Nacida cerca de Vancouver (Canadá), después de sus estudios de periodismo, Kate Jacobs se trasladó a Nueva York para colaborar en algunas revistas. Fue en esta ciudad donde escribió El Club de los Viernes, su primera novela, que se convirtió en un auténtico best seller internacional. Escuchó las historias de muchísimas mujeres e incluso viajó a Escocia para documentarse, ya que la vida de una de sus protagonistas tiene sus raíces allí. Insiste, en alguna de sus entrevistas, que no es una novela autobiográfica, que ella no es necesariamente ninguna de las ocho componentes del club y a la vez es un poco de todas ellas.
“Bienvenidos a mi… mundo. Soy Georgia Walker, ésta es mi tienda de lanas en el Upper West Side de la ciudad de Nueva York y éste es el lugar donde sucede todo”.Así empieza el vídeo que Lucie, una de las componentes del club, ha grabado para promocionar la tienda de tejidos de Georgia, Walker e hija.
En ese lugar, en esa tienda de lanas, es donde ocho mujeres con emociones contradictorias y las mismas inseguridades que muchas de nosotras se encuentran cada viernes llevando bajo el brazo su bolsa con las agujas, las lanas y un proyecto que acabar.
Ocho mujeres, ocho vidas distintas, ocho retratos unidos por una misma pasión; tejer.
Kate Jacobs ha sabido unir los hilos de una novela que desprende en todas y cada una de sus páginas sentimientos de ternura sin que la dura realidad deje de sobrevolar las madejas de lanas con las que las protagonistas tejen sus propias vidas:
Georgia Walker: fuerte, activa, decidida, abandonada por su novio cuando quedó embarazada. Dakota, hija de Georgia, adolescente, vital. Anita, de madurez serena y bondadosa. Peri, actual, emprendedora, jovial. Cat: la antigua amiga de la infancia, superficial, deseosa de enmendar antiguos errores. Darwin, ¡quién diría que ella también coge las agujas! cree vivir entre sueños rotos. Lucie, Independiente, valiente. KC, loca entusiasta.
A ellas se les une James (el antiguo novio de Georgia, padre de Dakota), Martty, el vecino de la charcutería y la familia que ha vivido durante demasiado tiempo en la lejanía.
Ya sólo la portada del libro es cautivadora. Todo el que me veía con el libro bajo el brazo no podía reprimir un “¿qué lees?”. Y yo les explicaba que era una de las historias más bonita, tierna y entrañable que había tenido entre manos desde hacía tiempo.
Para mí que coser un botón supone una gran proeza, leer cómo ocho mujeres (no todas expertas en el arte del tejido) iban avanzando en sus labores, casi me ha creado la necesidad de ir a la primera mercería y comprarme un ovillo de lana, unas agujas y tejer, por lo menos, una bufanda (que de todo, parece lo más sencillo).
Porque tejer puede ser además una terapia. De hecho en la novela, tejer entre amigas no es más que una excusa que para cada una de ellas es distinta: terapia, relajación, comunicación...
La vuelta a actividades de artesanía anticuada parece estar más cerca de lo que pensamos: la cocina, la costura, la jardinería… Aunque estoy segura de que nunca desparecieron del todo, sólo han quedado ocultas tras la pasión por el gimnasio, las dietas, las superwoman y el estrés.
Así, haciendo uso del tejido como metáfora, Kate Jacobs nos adentra en las vidas de estas ocho mujeres, en sus anhelos, sus frustraciones, sus ansias, sus aciertos y sus errores, y entreteje a todo ello valores hoy en día tan denostados, como la amistad, la lealtad, la unión, el espíritu de lucha, el perdón y, como no, el amor.
Es posible que haya quien considere todo esto un exceso de sensiblería y, tal vez, esté en lo cierto. Pero qué queréis que os diga, en el mundo que nos ha tocado vivir, lleno de angustia, inquietud, impaciencia, inseguridad y prejuicios, resulta saludable y alentador encontrarte con textos como el del Club de los Viernes. Con él aprendes a valorar los esfuerzos, las pequeñas cosas y, sobre todo, que en la vida, cada minuto es oro.
Abras por donde abras el libro te encuentras con una frase que te hace pensar, que te provoca una emoción, un sentimiento, una verdad para no olvidar.
Su lectura es fácil (yo la acabé en tiempo récord) e incluso divertida aunque no dejaré de lado, ni muchísimo menos, los pasajes dramáticos, que también los tiene. Así es la vida: a veces luces, a veces sombras.
Cuando empiezas un libro, cuando abres la primera página, hay curiosidad, ganas de entrar en seguida en materia, ilusión. Hay libros que cuando los acabas sientes que permanecerán contigo, que su historia no la olvidarás fácilmente. El Club de los Viernes es uno de ellos.
RESEÑA DE Celia Santos
Veis queridas amigas como tambien hay lecturas edificantes:
ResponderEliminar"Abras por donde abras el libro te encuentras con una frase que te hace pensar, que te provoca una emoción, un sentimiento, una verdad para no olvidar".
Gracias por la reseña, aver si tengo tiempo y me lo leo.
SOY YO
Siento discrepar... pero a mi este libro me pareció de lo más decepcionante, previsible y facilón. Aburrido, me costó un mundo acabármelo. Me parece una lectura sobre mujeres que se queda en la superficie de todos los temas que supuestamente por ser mujeres, nos deberían interesar. Cuando lo compré tenía ganas de sumergirme en una historia que me enganchase y me envolviese y para nada logré éste objetivo.
ResponderEliminarNo debes disculparte por discrepar. Claro que te puede parecer eso que dices. De hecho, la reseña, como te habrás fijado, no es mía. No tengo tiempo de escribir tanto y en este mes he colgado todo lo que he venido leyendo en dos años más o menos, y por eso decidí que iba a usar reseñas de internet.
ResponderEliminarMi impresión personal sobre el libro se parece más a lo que tu dices. Me pareció una obra menor, para pasar el tiempo, y que no me causó esas emociones y reflexiones de las que habla la autora del resumen. Simplemente curioso y agradable, pero no me apasionó.
Gracias por tus aportaciones. Y por cierto, ¿quien eres...?