miércoles, julio 14

Una educación, o la lucha por encontrar el propio camino


Nacida en las montañas de Idaho, Tara Westover ha crecido en armonía con una naturaleza grandiosa y doblegada a las leyes que establece su padre, un mormón fundamentalista convencido de que el final del mundo es inminente. Ni Tara ni sus hermanos van a la escuela o acuden al médico cuando enferman. Todos trabajan con el padre, y su madre es curandera y única partera de la zona.


Esta es una lectura que me ha enganchado desde la primera página, pero que al mismo tiempo me ponía de mal humor. El personaje del padre de familia, un "loco" fundamentalista (creo que más lo primero que lo segundo) que mantiene a toda su familia en un clima de terror, provocado por su trastorno, según parece bipolar, pero que en todo caso se trataba de un maniaco, paranoico, seguro de que su percepción de la realidad era la única posible. 

Pero lo que aquí importa es, sobre todo, cómo ese padre al que todos daban la razón, condicionó durante años la vida de esta muchacha inteligente, con muchas cualidades para destacar en cualquier ámbito en el que se lo propusiera. Y lo peor, introdujo en su cerebro una serie de ideas y valores que la acompañaron durante años, sin poder desprenderse de ellos. La madre no es menos responsable, puesto que seguía las locuras del marido, simplemente para evitar conflictos, porque era evidente que muchas veces estaba en desacuerdo con él, pero prefería que todo siguiera igual. Y no digamos el hermano sádico, aficionado a humillar a las mujeres. Un maltratador perverso de quien la muchacha no quiso o no pudo distanciarse. Las crudas escenas de maltrato, descritas con todo lujo de detalles, parecen imposibles. Como incomprensible es que ella siguiera en aquella casa. Sólo el miedo a quedarse sola, a destruir la familia, que en esa cultura es algo sagrado. explica su conducta pasiva.  

Es espectacular cómo Tara, sin haber asistido a la escuela fue capaz de llegar a la universidad, con la oposición de toda la familia, excepto su abuela y uno de sus hermanos, el único que logró escapar a aquel ambiente salvaje y enfermo. Me he sentido tan cerca del sufrimiento de Tara al tener que entrar en un mundo tan diferente al suyo; verse observada y apartada por su aspecto, su ignorancia, su mojigatería... La fuerza que demostró para poder seguir adelante y finalmente tomar la mejor decisión para ella, me han dejado impresionada. 

Una vida novelada; un ejemplo de cómo la educación que recibimos, en positivo o en negativo, se adhiere a nosotros y nos resulta sumamente difícil desprendernos de ella para ir al encuentro de lo que íntimamente somos. Tara, por fin encontró el camino y se convirtió en lo que podía ser: una mujer capaz de gestionar su libertad y de buscar las respuestas sin las trabas que su familia de origen le habían puesto durante tantos años. 

 


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