sábado, septiembre 29

Una balada en otoño: Serrat sublime


La podría haber escrito el mismísimo Machado, pero la escribió él, Joan Manuel Serrat y nos deja un regusto de melancolía... Sublime Serrat.En Jerez sigue lloviendo y la luz de la tarde se va haciendo noche oscura. 
No penséis que es de hoy. Esto lo escribí el año pasado por ahora, y lo puse en el blog. Pero para mí cada año vuelve esta Balada de Otoño y la vuelvo a colgar por el placer de escucharla de nuevo.   

viernes, septiembre 28

Los príncipes valientes


Portada de Los príncipes valientes   
De nuevo quiero referirme a Javier Pérez Andújar.
Este verano he descubierto sus libros, aunque recuerdo que en los últimos años de vivir en Barcelona (2003-2004) lo vi en algún programa de TV3 y me llamó la atención. Luego, al marcharme al sur, olvidé su nombre, pero he vuelto a recuperarlo este verano, en Badalona, en una visita a mis amigos Silvia y Jordi. Durante el mes de Agosto he leído dos de sus libros, con los que he disfrutado muchísimo. 
Esta es la Sinopsis de Los príncipes valientes, que he tomado de la editorial Tusquets.

Paseos con mi madre

He pensado que no valía la pena elaborar yo misma el comentario sobre este libro. Después de leer esta reseña crítica, tan subjetiva, no tengo mucho que decir. Sólo que estoy de acuerdo con su autor y que invito, sobre todo, a los que conozcan el ambiente de Barcelona y su área metropolitana, o de cualquier otra gran ciudad de este mundo que llamamos desarrolado, a que se acerquen a los libros de Javier Pérez Andújar. Interesante, muy interesante.  


Javier Pérez Andújar

“Nadie pertenece a Barcelona por el mero hecho de vivir en ella, ni siquiera de haber nacido en la ciudad. En Barcelona se está en el cuarto de los invitados durante un par de generaciones, y luego ya se accede al cuarto de servicio. Porque de Barcelona solo se es por familia y por dinero, en riguroso orden”
Cuando uno lee algo que le resulta tan cercano, tanto geográfica como emocionalmente, pierde toda objetividad. Es lo que me ocurre con el libro de Javier Pérez Andujar, que, dicho sea de paso, no es una novela, no son unas memorias y no son una serie de artículos, pero, al mismo tiempo, es una novela de memorias en forma de artículos.
No es eso lo importante. La tesitura en la que me encuentro es la de valorar unos textos que me afectan directamente que, en gran medida, forman el telón de fondo de mi infancia y que me recuerdan situaciones y sentimientos. Comparto algo así como una serie de vivencias con el autor, no solo por la (casi) coincidencia espacio-temporal, sino de una común actitud ante la sociedad y un sentimiento compartido de pertenencia y rechazo.
La ciudad (Barcelona) no vive de espaldas al mar, vive de espaldas a su gente y a sus vecinos porque no siente nada por ellos

jueves, septiembre 27

La mediocridad y los nuevos referentes.



¡Cómo han cambiado las cosas! Me pregunto dónde fueron esos tiempos en los que teníamos referentes ideológicos, morales, intelectuales y humanos. Pero referentes de verdad, de esos que valía la pena emular; de esos por los que te apasionabas y que servían de modelo a chicos y grandes.  Y ¡mira por dónde!  Cuando todo parecía perdido y la NADA más absoluta es lo  único que veíamos en el horizonte,  de pronto, una tarde cualquiera, en una emisora cualquiera, una de esas periodistas cuyo nombre me resulta totalmente desconocido, me informa de que uno de esos referentes humanos nos acaba de dejar casi huérfanos. 

jueves, septiembre 20

No quiero lios, que conste, pero me ha parecido que podríamos empezar el curso con un poco de humor...

martes, septiembre 18

La gente de La Carrera Alta (2º parte)

Lo prometido es deuda. Y ya que empecé diciendo dónde tenía su origen la Carrera, voy a ver si puedo recordar a algunas personas que dejaron huella en mí y que vivían en la zona en esos años.
Al primero que recuerdo es al ciego. Nunca supe cuál era su nombre, aunque creo que le llamaban el ciego el de la Serrana.
  Vivía con su madre en una casa muy humilde  y recorría las calles diariamente sin perderse. Llevaba la mano siempre a punto para que le dieran un cacho de pan, o cualquier otra cosa que llevarse a la boca o al bolsillo. Eran tiempos de miseria, de mucha miseria y ellos eran muy pobres. Cuando pasaba por mi casa llamaba a mi madre: ¡Rosariooooo! Ella siempre le daba algo. Pero no se hacía querer el ciego, ni mucho menos. Tenía muy mal carácter y muchas veces tiraba piedras a los chiquillos que se metían con él. 
El Pelotar, actualmente
En la casa de al lado vivía Consuelo, Consuelo la Malapinta, ¡vaya mote! Sin embargo, de mala pinta nada, porque era una mujer con presencia, al menos yo la recuerdo así. Una vez hubo mucho revuelo porque se juntó con un muchacho con el que tenía relaciones. El muchacho era de otro pueblo y como ella tenía una casa muy grande donde vivía con un hermano soltero,  decidieron vivir juntos. En este caso lo de “irse con el novio” se podría decir que fue “irse con la novia” Ahora esas cosas no tienen ninguna importancia; la gente se va a vivir junta y punto, pero entonces sólo se hacía en algunos casos y no era por gusto.  

viernes, septiembre 14

Lecturas de verano



Verano de silencios, tardes de sonidos de pájaros y tórtolas, que vienen a beber agua cerca de la casa, el rumor de los pinos balanceándose al son del viento de levante; y entre las manos un libro. Es lo mejor de no tener a mano la tele ni la red.  
 Como de costumbre, suelo acudir a la literatura más clásica, o al menos a esos libros que han quedado en la estantería para leerlos algún día. Esta vez le ha tocado a dos autoras  españolas contemporáneas: Rosa Regás y Carmen Martín Gaite.  Los títulos: Luna lunera y Entre visillos.  
 A veces las simpatías y antipatías condicionan nuestro acercamiento a los libros y a los autores. A mí me pasa un poco con la Regás. Es una mujer que no le tengo simpatía y no sé cuál debe ser la razón, aunque supongo que me molesta eso de que sea una mujer de “Casa bona” como se dice en Catalunya.  Sin embargo, tengo que reconocer que escribe bien y que su vida,  a pesar de todo, no ha sido fácil, ya que la novela que acabo de leer es autobiográfica.Os aseguro que Rosa Regás no parece que tuviera una infancia ni siquiera normal. Luna Lunera es un libro publicado por Plaza y Janés en el año 1999. Como digo, es el libro más autobiográfico de la autora.  y un auténtico puñetazo en el estómago. 

miércoles, septiembre 12

Mi calle olía a pan caliente (1ª parte)

Mi calle olía a pan caliente, sobre todo a primera hora de la mañana, cuando, después de la pequeña bronca de cada día para que saltara de la cama, salía corriendo como alma que lleva el diablo, Carrera Alta adelante hacia la calle Jiménez,  donde estaba la escuela de doña Mercedes. Como todas las niñas,  llevaba el  babi blanco abrochado en la espalda, con su cuello  y  su lazo azul marino, rematando el modelo. Me pregunto cómo se las compondrían las madres para llevarnos siempre tan relimpias, teniendo en cuenta que no había agua corriente en las casas…, al menos en la Carrera Alta nadie tenía agua; bueno, para ser más exacta, Visitación la de Currico tenía un pilón con un chorro de agua que daba gloria verlo. Como mi madre tenía mucha amistad con ella, a veces íbamos a lavar algunas cosas que tenían urgencia. De eso me acuerdo bien, y de lo cariñosa que era Visitación. Pero eso ya era al final de la calle, muy cerca del pilar. Qué hermosura de agua caía por aquellos caños, fresquita en verano y calentita en invierno. Y cómo han dejado perder todas las fuentes del pueblo. Una pena. 
Teresa hace unos 10 años, sentada en el pilar de la Carrera Alta

sábado, septiembre 8

Amor en el tren


Como cada mañana, desde hace más de un año, se dirige lentamente a la estación. A veces, sus pies no le responden con la celeridad  que quisiera. Se siente cansada, saturada, un poco harta de cargar con tantas obligaciones, y emocionalmente muy triste, desde que decidió acabar con una relación que estaba herida de muerte.
Acaba de estrenar un vestido que compró en un mercado callejero. Como siempre, se ha esmerado en su arreglo. Su exótica piel morena y esos ojos tristes y profundos, agradecen el colorido con que se suele adornar. Es consciente de que no pasa desapercibida, pero también es tímida y no mira directamente a los rostros que, adormecidos a primera hora de la mañana, viajan con ella en el mismo vagón.  
 Busca dentro del bolso color canela, como su piel, y agarra un libro con el que el viaje se le hace más llevadero. Esta mañana ha salido algo más tarde y está preocupada porque no llegará con tiempo a la reunión. De pronto, se siente observada. Levanta los ojos de la página ciento cincuenta, casi al final de la novela y sus miradas se cruzan. Él se ha sentado frente a ella, en la fila de la derecha.

Tardes en la playa


El mar se retira en un ir y venir casi imperceptible, 
busca  la línea más azulada del horizonte,
y deja su rastro sobre la blanca arena.
La playa entonces, es un brillante espejo
que refleja la vida en la tarde veraniega de agosto.

Una pareja enamorada se besa,
extasiados, cegados por el sol
 que se esconde en la lejanía.

Dos niños corren, buscando una ola;
cometas en el cielo,
un viejo vacilante se apoya en su bastón;
cuerpos rotundos, cinturas de avispa,
bañadores multicolores,
pieles color canela, tersas y jóvenes,
se exhiben impudorosas;
otras, en su madurez, desafían a la gravedad,
saborean los últimos rayos de sol de la tarde,
y la tibia brisa que acompaña la hora violeta.   

agosto de 2012







Vuelta a casa

De vuelta, aunque con conexión limitada, por ahora... Os regalo esta preciosa imagen de la playa de Santi Petri, en Chiclna (Cádiz) Me encantan los colores y esa sensción de serenidad de esta playa casi solitaria, en las últimas horas de la tarde. Por supuesto es una obra propia.