No siempre me resulta atractivo volver a ver una película.
Las veces en que esto ha ocurrido (muy pocas) es que hay algo en la historia
que me ha calado muy hondo. Y es lo que me ha pasado con “Aunque tú no lo sepas”
El domingo me pilló de sorpresa. La emitieron en Imagenio y cuando vi los créditos de inicio, no pude cambiar de canal. La recordaba perfectamente... o al menos no había olvidado el espíritu del relato y me apetecía volver sobre ella. De pronto volví mi mirada a la década de los noventa, la habitación de mi casa en Catalunya, una noche de esas en las que, por algún viaje de mi marido, me había quedado sola. Puse la tele pequeña, me sumergí en la hermosísima historia, y gocé con ese clima entre nostálgico, triste y, desde luego, muy romántico, que consigue el director. Sin embargo, la acción se sitúa en los años setenta, una época poco proclive a estos sentimientos tan aparentemente trasnochados.
¡Ah, los amores imposibles...! Las asignaturas pendientes, el primer enamoramiento adolescente... Todo un mundo de sentimientos y emociones que casi todos podemos identificar, porque, ¿quien no ha vivido algo así? Y esta cinta, sencilla, de poco presupuesto, pero mucha sensibilidad, consigue que nos quedemos enganchados a sus imágenes; a los ojos tristes y melancólicos de Juan, a esa lucha interna de Lucía, entre lo que su corazón le sugiere, y los prejuicios clasistas de la época, que para una adolescente de barrio son muy importantes. Cada oveja con su pareja, se ha dicho siempre. Y eso funcionaba así en las relaciones amorosas. No sé si ahora tanto, pero entonces sí. Por eso creo que lloré tanto la primera vez que la vi. Lloraba por mí, no por el muchacho barriobajero, de aspecto hortera, al que sus compañeros de instituto despreciaban sin haberse acercado siquiera a hablar con él. Ellos, chicos del centro de Madrid, con sus baqueros Levys, sus polos del cocodrilo, y sus jerseys anudados al cuello, no podían soportar que un "quillo" del barrio de Vallecas les hiciera sombra e incluso leyera a Hermann Hess. Lo normal era que le gustaran Los Chichos y que a los catorce años estuviese trabajando en una cadena de montaje de cualquier fábrica del extrarradio de Madrid. Y él, nada, empeñado en estudiar, en salir del tedioso ambiente familiar. Para conseguir lo que quería estaba decidido a soportar las humillaciones que fuera preciso. Se sabía diferente, incluso se avergonzaba de su propio aspecto y sólo se sentía aceptado con la pandilla de toda su infancia, con los que apenas tenía nada en común.
Ese era su drama interno: tenía que salir del ambiente donde nació y creció, pero... ¿cual era ese otro lugar en el que poder sentirse simplemente él mismo. ¡Cómo me suena eso...! Quizás esa es la razón por la que he sentido la necesidad de escribir sobre la película.
Como iba diciendo, Juan se prendó de una muchachita preciosa, vecina de la casa de sus abuelos, donde pasaba la mayor parte del tiempo. Lucía era bonita, sensible y vestía con mucho gusto. Aspiraba a tener otra vida, un novio con estudios y con un buen coche, que la sacara del barrio. Por eso Juan no tenía nada que hacer. Se obsesionó con ella, la vigilaba, la seguía, la observaba desde el balcón, y consiguió que un día le hablara. Pero no contaba con la humillación a la que ella lo sometió, delante de su novio. La herida narcisista que el desprecio de ella le provocó nunca llegó a cerrarse; pero tampoco Lucía olvidó. La vida le hizo valorar lo que había rechazado por sus estúpidos prejuicios de niña "pija".
Como iba diciendo, Juan se prendó de una muchachita preciosa, vecina de la casa de sus abuelos, donde pasaba la mayor parte del tiempo. Lucía era bonita, sensible y vestía con mucho gusto. Aspiraba a tener otra vida, un novio con estudios y con un buen coche, que la sacara del barrio. Por eso Juan no tenía nada que hacer. Se obsesionó con ella, la vigilaba, la seguía, la observaba desde el balcón, y consiguió que un día le hablara. Pero no contaba con la humillación a la que ella lo sometió, delante de su novio. La herida narcisista que el desprecio de ella le provocó nunca llegó a cerrarse; pero tampoco Lucía olvidó. La vida le hizo valorar lo que había rechazado por sus estúpidos prejuicios de niña "pija".
Al cabo de veinte años, se encuentran de forma... ¿casual...? Ella insatisfecha de sus amores, él sin haber podido establecer una relación duradera con ninguna mujer. Los balcones de las viviendas en las que transcurrió el primer enamoramiento son testigos de la lucha que sostienen el uno con el otro y cada cual consigo mismo; hasta que uno de ellos da el paso... ¿hacia qué...? No se sabe, porque la historia queda abierta.
Y ahora os cuento: esta película está basada en un relato corto de Almudena Grandes, con un título muy poético: El vocabulario de los balcones. En ese relato hay un poema, precisamente escrito por su pareja: Luis García Montero, con el título Aunque tu no lo sepas. Pero su director, sólo se inspiró en la historia, cuya protagonista era una mujer. Él, Juan V. Córdoba, muchacho de extracción obrera y del barrio de Vallecas, había leído el relato y se sintió tan cercano a la historia de Lucía, la muchachita protagonista, que se puso en contacto con Almudena y le propuso hacer el guión juntos. Y así fue. De la colaboración entre ambos surgió esta bonita historia. Para colmo, uno de los músicos más relevantes de los años ochenta, Quique González, adaptó la letra y compuso una canción que le viene al pelo.
AUNQUE TU NO LO
SEPAS
Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo,
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...
Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.
Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.
Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.
Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo,
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...
Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.
Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.
Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.
Así he vivido yo,
como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas.
Luis García Montero
como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas.
Luis García Montero
Que historia, que no por manida y previsible, más bonira ¿no?.
ResponderEliminarY dice en plural que un poco romantica....
Por cierto, yo no creo que los años 70 fueran poco proclives a esos sentimientos románticos, al contrario, fueron especialmente, como diría, más que románticos, "mesiánicos"
SOY YO
Por cierto lo de los balcones, ¿es subliminal o que?. Porque entre balcones, ventanas, puertas, visillos,...esto va a parecer una inmobiliaria...je je
Bueno, lo del romanticismo de los setenta no lo digo por mí. Pero sí tengo la impresión de que la juventud tenía ya otra visión del amor más terrenal y unos intereses más orientados a las luchas sociales y políticas. De hecho en la peli sale todo eso. Pero bueno, no hay que pontificar en eso. Es una sensación personal.
ResponderEliminarQué peli más especial..., lo que pude llorar cuando la ví...(de esas lloreras disfrutadas).
ResponderEliminarDesde luego amiga no es por ná..., pero eres una "lorita". No se te pone nada por delante y ahí estás en tantos y tantos temas, "pa" que estemos enganchaos...
Saludos y abrazos desde tu ventana en el lenguaje de los balcones, aunque tú no lo sepas...
¡Que bonito¡
ResponderEliminarPues yo no he visto la pelicula pero despues de leer la crónica como si la hubiera visto. Hay veces en que una novela llevada al cine pierde fuerza o gana (para mi normalmente pierde excepto El Nombre de la Rosa en que Sean Konnery borda al personaje y casi que mejora a Humberto Eco). Bueno pues ya no veré "Aunque tu no lo sepas" porque puede que no supere el escrito de Teresa y me decepcione. Aunque soy consciente de que toda descripción es una interpretación con añadidos personales de los que ni el autor es consciente. Por eso no hay viajes sino viajeros. Estoy de acuerdo con Anonimo en que Teresa nos maltrata a los jovenes de los setenta. Eramos tiernos y enamoradizos como corresponde a la edad más que a la época.
Mañana voy a Granada pasando por Bedmar, Peligros (familia) y aterrizando en el Hotel San Anton donde pasaré una semana con jovenes Rusos, americanos, ingleses, franceses etc. Les preguntaré algo de como ven ellos el amor hoy dia y os lo comentaré a la vuelta.
Se admiten apuestas.
Un abrazo.
Cristobal Viedma
Sabía que te gustaría y por eso te envié el post. Me parece estupendo que puedas compartir con los jóvenes de otros paises esas impresiones variadas sobre el amor en cada generación. Y eso espero, que compartas esa experiencia con mi ventana, o al menos a través de un correito. ¡Ah!, y que sea leve lo de Bedmar y la familia.
EliminarMal pensada, Peligros es un pueblo cerca de Granada donde vive mi Primo Bobas (el de mi tita Isabel-Manuela) con su familia. Parto en este momento.
EliminarCristobal
Jajajaja... Me han traicionado mis propias manías con las obligaciones familiares. Espero que lo pases bien con tu primo, que lo recuerdo como un muchacho muy travieso y no sé si pelirrojo.
EliminarJa, ja!!!, así se escribe la historia..., es muy bueno lo de Peligros, podría ser un chiste.
ResponderEliminarCristobal, me encantaría que compartieras la experiencia en esta ventana, la de Teresa, porque "la pinta" fantástica.
Si la grabáis y colgáis por estas redes, ya nos dices.
Desde aqui, estaré "al lorito".
Un abrazo para todos/as
Ya el título de la película " Aunque tú no lo sepas" es muy sugerente.Nos lleva al Amor Platónico, que todos en nuestra juventud hemos vivido.Lo que pudo ser y no fue , nos acompañará en nuestra vida.Este sentimiento es cosustancial a ser joven y estoy de acuerdo con SOY Yo y con Cristobal.En los setenta éramos tan románticos como en todas las épocas.Ahora los jóvenes también lo son, aunque cambien las formas ; solo parece un asunto de usos y costumbres.Y respecto al lenguaje de los balcones es real¿Quién no ha cruzado alguna mirada a través de visillos o ha pasado varias veces por la puerta del ser amado, sin mirar, como alma que lleva el diablo?Es bonito vivir y recordar esos sentimientos; es señal de que hemos vivido una vida plena.Quiero ver la película.Ya. Juanita.(.Ya vuelvo a tener problema con el nombre para Publicar).Bueno, ya sabes,Teresa que soy
ResponderEliminarPues a ver si logras encontrar la película en algún video club, porque tiene unos años, pero de verdad que vale la pena. El relato de Almudena está en un libro que lleva por título Modelos de mujer, pero es muy cortito y, como digo, no es exactamente la película.
EliminarPero...¿qué pasa otra vez con el nombre...? Espero que lo soluciones.
La acabo de ver por promera ve por la2 tv España... en fin.
ResponderEliminarLa película me ha cautivado
Como ya lo había hecho el poeta. Dn fin. Mi alma llora. Agridulce sensación. Voy a buscar el cuento.