¡Para qué vamos a engañarnos! No es oro todo lo que reluce,
eso dice el refrán y estoy de acuerdo en lo que refiere a los recuerdos que
estoy compartiendo con vosotros. No sé por
qué, pero cuando rememoramos la infancia, solemos cubrirla de cierto idealismo;
necesitamos destacar aquellas cosas que en ese momento nos hicieron felices: la
gente que nos quiso, los juegos, la inocente amistad, el paisaje que nos vio
crecer y que hemos tardado en valorar… Es la nostalgia de lo que perdemos. Como
dice la canción de Serrat: No hay nada más
bello que lo que nunca he tenido, nada más amado, que lo que perdí.
No es raro que yo haya rescatado todo eso en mis primeros
relatos. Pero en los rincones de la memoria hay otras experiencias menos
amables, incluso dolorosas, y que, como si de una mudanza se tratara, al remover los muebles, han aparecido.
Vivir en La Carrera Alta y sus aledaños tenía otra cara que
no quiero esconder. Era como ser de una especie de frontera límite entre dos
mundos: el de la gente más o menos corriente, y los “Morroneros”.
Sí, todos recordamos que el Morrón era el lugar
de los indeseables; la zona de los más pobres, de la gente que por no tener no
tenía ni una casa con sus muros y su tejado. Eso marcaba una diferencia y no
era para menos, porque yo, por ejemplo, he visto esas cuevas en la época en la
que estaban habitadas. Ya sé que había cuevas en otras zonas del pueblo, y pobreza también, pero lo que yo recuerdo es lo que me impactaba a diario. No olvidaré nunca la impresión que me causó una de esas
visitas que hacíamos los niños con los misioneros, o con los seminaristas, no
recuerdo bien. Tal vez tiene algo que ver con aquel Corazón de Jesús que
plantaron al pie de la sierra. Pero para una niña sensible, la imagen de una
cueva donde vivía hacinada una familia numerosa, con unos míseros colchones en el suelo y una mesa para sentarse a comer, no es fácil de digerir.
Como
tampoco es fácil de asumir que mis vecinos más próximos eran ellos. Será por eso, digo yo, que a partir de cierta
edad, quizás tendría yo doce o trece años, mis amigas vivían de la Rambla hacia
abajo. Y tampoco creo que sea casual que esas amigas nunca, nunca, subieran a
mi casa. Era yo la que tenía que bajar a la plaza, o desplazarme para verme con
ellas a los lugares típicos del paseo y los encuentros festivos. Incluso los
domingos de invierno, cuando el frio nos obligaba a cobijarnos en alguna casa,
nunca se nos ocurrió encaramarnos hacia la Carrera, Terrero arriba.
La entrada a una cueva, detrás de mi casa |
Una de las grandes casas de la clase alta de Bedmar |
No hay duda: niños con aspecto de pobres. La segunda de la izquierda so |
La plaza del Ayuntamiento y la calle principal del pueblo |
Soy de las que pienso que hemos perdido la memoria y ahora
nos parece que todos somos iguales. No era así en los años cincuenta y sesenta.
Entonces los barrios estaban muy separados y las clases sociales muy marcadas:
los pequeños y medianos propietarios, los artesanos y comerciantes, unos pocos
funcionarios, maestros, médicos, etc. Y en la última escala, un número
importante de familias que no tenían más
que sus brazos y un montón de hijos a quien alimentar con un mísero jornal,
cuando se podía echar.
Y no hace falta
que os recuerde que era difícil que se mezclaran entre ellos. Las pandillas,
los novios, los matrimonios, todo, se movía dentro del grupo al que
pertenecías. Por fortuna, eso ha
cambiado en las últimas décadas, pero no hay que perder la memoria; es bueno
saber de dónde venimos.
El esparto fue durante mucho tiempo una salida a esa
situación de falta de recursos de la gente del “morrón” y de otros barrios parecidos. Hombres y mujeres, chicos y
grandes, trabajaban en ese sector.
Recuerdo un sonido muy característico que hacían cuando lo majaban con una maza
de madera muy grande, sobre una piedra enorme que había al lado de Josico
Chaquetas. Así lo ablandaban para poder
trabajarlo.
Preparando el esparto |
Maza para majar el esparto |
Era corriente ver a la gente sentada las puertas haciendo
pleita, y cosiendo las capachetas. Por cierto,
que mis padres se dedicaron muchos años a este negocio. Mi padre transportaba grandes cargas de
capachetas y pleitas, ya elaboradas, y las
vendía en Jódar, a uno que le llamaban Canario, con el que durante años
tuvimos muy buena relación. Aunque no
éramos familia, nos tratábamos como tales, o mejor. Incluso yo le llamaba tito
Antonio y a su mujer tita Lola, porque eran muy cariñosos conmigo. Eran mayoristas del sector.
Algunos hombres se iban a los montes. Nunca supe dónde
era ese lugar, porque no tenía nombre, sólo los montes. Precisamente, cuando empecé a escribir sobre este tema, algunos bedmareños me hicieron comentarios donde me iban dando información que ya puedo usar. Por lo visto muchos jornaleros se iban a segar, a arrancar garbanzosm a espigar, a por esparto o lastones. Los pueblos se situaban en la provincia de Granada (Guadahortuna, Torrecardela, Pedro Martínez o Morelabor) Por lo visto en esas poblaciones estuvieron exiliados algunos paisanos después de la guerra civil. La mayoría de ellos hacían el camino andando, y usaban los burros para transportar los enseres y la ropa que se llevaban. Eran distancias de hasta 50 o 60 km. Después de unos días, aparecían por las casas
con los borricos cargados de leña y de qué sé yo de cosas. Paraban muy poco los
hombres por las casas en aquella época.
Pero también muchas mujeres salían al
campo. No era algo diario, pero cuando llegaba la época de la recogida de
aceituna, la mayor parte de la familia se iba a trabajar a los cortijos y a las
fincas de alrededor del pueblo. En otras
temporadas salían a la recogida del algodón, a arrancar garbanzos… a espigar, a
rebuscar. Había que buscarse la vida.
Cuadrilla de mujeres bedmareñas |
Grupo de jornaleros |
Los
niños más pequeños se quedaban al
cuidado de las abuelas, o los que, como era mi caso, íbamos a la escuela y los
padres no querían que faltáramos. El tiempo de la aceituna lo recuerdo como un tiempo especial, porque las primas nos juntábamos en
la casa de mi abuela Mª Teresa y en el Terrero nos reuníamos con otras niñas
que se quedaban al cuidado de sus hermanos.
Otras, no tuvieron tanta suerte y desde muy pequeñas se iban a pasar
fatigas a los olivares.
Ahora sonrío, cuando escucho eso de que los padres no están nunca con los niños, porque trabajan mucho. ¡Santo cielo! Entonces el padre y la madre se dedicaban a sus cosas, vaya, a ganarse una peseta, y los niños nos apañábamos como podíamos. Las niñas grandes nos ocupábamos de los hermanos pequeños, ayudábamos a limpiar la casa, a blanquear los bajos y la fachada, a lavar a la Fuengrande o a Carratraca, y para jugar teníamos la calle y los amigos. Y desde luego, no se puede decir que hayamos salido muy mal, a pesar de todo.
Eran tiempos de escasez y de penuria para la mayor parte de la gente de la Carrera, y no digamos para los que vivían más arriba, en las cuevas; aquello ya era miseria. Pero es cierto que los años posteriores a la guerra, toda la década de los cincuenta y hasta mitad de los sesenta, la situación en el pueblo no era boyante para nadie. Las familias acomodadas eran pocas; esas que todos conocemos: los Blancos, los de Miguel María, los del Barranquillo y la Salina, los Suárez, los Chamorro... Y aún ellos vivían parcamente, si comparamos con los ricos de ahora.
Eran tiempos de escasez y de penuria para la mayor parte de la gente de la Carrera, y no digamos para los que vivían más arriba, en las cuevas; aquello ya era miseria. Pero es cierto que los años posteriores a la guerra, toda la década de los cincuenta y hasta mitad de los sesenta, la situación en el pueblo no era boyante para nadie. Las familias acomodadas eran pocas; esas que todos conocemos: los Blancos, los de Miguel María, los del Barranquillo y la Salina, los Suárez, los Chamorro... Y aún ellos vivían parcamente, si comparamos con los ricos de ahora.
Lo que queda del viejo lavadero |
NOTA: Mi agradecimiento a todos los que me habéis proporcionado alguna foto, aclarado alguna duda, o ayudado a recordar aspectos que tenía olvidados.
Estos son los comentarios que me han dejado mis paisanos en Facebook. Gracias a todos.
ResponderEliminarJuan Linde Troyano Tere sabes que tus relatos son muy seguidos, en esta 3ª parte has tocado el tema bastante duro,de eras segun donde vivias y con quien te relacionabas me gustaria saber como se interpreta esto por los que solo lo conocen segun le han contado. Un abrazo
Sebastián Linde Blanco Teresa me ha gustado mucho el relato ,aunque quiero matizarte algo, las cuevas no eran exclusivas del morron yo naci en el 60 en una de ellas y aunque te suene extraño en la calle de la pililla,eran otros tiempos pero las cuevas estaban por muchos barrios de Bedmar, un saludo
Jose Maria Narvaez Medina Eran tres cuevas en la pililla, una de colorao otra de cebolluela y otra creo recordar que se apedillava oquiza fuera mote Ramona la guerra
Juan Fuentes Caballero Efectivamente: lo que dice Sebastian es correcto Tere,las cuevas existian en varios sitios del pueblo, en la Pililla, en el Borceguí, en el Terrero, en la Rambla, ect.etc., o sea que no eran exclusivas del morrón, aunque es donde más habia.
Ana Linde Blanco y aun estan la d mi abuela
Isabel Bayo Gámez Así era, así se veía, .Yo cuando tenia la edad que comentas ya no se notaba tanto,eran los momentos del cambio cuando empezaron las primeras familias a emigrar o las muchachas que tenían edad para trabajar me gusta mucho todo lo que dices
Lucia Caballero Lorente Tristemente asi era, yo tengo 51 años y asi lo recuerdo,menos mal que todo ha cambiado y hoy solo cuenta como es la persona y sus valores .
Isabel Chamorro Catena Tere me encanta como cuentas las cosas que buena memoria tienes yo tengo 63 años he vivido siempre en la carrera y he visto todo lo que cuentas y muchas cosas las he vivido pero graci gracias a dios con las emigraciones las cosas empezaron a mejorar empezamos a vivir un poquito mejor sigue asi lo haces muy bien y soy una buena seguidora tuya un beso....
03 octubre, 2012 17:41
EliminarGracias amigos. Sé que esta parte es un poco dura y delicada, pero no podía pasar de ella. Lo viví y no lo he olvidado y quiero que se recuerde, porque había miseria e injusticia y mucha gente que nos miraba mal por ser de esos barrios. Ya sé que las cuevas no eran exclusivas del Morrón, y algo dejo caer en el relato, pero estoy hablando de esa zona en concreto. Sé que la Pililla y el Borceguí tenían el mismo San Benito y quizás la calle La Olla, aunque menos....
• Cati Alcala Romero Teresa me encantan tus relatos, por si te sirve de algo, he preguntado a mi padre dónde se encuentran los montes, él también estuvo trabajando en dos ocasiones y me ha dicho que era en un pueblo por la zona de Granada
ResponderEliminarTeresa Fuentes muchas gracias a las dos Alcalás.
(Matías Gómez Carreras Comparto muchas de tus impresiones sobre la Carrera Alta, pero no puede considerarse un gueto, donde se localizaba la gente humilde de Bedmar. El panorama generalizado de nuestro pueblo, sin exclusión de barrios y calles, durante los años de la posguerra hasta bien entrados los sesenta, era de pobreza generalizada y de penuria económica. Rompamos una lanza por la Carrera Alta (donde nací y me crié), que durante varios siglos fue la calle principal de Bedmar. En el siglo XVI tiene lugar la eclosión del Bedmar moderno y este crecimiento se va a hacer en dos direcciones básicamente: paralelamente al Camino Real Baeza-Granada (que paradójicamente transcurría por el Morrón) que es como nace la Carrera Alta y, hacia la parte baja de la actual población, con calles paralelas que partían de la Carrera Alta, tales como Jiménez, Lozano, Lorite, Obrapía, Terrero y Bermejo. Es en la Carrera Alta donde tiene su casa una de las mas influyentes familias de Bedmar del siglo XIX y primera mitad del siglo XX (Los Chamorros), en la que después sería la tienda de Cabrera, junto a la panadería de Buchones. En la Carrera Alta se celebraron los carnavales de Bedmar hasta la Guerra Civil. Por cierto que "los montes" es una comarca granadina, al sur de Sierra Mágina, cuya población mas importante es Guadahortuna, destino de tantos y tantos bedmareños para las labores de la siega. Enhorabuena por tus relatos y adelante.
•
Juan Linde Troyano Tere te pongo nombre a lo que antes se denominaba suvir a los MONTES, a segar, arrancar garbazos, espigar y por esparto o lastones. Los pueblos que mas me suenan en la provincia de Granada, son Guadahortuna, Torrecardela, Pedro Martinez o Morelabor lugares en los que estubieron exiliados algunos paisanos despues de la guerra civil. a estos lugares el trasslado se hacia andando y en algun burro que alguien tenia donde se transporpaba el famoso ato. Ablamos de distancias mas menos 60 kilometros por si te vale saludos y te espero.
De nuevo respondo a otros comentarios que me han llegado de mis paisanos, algunos de ellos muy rigurosos y documentados, otros de la propia experiencia. Gracias a todos.
EliminarGracias Matias. Todo lo que cuentas es cierto, porque tienes los datos y hablas desde ese punto de vista. Mi madre me contaba lo que tu dices de los carnavales antiguamente. No me tienes que animar a romper un lanza por mi calle, de la que tengo gratísimos recuerdos, como habrás visto en los otros dos relatos. Yo, como sabes, estoy escarbando en mi memoria, y en este relato especialmente hablo de cómo se sentía una niña que veía más allá. Esto es un repaso sentimental por mis años de Bedmar. Por supuesto que pobreza había en todo el pueblo, pero yo hablo de miseria y de los años cincuenta y principio de los sesenta y eso estaba muy cerca de mi casa. Agradezco la información sobre los montes, porque, ya te digo, hablo de lo que viví, sin demasiados datos y ese era uno que sabía que alguien me aportaría. Y la separación de clases, te lo aseguro: era totalmente real.
Y a ti Juan, muchas gracias por las informaciones. Este ejercicio de memoria colectiva es una pasada. Un abrazo a todos.
Teresa, pues despues de 50 años y hablando de miserias, casi, casi, salimos en el The New York Times. ¡que ilusion!
ResponderEliminarhttp://www.elcomercio.es/rc/20120928/mas-actualidad/nacional/pobres-york-times-201209280213.html
SOY YO
Más comentarios de Facebook, de mis paisanos.
ResponderEliminarJuan José Pozo López POR ESPARTO IBAN AL REALILLO TERMINO DE CABRA DEL SANTO CRISTO Y OTRO SITIO SE LLAMABA LA SOGA, ADEMAS NO SE SI TIENES EL LIBRO QUE EDITO JOSE MANUEL TROYANO QUE SE LLAMA BEDMAR LA FUERZA LA DIGNIDAD Y LA FE DE UN PUEBLO QUE ES MARAVILLOSO Y ESCRIBE TODO SOBRE LO AANTIGUO Y PONE NOMBRES Y APELLIDOS A TODOS LOS HABITANTES DE LAS CUEVAS DE BEDMAR, SI NO LO ENCUENTRAS YO TE LO PUEDO PRESTAR
•
Teresa Fuentes Gracias Juanjo por tu información. Conozco los libros de José Manuel, pero es que lo que yo escribo es más de las vivencias personales y no tanto de datos, fechas y esas cosas. Es otro punto de vista más personal y sentimental. Pero ya me va bien que me expliquéis estas cosas.
Angel Vargas Molero Gracias por tu relato y cuanta razón llevas en cuanto a las clases,pero no todos los pobres estaban en el Morrón sino también en la plaza.Por si te interesa lo de irse a los montes te puedo decir que son los Montes Orientales(Guadahortuna,Piñar,etc...)
Quite San Chamo que interesante esverda todo en hora buena
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Monica Narvaez Todas estas cosas que habéis comentado todos me traen recuerdos de cuando mi comadre ( catalina la bala ) me contaba cuando se levantaban y se iban a por laston, venian hacian la pleita y luego cuando lo vendian era cuando podian comprar algo para comer. Esto entre otras tantas vivencias que nos contaba ella y mis abuelos, cuando eres pequeña te parecen historias alucinantes y cuando eres mayor empiezas a entender un poco lo que llegaron a pasar para salir adelante. Gracias Teresa por que aunque yo soy mas joven me has traido a la memoria historias contadas por mis mayores que tenia un poco olvidadas. Un saludo y me encantan tus relatos
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Teresa Fuentes Gracias a ti, Mónica. Me alegro de que mis relatos os hagan pasar buenos ratos y recordar a vuestros abuelos.
•
Juan Fernandez Dela Torre Teresa nos guste o no plasmas con verdades lo que había en aquellos tiempo,que si del morrón ,que si los de Francia ,que si los de Azagra , verdades como puños,eso hoy en dia es tiempo pasado y estamos ante una igualdad social mas equiparada,pero eso paso y no podemos dejar de contarlo aunque nos duela ,en aquellos tiempos Bedmar era muy clasista,conozco muchas parejas ,que dejaron su relación porque alguno de los dos no estudio ,
Ayer a las 10:13 • Editado • Me gusta
Gracias Angel. Es verdad que no todos los pobres estaban en el Morrón. Lo que pasa es que yo sentía que se nos trataba diferente que a los de la plaza. También es verdad que cada cual vive las cosas a su manera y quizás yo no me daba cuenta de lo que los demás sentían. Pero todos sabemos que esas diferencias afectaban a eso de escoger novio o novia, a poder o no poder estudiar, etc. etc. ¡Hay que ver, lo de los montes ha dado para mucho! Lo curioso es que hay mucha gente más joven que yo (como es tu caso) que sabéis sobre el tema.
EliminarY esto es para Juan: Pienso lo mismo que tu, Juan. Que la verdad hay que decirla, aunque duela. Los que no lo han vivido no se hacen una idea de lo que era que tenías el futuro marcado por esas cosas. Si no estudiabas o tus padres no tenían capital, no podías aspirar a nada; sólo a quedarte donde estabas. Yo siempre he sido muy consciente de eso y por eso, como tengo ocasión, me gusta contarlo y si hay debate, mejor.
Me emociona leerte!!!, mucho, mucho..., como sabes el tiempo también sabe poner todo en su lugar y afortunadamente da oportunidades, puede que por eso hoy seas tan hospitalaria y en cualquier rincón en que te encuentres te guste tanto invitar y convivir con las personas amigas...
ResponderEliminarGracias por compartir como siempre tus vivencias más sinceras y profundas..., cargadas de sencillez y naturalidad. Un abrazo amiga!!!
Gracias amiga. Te echaba de menos.
EliminarTersa, soy de BEDMAR VECINA DE LA CARRERA ALTA,he leido tu publicacion de frontera da la miseria 3ª parte, y me ha gustado mucho. Quisiera leer la 1ª y 2ªparte, pero no logro encontrarla. Me gustaria que me indicaras como puedo encontrar la publicación.
ResponderEliminarY otra posibilidad es que me la enviaras por correo electronico.
martosfuentesjuani@hotmail.es