lunes, junio 21

Punta Candor: literatura y realidad

Querida Ángeles: Siento que se pasa el mes de junio y no encuentro el tiempo para, de una forma relajada, ponerme a hablar contigo de esas cosas que me pasan o pasan cerca de mí y que me hacen pensar en ti.
Este fin de semana estaba invitada al cumpleaños de mi amiga Lolita, una venezolana que vive en Jerez y que quería celebrar sus cincuenta años en un lugar especial. Para ello eligió una de las zonas costeras más salvajes de la provincia de Cádiz: las playas situadas entre Rota y Chipiona, donde, por suerte, no ha llegado la especulación urbanísticas, aunque sí algunas malas prácticas más o menos irregulares, ya que en terrenos totalmente rurales y pegados a la playa, algunas familias han conseguido tener un lugar para pasar el verano. Desde luego no se trata de chalets de ricos, ni siquiera hay muchas casas que se puedan considerar confortables. Simplemente, cada cual ha hecho de su capa un sayo y se lo ha montado para disfrutar de ese pequeño paraíso. Algunos han conseguido que se les considere legales, otros pagan multas al ayuntamiento para poder continuar allí…, en fin, situaciones más que ilegales, alegales.
Bueno, el caso es que lo que te quería contar es el destrozo que han empezado a hacer con un rincón hermoso que ya conocía antes de venir a vivir a Jerez. Una pena, Ángeles. Se llama Punta Candor, nombre precioso, por cierto, ¿no crees…?
Punta Candor es una playa de arenas doradas, al sur de la localidad de Rota, uno de esos espacios privilegiados, que ignoro por qué, ha permanecido virgen hasta ahora. Tuve noticias de la existencia de este rincón por una novela de Almudena Grandes: Los aires difíciles. Se publicó en el año 2002 y cuando llegó a mis manos, en ese mismo año, te puedo asegurar que, a pesar de sus dimensiones, (más de 500 páginas.) me lo bebí casi de un trago.
La historia que nos cuenta Almudena tiene dos protagonistas principales: un hombre y una mujer que, por cierto, no tienen nada o casi nada en común, sólo que en un momento concreto, han decidido cambiar de aires, largarse de la gran ciudad donde han pasado la mitad de sus vidas, y eligen lo que yo llamo la frontera sur: Cádiz. Se instalan en un pequeño pueblo blanco, a pocos kilómetros de Jerez, donde el hombre va a ejercer como médico. En la novela no aparece el nombre de ese pueblo, pero sí el de Punta Candor, la playa donde daba largos y tranquilos paseos Sara, la protagonista femenina. A mí, no sé por qué, me llamó la atención ese nombre, ya te digo, es que me parece muy sugerente. Pero no sólo eso, sino que las descripciones que hay sobre el ambiente: las casas blancas, la luz cegadora de esta costa… y claro está, el viento, ese viento de levante tan familiar para la gente de la zona…, todo eso, unido a la narración de dos historias vitales interesantísimas, me captó totalmente.
Hasta tal punto esto fue así que he pensado muchas veces que este libro actuó sobre mí como una llamada. Por entonces yo tenía claro eso de cambiar de aires, de marcharme a un lugar más acorde con mis necesidades vitales, pero lo que no sabía muy bien era a dónde. El atractivo de las imágenes que adivinaba mientras leía el libro, hizo que enfocase mi búsqueda de casa en Jerez. El primer verano, en el 2004, disfrutamos mucho paseando por esa playa, descubrimos su belleza salvaje y su tranquilidad.
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       Nos sorprendimos por ese monumento natural que son los corrales; una especie de red, formando parte de la naturaleza, aunque según dicen, construida por los pueblos antiguos que han pasado por aquí, probablemente los Romanos. Se trata de una construcción pensada para la pesca, con una altura aproximada de un metro. Piedras, perfectamente encajadas entre sí, y que recorren una buena extensión entre Punta Candor y las playas más cercanas al pueblo de Rota. A pesar de su antigüedad, aún siguen siendo usados por los mariscadores de la zona, y sirven a la gente menuda y a muchos padres, para pasar las largas horas de las tardes de verano entretenidos, cubo en mano, esperando encontrar algún fruto del mar que llevarse a la boca.
Los corrales de la época romana 

 De eso hace ya casi cinco años, tiempo suficiente como para que la codicia y la especulación urbanística, que ya ha acabado con tantos kilómetros de costa en este país, esté entrando a pasos agigantados en el lugar.
¡Ay, que ya se me había olvidado por qué te estoy hablando de este tema! Sí, ya recuerdo. Pues que eso, que el sábado, buscando la casa donde teníamos el cumpleaños, pasamos por Punta Candor en coche y me quedé atónita. Las grúas y las excavadoras están acabando con el paisaje natural, para convertir aquello en una urbanización de lujo. No hay entrada a la playa desde donde antes podíamos acceder sin problemas. De hecho el lugar estaba irreconocible. ¡Qué pena, querida amiga! Me imagino que también a Geles todo esto que te cuento le parecería un atentado. Sí, amiga, el dinero lo puede todo y seguramente el Ayuntamiento Roteño tiene muchas dificultades para sobrevivir, así que no se le ocurre otra solución que cargarse un litoral que ha sido, hasta ahora, un mirlo blanco dentro de este desastre que nos rodea.
Mira, precisamente quería contar un encuentro literario que hubo hace pocos días con Almudena Grandes en la Fundación Caballero Bonald. Fue precioso, Ángeles. La sala estaba a rebosar porque es una escritora muy popular, y además casi vecina, porque también ella se quedó en Rota cuando conoció el sitio hace unos años. Así que aquí pasa todo el verano y está como en su casa
Fue un placer escuchar a un crítico literario y profesor de literatura que es un experto en su obra. Disfruté porque no sólo nos ofreció una síntesis sobre las características de su obra, que ha clasificado perfectamente en dos períodos, sino que estableció un contacto muy espontáneo con la autora. Almudena se mostró, como siempre, dicharachera, campechana, como ella dice que le gusta estar: en pantuflas. Estoy segura de que hubiera gustado.
Hablaron de la sinceridad de los escritores, de lo importante que es tener una mirada y una voz propia, de escribir de lo que se conoce y de lo que se siente… Me gustó coincidir con la escritora en eso que resulta muy evidente en sus artículos de prensa, sobre todo, pero también en sus novelas. Si tienes los ojos abiertos, si sabes observar lo que te rodea, encuentras historias que contar en cualquier sitio. A ella también le interesa la gente más que las ideas. Con esa premisa, esta escritora ha sabido hacer un retrato perfecto sobre las mujeres de su generación, sobre todo de las que han nacido y se han educado en la gran ciudad. No es difícil encontrarla en alguno de sus personajes femeninos de esa primera época: en Malena es nombre de tango o Atlas de Geografía Humana. Algunos de sus relatos cortos resultan tan cercanos a cualquiera de nosotras… tan emocionantes… Recuerdo uno de ellos, que se convirtió en una película: El vocabulario de los balcones, que me impactó especialmente.
Bueno, querida Ángeles. Estarás pensando que te estoy dando la lata, vaya, que me estoy poniendo repelente; pero no puedo evitar compartir contigo esos momentos que tu sabrías disfrutar tanto como yo, y la verdad es que ha venido como anillo al dedo. Hablar de Punta Candor me resulta difícil sin que venga a mi memoria ese libro al que le tengo un especial cariño: Los aires difíciles. Seguro que su autora también estará conmigo en eso de que nos están robando nuestra playa preferida. ¡Ah!, que se me olvidaba. Las puestas de sol son indescriptibles. Esta es una de las fotos que hice el sábado. ¡FANTÁSTICA!
Y hoy es el primer día del verano de 2010 y todavía no hace calor. Ya tendremos tiempo de quejarnos.


Un beso, amiga.


TERESA

4 comentarios:

  1. Es fantástico!!! No sólo lo que escribe, lo que dice a través de las palabras y... ¡¡¡qué Fotografía!!! es imponente.

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  2. La codicia urbanistica se basa en hacer viviendas a los que se vienen a vivir y luego dicen : "... destrozo que han empezado a hacer con un rincón hermoso que ya conocía antes de venir a vivir a ...", cuando otros hacen lo que ellos.
    Quedaos en vuestro lugar de origen, que seguro es muy bonito, y asi evitareis destrozar el nuestro. Gracias.

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    1. Perdona Fernando. No todos los que nos venimos aquí a vivir compramos ese tipo de viviendas, ni venimos a la playa. Me parece una lectura muy simple la tuya y no digamos tu última frase, creo que no merece ser respondida.
      Y, por cierto, mi lugar de origen es éste y me tuve que marchar a otro lugar donde he tenido que oir demasiadas veces eso de que "los otros" se vayan a su tierra. ¡Qué poco hemos avanzado! Y luego nos quejamos de catalanes, vascos, etc.

      Un saludo

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