Puede ser que la haya encontrado por fin. Mi maestra, doña Rosa. Se marchó del pueblo cuando yo apenas tenía 10 años y no he olvidado ni sus apellidos. Un día dejé dibujada su sonrisa en un poema adolescente; busqué la foto de comunión, en la que recobrar su hermosa y joven imagen, junto a otras dos niñas de las que aún recuerdo el nombre: Antonia y Catalina.
Curiosamente, Facebook podría permitirme
recuperar esa memoria sentimental de la niña; de la escuela unitaria en la Plaza
de Abajo, junto a las cocheras de los Viedma. ¡Ah la redes! Es verdad que pueden ser traicioneras; que
tienen muchos defectos… y nos enganchan sin que seamos conscientes, porque al
fin y al cabo, la mayoría somos un poco Voyeur y muchos también exhibicionistas. No reniego de ninguna
de las dos cosas, porque soy humana y muy “normalita”, vamos, del montón… ¿Por qué lo voy a negar? Pues eso, que un amigo de otro amigo: Vicente
Jurado, de Málaga, de forma totalmente casual, me cuenta que desayuna cada
mañana con una vieja maestra de ese amigo común: Antonio Suárez. Casualmente, se llama Rosita. Se me ha encendido la luz y he pensado: ¡La
encontré! Ahora espero que ese deseo, más que evidencia, sea real, y que mañana pueda tener la respuesta que me
gustaría: el nombre completo: Mª Rosa Moles Hernández. Mi primera maestra.
Esos son los misterios y la parte
positiva de las redes. A Vicente nunca lo hubiera conocido, pero he aquí que es
amigo de Antonio, al cual ni recordaba, porque ambos nos marchamos por
distintos caminos, siendo todavía muy jóvenes. Ahora... están ahí. Sigo las hazañas
artísticas del segundo y recibo mensajes de su amigo Vicente, que, como buen
caballero, cumple con esa agradable costumbre de desear felicidades en el
cumpleaños, aunque sea a la “amiga”
desconocida de su amigo.
Lo dicho: Facebook tiene estas
cosas.
¡¡¡Dª Rosa Moles¡¡¡ Yo no la tuve, pero todo el mundo bablaba maravillas de ella.A mí me parecía guapísima y con gran estilo para vestir.Bueno pues el face tiene esto también; en general sabiendo usarlo o usándolo como a ti te a apetezca, tiene la gracia dl misterio, de los encuentros fortuitos.Todos somos un poco voyeurs y cotillas: Lo importante es tomarlo como algo intrascendente; sabiendo que la vida real también existe de forma paralela.Yo he retomado algunas amistades antiquísimas y he elegido continuar aquellas que me gustan, como por ejemplo Tú; (no soy pelota ni ná)Pero en general soy un poco timidilla; bueno , un poco menos que en la vida real.Y es que el papel, digo la pantalla,es muy sufrida y lo aguanta tó....
ResponderEliminarJajaja, ¡Amiga, nada de pelota! Es que lo nuestro ha sido un gran encuentro.
EliminarUn abrazo
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