Salía del colegio, presuroso, sorteando el tráfico de la ruidosa
Meridiana, y estiraba de mí calle abajo, muerto de hambre, deseando llegar a
casa para vérselas con su trozo de pan con Nocilla y su leche con Cola Cao.
Pan con Nocilla |
Entrábamos en el sexto piso, y mientras yo me afanaba en prepararle su manjar, él corría a dejar
su cartera en su habitación y seguidamente, sin esperarme, enchufaba
la tele, una de esas en blanco y negro de doce pulgadas, de la marca Elbe y en
color naranja, que duró muchísimos años, hasta que la presión sobre nosotros se
hizo insoportable. Éramos padres austeros que pretendíamos que nuestros hijos
no fueran consumistas, algo propio de la época. A la cocina llegaban los
sonidos, pero enseguida, yo me incorporaba al festejo:
- ¿Cómo están ustedeeeeeesssss? ¡Bieeeeennnn!
Gabi, Fofó, Miliki y Fofito
acompañaban esas tardes de Nocilla y Cola Cao. Una pequeña habitación
rectangular, con ventana al fondo, dos sillones de mimbre, una mesa redonda. La
estancia quedaba cortada por una estantería con una estructura de hierro y unas
baldas de madera repletas de libros, un
viejo tocadiscos y la tele. A
continuación, una cama turca, haciendo
de sofá informal.
Televisión Elbe |
Allí, sentados, o más bien tumbados, pasábamos la tarde mi hijo y yo, acompañándonos en las risas y en las canciones
que hacían las delicias de todos los niños españoles.
¡Hola don Pepito!,
¿Hola don José!
¿Pasó usted ya por casa…?
¡Por tu casa ya pasé!
Reíamos con las cosas más simples,
por los gestos más infantiles de unos hombres como castillos que sabían conectar
con ese público todavía inocente, ávido de espectáculos, sin muchos referentes
como para comparar y elegir. La tele en blanco y negro y en dos únicas cadenas
era lo que teníamos y no echábamos de menos nada. Todos éramos más inocentes.
Después de esos días, en los que aún
tenía la capacidad de disfrutar de la infancia de mi primer hijo, con veintipocos años y toda la vida por delante,
después, como digo, no he vuelto a sentarme con esa actitud de disfrute,
mirando a unos payasos, mientras mi hijo crecía en años y en experiencias.
Hoy he conectado con ese tiempo ya lejano, porque Miliki uno de los payasos de la tele acaba de morir. Mi recuerdo para él, pero sobre todo para mi hijo Manolo.
A mí me daba igual si eran dos tipos requetefinos, una gallina con patas de alambre, la chica que tenía el ratón, el barquito en cáscara de nuez, el feliz feliz en tu día, o los días de la semana…, ya que me las sabía toditas e iba cantándolas a todas horas con mis hermanas en los juegos y en los mini concursos que nos montábamos en aquella época en que las chicas nos distraíamos de esa manera tan sencilla, daba igual…, jugábamos a lo que fuera y de repente…, llegaba la fabulosa tarde donde todo se transformaba en mágico cargado de risas y mi pequeño-limitado universo se volvía luminoso.
ResponderEliminarRecuerdo el día que mis padres nos llevaron al circo para verlos…,¡madre mía qué emoción! y qué tristeza porque Fofó ya estaba enfermo. Al poco tiempo muríó…,¡cuánto lloré!. El domingo se fue Miliki, qué bonito y divertido nombre para un hombre tan humano y especial. Siempre te voy a recordar por ser uno de mis magos en la infancia y cambiar el blanco y negro a color.
Un abrazo para todas las personas que se asoman por aquí.
Maga: Qué bonito comentario el tuyo. Te imagino saltando al ritmo de las canciones, tú que eres tan fantasiosa lo dabias pasar en grande.
EliminarUn beso
Precioso Teresa, me encantaban los payasos de la tele, los veía todos los sábados en casa de mis abuelos, cuando ibámos a comer con ellos :)
ResponderEliminarMe imaginaba que te podría gustar, por la edad.
EliminarUn beso
Un bello homenaje haces con tu entrada a este gran artista. Recuerdos de mi memoria que comparto también con mi hija. Sus risas y sus canciones, marcaron una época donde todo lo que nos rodeaba era felicidad.
ResponderEliminarUn beso grande Teresa y hasta la próxima que ando liada con la independencia de mi hija. Hace dos días cantando las canciones de los payasos de la tele y hoy ya ves a punto de abandonar el nido. ¡Es la vida!
Teresa, amiga. Te echaba de menos y pensé que estabas en algo más importante. Bueno, mis hijos hace años que se independizaron, afortunadamente. Es una etapa muy interesante la que te viene ahora, si sabes también tú independizarte... jajaja.
EliminarMucha suerte, y un abrazo.
Teresa