Mi querida niña: Ha pasado demasiado tiempo, más de sesenta
años y la memoria es frágil, pero tu imagen dulce, tu carita salpicada de pecas
y esos ojos transparentes y tristes vuelven a mí a través de las viejas fotografías. Entonces puedo
sentirme cerca, muy cerca de ti y evocar aquellos años. Sé que no esperabas
mucho de la vida, porque el entorno en el que naciste daba para pocos sueños.
¿Recuerdas cuánto sufriste al ver marchar a tus amigas camino de la ciudad
donde iban a poder estudiar y convertirse en maestras? Con sólo diez años viste
cerrados los caminos. No comprendías esas diferencias y lo único que te quedó
fue ese deseo oculto de salir algún día de ese mundo tan limitado; pero también
la desesperanza, tras los intentos de mamá de encontrarte un lugar para seguir
formándote. Ella nunca se ha conformado con que tu vida sea un calco de la
suya. Pero su lucha apenas ha tenido resultado.
La infancia, me temo, que no es ese lugar idílico que
algunos se empeñan en añorar y al que
muchas personas desearían volver. Pero no nos engañemos. Sabes muy bien que no
siempre es así. Cuando somos niños podemos ser muy felices por las cosas más
sencillas, pero también muy desgraciados cuando la realidad no se ajusta a
nuestros deseos o somos objeto de injusticias que no podemos comprender.
Yo que he vivido mucho puedo decirte ahora que, a pesar de
todas las limitaciones, la esperanza nunca debería de perderse. El camino es
largo y tortuoso, claro que sí; pero si eres capaz de descubrir en ti el coraje
y la pasión de vivir, todo puede pasar, incluso aquellas cosas que nunca te
atreviste a soñar. Puedes llegar a tener una casa como aquella que te gustaba
tanto de tu amiga Encarnita, con un patio lleno de plantas, un cuarto de baño, una
cocina con fregadero y armarios llenos de platos con florecillas azules. Quizás
algún día te llegará el amor; de esos que piensas que no existen nada más que
en los cuentos de hadas que tanto te gusta leer. Tampoco ese camino es
sencillo, Teresita. Al contrario, tiene muchos baches e imperfecciones que
tendrás que sortear, pero esas pequeñas o grandes dificultades te harán crecer,
no lo dudes.
Has nacido en ese pequeño pueblo por azar y has podido disfrutar
de una infancia muy cerca de la naturaleza. No todas las niñas tienen esa
suerte. Pero sé que ha llegado el momento de volar, de salir a conocer el
mundo, de probar nuevas costumbres, escapar de la rutina y saber qué se siente lejos
del paisaje y de la seguridad que da todo lo conocido.
Ahora sabrás de qué eres capaz. Créeme. Si perseveras y
confías en tus cualidades, conseguirás romper el corsé del destino. Pero tienes que empeñarte y dejar atrás las
ideas preconcebidas y esas imágenes de campesina desvalida, víctima de un mundo
injusto.
Querida Tere, no puedes esconderte tras esa niña asustada y
llena de complejos y arrojar sobre el mundo la responsabilidad de lo que tenga
que ser tu vida. Qué me vas a decir a mí. Puedo hacerme cargo de lo desvalida
que te has sentido, de las veces que has necesitado consuelo y sólo has
recibido exigencias y reproches. Sé lo duro que es eso, y cómo te deja marcada
para siempre. Es difícil dar lo que no tienes y eso lo vas a notar a lo largo
de la vida y te hará parecer más dura de lo que en realidad eres. No te
preocupes. Si tienes suficientes anclajes; si eres capaz de rodearte de
personas que sepan ver más allá de ese caparazón con el que nos solemos
proteger, serás una persona querida y valorada por ser quien eres.
Me gustaría que me escribieras y me contaras cómo llevas eso
de marcharte del pueblo. Puedo imaginarte, preocupada por tu aspecto y tu
acento andaluz, recién llegada a ese mundo tan desconocido. Estás en plena
adolescencia, una etapa de muchas dudas e inseguridades. Confía en esa esponja que
eres. Serás capaz de absorber en poco tiempo lo que la vida te está ofreciendo.
No será un camino de rosas, para qué vamos a engañarnos. Vas a tener que
esforzarte más que otras personas que lo han tenido todo más fácil. Tú misma te
exigirás demasiado y sufrirás por cada error que cometas. ¡Ay Teresita! Es que
siempre te ha gustado ir en busca de otros horizontes y eso obliga. Obliga a
estar muy alerta. Cada descubrimiento es un reto, una posibilidad de aprender,
pero también el esfuerzo puede ser colosal y muy agotador. No quisiera asustarte
con mis reflexiones de mujer madura y algo cansada, pero tampoco es bueno
esconderte esa parte menos amable de la vida. Aun así, estoy segura de que
saldrás adelante, tienes capacidad para superar los obstáculos que tienes ante
ti. En pocos años brillarás y casi no vas a conocerte de los cambios que
experimentarás.
¿Qué tal se lo ha tomado mamá? Dejarte sola no le habrá
resultado fácil. Ya sabes cómo se preocupa
de que seas una niña muy cumplidora y no te salgas del “buen camino”.
Papá será ahora tu guía, ¿cómo te llevas con él? También esta nueva experiencia
es una oportunidad para conoceros mejor. Es un buen hombre, tú lo sabes. Muy
poco hablador, pero serio y respetuoso. Has tenido tan pocas oportunidades de
compartir con él tus cosas… Siempre tan ocupado con el campo y tan seguro de
que mamá se ocupaba de tu educación, que apenas habéis tenido tiempo para estar
juntos. Aprovecha su compañía para conocerlo; además necesitarás su protección
en esa ciudad tan hostil. Quizás más adelante, cuando seas mayor, puedas
comprender que esa distancia que a veces percibes como desinterés, no es más
que una máscara con la que él esconde una sensibilidad que le asusta.
Me gustaría poder abrazarte y transmitirte el calor y el
consuelo que tanto necesitas. No lo olvides. Tú y yo no somos tan diferentes.
Te quiero y deseo que encuentres en la vida las respuestas a tu inagotable
curiosidad y, sobre todo, que seas amada como te mereces.
Que bonita la forma de contar esos recuerdos, es autobiografico pero relatado por los ojos de otra persona, esa persona en la que te convertiste tu misma, con esfuerzo y constancia..Muchas felicidades, Gran Mujer.
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