sábado, septiembre 11

Volver a leer

Rebuscando entre mis libros algo que pudiera volver a leer, he encontrado este del que quiero dejar una reseña.
Lo leí recién salido al mercado, en el año 2004,  porque en Barcelona le dieron mucha publicidad, ya que habla de la primera inmigración andaluza a esa ciudad, durante la posguerra, tema por el que estoy muy interesada. Recuerdo haber tenido un contacto via E-mail con la autora, porque me apetecía felicitarla personalmente y compartir con ella mi deseo de algún día hablar de algo parecido, aunque desde mi experiencia de emigrante a Catalunya allá por los años sesenta. Olga fue muy generosa y amable conmigo, y me animó a poner sobre el papel la experiencia de tanta gente que, como yo misma, dejó su pueblo y se instaló en otro lugar del país. 
Aprovecho que un buen lector lo ha reseñado de forma muy sintética. Así que, el autor del resumen es SERGIO PARRA.  http://www.papelenblanco.com/
En los años cincuenta, Juana, andaluza de nacimiento, emigra con su familia a Barcelona huyendo de la pobreza. Entrará a servir en casa de Salud Monterde y sus hijas, enriquecidas por un turbio asunto y, a modo de Cenicienta moderna, acabará enamorándose de un anarquista perseguido, su único refugio en una vida sin ilusiones.
Pero en esta segunda novela de la barcelonesa Olga Merino, que se estrenó en 1999 con Cenizas rojas, el argumento poco importa. En realidad, Espuelas de papel constituye un retablo costumbrista de la España triste, oscura y vencida de la Guerra Civil. Un mosaico de escenas (hiladas entre sí con una fina hebra), descritas todas ellas con una prosa preñada de lírica. Espuelas de papel , de hecho, podría leerse como un largo poema interrumpido por esporádicos diálogos que recogen fielmente el habla popular de la época.
Así que no espere el lector encontrar aquí una historia con su planteamiento, nudo y desenlace bien definidos, tampoco grandes misterios o cabriolas argumentales, sino el amor a las palabras que profesa Olga Merino, una esteta especialista en recrear ambientes y sensaciones. La experiencia de leer Espuelas de papel se parece, de algún modo, a repasar la versión de posguerra dee los artículos de costumbres de Larra como si estos hubiesen sido construidos con una sucesión de ingeniosas greguerías.

Como muestra, un par de fragmentos:

El balcón del cuarto abocaba a la calle de Jesús del Gran Poder. El murmullo del agua al verterla sobre la jofaina de loza resbaló en el calor de la habitación, a resguardo de la resolana por un esterón de pleita. El capitán se miró en el espejo surcado por vetas de azogue cariado. Se pellizcó las mejillas con dedos gruesos, cortos, de falanges velludas. Eructó. Forzó una sonrisa de quijadas prietas y se husmeó en el hueco de las manos, que retenían el olor dulce y salado de una vagina. Se las lavó con desgana en el aguamanil.
Cuando llegan los meses de calor, la humedad enardece las emanaciones de la factoría y amortigua el ruido de las máquinas. El sudor acre y sexual de los obreros, las tufaradas de faria y genuino Floïd mentolado vigoroso, los efluvios comestibles de la seda, las vaharadas volcánicas de la plancha industrial y el olor mineral del lubricante se afilan y entremezclan hasta el aturdimiento.

Y es que la propia autora, en una entrevista, hacía hincapié acerca del cuidado formal de la novela:

He procurado recrear el lenguaje de mis familiares, oriundos de Osuna, de las faenas agrícolas que se van perdiendo. Me fascina el lenguaje. Además he tenido la suerte de que mi familia provenga de un medio rural. Desde pequeña he escuchado muchas palabras que ahora se están perdiendo. Me viene a la cabeza que, cuando era pequeña, a los diez años o así, pedí que los Reyes Magos me trajeran un diccionario.

Así pues, para quienes ya disfrutan de la prosa sinestésica de Olga Merino en El periódico, sirva este saludable ejercicio de memoria sobre los andaluces que emigraron a Barcelona durante la posguerra y sobre las injusticias cometidas por los vencedores en la administración del país. Una joya estilística que precisa de una lectura lenta y sosegada, no apta para consumidores compulsivos.

Editorial: Alfaguara, 2004
Colección: Hispánica
Páginas: 288

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