El mar se retira en
un ir y venir casi imperceptible,
busca la línea más azulada del horizonte,
busca la línea más azulada del horizonte,
y deja su rastro
sobre la blanca arena.
La playa entonces, es
un brillante espejo
que refleja la vida
en la tarde veraniega de agosto.
Una pareja enamorada
se besa,
extasiados, cegados por
el sol
que se esconde en la lejanía.
Dos niños corren,
buscando una ola;
cometas en el cielo,
un viejo vacilante se
apoya en su bastón;
cuerpos rotundos,
cinturas de avispa,
bañadores
multicolores,
pieles color canela, tersas
y jóvenes,
se exhiben
impudorosas;
otras, en su madurez,
desafían a la gravedad,
saborean los últimos
rayos de sol de la tarde,
y la tibia brisa que
acompaña la hora violeta.
agosto de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario