Una rareza en el panorama actual, en el que parece que el
buen cine requiere muchos recursos económicos, efectos especiales
expectaculares, sexo o sangre, o las dos cosas, que, juntas, resultan más morbosas.
El título despista bastante, porque nada tiene que ver la historia con las armas de fuego. El tema no puede ser más cotidiano y el escenario una gran ciudad: Barcelona para más señas. Un grupo de hombres jóvenes (40 a 45 años) absolutamente despistados, por decir algo, porque quizás sería más exacto hablar de desorientación, de "descoloque", de desconcierto. Cada uno con su propia historia personal, pero todos ellos coinciden en algo: las dificultades que tienen para poder comunicar sus emociones, para relacionarse con sus mujeres y entre ellos, porque claro,los roles masculino y femenino están totalmente desdibujados en el mundo actual, especialmente entre las parejas urbanas de cierta edad y cierto estilo de vida. Cesc Gay ha construido una radiografía del amor en tiempos de crisis de identidades, pero ha puesto el foco en ellos; en el género masculino, cosa poco habitual en el cine.
Es sorprendente cómo logra captar la atención únicamente con unos diálogos inteligentes, frescos, naturales. La escalera de una finca antigua de Barcelona, sirve a los dos primeros personajes que aparecen, para confesarse sus pequeñas miserias, sus miedos y fracasos. Hombres en la mitad de la vida que han perdido el norte, o que lo tienen todo y, sin embargo, se sienten perdidos.
Imágenes y diálogos vivos, reales, no exentos de humor, pero también de sinceridad y de ternura, como las lágrimas del amigo con el que, casualmente, el personaje que interpreta Eduard Fernández, se encuentra en un ascensor, saliendo del psicólogo. Tanto este actor, como Leonardo Sbaraglia están magistrales y absolutamente creibles. Tal y como está planteada la escena, sólo unos grandes actores son capaces de sacarla adelante de ese modo.
El título despista bastante, porque nada tiene que ver la historia con las armas de fuego. El tema no puede ser más cotidiano y el escenario una gran ciudad: Barcelona para más señas. Un grupo de hombres jóvenes (40 a 45 años) absolutamente despistados, por decir algo, porque quizás sería más exacto hablar de desorientación, de "descoloque", de desconcierto. Cada uno con su propia historia personal, pero todos ellos coinciden en algo: las dificultades que tienen para poder comunicar sus emociones, para relacionarse con sus mujeres y entre ellos, porque claro,los roles masculino y femenino están totalmente desdibujados en el mundo actual, especialmente entre las parejas urbanas de cierta edad y cierto estilo de vida. Cesc Gay ha construido una radiografía del amor en tiempos de crisis de identidades, pero ha puesto el foco en ellos; en el género masculino, cosa poco habitual en el cine.
Es sorprendente cómo logra captar la atención únicamente con unos diálogos inteligentes, frescos, naturales. La escalera de una finca antigua de Barcelona, sirve a los dos primeros personajes que aparecen, para confesarse sus pequeñas miserias, sus miedos y fracasos. Hombres en la mitad de la vida que han perdido el norte, o que lo tienen todo y, sin embargo, se sienten perdidos.
Imágenes y diálogos vivos, reales, no exentos de humor, pero también de sinceridad y de ternura, como las lágrimas del amigo con el que, casualmente, el personaje que interpreta Eduard Fernández, se encuentra en un ascensor, saliendo del psicólogo. Tanto este actor, como Leonardo Sbaraglia están magistrales y absolutamente creibles. Tal y como está planteada la escena, sólo unos grandes actores son capaces de sacarla adelante de ese modo.
Todos sabemos que Javier Cámara es capaz de hacer cualquier personaje, y siempre bien hecho. Aquí está genial. Interpreta un hombre separado, que pretende volver con su mujer, después de un tiempo de experimentar con otra historia que ya no le satisface. Los diálogos entre ellos tienen una chispa y una ternura maravillosas. Una pareja rota, pero el cariño y el respeto entre ellos es evidente. Por eso, a pesar de que él aparece como un hombre necesitado, que casi mendiga amor y comprensión, ella no lo ridiculiza en ningún momento, cosa que hubiera sido comprensible.
Las expresiones de sus rostros lo dicen todo. De nuevo el milagro de un buen actor que puede hacer milagros. Claro que si el guión y los diálogos fueran idiotas... no se sostendría.
Ricardo Darín y Luis Tosar construyen una de las escenas más hermosas de la película. Dos amigos que se encuentran de forma casual y se sientan a hablar de sus penas. La charla en el banco de un parque dá para mucho, porque pone en cuestión una forma de abordar la problemática de las dobles historias y del marido ultrajado. Excelentes los dos.
Ricardo Darín y Luis Tosar construyen una de las escenas más hermosas de la película. Dos amigos que se encuentran de forma casual y se sientan a hablar de sus penas. La charla en el banco de un parque dá para mucho, porque pone en cuestión una forma de abordar la problemática de las dobles historias y del marido ultrajado. Excelentes los dos.
Y para no cansar, o también para dejar abierta la historia para los que no la hayan visto, sólo decir que Noriega, otro de los actores, borda un personaje un poco patético, al que la chica (Candela Peña) da una buena lección... Y los demás: Jordi Moya, Alberto Sanjuan, Leonor Watling y Cayetana Guillén, todos inmejorables.
Una
pistola en cada mano nos habla de sentimientos y de
la dificultad que arrastran los hombres para expresarlos. Y no es una película de tópicos, a pesar de
que la publicidad se hace la pregunta un
poco tópica: ¿De qué hablan los
hombres?
Pues bien, en este caso, los hombres no hablan de sus ligues, ni de fútbol, vaya, que no hablan de las típicas trivialidades. Los creadores de esta historia nos presentan situaciones, sin pretender, creo yo, dar soluciones, ni sentar cátedra. Al contrario. Tal vez lo único que queda claro es la necesidad de que los hombres aprendan a poner palabras a sus sentimientos y emociones y dejen de parapetarse en el personaje que se han creado y que ya nadie se cree, ni ellos mismos.
Ficha técnica
Director: Cesc Gay
Productora: Marta Esteban
Guionistas: Cesc Gay - Tomàs Aragay
Fotografía: Andreu Rebés
Música: Jordi Prats
Pues bien, en este caso, los hombres no hablan de sus ligues, ni de fútbol, vaya, que no hablan de las típicas trivialidades. Los creadores de esta historia nos presentan situaciones, sin pretender, creo yo, dar soluciones, ni sentar cátedra. Al contrario. Tal vez lo único que queda claro es la necesidad de que los hombres aprendan a poner palabras a sus sentimientos y emociones y dejen de parapetarse en el personaje que se han creado y que ya nadie se cree, ni ellos mismos.
Ficha técnica
Director: Cesc Gay
Productora: Marta Esteban
Guionistas: Cesc Gay - Tomàs Aragay
Fotografía: Andreu Rebés
Música: Jordi Prats
REPARTO
Ricardo Darín, Luis Tosar, Javier Cámara, Leonor Watling, Eduardo Noriega, Leonardo Sbaraglia, Candela Peña, Eduard Fernández, Alberto San Juan, Cayetana Guillén Cuervo, Jordi Mollà, Clara Segura
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