Juan Ramón Barbancho presenta el documental: PENÉLOPES. GUARDIANAS DE LA MEMORIA.
DirecciónJuan-Ramón Barbancho.
Producción
Victoria Rodríguez Cruz.
Javier Orcaray.
Un proyecto para
Sierra Centro de Arte (Santa Ana la real. Huelva)
Filmación y montaje
Neil Montgomery.
Voz en off
Eva Rubio
Colabora
La Fragua artist residency.
Agradecimientos
Fundación Audiovisual de Andalucía.
Tres de las protagonistas del documental |
Las personas mayores de nuestra comunidad más cercana atesoran
múltiples anécdotas, vivencias de otras épocas, algunas pasadas y otras
más recientes. Vivencias alegres y festivas, pero otras muchas que no lo
fueron tanto. Vivencias que, queramos o no, forman parte de nosotros
mismos, de nuestra idiosincrasia, de nuestra forma de enfrentarnos a la
vida o de resolver los problemas.
En Santa Ana la Real y Belalcázar y los pueblos colindantes, y en
Andalucía por extensión, esa memoria está plagada de olvidos, de
recuerdos, de luchas por la supervivencia, de migraciones más o menos
forzosas. Pero por triste que parezca a veces, no podemos dejarla en el
olvido. Ya decían que el pueblo que olvida su pasado está condenado a
repetirlo. Y no queremos repetirlo, o tal vez algunas cosas sí.
En cualquier caso la memoria forma parte de nuestro patrimonio
inmaterial y universal y es importante conservarlo, para nosotros y para
los que vengan después.
El proyecto de este documental hace referencia a la memoria general
del pueblo, pero vista de una forma muy especial. Queremos recuperar esa
parte de la historia que aun está viva, pero hacerlo a través del
testimonio de las mujeres mayores.
Esto es precisamente la memoria que queremos recuperar, la de
adentro, la de la esposa que vio a su marido partir, la que cría, cuida y
alimenta a los hijos, la que se siente orgullosa cuando éstos salen
adelante. La madre que mira en silencio cuando las cosas no salen como
ella hubiera querido.
¿Por qué también las mujeres? Porque, además de guardar esos
recuerdos, habitualmente no han tenido la misma oportunidad que los
hombres para contar sus cosas, e incluso para contárselas a ellas
mismas. Afortunadamente las cosas han cambiado, pero cuando ellas eran
jóvenes se quedaban habitualmente en sus casas, mientras que los hombres
podían hacer de la taberna su ágora para discusiones –más o menos-
inteligentes.
Por esto, el proyecto no es sólo la creación de una obra de arte, que
también, sino más bien la construcción de un documento social. Y las
protagonistas de nuestra historia podrán salir del “anonimato” para
convertirse, ellas sí, en obra de arte.
Se ha hablado mucho de la emigración, del papel y los esfuerzos de
los que se fueron, pero no se ha hablado tanto de las que se quedaron,
las que mantuvieron la familia y la ilusión.
Penélopes. Guardianas de la memoria son los testimonios de las
mujeres o hijas de los emigrantes, de los que tuvieron que irse a
intentar buscar una vida mejor, aquellas que se quedaron guardando la
casa y la memoria del que se fue y las que administraron los recursos
que venían de fuera. Se ha hablado mucho de la emigración, del papel y
los esfuerzos de los que se fueron, pero no se ha hablado tanto de las
que se quedaron, las que mantuvieron la familia y la ilusión.
La memoria es un elemento indispensable, tanto en nuestras vidas como
en las de las ciudades y sociedades en las que habitamos. Ella no sólo
es parte de nuestro pasado, es la realidad de nuestro presente y con
ella –o sobre ella- debemos construir nuestro futuro.
Está encerrada en nuestras tradiciones y costumbres, pero también
entre las paredes de nuestras casas, en las habitaciones, en los patios.
A veces se deja entrever por las ventanas y, muchas veces, la vemos
viva en un comentario de la gente por la calle, en el mercado, en las
plazas.
Las mujeres conservan esta memoria por varias razones. Una posible
porque ellas están más atentas al discurrir de los asuntos cotidianos,
eso es importante. No olvidemos que la historia no se hace con grandes
gestos y ni la hacen las personas “importantes”; la historia la hacemos
todos y todas, pero especialmente está tejida de asuntos “sin
importancia”, de cosas del día a día.
Esa memoria está aquí, la de adentro, la de la esposa que vio a su
marido partir, la que cría, cuida y alimenta a los hijos, la que se
siente orgullosa cuando éstos salen adelante.
Andalucía es una tierra de migraciones, tanto de los que vienen como
de los que se van, pero en los años sesenta y setenta del siglo XX
fueron importantes por la cantidad de andaluces y andaluzas que tuvieron
que dejar pueblos y familias. Los que se marcharon fueron especialmente
los hombres, mientras que muchas mujeres se quedaron guardando la casa y
construyendo la familia.
Los testimonios de algunas de ellas, de esas penélopes, están aquí.
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