Jemubhai Patel es un juez indio que ha estudiado en Cambridge y que toma la decisión de retirarse de la vida pública en los últimos años de su vida, residiendo en un aislado caserón de Kalimpong junto a un cocinero llamado Nandu y al lado de Sai, su nieta huérfana que mantiene una relación con el tutor nepalés Gyan.
Al mismo tiempo, el hijo del cocinero, Biju, intenta abrirse camino trabajando en Nueva York.
Ocho años después de su aclamado debut con “Alboroto en el Guayabal”, la escritora hindú asentada en los Estados Unidos publica “El legado de la pérdida”, libro de ambientes interculturales con lugar para contrastes, referencias de identidad, nacionalidad, inmigración, aspiración y mejora vital, conflictos políticos, y conexiones familiares que vinculan tradición con modernidad.
Estos asuntos, interesantes pero ya muy manidos en otras manifestaciones culturales de artistas hindúes, son conducidos a través de una narrativa que alterna ambientes y personajes con tanto dinamismo como veleidad.
Más preocupada en definir el sentir de los caracteres y mostrar atmósferas que en conducir una trama, el libro, con un enfoque astutamente impactante en su lánguido y parcial retrato (más amplia perspectiva por ejemplo se encuentra en trabajos de Arundhati Roy o Salman Rushdie), no termina de funcionar a pesar de capacidad para los detalles descriptivos con talento para la imaginería y/o ambientación de los diferentes escenarios y hechos acontecidos en la mitad de la década de los 80.
También es reseñable algún acierto en los trazos emocionales que puntualizan las odiseas íntimas de sus protagonistas, aunque éstos se revelen bastante vacuos y sus andanzas expuestas a través de un amasijo pretencioso y extraviado de situaciones y ambientes.
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