Me encantan las fotos, pero la de tu hermana en el balde (como lo llamaban en mi pueblo) es una monada.

    Besos.

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    1. Pues para ser sincera, esa foto del balde la he tenido que coger de internet. No tenía ninguna foto para ilustrar esa parte, así que no es mi hermana. El resto ha sido estupendo contar con la complicidad de los interesados, que han colgado sus fotos en facebook y las he podido sacar de ahí.

      Gracias por estar ahí, amiga.

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  3. Te he acompañado en el recorrido que haces por La Carrera Alta.Me he ido viendo con 7 u 8 años, subiendo por el Terrero arriba hasta llegar a la calle Bermejo( tambien llamada Mermejo por mi madre)Mi abuela materna vivió alli, allí nació mi madre y allí se crió junto a sus diez hermanos.¡¡¡Ala¡¡¡, ¿ irían buscando el premio a la Natalidad?.Pero ni por esas, que de pobres no salian.Escuchar sus peripecias vitales ha sido una lección práctica de Supervivencia para mí, y encima pudieron estudiar carrera dos hijos.Ya era mérito,... aunque para ser sinceros os diré que fueron solo los varones.Las demás, todas hembras, bastante tenían con ir a la escuela de Las Maestras Manchegas.En fin era La Cultura del Macho Ibérico.Bueno también podían aprender a hacer primores como Consuelo La Malapinta, que a mí se me quedó grabada su vida, su lucha contra los prejuicios de la época.¡Pero qué guapa era¡¡ Y qué bondad e inteligencia tenía en su mirada¡ En ese recorrido hacia la panadería de Simón e Isabelita ( belleza natural),que antes fue de Mº Dolores( qué simpática era) y Cristobal, o a la de mi tía Agueda, he ido descubriendo que las mujeres de la época eran Mujeres Coraje.Eran el pilar de las casa.Y como música de fondo Marifé de Triana, en esa época no me gustaba nada esa música, y canciones dedicadas por la radio,"Te voy a hacer un colgante con tus dientes de marfil¡( vaya verso) de Juanito Valderrama.Bueno, pues eso, que no me gustaban porque yo creo que lo identificaba con una vida de la que yo huí.Ahora la tengo aceptada y comprendida y me gusta porque formó parte de nuestra historia personal.Algo importante de la que ahora nos sentimos orgullosas¿verdad Teresa? Gente importante, todos, que han sabido evolucionar y crecer en todos los aspectos.Qué casa tan bonitas han ido arreglando.Me siento orgullosa de ser de Sª Mágina, de ser panciverde, de ser bedmareña.Desde aquí rindo homenaje a todas aquellas gentes, que yo no conocía pero de las que aprendí a ser una buena trabajadora.

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    1. A ver si nos aprendemos las coplas, era "Te voy a hacer un rosario" y no un colgante... jajajaja...
      Bueno, amiga. No sabía que tus abuelos habían vivido en la calle Bermejo, ni que tenían tantos hijos...¡vaya cuadrilla! Como para darles estudios. Para que lo sepas, voy a hacer un terce relato.Voy a ver qué me sale, porque ese quiere ser más crítico; sacar otros aspectos no tan simpáticos o positivos. No podemos ser tan idealistas, ¿no crees? Todo tiene su luz y su sombra.
      Un beso paisana

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