Querida madre adoptiva, he tenido
noticia de tu “desesperación” por la relación con tu hijo de 16 años a través
de una amiga que conectó con el blog de Teresa Fuentes.
Como no tengo mucha información,
supongo que la adopción de tu hijo es firme, que ya no está en acogimiento
preadoptivo, no sé si procede de una adopción nacional o internacional. En
cualquier caso puedes acudir a la Delegación Provincial de Igualdad y Bienestar
Social de la ciudad en la que residas, para que te asesoren y/o te deriven, si
el caso lo requiere, al Servicio de
Post-Adopción desde el que pueden hacer un abordaje terapéutico de la situación
familiar o, también, contactar directamente con ellos, te dejo la dirección de
la web para que consultes (www.postadopcionandalucia.es).
Te informo de estas cuestiones aunque probablemente tengas ya toda esta
información. La otra opción pasa por acudir a
profesionales cualificados que puedan hacer un buen diagnóstico y un adecuado
tratamiento.
Para ser madre y padre adoptivo
hay que ser “de una materia especialmente resistente”, aceptar llevar “la mochila” que traen esas niñas y niños
abandonados, retirados de sus familias
de origen, y además, llevar “ la mochila
propia”, la de nuestras propias vidas con sus abandonos y pérdidas. Significa
que hay que estar muy entrenados, muy preparados, aunque nunca es suficiente.
Es complicado ayudar a llevar la mochila a quién está y se siente solo y
perdido, y lo es más cuando la nuestra aún pesa en exceso. Pero ¿cómo se entrena una persona para eso?
La respuesta es compleja, el entrenamiento
es largo y específico para cada persona y, casi siempre, dura toda la
vida.
Cuando hablo de carga, lo hago en
el sentido de todo aquello relacionado con las pérdidas, los abandonos, las
frustraciones, los duelos no resueltos, las ilusiones no logradas, los
sufrimientos, etc. etc., de algo que
hace referencia a toda aquella parte de cada uno de nosotros que nos hace
sentir vulnerables y débiles frente a los demás y a nosotros mismos. Esa parte
vulnerable se activa, con mayor o menor intensidad, en todas aquellas personas
que entran en contacto, por diversas razones, con la adopción.
La adopción supone acoger a
alguien, aceptarlo, integrarlo en
nuestro corazón y en nuestra vida. El grave problema que rodea a la adopción es
que tiene que ver con las ilusiones y las expectativas no realizadas,
truncadas, de los que adoptan y también de los adoptados, a lo largo de la vida
que dificultan todo el proceso del acogimiento.
Es difícil aconsejar o
manifestarse sobre lo que se podría hacer. La perspectiva, cuando se está
inmerso en una situación de conflicto, se pierde y, cuando están los afectos y
los sentimientos de por medio, más aún. En cualquier caso, me atrevo a sugerir,
es necesaria una reflexión profunda por parte del padre y de la madre acerca de
lo que está pasando, desde cuando está pasando y cual o cuales pudieron ser los
desencadenantes. Trabajar sobre esos aspectos, las fantasías, las expectativas
puestas en la adopción, en esa hija o en
ese hijo adoptado, qué venía a cubrir en nuestras vidas y qué esperábamos de
ellos, entre otras cosas. Todo esto puede sonar a “discurso celestial” cuando
el dolor se hace insoportable y la situación asfixiante, pero salir del horror
y de la oscuridad del túnel requiere
dosis de humildad, flexibilidad y de amor, mucho amor, sin olvidar que el amor
sólo no basta.
Aceptar ese contenido de la
mochila, con todo el dolor del pasado y las secuelas del mismo, secuelas que a veces son recuperables otras
sólo mejorables, requiere de una gran capacidad de resistencia para seguir
construyendo relaciones en el amor, para seguir creyendo en ellos y seguir
manteniendo la esperanza y la confianza a pesar de todo.
No tengo experiencia como madre
adoptiva, pero conozco el tema, con más
o menos profundidad, por mi trabajo. Además, tengo amigas muy cercanas que han
construido sus familias con hijas e hijos adoptados, hijas e hijos muy heridos
por su pasado. Por la amistad que nos une,
he tenido ocasión de acompañarlas en algunas de esas situaciones en las
que no se veía salida al final del túnel. Desde mi experiencia, puedo decirte que el acompañamiento ( de
profesionales, familiares, amigos, etc.) es esencial, es como un banco en el
camino en el que se puede descansar cuando estamos exhaustos y creemos que no
podemos más. Los apoyos son necesarios, buscarlos es fundamental. Sin ellos el
camino sería prácticamente
intransitable.
Me permito recomendarte, por si no
lo conoces, el libro Indómito y entrañable. El hijo que vino de fuera.
de José Angel Giménez Alvira, Editorial Gedisa. Espero que te pueda ayudar, es la
experiencia de unos padres que adoptaron y de cómo este hecho hizo que sus
vidas cambiaran completamente. Es un libro desde la experiencia y el amor,
lleno de sabiduría. En él quizás puedas
encontrar algunas de las respuestas que
estás buscando.
Espero, con esta carta, haber
contribuido a paliar un poquito tu grado de cansancio, sufrimiento y
desesperación en esta carrera sin fondo que es la adopción.
Un fuerte abrazo, Mª Luisa
¡Hola,Mª Luisa! Te agradezco tu carta.Cuando pueda, te escribiré más.Te puedo decir que el servicio post-adopción, ya estuvimos, pero no se solucionó gran cosa.En cuanto al apoyo de familia y amigos, tenemos poco, ya que el comportamiento del niño no es muy "bueno" y no se hace querer demasiado.Pero bueno, nosotros, ahí estamos, intentando seguir hacia adelante, pero es muy dificil.Es adoptado.Le enseñaré la carta a mi marido y también conseguiré el libro, toda información es buena.Muchas gracias.Un abrazo.
ResponderEliminarMª Luisa, no sé si me habrás entendido.Quiero decir, que su comportamiento no es "bueno", porque no puede, pero eso cara a la sociedad resulta molesto.Incluso a nosotros, nos cuesta mucho, no sabemos si lo hace a propósito o si no distingue.
ResponderEliminarEspecialistas, hemos ido a varios y durante mucho tiempo, pero no sé,la neuróloga en su día ya nos decía que era difícil y que no le hacía falta otros especialistas, que lo dejáramos vivir feliz (sicólogo, squiatra, y no sé si al final tenía razón.Nosotros lo hemos llevado durante mucho tiempo, y no se acaba de centrar.Llegó a estar muy agobiado, ya que llegó a ir hasta3 veces semanales a una sicóloga (particular) ya que como trabajamos, por no pedir tanto permiso, nos lo buscamos privado.El niño es español.Un abrazo.Cristina