miércoles, enero 12

Prejuicios y cantos de sirenas

Querida amiga: Hay personas que prefieren creerse aquello de lo que afirman estar seguras. Cada vez estoy más convencida. No comprendo el interés que puede tener alguien por seguir pensando algo que sólo le sirve para mantenerse en una postura; para seguir anclado en sus prejuicios. Quizás nos pase un poco a todos, a cada cual con un tema determinado, puede ser, pero hoy tengo muy reciente una conversación con amigas donde se ha producido este fenómeno que tanto me sorprende.
Esta vez se trataba del tan traído y llevado tema de la lengua catalana. Me refiero a las dificultades y las trabas que, según muchos medios y demasiados discursos interesados, los castellano hablantes se encuentran en tierras catalanas. Como ya sabes, no soy nada, pero nada nacionalista, o sea, que no puedo ser sospechosa de manipulación o interés particular en la cuestión. Así que de lo único que hablo cuando me encuentro en una tertulia donde se trata el tema, es de mi propia experiencia. Cuarenta años viviendo y trabajando en Barcelona, creo que me avalan, ¿no te parece….?
Pero antes, voy a explicarte algo que me pasó hace algunos meses, cuando asistí a un acto literario donde surgió esta cuestión. La escritora marroquí Najat el Hachmi presentó su libro El último patriarca.
Se trata de una novela, en la que la autora relata las peripecias de una familia marroquí que emigra y se instala en la zona de Vic, en los años ochenta, más o menos. Como es natural, casi todos pensamos que en el libro hay mucho de autobiográfico, así que, cuando invitaron al público a intervenir, muchas preguntas tenían que ver con la curiosidad que despertaba la historia de una muchacha joven que llegó a Catalunya y que se ha convertido en una pequeña celebridad. ¿Cómo puede ser…? Se debían preguntar algunos, ¿no es cierto que en esa comunidad se discrimina tanto a los que no hablan catalán…? Bueno, pues ocurrió algo inaudito: un señor del público se dirigió a la escritora y le hizo la siguiente pregunta:
─ ¿Usted debió pasarlo muy mal en los primeros años de llegada a Cataluña, no es cierto…? Como verás, más que una pregunta era casi una afirmación, una seguridad que él tenía y que pretendía confirmar. Najat, con una gran serenidad, propia de una persona más adulta, se dirigió al hombre y le respondió:
─ Pues la verdad es que no lo recuerdo de ese modo. Yo era pequeña y tenía tanto interés por aprender, que no me costó mucho. Yo desde luego no tengo una mala experiencia, se lo aseguro. Pero el hombre no se quedó satisfecho con la respuesta. Él quería escuchar otra cosa, era evidente. Necesita confirmar lo que pensaba sobre las calamidades de las personas que tienen que introducirse en una nueva cultura y en otra lengua. Y ni corto ni perezoso volvió sobre el tema, haciendo la misma pregunta, dándole la vuelta para que pareciera otra cosa. Y la joven volvió a insistir en que no fue así en su caso; o sea, que hablaba de sus vivencias y no de lo que había escuchado por ahí. Pero no lograba satisfacer la necesidad del hombre.
Y entonces explicó a todo el público cómo para una niña marroquí como ella, criada en una sociedad rural, era mucho más fuerte el choque entre las costumbres del campo, y las de una sociedad industrial como la catalana, que tener que aprender a hablar en otra lengua. Recuerdo que yo asentía, mientras la escuchaba con atención. También a mi me pasó lo mismo y por eso lo entendí perfectamente. Pero me temo que nuestro caballero, por cierto, un jerezano que dudo tenga muchas experiencias de contacto con otros mundos ajenos a su propia cultura, diera por buenas las respuestas de la protagonista de la tarde. Seguro que debió pensar que era una renegada, o peor, una enchufada de la Generalitat Catalana, a la que estaba haciendo propaganda. Peor para él, ¿no crees…?
Pues otro tanto me pasó a mí en la reunión con mis amigas. Una de ellas se empeñó en que la gente que vive en Barcelona, o en cualquier otro sitio de Catalunya, no puede expresarse en castellano. Vaya, de forma más tajante, algo así como que está prohibida esa lengua. La forma como lo justificó fue con los típicos ejemplos y anécdotas de siempre: “yo fui a una tienda y me atendieron en catalán y cuando les dije que me hablaran en castellano, se negaron en rotundo”. Por más que intenté convencerla de lo contrario con la única prueba de que yo viví cuarenta años en Barcelona y que incluso di clases en un centro universitario, y en castellano, ella seguía en sus trece. Así que llegué a la conclusión de que no valía la pena esforzarme por convencer a alguien que está convencido.
Y es una pena Ángeles, es una pena que los intereses políticos, las noticias de la TV y las luchas absurdas entre distintas comunidades, dé como resultado este tipo de posturas cerradas. Así no hay manera de conocernos y de relacionarnos de una manera abierta y sin prejuicios.
Amiga mía, te aseguro que, en La Ciudad Condal, y mucho más en lo que llaman el cinturón barcelonés, la vida se hace indistintamente en las dos lenguas. Claro que hay barrios donde la población es más antigua y nacida en Catalunya, por lo tanto, se escucha mucho más la lengua de esa comunidad, pero si te desplazas por Sta. Coloma, San Adrián del Besós, Hospitalet, Cornellá, etc., mayoritariamente se habla en castellano. Ahora bien, la cuestión no es cual se habla más o menos, sino que en general la convivencia es buena. La gente respeta al vecino y cada cual se expresa en la lengua que le resulta más fácil. Yo he pasado la Navidad en el barrio donde viví más de veinte años y me sorprendió en el supermercado, por ejemplo, que la gente hablaba generalmente en castellano; me sorprendió porque era gente bastante joven, que seguramente ha nacido allí, pero claro que su lengua materna debe ser el castellano.
Esto que te explico estoy segura de que si lo leyera mi amiga María, la enfadaría mucho. Ella es una catalana militante y no estaría de acuerdo en que estos jóvenes nacidos en Catalunya no se expresen en catalán. De eso no hay duda; hay personas que mantienen una postura de lucha política por mantener la lengua vernácula, potenciar su uso en todos sitios y que no sea aniquilada por otras. Sin embargo, María es amiga mía y nos relacionamos en ambas lenguas desde hace más de veinte años. Nos respetamos mutuamente y valoramos las respectivas culturas. Ella, y otras personas que piensan así, como es lógico, tratarán de facilitar que los que llegan escuchen el catalán para que vayan aprendiéndolo, pero nunca se negarán a dirigirse a un recién llegado, o a un turista en otra lengua, la que éste comprenda. Claro que personas necias, fanáticas o impresentables hay en todos sitios, o sea, que las anécdotas que algunos cuentan deben ser ciertas, lo cual no las convierte en verdad universal.
Es cierto que si quieres trabajar en la administración, o en la enseñanza pública, sobre todo en los niveles obligatorios, te exigen que puedas entender y hablar el catalán. Eso es así. Quizás es lo que ha producido esta confusión y el rechazo generalizado que hay en el resto de España hacia esta cuestión. La gente seguramente tiene razón en eso de que todos en el Estado Español deberíamos poder movernos y trabajar en distintas comunidades, sin ninguna traba. Es verdad que con eso se limitan los intercambios culturales y de conocimientos en general, especialmente universitarios. Sería una pena que en las universidades no se aceptaran personas con talento de otros países, o del resto de España, por no poder dar las clases en catalán. Eso desde luego.
Pero lo que no se comprende es esa cerrazón de algunos porque a las criaturas se les enseñe dos lenguas. ¿Me quieres decir a quién le perjudica algo así…? Yo creo que al contrario. Los niños son una esponja y están capacitados para aprender sin esfuerzo varias lenguas. Mis hijos son un claro ejemplo de lo que te explico. Desde pequeños aprendieron castellano y catalán, y ahora, no sólo son capaces de hablarlas indistinta y naturalmente, sino que han demostrado una gran capacidad para aprender francés e inglés. ¡Ay amiga! Ojalá la gente de nuestra generación hubiéramos tenido estas posibilidades. A mí por lo menos me hubiera ido mejor con el inglés. En fin, querida, que no voy a seguir, porque para mí está claro que si alguien quiere saber qué pasa en un lugar determinado, lo que tiene que hacer es relacionarse de algún modo con la gente de allí, vivir el día a día y no fiarse de los cantos de sirenas, que no hacen más que distraer al personal, pero sobre todo enfrentarnos con el único fin de sacar partido político de ello.
Te mando un abrazo de año nuevo
TERESA

9 comentarios:

  1. ¿Hasta cuándo vamos a tener que estar continuamente PIDIENDO PERDON por ser "charnegos" y/o "maketos"? Parece que 40 años no son suficientes.

    Señores/as, no se me susceptibilicen, con todo respeto se lo digo: Nos hemos/nos han vuelto locos con las lenguas. Que, si lengua propia/impropia, que si lengua vernacula que si preferente, que si adecuada, que si oficial, que si cooficial que si, que si, que si ........

    SOY YO

    Pdta. Los que vivimos en Catalunya cada vez olemos más a butifarra y all-i-oli. Cada vez más casposos. ¡Con lo "uropeos" que nos creemos!

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  2. Es increible pero cierto..., queremos conocer mundo, ir de un sitio para otro, y sin embargo la mayoría ancla sus pensamientos e ideas, inmovilizándolos porque un día tal, les pasó cual... Creo que es más interesante evolucionar, rectificar, que dicen por ahí que es de sabias(personas!!!), y estar dispuestas a aprender, lo que sea necesario en cada momento.
    Provechoso artículo Teresa.

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  3. Esto va para los dos comentario:

    1º También yo estoy harta de unos y de otros. Es demasiado tiempo dedicado a la dichosa lengua. ¿No hay nada más importante...?

    2ª Gracias Maga por tus palabras... Veo que te animas a opinar.

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  4. Me estoy poniendo al día leyendo tus entradas.Esta hace meses que la escribiste ,pero por ahora está de plena actualidad el tema.
    Estoy totalmente de acuerdo contigo.Esto me ratifica más en algo que ya hace mucho tiempo que descubrí.Que aunque sigan existiendo las fronteras físicas entre países, comunidades, cantones,etc las verdaderas fronteras son intelectuales.En esta ocasión hablamos de la lengua; en otros temas las mentes cerradas responden igual.Otra opción sería vernos como ciudadanos del mundo,¿no te parece?.Dentro de la misma comunidad existen localismos, las distintas peculiaridades que componen el "habla", y todos aceptamos esa singularidad y buscamos entendernos.¿ Por qué no hacemos igual con los distintos idiomas que enriquecen España?Tolerancia, tolerancia, y ganas de enriquecernos.Esa es la solución utópica que yo veo.Cuando viene algún niño nuevo al colegio,al resto de compañeros,
    le enseñamos alguna palabra de saludo en su idioma , para darle la bienvenida.Respeto y empatía por los demás hará que se comporten igual con nosotros. Y ante todo huír de ideas estereotipadas,preconcebidas,sofismas y de manipuladores de cerebros.¡Un mundo sin fronteras ideológicas donde quepamos todos¡¡Y a enriquecerse toca.¡

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  5. Hola Teresa,

    Enhorabuena por este artículo, estoy bastante de acuerdo en todo. Voy a compartirlo entre mis contactos. Recibe un saludo cordial de un catalán catalanoparlante, hijo de catalanes, y nieto de catalanas, murciano y gallego, que se desenvuelve correctamente en ambas lenguas, en contra de lo que muchos intentan hacer creer al resto del Estado español.

    Un abrazo.

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  6. Amigo D. Aunque este artículo es algo antiguo, muchas gracias por tu comentario y te invito a "xafardear" en mi ventana, sólo o en compañía de otros que quieran ver otros horizontes.

    Saludos

    TERESA

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  7. He llegado aquí de rebote y no he podido frenar la tentación de confrontar tu opinión con la mía, Teresa.

    Como se nota que hablas desde fuera de Cataluña y en plan progresista, redentor de los pecados de los nacionalistas que os gustan tanto a los de ¿izquierdas? Llevo en Cataluña desde los seis años y mis recuerdos, en general, son de que los locales me han tratado como el culo. Por eso dejé de usar su lengua en los ambientes en que lo hacía -ya sólo hablo mi natal castellano y a mucha honra- y me he vuelto un anticatalanista -y antivasquista, antigalleguista, etc., etc. de rebote-. Si estuviera en mi mano, si pudiera haberlo hecho, hace décadas que habría vuelto a mi ciudad de origen a vivir -pero vivir de verdad, no lo que me obligan las circunstancias y los políticos catalanes a hacer aquí-. Creo NO DEBO pedir disculpas a nadie por ser quien soy y de donde vengo y por defender mi cultura materna ante las agresiones de la inmersión lingüística ni tampoco a ti si este comentario te ofende.

    Mario.

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  8. Mario: No me ofende tu comentario, pero lo que sí puedo asegurarte es que no soy simpatizante de los nacionalismos. No lo he sido nunca y sigo en la misma linea. Tampoco hablo desde fuera. Claro que vivo en este momento en Andalucía, pero he pasado toda mi vida, menos los primeros quince años en Barcelona. No me han tratado como el culo. He desarrollado mi vida con los mismos conflictos que cualquiera y en los primeros tiempos tuve mis problemas para sentirme bien en un mundo tan diferente al mío y con algunas reacciones respecto a mi habla andaluza, que te puede imaginar. Nunca hablé catalán, pero no ha sido algo consciente, como parece tu caso; simplemente esa lengua me resultaba ajena en mi voz, pero no por rechazo. Todo lo demás que comento en el artículo lo ratifico: ni acepto que los andaluces seamos no sé qué, ni tampoco que los catalanes, vascos o castellanos sean otra cosa. Esas generalizaciones no me gustan.

    Un saludo

    TERESA

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  9. Para Mario:

    Como persona nacida en Catalunya y habiendo vivido allí hasta los 14 años, puedo asegurarte que al emigrar a Cádiz primero y Sevilla después, encontré ése mismo tipo de gente indeseable y cerrada de mollera que tú encontraste en Catalunya, y que te ridiculiza y menosprecia por tu acento. Y los seguí encontrando hasta que el acento cambió a otro nuevo. Y he vuelto muchas veces a Barcelona a visitar a mi familia con mi nuevo acento, y he de decir que no he encontrado a nadie jamás que me obligue a hablar en catalán. Estoy seguro de que los hay, pero ya te digo, en todas partes cuecen habas, y la mala educación y el (llamémosle) racismo no sólo es patrimonio catalán. Como cosa curiosa, diré que los únicos independentistas radicales que conozco, son charnegos hijos de inmigrantes del resto de España como yo. No diré que no los haya de pura cepa, pero estoy por asegurar que la mayoría son de éstos que cito.

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